Aunque todo parece indicar que se está alcanzando mayor igualdad entre hombre y mujer, en la intimidad de la pareja se vive cada vez más situaciones molestas de celos y violencia psicológica.
Ya que la mujer se ha vuelto menos dependendiente, el hombre puede verse tentando a reforzar su vigilancia: se ven aparecer así nuevas formas de dominación, más sutiles y discretas, centradas en actitudes psicológicas, entre ellas el acoso moral. El hombre puede intentar conseguir mediante presión, culpabilización o manipulación lo que no puede obtener espontáneamente de su pareja.
En esta nueva era nadie tiene su propio "jardín secreto", todos somos vulnerables a la intromisión del otro en nuestra intimidad. Gracias a las nuevas tecnologías hoy todo es más fácil para poder espiar a nuestra pareja. El teléfono móvil es una trampa, porque si bien nos permite mantenernos "siempre" comunicados con aquel que nos ama, también permite vigilar a la persona cuya infidelidad se teme. Es el caso reciente del famoso escandalo del golfista más importante del mundo: Tiger Woods.
Muchos hombres confunden amor y posesión. Pero el amor, hay que entenderlo bien, no es posesión, sino intercambio y reparto. Cuando un hombre se atreve a decirle a una mujer "Quiero que seas toda mia", eso quiere decir te deseo mucho, pero también: "Tú me perteneces y no puedes existir sin mi".
Cuando ve el hombre a su mujer como a su mamá, la llegada de un hijo de esa pareja puede desestabilizarla por completo. Si la esposa se fusiona con el hijo, el hombre puede sentirse excluido u frustrado e intentar recuperar el poder por todos los medios a su alcance.
Para los hombres en su relación con las mujeres, todo se reduce a un problema de distancia: la excesiva proximidad inquieta demasiado a los hombres, porque lo experimentan como un riesgo de absorción, pero una distancia demasiado grande reactiva su miedo a abandono. el control que ejercen sobre sus esposas les permiten determinar en cada momento la distancia a la que la mujer debe mantenerse.
Los hombres que quieren mantener el control de la pareja están mostrando su miedo infantil al abandono de mamá, y cualquier situación que sugiera una separación puede arrastrarlos a una crisis de cólera y de celos.
El paso a la violencia es para estos hombres un alivio a la tremenda angustia que les carcome por dentro, aunque también al miedo.
Los hombres actuales están condenados a las demostraciones de hipervirilidad, entre ellas la violencia hacia los más débiles de su entorno: mujeres, hijos y animales.
domingo, 28 de febrero de 2010
viernes, 26 de febrero de 2010
Lo difícil de ser hombre ahora.
En nuestra sociedad actual, ser un hombre no es algo obvio: exige una construcción identitaria que no es evidente, porque los criterios de las masculinidad han cambiado radicalmente.
Los más jóvenes tienen dificultades para encontrar su verdadero lugar entre la virilidad triunfante y el "metrosexual". Últimamente, algunos hombres han sido educados y formados por mujeres solas, lo cual dificulta identificarse con la figura paterna que ha estado ausente.
De un modo más general, son víctimas de una consigna paradójica: se les pide a la vez ser viriles y dulces, fuertes y aptos para expresar sus sentimientos. Frente a mujeres que destacan en el plano profesional, ¿cómo desempeñar un papel protector que los colocaría en un plano de superioridad. Al no encontrar esta posición de superioridad muchos de ellos generalizan y se quejan de las mujeres, del mismo modeo que las mujeres se quejan de los hombres.
Muchos hombres creen que su compañera es demasiado dura. Entonces para consolarse, algunos prefieren elegir una mujer más joven o pertenenciente a una cultura que las haga aceptar un modelo de pareja tradicional. Es más reconfortante para ellos sentirse dominantes, gracias la diferencia de edad o de situación económica.
Los antropólogos lo explican así: cuando hombre busca una mujer más joven, es porque las mujeres tienen el privilegio de la fecundidad, y especialmente de la concepción de los hijos masculinos. Hay, dirían los psicoanalistas, una envidia de la maternidad en los hombres en general. Algunos hombres mayores buscan parejas más jóvenes, porque pueden compensar su pérdida de poder físico con su poder social y económico, y pueden sentirse útiles e importantes frente a sus damitas.
Los hombres cincuentones toman conciencia de que les queda poco tiempo para realizar sus sueños íntimos. Como su vida profesional se ha estabilizado o bloqueado,lo único excitante que les puede suceder tiene que darse en el plano amoroso. Quieren iniciar una nueva vida, a veces tienen la tentación de volver a partir de cero, de encontrar una nueva mujer, de fundar una nueva familia. No es raro ver a hombres con pinta de abuelos cargando un bebé, que es su hijo.
Construir un hijo varón es algo complicado de lograr, porque los valores de la masculinidad han variado sustancialmente. Ser hombre requiere un largo proceso de maduración, donde faltan muchos referentes masculinos o paternos, para imitar el patrón de un hombre nuevo. Las mujeres tienen en sus manos, sin saberlo, el proyecto de construir un hombre diferente, que no sea el típico macho de siempre, el clon de su padre.
Los más jóvenes tienen dificultades para encontrar su verdadero lugar entre la virilidad triunfante y el "metrosexual". Últimamente, algunos hombres han sido educados y formados por mujeres solas, lo cual dificulta identificarse con la figura paterna que ha estado ausente.
De un modo más general, son víctimas de una consigna paradójica: se les pide a la vez ser viriles y dulces, fuertes y aptos para expresar sus sentimientos. Frente a mujeres que destacan en el plano profesional, ¿cómo desempeñar un papel protector que los colocaría en un plano de superioridad. Al no encontrar esta posición de superioridad muchos de ellos generalizan y se quejan de las mujeres, del mismo modeo que las mujeres se quejan de los hombres.
Muchos hombres creen que su compañera es demasiado dura. Entonces para consolarse, algunos prefieren elegir una mujer más joven o pertenenciente a una cultura que las haga aceptar un modelo de pareja tradicional. Es más reconfortante para ellos sentirse dominantes, gracias la diferencia de edad o de situación económica.
Los antropólogos lo explican así: cuando hombre busca una mujer más joven, es porque las mujeres tienen el privilegio de la fecundidad, y especialmente de la concepción de los hijos masculinos. Hay, dirían los psicoanalistas, una envidia de la maternidad en los hombres en general. Algunos hombres mayores buscan parejas más jóvenes, porque pueden compensar su pérdida de poder físico con su poder social y económico, y pueden sentirse útiles e importantes frente a sus damitas.
Los hombres cincuentones toman conciencia de que les queda poco tiempo para realizar sus sueños íntimos. Como su vida profesional se ha estabilizado o bloqueado,lo único excitante que les puede suceder tiene que darse en el plano amoroso. Quieren iniciar una nueva vida, a veces tienen la tentación de volver a partir de cero, de encontrar una nueva mujer, de fundar una nueva familia. No es raro ver a hombres con pinta de abuelos cargando un bebé, que es su hijo.
Construir un hijo varón es algo complicado de lograr, porque los valores de la masculinidad han variado sustancialmente. Ser hombre requiere un largo proceso de maduración, donde faltan muchos referentes masculinos o paternos, para imitar el patrón de un hombre nuevo. Las mujeres tienen en sus manos, sin saberlo, el proyecto de construir un hombre diferente, que no sea el típico macho de siempre, el clon de su padre.
Inválidos emocionales.
Cuando un hombres se divorcia o se separa, normalmente se convierte en un inválido emocional, no sabe qué hacer con su vida y de inmediato empieza la búsqueda de una nueva pareja para que lo salve de su desgracia.
El hombre pierde autonomía, no sabe lavar la ropa o cocinar, menos poner la casa limpia. No saben vivir solos. Estos mismos hombres débiles en la intimidad pueden parecer seguros en la sociedad, y es este desfase lo que les reprochan las mujeres.
Los hombres temen demasiado al posible abandono de sus parejas, por ello algunos crean lazos de fusión, no se dejan espacio para respirar o distancia para retroceder, son parejas simbióticas, sin huella de la individualidad, los dos se convierten en uno. Esperan que su mujer, como esperaban de su madre, les entregue amor, atención y tiempo; les gustaría que llenara sus carencias, que estuvieran disponibles para ellos, y sólo para ellos.
Mientras cada vez son más las mujeres que luchan por alcanzar una independencia, muchos hombres siguen buscando la dependencia, lo que para ellos significa acomodar su miedo a la intimidad. De un modo general, los hombres viven solos con menos frecuencia, se trata menos de una elección que de una imposición. Tras una separación, los hombres se vuelven a emparejar con mucha rapidez. E incluso algunos se anticipan, cuando entran en crisis matrimonial ya existe la dama de repuesto.
Sin embargo, a pesar de su necesidad de fusión con la pareja, a menudo temen sentirse atrapados, como lo estaban con sus padres, en una relación que los pondría a merced de la influencia de una mujer a la que imaginan todopoderosa. Por eso, para eludir el problema, se engañan entregándose de forma desmedida al trabajo o al deporte.
Las mujeres, según los últimos estudios sobre divorcio y separación, se mantienen mucho más tiempo solas sin querer tener nuevamente una pareja, se organizan la vida de solteras con mayor soltura que los hombres, a quienes la depresión les afecta el doble que a las mujeres estadísticamente hablando.
El hombre pierde autonomía, no sabe lavar la ropa o cocinar, menos poner la casa limpia. No saben vivir solos. Estos mismos hombres débiles en la intimidad pueden parecer seguros en la sociedad, y es este desfase lo que les reprochan las mujeres.
Los hombres temen demasiado al posible abandono de sus parejas, por ello algunos crean lazos de fusión, no se dejan espacio para respirar o distancia para retroceder, son parejas simbióticas, sin huella de la individualidad, los dos se convierten en uno. Esperan que su mujer, como esperaban de su madre, les entregue amor, atención y tiempo; les gustaría que llenara sus carencias, que estuvieran disponibles para ellos, y sólo para ellos.
Mientras cada vez son más las mujeres que luchan por alcanzar una independencia, muchos hombres siguen buscando la dependencia, lo que para ellos significa acomodar su miedo a la intimidad. De un modo general, los hombres viven solos con menos frecuencia, se trata menos de una elección que de una imposición. Tras una separación, los hombres se vuelven a emparejar con mucha rapidez. E incluso algunos se anticipan, cuando entran en crisis matrimonial ya existe la dama de repuesto.
Sin embargo, a pesar de su necesidad de fusión con la pareja, a menudo temen sentirse atrapados, como lo estaban con sus padres, en una relación que los pondría a merced de la influencia de una mujer a la que imaginan todopoderosa. Por eso, para eludir el problema, se engañan entregándose de forma desmedida al trabajo o al deporte.
Las mujeres, según los últimos estudios sobre divorcio y separación, se mantienen mucho más tiempo solas sin querer tener nuevamente una pareja, se organizan la vida de solteras con mayor soltura que los hombres, a quienes la depresión les afecta el doble que a las mujeres estadísticamente hablando.
jueves, 25 de febrero de 2010
!! Salvemos a los hombres ¡¡
El código civil napoleónico había hecho de la esposa la subordinada del hombre: no tenía derecho a vender sus propiedades, viajar sola, trabajar o heredar sin la autorización del marido. Sin ir más lejos durante una estancia larga en Chile, me percaté que las mujeres no podían abrir una cuenta de cheques, sin el permiso de su pareja.
Bajo la presión de las feministas, la mayor parte de esas anticuadas trabas has desaparecido y las mujeres adquirieron una igualdad con los hombres, que por tanto perdieron su superioridad ancestral.
La lucha feminista en el mundo desde mediados del siglo XX, trajo consigo algo importante: una crisis de identidad de los hombres.
Frente al aumento de poder de las mujeres en la sociedad, algunos hombres ofrecen tenaz resistencia y los más tradicionales rechazan fuertemente la igualdad. Muchos de llos están preocupados, son conscientes de haber perdido poder y, frente a las mujeres liberadas a quienes ya no pueden dominar, temen no estar a la altura.
Antaño, los hombres buscaban su identidad en el ámbito profesional y en la seducción viril, pero actualmente ya no están tan seguros de ello: por una parte, nunca tienen garantías de conservar el empleo; por otra, en el hogar, cada vez controlan menos a sus hijos de cualquier edad, que se dejan guiar mejor por los valores qu trasmiten los medios de comunicación que por los consejos paternos. La emancipación de las mujeres los han enfrentado a su propia vulnerabilidad, y han tomado conciencia de su dependencia emocional frente a ellas.
Cuando una mujer aparenta ser fuerte y no tiene necesidad de ser protegida por el varón, suscita en ellos angustia: "¿para qué sirvo?" Dicen querer una mujer independiente, pero les cuesta trabajo soportar esa autonomía. Frente a una mujer hiperactiva, muchos hombres permanecen pasivos; cualquier cosa les da miedo: el compromiso, el cambio, la responsabilidad de los hijos.
Lo que reprocha un hombre a una mujer que lo ha abandonado siempre es la misma cantaleta: "Eres castradora, te has apoderado de los hijos, tienes poca disponibilidad sexual". Pero las mujeres ya están hartas de los hombres que son unos quejumbrosos.
La sociedad prepara siempre a los varones jóvenes para ocupar un papel dominante, para no dudar de su poder, pero la realidad se encarga pronto de mostrarles que esa postura ya es insostenible. Sin embargo, a los varones les cuesta trabajo aceptarlo, porque se critica mucho en ellos cualquier rasgo de debilidad, ya que eso se considera "femenino", y no suelen tener otro recurso que la ira y los celos, las únicas emociones que no han aprendido a controlar.
Nuestra sociedad actual sobrevalora la eficacia y el éxito, y las propias mujeres siguen esperando que un hombre se muestre agresivo en algunas determinadas circunstancias. En todo momento, tiene que ser el mejor, por los medios que sea. Estos estereotipos de hombres fuertes y poderosos resultan difíciles de asumir, y algunos hombres no encuentran otra manera de enmascarar sus debilidades que aplastando a quien el considera más débil, o sea a su mujer.
Algunos hombres se sienten inseguros y temen perder su masculinidad en relaciones más igualitarias. El cambio todavía no ha sido bien asimilado, y a muchos les resulta difícil de aceptar que su esposa tenga mayor éxito social, es decir tengsa mayores reconocimientos profesionales o gané más dinero que el.
En nuestra sociedad posmoderna es complicado plantearse la pregunta: ¿ Y cómo se hace un hombre? La cuestión de la identidad masculina es un tema que le da muchas vueltas en la cabeza a los padres.
Hace muchos años, cuando mi único hijo varón cumplió quince años, lo llevé a una ceremonia tradicional de los indios navajos de Estados Unidos, en la cual el niño se convertía en hombre mediante la quema de sus juguetes infantiles en una gran hoguera; además se tenía que quedar a dormir a la intemperie sólo, viendo el cielo estrellado para tomar consciencia de su infinita pequeñez del ser humano en el cosmos. Posteriormente, formando un gran círculo los padres de esos pequeños varones, colocaron a todos esos niños dentro de esa círculo, para escuchar los conceptos de esos varones adultos acerca de lo que significa ser hombre.
Escuché atentamente a mis pares expresar cosas acerca de la virilidad, con las que no estuve de acuerdo, porque finalmente estaban ellos reproduciendo el discurso del macho poderoso, que es el discurso que ha predominado a lo largo de los siglos. No alcanzo a comprender los alcances de esas palabras en las mentes de esos chicos, pero puedo imaginarme el reforzamiento de la ideología masculina frente a la mujer. Se insistía mucho en ese rito de iniciación masculina, que nunca en la vida mostraran signos de debilidad, que no se comportaran como mujeres, que había que ser fuerte y poderoso.
Hoy, mi hijo, es un joven de 22 años formado con otros valores alejados de los tradicionales roles del hombre antiguo: podría ser considerado un atípico chico sensible, que cree en la igualdad de los sexos.
Bajo la presión de las feministas, la mayor parte de esas anticuadas trabas has desaparecido y las mujeres adquirieron una igualdad con los hombres, que por tanto perdieron su superioridad ancestral.
La lucha feminista en el mundo desde mediados del siglo XX, trajo consigo algo importante: una crisis de identidad de los hombres.
Frente al aumento de poder de las mujeres en la sociedad, algunos hombres ofrecen tenaz resistencia y los más tradicionales rechazan fuertemente la igualdad. Muchos de llos están preocupados, son conscientes de haber perdido poder y, frente a las mujeres liberadas a quienes ya no pueden dominar, temen no estar a la altura.
Antaño, los hombres buscaban su identidad en el ámbito profesional y en la seducción viril, pero actualmente ya no están tan seguros de ello: por una parte, nunca tienen garantías de conservar el empleo; por otra, en el hogar, cada vez controlan menos a sus hijos de cualquier edad, que se dejan guiar mejor por los valores qu trasmiten los medios de comunicación que por los consejos paternos. La emancipación de las mujeres los han enfrentado a su propia vulnerabilidad, y han tomado conciencia de su dependencia emocional frente a ellas.
Cuando una mujer aparenta ser fuerte y no tiene necesidad de ser protegida por el varón, suscita en ellos angustia: "¿para qué sirvo?" Dicen querer una mujer independiente, pero les cuesta trabajo soportar esa autonomía. Frente a una mujer hiperactiva, muchos hombres permanecen pasivos; cualquier cosa les da miedo: el compromiso, el cambio, la responsabilidad de los hijos.
Lo que reprocha un hombre a una mujer que lo ha abandonado siempre es la misma cantaleta: "Eres castradora, te has apoderado de los hijos, tienes poca disponibilidad sexual". Pero las mujeres ya están hartas de los hombres que son unos quejumbrosos.
La sociedad prepara siempre a los varones jóvenes para ocupar un papel dominante, para no dudar de su poder, pero la realidad se encarga pronto de mostrarles que esa postura ya es insostenible. Sin embargo, a los varones les cuesta trabajo aceptarlo, porque se critica mucho en ellos cualquier rasgo de debilidad, ya que eso se considera "femenino", y no suelen tener otro recurso que la ira y los celos, las únicas emociones que no han aprendido a controlar.
Nuestra sociedad actual sobrevalora la eficacia y el éxito, y las propias mujeres siguen esperando que un hombre se muestre agresivo en algunas determinadas circunstancias. En todo momento, tiene que ser el mejor, por los medios que sea. Estos estereotipos de hombres fuertes y poderosos resultan difíciles de asumir, y algunos hombres no encuentran otra manera de enmascarar sus debilidades que aplastando a quien el considera más débil, o sea a su mujer.
Algunos hombres se sienten inseguros y temen perder su masculinidad en relaciones más igualitarias. El cambio todavía no ha sido bien asimilado, y a muchos les resulta difícil de aceptar que su esposa tenga mayor éxito social, es decir tengsa mayores reconocimientos profesionales o gané más dinero que el.
En nuestra sociedad posmoderna es complicado plantearse la pregunta: ¿ Y cómo se hace un hombre? La cuestión de la identidad masculina es un tema que le da muchas vueltas en la cabeza a los padres.
Hace muchos años, cuando mi único hijo varón cumplió quince años, lo llevé a una ceremonia tradicional de los indios navajos de Estados Unidos, en la cual el niño se convertía en hombre mediante la quema de sus juguetes infantiles en una gran hoguera; además se tenía que quedar a dormir a la intemperie sólo, viendo el cielo estrellado para tomar consciencia de su infinita pequeñez del ser humano en el cosmos. Posteriormente, formando un gran círculo los padres de esos pequeños varones, colocaron a todos esos niños dentro de esa círculo, para escuchar los conceptos de esos varones adultos acerca de lo que significa ser hombre.
Escuché atentamente a mis pares expresar cosas acerca de la virilidad, con las que no estuve de acuerdo, porque finalmente estaban ellos reproduciendo el discurso del macho poderoso, que es el discurso que ha predominado a lo largo de los siglos. No alcanzo a comprender los alcances de esas palabras en las mentes de esos chicos, pero puedo imaginarme el reforzamiento de la ideología masculina frente a la mujer. Se insistía mucho en ese rito de iniciación masculina, que nunca en la vida mostraran signos de debilidad, que no se comportaran como mujeres, que había que ser fuerte y poderoso.
Hoy, mi hijo, es un joven de 22 años formado con otros valores alejados de los tradicionales roles del hombre antiguo: podría ser considerado un atípico chico sensible, que cree en la igualdad de los sexos.
miércoles, 24 de febrero de 2010
La tiranía de la comunicación.
Quien no se doblegue a la coacción de la comunicación habrá de renunciar al orgullo de estar siempre a la altura de la época, estar "in", y en la cúspide del movimiento social.
Ya casi es un privilegio no tener que conectarse a La Red, lo mismo que ver solamente lo que está cerca, en lugar de la Tele-Visión, es decir de la visión a distancia. Hemos de covertirnos de nuevo, en buenos vecinos de las cosas más cercanas y entrañables.
¿Pero no están de moda estas maniobras de exoneración, de reflexión sobre las cosas más cercanas? ¿No está en vías de regresión el tipo de hombre que se complica las cosas, que se deja cargar con saber y responsabilidad? Nuestra civilización, en la que crece la participación de los "singulares", ¿no se está transformando en una sociedad de consumidores finales, que desligados de la cadena de generaciones, sólo se cuidan de sí mismos?
La tendencia de moda es quitarse los trastos de la vida. Se nos recomienda tirar por la borda el lastre material y espiritual. Esa recomendación presupone que los trastos viejos que se amontonan en el hogar y que impiden la normal circulación corresponden a una saturación espiritual, a un lastre de irresoluciones y saber que nos impide tomar la vida con buen ánimo en nuestras manos.
A primera vista parece como que si lo que se pusiera en el centro fuera el desarrollo del individuo. Pero se trata de un individuo construido según el modelo del consumidor consciente de sí mismo, que, seguro de su gusto, sabe escoger entre una rica oferta y se esfuerza por poner fronteras a la dependencia respecto de los hombres y las cosas.
Ya casi es un privilegio no tener que conectarse a La Red, lo mismo que ver solamente lo que está cerca, en lugar de la Tele-Visión, es decir de la visión a distancia. Hemos de covertirnos de nuevo, en buenos vecinos de las cosas más cercanas y entrañables.
¿Pero no están de moda estas maniobras de exoneración, de reflexión sobre las cosas más cercanas? ¿No está en vías de regresión el tipo de hombre que se complica las cosas, que se deja cargar con saber y responsabilidad? Nuestra civilización, en la que crece la participación de los "singulares", ¿no se está transformando en una sociedad de consumidores finales, que desligados de la cadena de generaciones, sólo se cuidan de sí mismos?
La tendencia de moda es quitarse los trastos de la vida. Se nos recomienda tirar por la borda el lastre material y espiritual. Esa recomendación presupone que los trastos viejos que se amontonan en el hogar y que impiden la normal circulación corresponden a una saturación espiritual, a un lastre de irresoluciones y saber que nos impide tomar la vida con buen ánimo en nuestras manos.
A primera vista parece como que si lo que se pusiera en el centro fuera el desarrollo del individuo. Pero se trata de un individuo construido según el modelo del consumidor consciente de sí mismo, que, seguro de su gusto, sabe escoger entre una rica oferta y se esfuerza por poner fronteras a la dependencia respecto de los hombres y las cosas.
El tedio de pescar en La Red.
Esta pesca del amor podría ser un lindo juego para los que entran repetidamente a La Red a buscar pareja. Pero es muy raro que eso ocurra. Las reglas han cambiado mucho. En el siglo XX, los hombres salían de cacería tras sus presas, eso ocurría en la escuela, la universidad, las fiestas, los paseos; las presas sabían manejar muy bien ese código del cortejo, sabían esperar, siempre esperaban. "Te digo la semana entrante", "No sé si mis papás aprueben ésto", "Tienes que pedir permiso a mis papás para andar juntos", eran las frases de aquella época en boca de las mujeres.
Actualmente, ese escenario no se produce más que en hogares muy tradicionales en los cuales las mujeres sufren el agobio de sus padres, y que finalmente terminan por abandonar el hogar paterno por la puerta de atrás: casadas con el primer hombre que se encuentran en la calle o embarazadas.
Las mujeres actuales ya no se quedan esperando a que al cazador se le ocurra acercarse a pedirles una relación, ahora van ellas en calidad de amazonas a buscar la pareja que desean. Los códigos actuales son otros, ellas y ellos abordan a sus candidatos a una relación, sin rodeos, directamente, al grano. Piden teléfonos o e-mails y de inmediato se comunican a ver qué pasa con ese flirteo.
En La Red todo el mundo se jacta de sus méritos, intenta venderse, se esfuerza por ser jovial y atractivo, pero esto resulta tediosos en la mayoría de los casos. Por ello se imprime gran velocidad a los encuentros.
Un paciente dice:
"Estoy separado desde hace tres meses y me doy de plazo otros tres para conseguir una nueva compañera". ¿ Y dónde quedó el duelo de la separación ? Van de una relación a otra sin pasar por un duelo de separación tan necesario, para evitar cobrar facturas ajenas a la siguiente pareja.
Pero los bloqueos de los buscadores de pareja en La Red son infinitos. Por ejemplo esta mujer de 62 años dice:
"Porque hay montones de cosas que no me atrevo a hacer desde que estoy sola, por consejo de mis amigas me inscribí en una página de encuentros en La Red. pero no siempre contesto los correos, porque me da miedo. Como diría El Principito, crear vínculos es difícil. No me siento capaz, por eso me busco buenas excusas para dejarlo para más tarde: cuando haya terminado los trabajos de mi casa, cuando mis nietos sean mayores... Pero, por supuesto, cuando haya arreglado todos los pendientes de la vida ! seré demasiado vieja para el amor ¡
Los más jóvenes ofrecen a sus posibles parejas, simplemente pasar buenos ratos juntos, sinmayores compromisos. A partir de los treinta años,la petición es más precisa: se antepone lo que se es y un poco menos lo que se busca. A partir de los cincuenta años, se percibe la desconfianza por detrá de la exigencia: no se trata de compartir las adversidades de la vida, sino solo los buenos momentos.
las propuestas de proyectos comunes se plantean sobre la base exclusiva de compartir los tiempos libres en viajes y distracciones, eso es todo. Un hombre que se identifica como GOLF-250, dice que solamente contactará conmujeres que jueguen al golf. Este es un típico bloqueo de alguien que no quiere encontrar una mujer de verdad, al reducir al mínimo sus posibilidades.
Las exigencias de los internáutas enmateria de salud y belleza, paralizan a muchos que no cumplen con esos estándares. El mundo está lleno de personas poco agraciadas físicamente y poco atléticas, por ello los que buscan modelos de la televisión, ellos y ellas, se frustran a cada rato al no encontrar eso que desean tanto.
Actualmente, ese escenario no se produce más que en hogares muy tradicionales en los cuales las mujeres sufren el agobio de sus padres, y que finalmente terminan por abandonar el hogar paterno por la puerta de atrás: casadas con el primer hombre que se encuentran en la calle o embarazadas.
Las mujeres actuales ya no se quedan esperando a que al cazador se le ocurra acercarse a pedirles una relación, ahora van ellas en calidad de amazonas a buscar la pareja que desean. Los códigos actuales son otros, ellas y ellos abordan a sus candidatos a una relación, sin rodeos, directamente, al grano. Piden teléfonos o e-mails y de inmediato se comunican a ver qué pasa con ese flirteo.
En La Red todo el mundo se jacta de sus méritos, intenta venderse, se esfuerza por ser jovial y atractivo, pero esto resulta tediosos en la mayoría de los casos. Por ello se imprime gran velocidad a los encuentros.
Un paciente dice:
"Estoy separado desde hace tres meses y me doy de plazo otros tres para conseguir una nueva compañera". ¿ Y dónde quedó el duelo de la separación ? Van de una relación a otra sin pasar por un duelo de separación tan necesario, para evitar cobrar facturas ajenas a la siguiente pareja.
Pero los bloqueos de los buscadores de pareja en La Red son infinitos. Por ejemplo esta mujer de 62 años dice:
"Porque hay montones de cosas que no me atrevo a hacer desde que estoy sola, por consejo de mis amigas me inscribí en una página de encuentros en La Red. pero no siempre contesto los correos, porque me da miedo. Como diría El Principito, crear vínculos es difícil. No me siento capaz, por eso me busco buenas excusas para dejarlo para más tarde: cuando haya terminado los trabajos de mi casa, cuando mis nietos sean mayores... Pero, por supuesto, cuando haya arreglado todos los pendientes de la vida ! seré demasiado vieja para el amor ¡
Los más jóvenes ofrecen a sus posibles parejas, simplemente pasar buenos ratos juntos, sinmayores compromisos. A partir de los treinta años,la petición es más precisa: se antepone lo que se es y un poco menos lo que se busca. A partir de los cincuenta años, se percibe la desconfianza por detrá de la exigencia: no se trata de compartir las adversidades de la vida, sino solo los buenos momentos.
las propuestas de proyectos comunes se plantean sobre la base exclusiva de compartir los tiempos libres en viajes y distracciones, eso es todo. Un hombre que se identifica como GOLF-250, dice que solamente contactará conmujeres que jueguen al golf. Este es un típico bloqueo de alguien que no quiere encontrar una mujer de verdad, al reducir al mínimo sus posibilidades.
Las exigencias de los internáutas enmateria de salud y belleza, paralizan a muchos que no cumplen con esos estándares. El mundo está lleno de personas poco agraciadas físicamente y poco atléticas, por ello los que buscan modelos de la televisión, ellos y ellas, se frustran a cada rato al no encontrar eso que desean tanto.
martes, 23 de febrero de 2010
Estamos perdidos en la modernidad.
Pienso que venimos de algún sitio y vamos a otro lugar; pero no puede ocultársenos que nos resulta imposible adquirir una visión de conjunto de la situación en que nos encontramos en el mundo actual: estamos como dentro de un bosque tupido. Nos hemos perdido, y ese sentimiento es hoy el estado normal. Empezamos a buscar un claro fuera del bosque.
Existe la posibilidad de buscar los origenes, la verdadera mismisidad, un punto donde empezó el camino equivocado. Aunque el peligro está en que fallemos hacia atrás o hacia dentro.
En tal caso, se da la posibilidad de andar de frente, para llegar a aquel lugar al que creemos pertenecer: el progreso, la modernidad. Pero ahí nos acecha el peligro de que nos perdamos hacia adelante, hacia fuera.
La tercera posibilidad consiste en establecerse en el lugar del extravío actual y hacer allí un claro, sin preocuparnos del origen o del fin. El claro es lo provisorio donde se puede vivir, el habitar en el extravío, en el lugar concreto, aquí y ahora, en un sitio libre desde el que mirar al cielo, rodeados del bosque de la civilización, pero mantenido a distancia.
La serenidad de guardar las distancias presupone la visión de que la historia en su conjunto no se dirige a ningún fin. La historia no es un viaje en el que estemos en camino, en el que podamos perder la conexión, como sucede con los aviones. La historia ha llegado siempre al fin, en cada momento está en su fin. En lo que se refiere a planes y programaciones a futuro, habrá que contar siempre con la posibilidad de que las cosas no salgan de acuerdo a lo pensado.
La historia es un resultado que nadie ha pretendido que sea tal como es, y que procede de numerosas intenciones particulares, las cuales se entrecruzan, enlazan y desvían. El hombre en lugar de hacer historia, está enredado en historias ; reacciona a ellas y así surgen nuevas historias.
Historia es el hormiguero de historias, por lo cual, evidentemente, no podemos ver la historia en su conjunto.
En este contexto hacer un claro en el bosque de la civilización significa además cultivar formas de conducta y de pensamiento que no pretendan concordar con la histeria globalista; significa, pues, menos rapidez, abrir la posibilidad al capricho, cultivar el sentido de lo local, capacidad para desconectar, para no estar accesible para nadie.
Esto lo sabe bien quien posee un teléfono móvil. Potencialmente está siempre accesible para todos y, por ello, es su deber explicar largamente las razones por las cuales está desconectado. Puede ser que no quiera ser localizado, y apague el teléfono o no conteste el aparato, se vale. El estar siempre accesible es el ideal de esta sociedad de la comunicación.
Estar comunicado por el móvil es señal de progreso. Asoma la sugerencia de que se trata de una apertura general y de una constante disposición a la comunicación. Pero se olvida a veces que no solo nuestro cuerpo necesita una protección inmunológica, sino tambiénnuestro espíritu.
No podemos permitir que todo entre en nosotros; ha de entrar solo en la medida en que podamos apropiarnos de ello. En el diluvio de información que atosiga a todos, todos los días, estamos perdidos sin un sistema de filtros eficiente. Y solo podemos proporcionárnoslo si sabemos qué queremos y que necesitamos.
Existe la posibilidad de buscar los origenes, la verdadera mismisidad, un punto donde empezó el camino equivocado. Aunque el peligro está en que fallemos hacia atrás o hacia dentro.
En tal caso, se da la posibilidad de andar de frente, para llegar a aquel lugar al que creemos pertenecer: el progreso, la modernidad. Pero ahí nos acecha el peligro de que nos perdamos hacia adelante, hacia fuera.
La tercera posibilidad consiste en establecerse en el lugar del extravío actual y hacer allí un claro, sin preocuparnos del origen o del fin. El claro es lo provisorio donde se puede vivir, el habitar en el extravío, en el lugar concreto, aquí y ahora, en un sitio libre desde el que mirar al cielo, rodeados del bosque de la civilización, pero mantenido a distancia.
La serenidad de guardar las distancias presupone la visión de que la historia en su conjunto no se dirige a ningún fin. La historia no es un viaje en el que estemos en camino, en el que podamos perder la conexión, como sucede con los aviones. La historia ha llegado siempre al fin, en cada momento está en su fin. En lo que se refiere a planes y programaciones a futuro, habrá que contar siempre con la posibilidad de que las cosas no salgan de acuerdo a lo pensado.
La historia es un resultado que nadie ha pretendido que sea tal como es, y que procede de numerosas intenciones particulares, las cuales se entrecruzan, enlazan y desvían. El hombre en lugar de hacer historia, está enredado en historias ; reacciona a ellas y así surgen nuevas historias.
Historia es el hormiguero de historias, por lo cual, evidentemente, no podemos ver la historia en su conjunto.
En este contexto hacer un claro en el bosque de la civilización significa además cultivar formas de conducta y de pensamiento que no pretendan concordar con la histeria globalista; significa, pues, menos rapidez, abrir la posibilidad al capricho, cultivar el sentido de lo local, capacidad para desconectar, para no estar accesible para nadie.
Esto lo sabe bien quien posee un teléfono móvil. Potencialmente está siempre accesible para todos y, por ello, es su deber explicar largamente las razones por las cuales está desconectado. Puede ser que no quiera ser localizado, y apague el teléfono o no conteste el aparato, se vale. El estar siempre accesible es el ideal de esta sociedad de la comunicación.
Estar comunicado por el móvil es señal de progreso. Asoma la sugerencia de que se trata de una apertura general y de una constante disposición a la comunicación. Pero se olvida a veces que no solo nuestro cuerpo necesita una protección inmunológica, sino tambiénnuestro espíritu.
No podemos permitir que todo entre en nosotros; ha de entrar solo en la medida en que podamos apropiarnos de ello. En el diluvio de información que atosiga a todos, todos los días, estamos perdidos sin un sistema de filtros eficiente. Y solo podemos proporcionárnoslo si sabemos qué queremos y que necesitamos.
Toda relación es de conveniencia.
Bajo el envoltorio color de rosa del amor, se esconde el interés y la conveniencia de toda relación sentimental. Aun en aquellos amores juveniles en donde todo es color de rosa, tiene su lado interesado poco visible. En los amores maduros, el planteamiento es claro, sin dobleces: "Yo quiero que me mantengas".
En La Red se habla mucho de amor, disimulando cualquier atisbo de conveniencia por parte de la seductora o seductor en turno. Pero pese a ese discurso amoroso la búsqueda de ese compañero anhelado en la Internet, se hace ahí de un modo pragmático y racional.
En realidad, la búsqueda es la unión de conveniencia, pero procurando que se parezca al gran amor, porque las uniones razonables se ofrecen como premios de consolación, una forma de planificar la propia vida muy alejada del sueño de la pasión amorosa que haría olvidar el caos de este mundo.
La elección de pareja en La Red se hacen según criterios racionales, prácticos e incluso cínicos. Lo que se busca es menos una complemetariedad afectiva y emocional que práctica y social.
Queremos fervientemente creer en un amor desinteresado, pero cualquier relación presenta un aspecto comercial. Aun cuando se antepongan los sentimientos, se trata de un intercambio tal cual, como antes lo era la alianza de una mujer en el hogar con un hombre protector y proveedor. Pero actualmente el mercado del intercambio ha cambiado y a las mujeres no siempre les salen bien las cuentas, porque los hombres son apenas proveedores y protectores.
La selección de pareja se hace entonces con criterios que se asemejan a la selección de personal en una empresa, hurgando hasta el fondo del currículum del prospecto. Como en la vida profesional, la enorme presión que se ejerce obliga a los individuos a venderse permanentemente, como productos estándar y sustituibles.
Uno no se presenta como un individuo único, sino como una mercancía que habrá que hacer valer mediante una atractiva presentación o un envoltorio seductor para encontrar un buen comprador.
Se pone así en marcha un despiadado "casting", donde se evalúan a los candidatos sin ninguna misericordia. Hay que presenta un aire dinámico para pasar la barrera del otro.
Existen hombres recién divorciados que se anuncian así: " busco mujer que se ocupe de mis hijos, cuya custodia he conseguido". Aquí se selecciona a la primera que se ofrezca, no hay más requisitos de belleza o de otras cualidades.
Al mismo tiempo, la vida se le ha puesto difícil a las representaciones e imágenes tradicionales de una pareja. las mujeres siguen buscando hombres viriles, fuertes, firmes, superiores, con todas las características del machismo, que sin embargo ellas dicen rechazar.
Los hombres se muestran muy precisos en lo que desean de una mujer acerca de sus atractivos físicos, además las quieren jóvenes aunque ellos tengas más de cincuenta años, con el deseo de fundar una nueva familia.
Al final todo se reduce inconscientemente a lo siguiente: "yo te doy esto y esto; ¿y tú que me das a mi?
El panorama de los encuentros en La Red y fuera de ella, es claro y práctico, es racional e interesado. La conveniencia material va primero que la creación de cualquier tipo de lazo afectivo, y así ha sido este asunto de las parejas a lo largo de los últimos tres siglos.
En La Red se habla mucho de amor, disimulando cualquier atisbo de conveniencia por parte de la seductora o seductor en turno. Pero pese a ese discurso amoroso la búsqueda de ese compañero anhelado en la Internet, se hace ahí de un modo pragmático y racional.
En realidad, la búsqueda es la unión de conveniencia, pero procurando que se parezca al gran amor, porque las uniones razonables se ofrecen como premios de consolación, una forma de planificar la propia vida muy alejada del sueño de la pasión amorosa que haría olvidar el caos de este mundo.
La elección de pareja en La Red se hacen según criterios racionales, prácticos e incluso cínicos. Lo que se busca es menos una complemetariedad afectiva y emocional que práctica y social.
Queremos fervientemente creer en un amor desinteresado, pero cualquier relación presenta un aspecto comercial. Aun cuando se antepongan los sentimientos, se trata de un intercambio tal cual, como antes lo era la alianza de una mujer en el hogar con un hombre protector y proveedor. Pero actualmente el mercado del intercambio ha cambiado y a las mujeres no siempre les salen bien las cuentas, porque los hombres son apenas proveedores y protectores.
La selección de pareja se hace entonces con criterios que se asemejan a la selección de personal en una empresa, hurgando hasta el fondo del currículum del prospecto. Como en la vida profesional, la enorme presión que se ejerce obliga a los individuos a venderse permanentemente, como productos estándar y sustituibles.
Uno no se presenta como un individuo único, sino como una mercancía que habrá que hacer valer mediante una atractiva presentación o un envoltorio seductor para encontrar un buen comprador.
Se pone así en marcha un despiadado "casting", donde se evalúan a los candidatos sin ninguna misericordia. Hay que presenta un aire dinámico para pasar la barrera del otro.
Existen hombres recién divorciados que se anuncian así: " busco mujer que se ocupe de mis hijos, cuya custodia he conseguido". Aquí se selecciona a la primera que se ofrezca, no hay más requisitos de belleza o de otras cualidades.
Al mismo tiempo, la vida se le ha puesto difícil a las representaciones e imágenes tradicionales de una pareja. las mujeres siguen buscando hombres viriles, fuertes, firmes, superiores, con todas las características del machismo, que sin embargo ellas dicen rechazar.
Los hombres se muestran muy precisos en lo que desean de una mujer acerca de sus atractivos físicos, además las quieren jóvenes aunque ellos tengas más de cincuenta años, con el deseo de fundar una nueva familia.
Al final todo se reduce inconscientemente a lo siguiente: "yo te doy esto y esto; ¿y tú que me das a mi?
El panorama de los encuentros en La Red y fuera de ella, es claro y práctico, es racional e interesado. La conveniencia material va primero que la creación de cualquier tipo de lazo afectivo, y así ha sido este asunto de las parejas a lo largo de los últimos tres siglos.
lunes, 22 de febrero de 2010
La angustia de lo efímero.
Los que incursionan en La Red de la Internet, creen firmemente en que los lazos que ahí se crean pueden ser "eternos", sin embargo la realidad los pone en su lugar, los lazos se desatan con mucha facilidad y celeridad. Y ahí empieza el ciclo perverso: se desatan los lazos y se crea un vacío momentáneo, pero casi inmediatamente se generan nuevos lazos igualmente precarios.
Una de las características de nuestra sociedad es lo utilitario y lo efímero de todas las cosas: se corre el enorme riesgo de instrumentalizar completamente al ot Muchos ro, de tratarlo como un objeto del que se disfruta mientras resulta útil y que se desecha cuando deja de gustar o de ser rentable emocionalmente hablando.
La disponibilidad de miles de hombres y mujeres en desesperada búsqueda de pareja, permite materializar una fantasía de omnipotencia, pues basta con hacer un CLIC para que aparezcan o desaparezcan personas con quien compartir "el amor".
La consigna entre los usuarios de La Red, es: "el próximo contacto es el bueno", ya que nadie quiere invertir tiempo y construir una verdadera relación emocional, ¿para qué? Basta oprimir la tecla de "suprimir" para desengancharse de lo que no gusta o no promete nada agradable.
Esta manera de buscar pareja tiene a miles de personas inscritas en esas páginas por años, eso significa que no "encuentran a nadie". Se han convertido en consumidores de encuentros, sin comprometerse jamás en una relación. Muchos olvidan que en la búsqueda del amor, se deben correr ciertos riesgos normales, no es una apuesta decidida de antemano como algo exitoso. Los posmodernos no quieren riesgos de ninguna clase.
Para encontrar a ese otro que deseamos, habría que dejar de protegerse, no temer a mostrar las propias debilidades, saber mostrar que se necesita ser ayudado o consolado, abandonar nuestras certezas y, sobre todo, nuestras exigencias neuróticas.
Habría que aceptar las sorpresas que trae aparejado todo amor verdadero. Como defensa los individuos se muestran ante el amor racionales y fingen ser inconmovibles.
El camino por La Red para esos "enamorados de pacotilla", es un callejón sin salida, que produce daños irreparables en la psique de cualquiera que persista en ese métoco anómalo.
Una de las características de nuestra sociedad es lo utilitario y lo efímero de todas las cosas: se corre el enorme riesgo de instrumentalizar completamente al ot Muchos ro, de tratarlo como un objeto del que se disfruta mientras resulta útil y que se desecha cuando deja de gustar o de ser rentable emocionalmente hablando.
La disponibilidad de miles de hombres y mujeres en desesperada búsqueda de pareja, permite materializar una fantasía de omnipotencia, pues basta con hacer un CLIC para que aparezcan o desaparezcan personas con quien compartir "el amor".
La consigna entre los usuarios de La Red, es: "el próximo contacto es el bueno", ya que nadie quiere invertir tiempo y construir una verdadera relación emocional, ¿para qué? Basta oprimir la tecla de "suprimir" para desengancharse de lo que no gusta o no promete nada agradable.
Esta manera de buscar pareja tiene a miles de personas inscritas en esas páginas por años, eso significa que no "encuentran a nadie". Se han convertido en consumidores de encuentros, sin comprometerse jamás en una relación. Muchos olvidan que en la búsqueda del amor, se deben correr ciertos riesgos normales, no es una apuesta decidida de antemano como algo exitoso. Los posmodernos no quieren riesgos de ninguna clase.
Para encontrar a ese otro que deseamos, habría que dejar de protegerse, no temer a mostrar las propias debilidades, saber mostrar que se necesita ser ayudado o consolado, abandonar nuestras certezas y, sobre todo, nuestras exigencias neuróticas.
Habría que aceptar las sorpresas que trae aparejado todo amor verdadero. Como defensa los individuos se muestran ante el amor racionales y fingen ser inconmovibles.
El camino por La Red para esos "enamorados de pacotilla", es un callejón sin salida, que produce daños irreparables en la psique de cualquiera que persista en ese métoco anómalo.
sábado, 20 de febrero de 2010
Ensayo sobre La Red.
La mayoría de mis amigos mexicanos son cibernáutas por convicción, por lo tanto son ellos los que me instruyen sobre el uso de La Red. Pese a que mis amigos son gente mayor, arriba de los cincuenta años, manejan la tecnología actual como si fueran muchachos veinteañeros.
Frente a mi soltería, que es una opción válida para mi, escogida concientemente desde hace algún tiempo, mis amigos reaccionan con miles de recomendaciones de como salir de la soledad, pensando ellos que eso es lo que yo deseo en estos momentos de mi vida.
Naturalmente, la primera y única alternativa que me ofrecen es inscribirme en algunas páginas de encuentro de pareja y poder introducirme en el amplio mercado de las féminas disponibles en La Red. Ya me inscribieron en la más famosa de ellas: Macht Point, y en Badoo que era totalmente desconocida para mi.
Mi experiencia es atípica, en el primer caso seleccioné a un ramillete de hermosas mujeres mexicanas, mayores de cincuenta años, a quien les manifesté mi deseo de que fueran mis amigas, nunca consulté posteriormente si hubo o no respuestas a mi petición. Evidentemente, no me importaba demasiado el saber si tenía o no respuestas de ellas; sigo pensando que lo mejor es conocer y tratar a alguien cara a cara, y no de forma virtual.
Aquella primera vez ocurrió hace un par de años. Hoy nuevamente, una amiga me invitó a participar en Badoo, acepté para experimentar empíricamente mis hipótesis acerca de La Red y sus efectos en las relaciones sociales y de pareja.
El resultado no pudo ser más desastroso que esto: de cinco mujeres mayores de cincuenta años, a las que les propuse una amistad, ninguna aceptó el ofrecimiento; pese a que hubo algunos breves intercambios de mensajes con ellas, en los cuales dominaba el misterio sobre sus personas reales, ninguna quiso proseguir la indagación sobre mi persona y mis propósitos.
Fui absolutamente sincero en ofrecer mis datos reales, y quizá pensaron que era yo un personaje inventado, desde el nombre: Bolívar.
He evitado ingresar a la página de Badoo, porque no me interesa ese método de conocimiento de las personas para conseguir amigas o amantes. Sé que muchas parejas han encontrado ahí su "media naranja" y hasta son felices. Pero la mayoría de las experiencias son una frustración absoluta.
Cierro acá el capítulo de experimentar con esas páginas de encuentro en La Red; quiero seguir soltero y no deseo, por ahora, bajarle las estrellas y las nubes a ninguna dama guatemalteca. Soy un escritor feliz y solitario.
Frente a mi soltería, que es una opción válida para mi, escogida concientemente desde hace algún tiempo, mis amigos reaccionan con miles de recomendaciones de como salir de la soledad, pensando ellos que eso es lo que yo deseo en estos momentos de mi vida.
Naturalmente, la primera y única alternativa que me ofrecen es inscribirme en algunas páginas de encuentro de pareja y poder introducirme en el amplio mercado de las féminas disponibles en La Red. Ya me inscribieron en la más famosa de ellas: Macht Point, y en Badoo que era totalmente desconocida para mi.
Mi experiencia es atípica, en el primer caso seleccioné a un ramillete de hermosas mujeres mexicanas, mayores de cincuenta años, a quien les manifesté mi deseo de que fueran mis amigas, nunca consulté posteriormente si hubo o no respuestas a mi petición. Evidentemente, no me importaba demasiado el saber si tenía o no respuestas de ellas; sigo pensando que lo mejor es conocer y tratar a alguien cara a cara, y no de forma virtual.
Aquella primera vez ocurrió hace un par de años. Hoy nuevamente, una amiga me invitó a participar en Badoo, acepté para experimentar empíricamente mis hipótesis acerca de La Red y sus efectos en las relaciones sociales y de pareja.
El resultado no pudo ser más desastroso que esto: de cinco mujeres mayores de cincuenta años, a las que les propuse una amistad, ninguna aceptó el ofrecimiento; pese a que hubo algunos breves intercambios de mensajes con ellas, en los cuales dominaba el misterio sobre sus personas reales, ninguna quiso proseguir la indagación sobre mi persona y mis propósitos.
Fui absolutamente sincero en ofrecer mis datos reales, y quizá pensaron que era yo un personaje inventado, desde el nombre: Bolívar.
He evitado ingresar a la página de Badoo, porque no me interesa ese método de conocimiento de las personas para conseguir amigas o amantes. Sé que muchas parejas han encontrado ahí su "media naranja" y hasta son felices. Pero la mayoría de las experiencias son una frustración absoluta.
Cierro acá el capítulo de experimentar con esas páginas de encuentro en La Red; quiero seguir soltero y no deseo, por ahora, bajarle las estrellas y las nubes a ninguna dama guatemalteca. Soy un escritor feliz y solitario.
viernes, 19 de febrero de 2010
Todos mienten en La Red.
Para encontrar una pareja en la internet, basta con inscribirse a una página especializada en eso. Luego todo es demasiado sencillo y fácil. Se llena un formato simple para describirse brevemente y, si uno quiere, agrega su foto. Como no existe manera de verificar la información otorgada por el cliente, es muy grande la tentación de efectuar un pequeño "lifting" para aumentar las posibilidades.
Los hombres mienten sobre su edad, su profesión, su dirección particular, y su nivel cultural (todos asisten regularmente a conciertos de música clásica y han visitado todas las exposiciones de arte en la ciudad), e incluso mienten deliberadamente sobre su situación matrimonial.
Las mujeres también mienten sobre su edad, su origen social y su nivel cultural. Estas mentiras suscitan la desconfianza y un riesgo de gran cinismo: "ya que todos mienten, yo voy a hacer lo mismo".
Al describirse los individuos de ambos sexos, se tiende a proyectar un ideal de uno mismo más que una realidad, lo que resulta un verdadero obstáculo para una relación sincera. Casi todos intentan poner por delante los valores de apariencia y no sus cualidades morales. Es interesante observar como algunos individuos intentan disimular una particularidad que les averguenza o bien que creen que les supondrán una desventaja. Todas esas mentiras al final provocan un gran desencanto.
Una vez que se pone en marcha el juego de las apariencias entre personas virtuales, teóricamente se puede contactar con decenas, e incluso con centenas, de candidatos. Pero eso supondría una alta inversión de horas para responder a todo(a)s.
Cuando se pone la fotografía del candidato(a), lo que permite soñar conque el cuerpo está ausente. El cuerpo viene después de muchos correos o de una entrevista real, cara a cara. Muchos opinan que se decepcionaron en el momento en que se encontraron personalmente con el (la) candidato (a) al que habían idealizado demasiado.
Tengo varios amigos que se citan en un restaurante de la ciudad con la candidata, ella se describe como va a ir vestida, al llegar al sitio del encuentro mis amigos evalúan rápidamente a la mujer, y generalmente salen corriendo despavoridos, sin dar la cara.
Cuantos más encuentros se tiene, más aprisa se va a la cama: no hay tiempo que perder. Entre los hombres hay verdaderos cazadores, y entre las mujeres verdaderas amazonas, que multiplican los encuentros de una sola noche, y que, tras haber consumado el acto sexual, pasan a otra presa.
Muchos quieren amor sin dar nada a cambio, todo gratis, y con toda evidencia acaban decepcionados, porque no obtienen lo que habían soñado. Podrán así saltar de cama en cama, en una persecusión infinita.
Los solteros tienen el síndrome de la perfección, son demasiados exigentes con lo que necesitan como pareja, por eso no encuentran a nadie a su altura. En particular, muchas mujeres no abandonan su idea de encontrar al "Principe Azul".
Una paciente describe su drama:
"Me inscribí en una página de encuentros, pero ya me desanimé, ya que solo los gordos, los chaparros, los feos, o bien muchachitos, se interesan por mi. Quieren chatear,pero yo no tengo ganas de perder mi tiempo en eso, en conversaciones superficiales que no llevan a nada. Cuand envío mensajes a los hombres que podrían gustarme nadie muerde el anzuelo. Tendría que ser más agresiva para tener más contactos efectivos, pero no se ligar, no sé seducir. No tengo tanta necesidad como para querer a alguien a cualquier precio".
Los hombres mienten sobre su edad, su profesión, su dirección particular, y su nivel cultural (todos asisten regularmente a conciertos de música clásica y han visitado todas las exposiciones de arte en la ciudad), e incluso mienten deliberadamente sobre su situación matrimonial.
Las mujeres también mienten sobre su edad, su origen social y su nivel cultural. Estas mentiras suscitan la desconfianza y un riesgo de gran cinismo: "ya que todos mienten, yo voy a hacer lo mismo".
Al describirse los individuos de ambos sexos, se tiende a proyectar un ideal de uno mismo más que una realidad, lo que resulta un verdadero obstáculo para una relación sincera. Casi todos intentan poner por delante los valores de apariencia y no sus cualidades morales. Es interesante observar como algunos individuos intentan disimular una particularidad que les averguenza o bien que creen que les supondrán una desventaja. Todas esas mentiras al final provocan un gran desencanto.
Una vez que se pone en marcha el juego de las apariencias entre personas virtuales, teóricamente se puede contactar con decenas, e incluso con centenas, de candidatos. Pero eso supondría una alta inversión de horas para responder a todo(a)s.
Cuando se pone la fotografía del candidato(a), lo que permite soñar conque el cuerpo está ausente. El cuerpo viene después de muchos correos o de una entrevista real, cara a cara. Muchos opinan que se decepcionaron en el momento en que se encontraron personalmente con el (la) candidato (a) al que habían idealizado demasiado.
Tengo varios amigos que se citan en un restaurante de la ciudad con la candidata, ella se describe como va a ir vestida, al llegar al sitio del encuentro mis amigos evalúan rápidamente a la mujer, y generalmente salen corriendo despavoridos, sin dar la cara.
Cuantos más encuentros se tiene, más aprisa se va a la cama: no hay tiempo que perder. Entre los hombres hay verdaderos cazadores, y entre las mujeres verdaderas amazonas, que multiplican los encuentros de una sola noche, y que, tras haber consumado el acto sexual, pasan a otra presa.
Muchos quieren amor sin dar nada a cambio, todo gratis, y con toda evidencia acaban decepcionados, porque no obtienen lo que habían soñado. Podrán así saltar de cama en cama, en una persecusión infinita.
Los solteros tienen el síndrome de la perfección, son demasiados exigentes con lo que necesitan como pareja, por eso no encuentran a nadie a su altura. En particular, muchas mujeres no abandonan su idea de encontrar al "Principe Azul".
Una paciente describe su drama:
"Me inscribí en una página de encuentros, pero ya me desanimé, ya que solo los gordos, los chaparros, los feos, o bien muchachitos, se interesan por mi. Quieren chatear,pero yo no tengo ganas de perder mi tiempo en eso, en conversaciones superficiales que no llevan a nada. Cuand envío mensajes a los hombres que podrían gustarme nadie muerde el anzuelo. Tendría que ser más agresiva para tener más contactos efectivos, pero no se ligar, no sé seducir. No tengo tanta necesidad como para querer a alguien a cualquier precio".
Atrapados en La Red.
En Francia los primeros anuncios matrimoniales aparecieron a finales del siglo XIX. Esos anuncios eran ofrecimientos de tipo material, tal cual. Después de las dos Guerras Mundiales, donde murieron millones de varones, las viudas buscaron las maneras de hacerse de una nueva pareja, ofreciendo muchas concesiones materiales: era un buen arreglo para no quedarse solas, y si luego surgía el afecto o el amor, pues mucho mejor.
Pero el verdadero boom se puede fechar a finales de 1990, con la Internet, cuando aparecen cientos de páginas para gente solitaria en búsqueda de pareja. El mercado de encuentros en la Red de la Internet, es un negocio floreciente; millones de personas se conectan en ese mercado amplio y diverso de posibles parejas. Se ha sofisticado tanto el asunto de estas páginas, que es posible encontrar pareja afines en cuestiones sexuales, religiosas, tipo físico, aficiones deportivas y culturales.
Mientras que las personas que acudían a las agencias matrimoniales lo hacían con mucha discreción, ahora la participación en una página de encuentros se ha vuelto algo trivial e incluso se ha puesto de moda. Entre amigos se intercambian las direcciones de las mejores "webs".
En nuestra sociedad de la hipercomunicación, al escasear las ocasiones para establecer relaciones, los encuentros por Internet responden a una necesidad que la vida social ya no permite satisfacer como antaño. Se acude a estas páginas para establecer un encuentro, y si es posible, también sexo.
las páginas de encuentros se jactan de contar entre sus miembros a millones de solteros, dato que hay que custionar porque muchos usuarios son personas casadas en busca de aventuras extramaritales. En Estados Unidos se hizo recientemente una encuesta entre estos usuarios y arrojó los siguienes datos: entre 25 y 45 años de edad, con estudios universitarios y unnivel económico medio o alto. Aun cuando el 65 por ciento de los inscritos son hombres, las mujeres constituyen la mitad de los miembros activos.
Un dato interesante, son los hombres los que inician el contacto y solamente el 73 por ciento recibe respuesta. Las mujeres solo inician el contacto en el 25 por ciento, pero casi siempre reciben respuesta.
Lo que explica el éxito de esta forma de acercamiento es, en primer lugar, la simplicidad y el anonimato. Tiene un aspecto lúdico que se asemeja a un flirteo sin riesgo. Todos "juegan", unos con otros, y es algo aceptado de antemano.
Es ideal para tímidos que no saben ligar cara a cara y es accesible a cualquier hora del día o de la noche. De entrada sirve como pasatiempo para tapar soledades,pero rápidamente puede convertirse en una adicción.
Estos encuentros permiten controlar la propia imagen, las palabras, las confidencias; y sobre todo se puede dejar la relación en cualquier momento sin dar explicaciones. El anonimato permite ocultar, tanto ante los ojos de los demás como ante uno mismo, las debilidades y vulnerabilidades. Se puede construir un personaje ficticio, convertirse en una simple imagen, volverse virtual uno mismo.
En este tipo de páginas, las mujeres son exigentes y los hombres impacientes.Los hombres se enamoran rápidamente y quieren un compromiso por parte de la mujer: si las cosas no van como ellos quieren, desaparecen como por arte de magia.
Al principio, los hombres eran mayoritarios en las pa´ginas de encuentro y las mujeres que se conectaban no tenían más apuro que el de elegir. Muy pronto las cosas cambiaron radicalmente, hombres y mujeres son numerosos, y las mujeres no dudan en poner un anuncio para encuentros puramente sexuales.
Los encuentros por Internet producen una suerte de aceleración en el establecimiento de la pareja que, en los encuentros tradicionales, se hacía paulatinamente, con calma.
Hoy todos tienen mucha prisa, nadie tiene tiempo para nada, menos para el enamorarse como lo hacían nuestros padres o abuelos. Son los tiempos vertiginosos que impone la posmodernidad a los individuos, generando angustia y desesperación casi siempre por el hecho de vivir sin freno.
Pero el verdadero boom se puede fechar a finales de 1990, con la Internet, cuando aparecen cientos de páginas para gente solitaria en búsqueda de pareja. El mercado de encuentros en la Red de la Internet, es un negocio floreciente; millones de personas se conectan en ese mercado amplio y diverso de posibles parejas. Se ha sofisticado tanto el asunto de estas páginas, que es posible encontrar pareja afines en cuestiones sexuales, religiosas, tipo físico, aficiones deportivas y culturales.
Mientras que las personas que acudían a las agencias matrimoniales lo hacían con mucha discreción, ahora la participación en una página de encuentros se ha vuelto algo trivial e incluso se ha puesto de moda. Entre amigos se intercambian las direcciones de las mejores "webs".
En nuestra sociedad de la hipercomunicación, al escasear las ocasiones para establecer relaciones, los encuentros por Internet responden a una necesidad que la vida social ya no permite satisfacer como antaño. Se acude a estas páginas para establecer un encuentro, y si es posible, también sexo.
las páginas de encuentros se jactan de contar entre sus miembros a millones de solteros, dato que hay que custionar porque muchos usuarios son personas casadas en busca de aventuras extramaritales. En Estados Unidos se hizo recientemente una encuesta entre estos usuarios y arrojó los siguienes datos: entre 25 y 45 años de edad, con estudios universitarios y unnivel económico medio o alto. Aun cuando el 65 por ciento de los inscritos son hombres, las mujeres constituyen la mitad de los miembros activos.
Un dato interesante, son los hombres los que inician el contacto y solamente el 73 por ciento recibe respuesta. Las mujeres solo inician el contacto en el 25 por ciento, pero casi siempre reciben respuesta.
Lo que explica el éxito de esta forma de acercamiento es, en primer lugar, la simplicidad y el anonimato. Tiene un aspecto lúdico que se asemeja a un flirteo sin riesgo. Todos "juegan", unos con otros, y es algo aceptado de antemano.
Es ideal para tímidos que no saben ligar cara a cara y es accesible a cualquier hora del día o de la noche. De entrada sirve como pasatiempo para tapar soledades,pero rápidamente puede convertirse en una adicción.
Estos encuentros permiten controlar la propia imagen, las palabras, las confidencias; y sobre todo se puede dejar la relación en cualquier momento sin dar explicaciones. El anonimato permite ocultar, tanto ante los ojos de los demás como ante uno mismo, las debilidades y vulnerabilidades. Se puede construir un personaje ficticio, convertirse en una simple imagen, volverse virtual uno mismo.
En este tipo de páginas, las mujeres son exigentes y los hombres impacientes.Los hombres se enamoran rápidamente y quieren un compromiso por parte de la mujer: si las cosas no van como ellos quieren, desaparecen como por arte de magia.
Al principio, los hombres eran mayoritarios en las pa´ginas de encuentro y las mujeres que se conectaban no tenían más apuro que el de elegir. Muy pronto las cosas cambiaron radicalmente, hombres y mujeres son numerosos, y las mujeres no dudan en poner un anuncio para encuentros puramente sexuales.
Los encuentros por Internet producen una suerte de aceleración en el establecimiento de la pareja que, en los encuentros tradicionales, se hacía paulatinamente, con calma.
Hoy todos tienen mucha prisa, nadie tiene tiempo para nada, menos para el enamorarse como lo hacían nuestros padres o abuelos. Son los tiempos vertiginosos que impone la posmodernidad a los individuos, generando angustia y desesperación casi siempre por el hecho de vivir sin freno.
jueves, 18 de febrero de 2010
Los indios en el Mall.
Guatemala es un país mayoritariamente indígena y diverso en étnias mayas. Los indígenas se ven, se sienten por todos los rincones del país, inclusive en el Oriente de la república, que es la parte predominantemente mestiza. No hay modo de ignorarlos o fingir que no existen y borrarlos de un plumazo, como muchos guatemaltecos desearían hacerlo; las clases medias y altas son por excelencia racistas.
Pueden asumir su racismo en forma velada o abierta, eso depende de las personas y sus experiencias con los contactos que han tenido con los indígenas, sus compratriotas.
Un fenómeno que yo atribuyo a la modernidad de este país, es el hecho novedoso que se ha venido observando en los últimos años, que los indígenas que radican en la capital de la república haciendo labores de servidumbre, han tomado un Mall o centro comercial como sitio de reunión los domingos, que es su día de asueto. Antiguamente este centro comercial estuvo de moda entre las clases medias.
Lo hermoso de esta historia es que ese famoso centro comercial, o mall como gustan decir ahora algunos, se denomina TIKAL FUTURA.
Tikal fue un importante centro ceremonial de la población maya prehispánica, sitio localizado en la selva del Petén. Es un ícono de la cultura maya clásica en mesoamérica.
Que los indígenas guatemaltecos actuales hayan dejado el Parque Central como el viejo lugar de encuentro dominical entre ellos, para posicionarse de un lugar ideado para otras clases sociales y otras étnias mestizas, es algo sorprendente pero explicable.
Los indios han entrado de lleno a la posmodernidad también, la globalización es inevitable. Así como me sorpendió que en las aldeas pobrísimas del país, donde habitan los indígenas guatemaltecos, había seguidores del equipo de fútbol catalán: El Barsa, pero no de los equipos locales. No hay que olvidar que muchos de estos compatriotas han radicado en los Estados Unidos, como trabajadores ilegales muchos de ellos, que luego regresan deportados al país, y eso trae consecuencias culturales en sus lugares de origen.
Es interesante observar a la multitud, sobre todo, de mujeres indígenas provenientes de diversas étnias mayas, reunidas en ese centro comercial llamado TIKAL FUTURA, todos los domingos para escandalo de muchos capitalinos racistas.
Pueden asumir su racismo en forma velada o abierta, eso depende de las personas y sus experiencias con los contactos que han tenido con los indígenas, sus compratriotas.
Un fenómeno que yo atribuyo a la modernidad de este país, es el hecho novedoso que se ha venido observando en los últimos años, que los indígenas que radican en la capital de la república haciendo labores de servidumbre, han tomado un Mall o centro comercial como sitio de reunión los domingos, que es su día de asueto. Antiguamente este centro comercial estuvo de moda entre las clases medias.
Lo hermoso de esta historia es que ese famoso centro comercial, o mall como gustan decir ahora algunos, se denomina TIKAL FUTURA.
Tikal fue un importante centro ceremonial de la población maya prehispánica, sitio localizado en la selva del Petén. Es un ícono de la cultura maya clásica en mesoamérica.
Que los indígenas guatemaltecos actuales hayan dejado el Parque Central como el viejo lugar de encuentro dominical entre ellos, para posicionarse de un lugar ideado para otras clases sociales y otras étnias mestizas, es algo sorprendente pero explicable.
Los indios han entrado de lleno a la posmodernidad también, la globalización es inevitable. Así como me sorpendió que en las aldeas pobrísimas del país, donde habitan los indígenas guatemaltecos, había seguidores del equipo de fútbol catalán: El Barsa, pero no de los equipos locales. No hay que olvidar que muchos de estos compatriotas han radicado en los Estados Unidos, como trabajadores ilegales muchos de ellos, que luego regresan deportados al país, y eso trae consecuencias culturales en sus lugares de origen.
Es interesante observar a la multitud, sobre todo, de mujeres indígenas provenientes de diversas étnias mayas, reunidas en ese centro comercial llamado TIKAL FUTURA, todos los domingos para escandalo de muchos capitalinos racistas.
Terapias "Milagrosas".
En esta sociedad posmoderna los pacientes van cambiando de textura, por ejemplo los pacientes ahora son "alexitímicos", esto quiere decir que son incapaces de expresar sus emociones con palabras. La manera de pensar de estos pacientes es de contenido pragmático, se expresan de forma descriptiva y abordan mas a gusto los aspectos triviales de su existencia que su reacción emotivaante tales acontecimientos.
La alexitimia constituye un mecanismo de defensa por insensibilidad: quienes manifiestan este síntoma no xpresan emociones, pero tampoco tienen la capacidad de percibir las emociones de los demás. Están solos, por eso les importa poco.
Estos individuos frustrados porque siempre creyeron en los políticos, los medios de comunicación y la publicidad, se dan cuenta que fueron engañados con la promesa de que todos sus deseos serían satisfechos. Estos frustrados, que no han entendido que para crecer y volverse autónomos había que renunciar a la satisfacción de todos sus deseos, adoptarán a continuación el papel de víctimas.
Los pacientes actuales ya no demandan una terapia que les permita conocerse mejor, sino que piden ayuda para luchar contra el infortunio del momento. Por eso el psicoanálisis ha sido suplantado paulatinamente por las famosas "terapias breves" y, en particular por las terapias cognitivo-conductuales, que proponen a los pacientes soluciones rápidas para resolver los síntomas que les impiden aqcceder a la felicidad.
Ahora las terapias tienen que ser cortas y carecer de esfuerzo de comprensión de parte del paciente; y sus objetivos consisten en suprimir las inhibiciones ,la gratificación inmediata de las pulsiones y la solución rápida del malestar interior. Cualesquiera que sean los métodos de estas terapias, las recomendaciones consisten en "aumentar la autoestima" y en disminuir la dependencia con respecto a otros. Lo que equivales a preconizar todavía más narcisismo y menos compromiso. Es ni más ni menos la guerra de los egos.
Esta sociedad posmoderna ha convertido a la psicología en un instrumento que debe responder con rapidez a las exigencias de los pacientes, todos quieren encontrar la felicidad, !! pero ya ¡¡
El "coaching" y las nuevas terapias no se proponen otra cosa que convencer a las personas de su propio valor, ayudándolas a satisfacer sus necesidades afectivas. No les enseñan a subordinar sus necesidades e intereses a los de los otros. El objetivo del "coaching" es, al principio, acompañar al paciente para permitirle desarrollar su potencial: se promete conseguir que sean más eficientes, sin pasar por largos años de aprendizaje, como sería conel psicoanálisis.
Se trata de adaptarse a los defectos de esta sociedad, evitando cualquier cuestionamiento demasiado perturbador. A través de estos métodos acelerados, uno aprende a amarse lo suficiente para no necesitar a los demás. Sin embargo, paradójicamene para lograr eso se necesita la mirada aprobatoria del otro.
La sociedad posmoderna insiste constantemente en el tema de la autoestima. pero fascinado por supropio cuerpo, el hombre se ve confrontado a su propia impotencia. Hace de sí mismo su propio ídolo y un objeto de goce. Una verdadera terapia con orientación psicoanalítica debería llevarnos a que nos aceptaramos simplemente como seres humanos imperfectos y frágiles.
El hecho de dudar y poner todo en cuestión, que debería ser el síntoma de una buena salud psíquica, se considra cada menos como un valor positivo. A los individuos de hoy les hace falta encontrar verdades absolutas que los tranquilicen.
El miedo domina todo: miedo del otro, miedo al desempleo, miedo a las agresiones, miedo a las enfermedades, miedo a la vejez, pero sobre todo miedo a no ser "válido".
La alexitimia constituye un mecanismo de defensa por insensibilidad: quienes manifiestan este síntoma no xpresan emociones, pero tampoco tienen la capacidad de percibir las emociones de los demás. Están solos, por eso les importa poco.
Estos individuos frustrados porque siempre creyeron en los políticos, los medios de comunicación y la publicidad, se dan cuenta que fueron engañados con la promesa de que todos sus deseos serían satisfechos. Estos frustrados, que no han entendido que para crecer y volverse autónomos había que renunciar a la satisfacción de todos sus deseos, adoptarán a continuación el papel de víctimas.
Los pacientes actuales ya no demandan una terapia que les permita conocerse mejor, sino que piden ayuda para luchar contra el infortunio del momento. Por eso el psicoanálisis ha sido suplantado paulatinamente por las famosas "terapias breves" y, en particular por las terapias cognitivo-conductuales, que proponen a los pacientes soluciones rápidas para resolver los síntomas que les impiden aqcceder a la felicidad.
Ahora las terapias tienen que ser cortas y carecer de esfuerzo de comprensión de parte del paciente; y sus objetivos consisten en suprimir las inhibiciones ,la gratificación inmediata de las pulsiones y la solución rápida del malestar interior. Cualesquiera que sean los métodos de estas terapias, las recomendaciones consisten en "aumentar la autoestima" y en disminuir la dependencia con respecto a otros. Lo que equivales a preconizar todavía más narcisismo y menos compromiso. Es ni más ni menos la guerra de los egos.
Esta sociedad posmoderna ha convertido a la psicología en un instrumento que debe responder con rapidez a las exigencias de los pacientes, todos quieren encontrar la felicidad, !! pero ya ¡¡
El "coaching" y las nuevas terapias no se proponen otra cosa que convencer a las personas de su propio valor, ayudándolas a satisfacer sus necesidades afectivas. No les enseñan a subordinar sus necesidades e intereses a los de los otros. El objetivo del "coaching" es, al principio, acompañar al paciente para permitirle desarrollar su potencial: se promete conseguir que sean más eficientes, sin pasar por largos años de aprendizaje, como sería conel psicoanálisis.
Se trata de adaptarse a los defectos de esta sociedad, evitando cualquier cuestionamiento demasiado perturbador. A través de estos métodos acelerados, uno aprende a amarse lo suficiente para no necesitar a los demás. Sin embargo, paradójicamene para lograr eso se necesita la mirada aprobatoria del otro.
La sociedad posmoderna insiste constantemente en el tema de la autoestima. pero fascinado por supropio cuerpo, el hombre se ve confrontado a su propia impotencia. Hace de sí mismo su propio ídolo y un objeto de goce. Una verdadera terapia con orientación psicoanalítica debería llevarnos a que nos aceptaramos simplemente como seres humanos imperfectos y frágiles.
El hecho de dudar y poner todo en cuestión, que debería ser el síntoma de una buena salud psíquica, se considra cada menos como un valor positivo. A los individuos de hoy les hace falta encontrar verdades absolutas que los tranquilicen.
El miedo domina todo: miedo del otro, miedo al desempleo, miedo a las agresiones, miedo a las enfermedades, miedo a la vejez, pero sobre todo miedo a no ser "válido".
miércoles, 17 de febrero de 2010
Persona-Objeto: úsese y tírese.
En un mundo de apariencias como en el que vivimos los habitantes del mundo del siglo XXI, en la parte occidental, culturalmente hablando, lo que importa no es lo que se es, sino lo que aparentamos. Esto conlleva a la trivialización de la perversión: en todos los ámbitos se consolida la tendencia a tratar al otro como un objeto del que uno se sirve mientras sea útil, y que se desecha cuando ya no interesa.
Actualmente asistimos en los consultorios a la constatación de las patologías narcisistas, porque este tipo de personalidades muestran una hiperadaptación al mundo moderno. Este fenómeno lo ocasiona la empresa económica y su trato a sus empleados. Lanzan a todos en una lucha por la vida, que en realidad es una lucha contra los demás, todos son virtualmente enemigos que hay que eliminar.
Estos individuos son sumamente impulsivos, muy activos; carecen de interioridad y sus relaciones son lúdicas y superficiales. Estos individuos cultivan una superficialidad que los protege en las relaciones afectivas y les permite evitar cualquier tipo de compromiso íntimo. Buscan un sentido en la vida y trata a toda costa, incluso atropellando a los demás, de llenar su vacío interior.
Los pacientes actuales se quejan en el consultorio de la dureza de la vida externa. En lugar de expresar una pregunta acerca del origen de su sufrimiento, nos piden más bien que reparemos "su máquina psíquica", para que funcione mejor. en el plano psíquico, se han vuelto insensibles, se quejan de un sentimiento permanente de vacío interior que no tratan de analizar: simplemente quieren una receta mágica para arreglar tal cosa.
La importancia concedida a la imagen del sujeto lleva consigo una fragilidad narcisista que provoca en algunos un desmoronamiento ala menor crítica recibida. Cada vez más personas se sienten rechazadas o incomprendidas por el mundo, y cualquier crítica se vive como una agresión brutal.
Es su fragilidad narcisista lo que impide que un individuo perverso perciba al otro como un sujeto, y pueda compadecerse de su sufrimiento. Y es también lo que empuja a muchos a afirmarse acosando a los demás, a sus subalternos, amargándoles la vida.
Aun cuando no todos los individuos narcisistas son perversos, es fácil de comprobar una trivialización de los comportamientos perversos: se concede cada vez menos importancia al otro y se eluden las responsabilidades. Si surgen problemas, nadie se juzga a sí mismo: atribuyen su responsabilidad a otros.
Los antiguos conceptos y valores referidos a la amistad, el amor, la solidaridad, la comunidad y la ayuda mútua, ya casi nadie los práctica por obsoletos.
Actualmente asistimos en los consultorios a la constatación de las patologías narcisistas, porque este tipo de personalidades muestran una hiperadaptación al mundo moderno. Este fenómeno lo ocasiona la empresa económica y su trato a sus empleados. Lanzan a todos en una lucha por la vida, que en realidad es una lucha contra los demás, todos son virtualmente enemigos que hay que eliminar.
Estos individuos son sumamente impulsivos, muy activos; carecen de interioridad y sus relaciones son lúdicas y superficiales. Estos individuos cultivan una superficialidad que los protege en las relaciones afectivas y les permite evitar cualquier tipo de compromiso íntimo. Buscan un sentido en la vida y trata a toda costa, incluso atropellando a los demás, de llenar su vacío interior.
Los pacientes actuales se quejan en el consultorio de la dureza de la vida externa. En lugar de expresar una pregunta acerca del origen de su sufrimiento, nos piden más bien que reparemos "su máquina psíquica", para que funcione mejor. en el plano psíquico, se han vuelto insensibles, se quejan de un sentimiento permanente de vacío interior que no tratan de analizar: simplemente quieren una receta mágica para arreglar tal cosa.
La importancia concedida a la imagen del sujeto lleva consigo una fragilidad narcisista que provoca en algunos un desmoronamiento ala menor crítica recibida. Cada vez más personas se sienten rechazadas o incomprendidas por el mundo, y cualquier crítica se vive como una agresión brutal.
Es su fragilidad narcisista lo que impide que un individuo perverso perciba al otro como un sujeto, y pueda compadecerse de su sufrimiento. Y es también lo que empuja a muchos a afirmarse acosando a los demás, a sus subalternos, amargándoles la vida.
Aun cuando no todos los individuos narcisistas son perversos, es fácil de comprobar una trivialización de los comportamientos perversos: se concede cada vez menos importancia al otro y se eluden las responsabilidades. Si surgen problemas, nadie se juzga a sí mismo: atribuyen su responsabilidad a otros.
Los antiguos conceptos y valores referidos a la amistad, el amor, la solidaridad, la comunidad y la ayuda mútua, ya casi nadie los práctica por obsoletos.
martes, 16 de febrero de 2010
Ricos y bellos, !! eso es todo ¡¡
En esta sociedad posmoderna no basta solamente con ser un buen consumidor de objetos y servicios, además se debe ser un gran seductor obligadamente. Ya sea para buscar un empleo o una pareja, es necesario tener una "buena" imagen. Es necesario ser atractivo, estar en forma (atlético, pues), sonriente, feliz, relajado. Si uno no reune esas características, al menos hay que aparentarlo, so pena de pasar por un mediocre.
La felicidad es un mandato social, como si no ser feliz fuera síntoma de fracaso personal. Todos corren tras eso que llaman la felicidad, tratan de atrapar una quimera, un sueño, una ilusión. La mayoría de las personas ponen la felicidad como una meta futura: "cuando yo me case, cuando tenga mi primer hijo, cuando me gradúe, cuando compre un auto", etcétera.
Casi nadie vive el presente, donde la felicidad puede pasar desapercibida, porque los individuos están más atentos a lo que sucede en su entorno que en su propio interior. La felicidad la equiparan casi siempre con cosas o hechos extraordinarios, insólitos, sorprendentes; ignorándo que la felicidad siempre es presente y fugaz, y por lo regular algo muy sencillo de alcanzar.
Triunfar en la vida profesional con el riesgo de perder el empleo, triunfar en la pareja con las posibles rupturas que acompañan a las relaciones humanas, educar correctamente a hijos que hacen lo que se les da su regalada gana, todo ello es fuente de dudas y de inquietud, es algo que es necesario fingir u ocultar a los demás. Se vive de apariencias, todos aspiran a ser grandes actores o actrices para actuar ante su entorno social, sin mostrar fisuras o debilidades de algun tipo.
Muchos piensan que son una basura humana si no son los mejores y los más bellos del mundo, y la modernidad los incita a creer en su propia omnipotencia: los progresos de la medicina permiten tener hijos cuando a uno se le antoja, la cirugía estética puede reparar la decrepitud del cuerpo y del rostro, se puede lograr un mayor rendimiento laboral o deportivo ingiriendo sustancias psicotrópicas, y, gracias a la Internet, se espera encontrar a quien nos aportará nuestro porvenir soñado.
Las consignas de nuestra sociedad actual son: "Tienes que ser bello(a), rico(a) y eficiente", han convertido el fracaso y las deficiencias personales en algo insoportable. Los varones que nos llegan a la consulta psicoanalítica, vienen preocupados por las dificultades ligadas a la impotencia o a la eyaculación precoz, sienten que no están a la altura, que es demasiada la presión sobre sus hombros.
Los hombres actuales son víctimas de una enfermedad de la responsabilidad, que les parece excesiva, enlas que predomina la impotencia en todo sentido. Muchos de ellos tiene que acudir a sustancias psicoactivas para "dar el ancho" ante la vida o ante ellas. Algunos toman unos cocteles vitamínicos al levantarse, o incluso, si la jornada se anuncia larga y complicada, tomaran excitantes de larga duración; luego al regresar a casa por la noche se toman un trago de alcohol para relajarse, y, finalmente,un somnífero para conciliar el sueño. Otros necesitan tomar un estimulante para aliviar la falta de erección, y eso puedo ocurrir diariamente.
Se observa un brote de patologías adictivas, incluyendo el exceso de actividad deportiva, además de buscar sensaciones placenteras a través del alcohol, el juego, las drogas, el sexo o algunas prácticas perversas en la relaciones de pareja.
Y al menor desafallecimiento, se recurren a los ansiolíticos o a los antidepresivos.
Decía Freud: "la vida tal comomo nos ha sido impuesta es demasiado dura para nosotros; nos inflige demasiados dolores, depcepciones y tareas insolubles".
Para poder soportar la vida moderna, no se puede prescindir de remedios sedativos. Estos remedios son de tres tipos: las diversiones (deportes de alto riesgo) que permiten ignorar nuestras miserias, las satisfacciones sustitutivas que las disminuyen y las drogas que nos vuelven insensibles al entorno.
La felicidad es un mandato social, como si no ser feliz fuera síntoma de fracaso personal. Todos corren tras eso que llaman la felicidad, tratan de atrapar una quimera, un sueño, una ilusión. La mayoría de las personas ponen la felicidad como una meta futura: "cuando yo me case, cuando tenga mi primer hijo, cuando me gradúe, cuando compre un auto", etcétera.
Casi nadie vive el presente, donde la felicidad puede pasar desapercibida, porque los individuos están más atentos a lo que sucede en su entorno que en su propio interior. La felicidad la equiparan casi siempre con cosas o hechos extraordinarios, insólitos, sorprendentes; ignorándo que la felicidad siempre es presente y fugaz, y por lo regular algo muy sencillo de alcanzar.
Triunfar en la vida profesional con el riesgo de perder el empleo, triunfar en la pareja con las posibles rupturas que acompañan a las relaciones humanas, educar correctamente a hijos que hacen lo que se les da su regalada gana, todo ello es fuente de dudas y de inquietud, es algo que es necesario fingir u ocultar a los demás. Se vive de apariencias, todos aspiran a ser grandes actores o actrices para actuar ante su entorno social, sin mostrar fisuras o debilidades de algun tipo.
Muchos piensan que son una basura humana si no son los mejores y los más bellos del mundo, y la modernidad los incita a creer en su propia omnipotencia: los progresos de la medicina permiten tener hijos cuando a uno se le antoja, la cirugía estética puede reparar la decrepitud del cuerpo y del rostro, se puede lograr un mayor rendimiento laboral o deportivo ingiriendo sustancias psicotrópicas, y, gracias a la Internet, se espera encontrar a quien nos aportará nuestro porvenir soñado.
Las consignas de nuestra sociedad actual son: "Tienes que ser bello(a), rico(a) y eficiente", han convertido el fracaso y las deficiencias personales en algo insoportable. Los varones que nos llegan a la consulta psicoanalítica, vienen preocupados por las dificultades ligadas a la impotencia o a la eyaculación precoz, sienten que no están a la altura, que es demasiada la presión sobre sus hombros.
Los hombres actuales son víctimas de una enfermedad de la responsabilidad, que les parece excesiva, enlas que predomina la impotencia en todo sentido. Muchos de ellos tiene que acudir a sustancias psicoactivas para "dar el ancho" ante la vida o ante ellas. Algunos toman unos cocteles vitamínicos al levantarse, o incluso, si la jornada se anuncia larga y complicada, tomaran excitantes de larga duración; luego al regresar a casa por la noche se toman un trago de alcohol para relajarse, y, finalmente,un somnífero para conciliar el sueño. Otros necesitan tomar un estimulante para aliviar la falta de erección, y eso puedo ocurrir diariamente.
Se observa un brote de patologías adictivas, incluyendo el exceso de actividad deportiva, además de buscar sensaciones placenteras a través del alcohol, el juego, las drogas, el sexo o algunas prácticas perversas en la relaciones de pareja.
Y al menor desafallecimiento, se recurren a los ansiolíticos o a los antidepresivos.
Decía Freud: "la vida tal comomo nos ha sido impuesta es demasiado dura para nosotros; nos inflige demasiados dolores, depcepciones y tareas insolubles".
Para poder soportar la vida moderna, no se puede prescindir de remedios sedativos. Estos remedios son de tres tipos: las diversiones (deportes de alto riesgo) que permiten ignorar nuestras miserias, las satisfacciones sustitutivas que las disminuyen y las drogas que nos vuelven insensibles al entorno.
lunes, 15 de febrero de 2010
La Isla de la Pasión.
Laura Restrepo es una gran escritora colombiana, que a mi me conmueve mucho con su literatura vibrante. Es una buena pluma latinoamericana.
Su novela anterior DELIRIO me encantó, la disfrute mucho por su manejo de la psicología de sus personajes.
Hoy acabo de terminar de leer su novela La Isla de la Pasión, que se sitúa en la extraña isla de nombre CLIPPERTON en el oceano Pacífico, que México ocupó a finales del régimen de Porfirio Díaz. El joven Ramón Arnaud, oficial del Ejército mexicano, aqcepta una misión en una isla desierta, no por casualidad llamada de la Pasión, y parte hacia allá con Alicia, su esposa adolescente, y once soldados con sus familias.
Mientras tanto, México entra en el vértigo de la Revolución, cae Porfirio Díaz quien los envió a ese destino y nadie vuelve a acordarse de ellos ni de la isla, donde quedan varios años librados a su suerte.
Ahora que estoy trabajando el tema de las nuevas soledades, caigo en la cuenta que la soledad es igual en cualquier época de la historia humana. La soledad se remarca aun más en condiciones de vida en una isla alejada de la mano de dios. El conflicto de sus personajes es una radiografía de la soledad y la impotencia que produce el aislamiento físico y el vacío interior de esos seres humanos.
Su novela anterior DELIRIO me encantó, la disfrute mucho por su manejo de la psicología de sus personajes.
Hoy acabo de terminar de leer su novela La Isla de la Pasión, que se sitúa en la extraña isla de nombre CLIPPERTON en el oceano Pacífico, que México ocupó a finales del régimen de Porfirio Díaz. El joven Ramón Arnaud, oficial del Ejército mexicano, aqcepta una misión en una isla desierta, no por casualidad llamada de la Pasión, y parte hacia allá con Alicia, su esposa adolescente, y once soldados con sus familias.
Mientras tanto, México entra en el vértigo de la Revolución, cae Porfirio Díaz quien los envió a ese destino y nadie vuelve a acordarse de ellos ni de la isla, donde quedan varios años librados a su suerte.
Ahora que estoy trabajando el tema de las nuevas soledades, caigo en la cuenta que la soledad es igual en cualquier época de la historia humana. La soledad se remarca aun más en condiciones de vida en una isla alejada de la mano de dios. El conflicto de sus personajes es una radiografía de la soledad y la impotencia que produce el aislamiento físico y el vacío interior de esos seres humanos.
El Egocentrismo de hoy.
¿Cómo poder dstinguirse del montón? Todos los individuos desean ser considerados como únicos y separse del rebaño social. Pero por otro lado, el pensamiento se ha normalizado: hay que pensar como los demás, pertenecer a una red, no salirse del grupo.
Es porque tenemos miedo de la alteridad que establecemos comunidades de similaridades. Nos reagrupamos con los semejantes que piensan igual que nosotros: es la garantía de una ausencia de conflictos. Se habla mucho de "comunidades" pero no son más que subgrupos (minorías sexuales, étnicas, deportivas, políticas, etcétera) que están ahí para darnos la ilusión de la diferencia.
Por eso, ya no existen grupos abiertos, sino una multitud de pequeños grupos que se reconocen entre sí y que excluyen a los demás. Por ejemplo, los adolescentes que andan en pequeños grupos, oyen la misma música y se visten igual.
Cuando el sujeto está presionado a participar de múltiples redes cibernéticas, termina por no comprometerse con ninguna, salta de una red a otra con gran superficialidad, sin compromisos reales.
Para ser reconocido en la sociedad posmoderna, no basta con existir o respirar, hay que consumir: un individuo se define en primer lugar por su apariencia externa y por la calidad y cantidad de objetos que posee. Sin embargo, todo ese mundo de hiperconsumismo no satisface plenamente a nadie, a pesar del mejor nivel de vida y los modernos instrumentos de comunicación, subsiste el malestar ánimico y aumenta más el aislamiento individual.
Los filósofos actuales opinan que las frustraciones de los individuos posmodernos, son las que empujan con fuerza a consumir compulsivamente. Cuando más contrariedades ofrece la existencia cotidiana y las frustraciones personales, más se desencadena el consumismo a modo de consuelo instantáneo, satisfacción compensatoria y medio para levantar el ánimo.
En realidad es al contrario, los individuos se sienten frustrados porque el consumo no puede satisfacerlos. Cuando el deseo se limita ala posesión de bienes materiales, siempre se necesita más, lo que produce una dependencia, porque este "siempre más" nunca se alcanzará.
Por miedo al vacío y a la angustia, corremos de una actividad a otra, sin concedernos tregua alguna. Necesitamos conversar, tener siempre gente alrededor, por temor a vernos confrontados con nuestra propia imagen. Esta búsqueda incesante de comunicación, de consumo, de actividades sin fin, de nuevos placeres, está destinada a evitarnos el percibir la vacuidad de nuestras existencias. Cada quien tapa sus miserias existenciales como puede, no como quiere.
La vida social en la posmodernidad está marcada por el vértigo en que se nos mete a fuerza, hay impaciencia y no sabemos porqué, nos falta espacio libre para soñar.
Dice una paciente:
"¿Para qué tanto estudiar, tanto trabajar y esforzarse en hacer deporte para mantenerse en forma? No soy mejor que mi propia madre. Cuando me miro al espejo me refleja el enorme desinterés por la vida. Sé que no son todas esas actividades frenéticas las que me harán sentirme viva.
Tengo que detenerme para escuchar a mi cuerpo y escuchar la tierra, contemplar las estrellas o un atardecer, sin temer la no-vida, sin temer la muerte".
Es porque tenemos miedo de la alteridad que establecemos comunidades de similaridades. Nos reagrupamos con los semejantes que piensan igual que nosotros: es la garantía de una ausencia de conflictos. Se habla mucho de "comunidades" pero no son más que subgrupos (minorías sexuales, étnicas, deportivas, políticas, etcétera) que están ahí para darnos la ilusión de la diferencia.
Por eso, ya no existen grupos abiertos, sino una multitud de pequeños grupos que se reconocen entre sí y que excluyen a los demás. Por ejemplo, los adolescentes que andan en pequeños grupos, oyen la misma música y se visten igual.
Cuando el sujeto está presionado a participar de múltiples redes cibernéticas, termina por no comprometerse con ninguna, salta de una red a otra con gran superficialidad, sin compromisos reales.
Para ser reconocido en la sociedad posmoderna, no basta con existir o respirar, hay que consumir: un individuo se define en primer lugar por su apariencia externa y por la calidad y cantidad de objetos que posee. Sin embargo, todo ese mundo de hiperconsumismo no satisface plenamente a nadie, a pesar del mejor nivel de vida y los modernos instrumentos de comunicación, subsiste el malestar ánimico y aumenta más el aislamiento individual.
Los filósofos actuales opinan que las frustraciones de los individuos posmodernos, son las que empujan con fuerza a consumir compulsivamente. Cuando más contrariedades ofrece la existencia cotidiana y las frustraciones personales, más se desencadena el consumismo a modo de consuelo instantáneo, satisfacción compensatoria y medio para levantar el ánimo.
En realidad es al contrario, los individuos se sienten frustrados porque el consumo no puede satisfacerlos. Cuando el deseo se limita ala posesión de bienes materiales, siempre se necesita más, lo que produce una dependencia, porque este "siempre más" nunca se alcanzará.
Por miedo al vacío y a la angustia, corremos de una actividad a otra, sin concedernos tregua alguna. Necesitamos conversar, tener siempre gente alrededor, por temor a vernos confrontados con nuestra propia imagen. Esta búsqueda incesante de comunicación, de consumo, de actividades sin fin, de nuevos placeres, está destinada a evitarnos el percibir la vacuidad de nuestras existencias. Cada quien tapa sus miserias existenciales como puede, no como quiere.
La vida social en la posmodernidad está marcada por el vértigo en que se nos mete a fuerza, hay impaciencia y no sabemos porqué, nos falta espacio libre para soñar.
Dice una paciente:
"¿Para qué tanto estudiar, tanto trabajar y esforzarse en hacer deporte para mantenerse en forma? No soy mejor que mi propia madre. Cuando me miro al espejo me refleja el enorme desinterés por la vida. Sé que no son todas esas actividades frenéticas las que me harán sentirme viva.
Tengo que detenerme para escuchar a mi cuerpo y escuchar la tierra, contemplar las estrellas o un atardecer, sin temer la no-vida, sin temer la muerte".
domingo, 14 de febrero de 2010
Carnaval descafeinado.
Después de ver dos días seguidos el famoso Carnaval de Río de Janeiro, queda una sensación de hastío en el espectador. Todo está debidamente planificado: el desfile en el "sambódromo", las coreografías de las escuelas de Samba, los vestuarios estrafalarios, la música monótona de las percusiones, etcétera. No hay nada improvisado, la alegría que muestran los participantes de las famosas escuelas de Samba de Brasil, no son más que muecas vacías en los rostros morenos.
El Carnaval de Río de Janeiro, dura varios días, en una tediosa repetición de bailes y disfraces. Nadie lleva un antifaz o una máscara, que es el distintivo de los carnavales de todo el mundo. Se trata de romper las reglas sociales por unos días, con la anuencia de la Ley. Todo es pulcro, inodoro, incoloro e insípido en Brasil, esta potencia que quiere mostrarle al mundo "lo bien portados que son", ahora que han ganado las sedes de las próximas Olimpiadas y del Campeonato Mundial de Fútbol.
La "gran transgresión" permitida en este dichoso Carnaval, es la presencia de esculturales mulatas semidesnudas al frente de cada Escuela de Samba participante. Alegría con Sacarina, júbilo descafeínado, música baja en grasas, etcétera.
El Carnaval de Río de Janeiro, dura varios días, en una tediosa repetición de bailes y disfraces. Nadie lleva un antifaz o una máscara, que es el distintivo de los carnavales de todo el mundo. Se trata de romper las reglas sociales por unos días, con la anuencia de la Ley. Todo es pulcro, inodoro, incoloro e insípido en Brasil, esta potencia que quiere mostrarle al mundo "lo bien portados que son", ahora que han ganado las sedes de las próximas Olimpiadas y del Campeonato Mundial de Fútbol.
La "gran transgresión" permitida en este dichoso Carnaval, es la presencia de esculturales mulatas semidesnudas al frente de cada Escuela de Samba participante. Alegría con Sacarina, júbilo descafeínado, música baja en grasas, etcétera.
El reino del aburrimiento.
Si hay algo verdaderamente subjetivo es el sentimiento de soledad. Uno se puede sentir solo en una muchedumbre, en familia o en una pareja. Este sentimiento procede de una falta de vínculo, de la impresión de no comunicarse con el entorno social, de encontrarse solo en el mundo.
Este sentimiento está relacionado con una necesidad de la presencia del otro y con la frustración de no estar acompañado. Se trata de un sentimiento de vacío interior y de aislamiento que no corresponde necesariamente con una necesidad de compañía o con la ausencia de una persona en particular, sino más bien conel sentimiento de estar aparte, desconectado del mundo, incomprendido.
En el fondo, es la aguda conciencia de su situación de ser humano que está y seguirá estando solo frente a sí mismo y a la muerte.
El sentimiento de soledad debe relacionarse con la melancolía, a su vez próxima al tedio y al aburrimiento. Para muchos, es el equivalente de la depresión, con la tentación de no ver a nadie, d refugiarse en uno mismo, para dormir o rumiar pensamientos negativos. Para anular el miedo al tedio y al aburrimiento, llenamos el espacio con palabras y ruidos.
Nos da miedo el silencio, que percibimos como una ausencia o como la llegada ineludible de la muerte. Para prevenir el riesgo del aburrimiento, muchos padres saturan el tiempo de los hijos con toda suerte de actividades o televisión. El aburrimiento surge cuando cuando no podemos hacer lo que deseamos o cuando debemos hacer algo que no nos gusta.
En nuestra sociedad hiperconsumista, los individuos intentan juntarse para no encarar sus miedos. Muchos buscan una amor o una amistad para llenar su soledad y su vacío interno.
Estos individuos posmodernos niegan el envejecimiento y la enfermedad, perola evidencia está ahí: nadie puede evitar la muerte. "De esta vida nadie sale vivo". Tanta agitación y actividades de los seres humanos es simplemente para disfrazar el hecho de que nacemos solos y moriremos solos.
Cuando enfermé gravemente el año pasado, por un cáncer terrible, las personas que me rodeaban en el trabajo y en los círculos sociales, se alejaron de mi despavoridos ante el dolor, la enfermedad y la inminente muerte. Todos se sienten "inmortales y exentos de enfermar", nadie quiere hablar de la muerte, de "su" muerte.
Algunos de los que temen a soledad se sienten culpables por estar solos. Es como si ello fuera consecuencia de una culpa. Y cuando estos individuos asisten a la consulta psicoterapéutica, existe el peligro real de que el especialista en lugar de ayudarlos a amar su propia soledad y a enriquecerla, les proponen técnicas para aumentar su narcisismo: los empujan a evadirse en múltiples encuentros sexuales, en lugar de aprender a aceptarse y amarse a sí mismos.
Este sentimiento está relacionado con una necesidad de la presencia del otro y con la frustración de no estar acompañado. Se trata de un sentimiento de vacío interior y de aislamiento que no corresponde necesariamente con una necesidad de compañía o con la ausencia de una persona en particular, sino más bien conel sentimiento de estar aparte, desconectado del mundo, incomprendido.
En el fondo, es la aguda conciencia de su situación de ser humano que está y seguirá estando solo frente a sí mismo y a la muerte.
El sentimiento de soledad debe relacionarse con la melancolía, a su vez próxima al tedio y al aburrimiento. Para muchos, es el equivalente de la depresión, con la tentación de no ver a nadie, d refugiarse en uno mismo, para dormir o rumiar pensamientos negativos. Para anular el miedo al tedio y al aburrimiento, llenamos el espacio con palabras y ruidos.
Nos da miedo el silencio, que percibimos como una ausencia o como la llegada ineludible de la muerte. Para prevenir el riesgo del aburrimiento, muchos padres saturan el tiempo de los hijos con toda suerte de actividades o televisión. El aburrimiento surge cuando cuando no podemos hacer lo que deseamos o cuando debemos hacer algo que no nos gusta.
En nuestra sociedad hiperconsumista, los individuos intentan juntarse para no encarar sus miedos. Muchos buscan una amor o una amistad para llenar su soledad y su vacío interno.
Estos individuos posmodernos niegan el envejecimiento y la enfermedad, perola evidencia está ahí: nadie puede evitar la muerte. "De esta vida nadie sale vivo". Tanta agitación y actividades de los seres humanos es simplemente para disfrazar el hecho de que nacemos solos y moriremos solos.
Cuando enfermé gravemente el año pasado, por un cáncer terrible, las personas que me rodeaban en el trabajo y en los círculos sociales, se alejaron de mi despavoridos ante el dolor, la enfermedad y la inminente muerte. Todos se sienten "inmortales y exentos de enfermar", nadie quiere hablar de la muerte, de "su" muerte.
Algunos de los que temen a soledad se sienten culpables por estar solos. Es como si ello fuera consecuencia de una culpa. Y cuando estos individuos asisten a la consulta psicoterapéutica, existe el peligro real de que el especialista en lugar de ayudarlos a amar su propia soledad y a enriquecerla, les proponen técnicas para aumentar su narcisismo: los empujan a evadirse en múltiples encuentros sexuales, en lugar de aprender a aceptarse y amarse a sí mismos.
sábado, 13 de febrero de 2010
El Club de Los Corazones Rotos.
El mundo de las soledades es diverso, y las fronteras entre sus diferentes modalidades son elásticas. Bajo el término de soledad se esconden realidades muy variadas: las de los solitarios, jóvenes solteros, separados, divorciados o viudos; pero también los que viven en el seno de una familia, en el trabajo o en una muchedumbre.
También viviendo en pareja se puede estar solo y esto es peor que vivir realmente solo. Cuando se habla de soledad, no se percibe más que la viviencia dolorosa de quien lo padece. También se píensa en los lamentos de quienes, a causa de un carácter patológico, construyen su propio aislamiento, ya sea por falta de confianza en sí mismos o el sentimiento de no ser reconocidos o amados, o bien por una actitud de orgullo, de superioridad que produce un distanciamiento con los demás.
O incluso la inhibición o el repliegue sobre sí mismo del que uno se lamenta, pero al que finalmente se acomoda. Estos llorones dicen: "nadie me quiere", mientras que tendrían que decir: "no quiero a nadie".
Efectivamente, al lado de la soledad como sufrimiento, existe la soledad rica y serena, y además creativa. En la visión ordinaria, esta soledad rica y serena sería cosa de los marginales, seres atípicos, personalidades excepcionales, eremitas, navegantes solitarios o artistas creativos.
Cuando se elije la soledad como forma de vida, cuando se trata de personas aparentemente integradas a la sociedad, se tiende a pensar en que padecen de una patología del carácter.
Un paciente relata:
"A la gente le cuesta comprender mi elección de la soledad, pero eso forma parte de mi itinerario de vida. Hay quienes no lo aceptan y me aconsejan entrar a la Internet para encontrar mi alma gemela. Y como yo me niego, se me cataloga como alguien difícil y exigente".
En esta sociedad posmoderna se nos quiere inculcar el valor social de estar todos juntos, como algo altamente gratificante; pero cuando alguien dice que disfruta su soledad se equipara a una suerte de extrañeza de los otros. No se puede comprender esto.
Las reacciones ante los solitarios son poco amistosas o afectuosas. Puede ser que se les compadezca: El/la pobre no tuvo suerte. Puede que se desconfíe de ellas: Qué es lo que marcha mal en él/ella para que no haya podido casarse aun. Se compadece a una persona solitaria, se lamenta profundamente que no haya encontrado a nadie que le acompañase en su recorrido vital, y se habla entonces de MISERIA SEXUAL Y AFECTIVA.
Efectivamente, la vida en pareja ,para lo mejor y lo peor, ha consituido históricamente la norma; y la vida del solitario, si no estaba motivada por un compromiso religioso, era sospechosa de perversidad. El celibato era algo específico para ciertos individuos y bajo causas justificables.
Todavía en la actualidad, se sigue considerando al solitario como un misántropo o un corazón insensible, incapaz de dar o recibir amor, incapaz de adaptarse a la sociedad.
De un hombre solo se dicen muchas cosas,inclusive que es un homosexual encubierto, y de una mujer también, además de otras cosas. Su libertad se entiende como egoísmo , como si vivir para uno mismo y no en función de los demás constituyera un peligro para la sociedad.
Al ver únicamente el lado negativo de la soledad, se olvida que un buen número de grandes pensadores y creadores eligieron con frecuencia la soledad a fin de crear las condiciones propicias para su desarrollo es´piritual, intelectual o artístico.
Ahora bien, la sociedad confunde soledad con aislamiento, por ello se empecina en combatir la soledad por cualquier medio y pretende hacerla pasar como una especie de maldición. La soledad es diferente al aislamiento, porque no dependen del exterior, sino de un estado de ánimo interior.
También viviendo en pareja se puede estar solo y esto es peor que vivir realmente solo. Cuando se habla de soledad, no se percibe más que la viviencia dolorosa de quien lo padece. También se píensa en los lamentos de quienes, a causa de un carácter patológico, construyen su propio aislamiento, ya sea por falta de confianza en sí mismos o el sentimiento de no ser reconocidos o amados, o bien por una actitud de orgullo, de superioridad que produce un distanciamiento con los demás.
O incluso la inhibición o el repliegue sobre sí mismo del que uno se lamenta, pero al que finalmente se acomoda. Estos llorones dicen: "nadie me quiere", mientras que tendrían que decir: "no quiero a nadie".
Efectivamente, al lado de la soledad como sufrimiento, existe la soledad rica y serena, y además creativa. En la visión ordinaria, esta soledad rica y serena sería cosa de los marginales, seres atípicos, personalidades excepcionales, eremitas, navegantes solitarios o artistas creativos.
Cuando se elije la soledad como forma de vida, cuando se trata de personas aparentemente integradas a la sociedad, se tiende a pensar en que padecen de una patología del carácter.
Un paciente relata:
"A la gente le cuesta comprender mi elección de la soledad, pero eso forma parte de mi itinerario de vida. Hay quienes no lo aceptan y me aconsejan entrar a la Internet para encontrar mi alma gemela. Y como yo me niego, se me cataloga como alguien difícil y exigente".
En esta sociedad posmoderna se nos quiere inculcar el valor social de estar todos juntos, como algo altamente gratificante; pero cuando alguien dice que disfruta su soledad se equipara a una suerte de extrañeza de los otros. No se puede comprender esto.
Las reacciones ante los solitarios son poco amistosas o afectuosas. Puede ser que se les compadezca: El/la pobre no tuvo suerte. Puede que se desconfíe de ellas: Qué es lo que marcha mal en él/ella para que no haya podido casarse aun. Se compadece a una persona solitaria, se lamenta profundamente que no haya encontrado a nadie que le acompañase en su recorrido vital, y se habla entonces de MISERIA SEXUAL Y AFECTIVA.
Efectivamente, la vida en pareja ,para lo mejor y lo peor, ha consituido históricamente la norma; y la vida del solitario, si no estaba motivada por un compromiso religioso, era sospechosa de perversidad. El celibato era algo específico para ciertos individuos y bajo causas justificables.
Todavía en la actualidad, se sigue considerando al solitario como un misántropo o un corazón insensible, incapaz de dar o recibir amor, incapaz de adaptarse a la sociedad.
De un hombre solo se dicen muchas cosas,inclusive que es un homosexual encubierto, y de una mujer también, además de otras cosas. Su libertad se entiende como egoísmo , como si vivir para uno mismo y no en función de los demás constituyera un peligro para la sociedad.
Al ver únicamente el lado negativo de la soledad, se olvida que un buen número de grandes pensadores y creadores eligieron con frecuencia la soledad a fin de crear las condiciones propicias para su desarrollo es´piritual, intelectual o artístico.
Ahora bien, la sociedad confunde soledad con aislamiento, por ello se empecina en combatir la soledad por cualquier medio y pretende hacerla pasar como una especie de maldición. La soledad es diferente al aislamiento, porque no dependen del exterior, sino de un estado de ánimo interior.
viernes, 12 de febrero de 2010
La nueva sexualidad.
Con el sexo deesaforado se pretende encubrir soledades. La sociedad posmoderna se caracteriza por una hipererotización, en todos lados el erotismo o los signos de la sexualidad se muestran públicamente: en los puestos de periódicos están a la vista de todo el mundo las revistas para "caballeros", las películas exaltan la sexualidad sin ser abiertamente pornográficas, las vallas publicitarias, esos grandes espectaculares en las principales avenidas de las ciudades, exhiben a mujeres desnudas para provocar la compra de una !computadora o de un auto de lujo¡; nunca he podido entender ese abuso de la figura femenina para anunciar cualquier producto.
En esta era de perpetua provocación erótica caracterizada por la caída de las prohibiciones, bajo el pretexto de una mejoría del placer, han aparecido nuevas normas relativas al rendimiento sexual. Aunque los psicoanalistas sabemos muy bien que el exceso de sexo conduce inevitablemente al vacío.
Se dice que para sentirse bien con uno mismo, habría que aumentar el número de amantes y la frecuencia de las relaciones y, como la llamada sexualidad "normal" ya no es lo suficientemente exctante, hay que intentar prácticas sexuales diversas y atreverse a todo: el cambio de parejas, las perversiones livianas, el uso de juguetes o utensilios sexuales.
Nuestra sociedad, en un desesperado frenesí por escapar de la soledad, encontró en el sexo una salida falsa: Es lo que algunos sexólogos denominan "la sexualidad plástica", que consiste básicamente en la práctica del sexo oral y de la masturbación frecuente; es una sociedad onanista.
Los niños conocen cada vez más pronto nlameánica del acto sexual a través de las películas porno y de la Internet. Se les enseña a gozar sin trabas, pero también sin deseo, ya que por el simple ánimo de la transgresión que genera placer en sí mismo, los chicos carecen de deseo y de un erotismo real. Hacen las cosas si ganas, realmente...
Los medios de comunicación influyen demasiado en las mentes juveniles, las chicas aprenden a seducir a través de la valorización sexual de su ser: ellas se han transformado en objetos de deseo, cuando todavía carecen de los medios para ser sujetos de deseo. Se vuelven prisioneras de la mirada del otro para existir.
Una sexualidad compulsiva toma el relevo de los trastornos de la alimentación como la anorexia y la bulimia.
La Internet constituye un inmenso "sex-shop al que se puede visitar a cualquier hora del día y de la noche. A veces es tal la adicción al sexo que inclusive en horas de trabajo algunos se conectan con las páginas de pornografía.
Ninguna de estas mutaciones sociales, que son más obvias en países ricos, que empujan a una forma de soledad sumergida en lo virtual se puede entender sin considerar con mayor precisión el marco global que ya hemos mencionado: en de la representación dominante de una sociedad de la abundancia en la que prima el individuo, el consumo y el hipernarcisismo.
En esta era de perpetua provocación erótica caracterizada por la caída de las prohibiciones, bajo el pretexto de una mejoría del placer, han aparecido nuevas normas relativas al rendimiento sexual. Aunque los psicoanalistas sabemos muy bien que el exceso de sexo conduce inevitablemente al vacío.
Se dice que para sentirse bien con uno mismo, habría que aumentar el número de amantes y la frecuencia de las relaciones y, como la llamada sexualidad "normal" ya no es lo suficientemente exctante, hay que intentar prácticas sexuales diversas y atreverse a todo: el cambio de parejas, las perversiones livianas, el uso de juguetes o utensilios sexuales.
Nuestra sociedad, en un desesperado frenesí por escapar de la soledad, encontró en el sexo una salida falsa: Es lo que algunos sexólogos denominan "la sexualidad plástica", que consiste básicamente en la práctica del sexo oral y de la masturbación frecuente; es una sociedad onanista.
Los niños conocen cada vez más pronto nlameánica del acto sexual a través de las películas porno y de la Internet. Se les enseña a gozar sin trabas, pero también sin deseo, ya que por el simple ánimo de la transgresión que genera placer en sí mismo, los chicos carecen de deseo y de un erotismo real. Hacen las cosas si ganas, realmente...
Los medios de comunicación influyen demasiado en las mentes juveniles, las chicas aprenden a seducir a través de la valorización sexual de su ser: ellas se han transformado en objetos de deseo, cuando todavía carecen de los medios para ser sujetos de deseo. Se vuelven prisioneras de la mirada del otro para existir.
Una sexualidad compulsiva toma el relevo de los trastornos de la alimentación como la anorexia y la bulimia.
La Internet constituye un inmenso "sex-shop al que se puede visitar a cualquier hora del día y de la noche. A veces es tal la adicción al sexo que inclusive en horas de trabajo algunos se conectan con las páginas de pornografía.
Ninguna de estas mutaciones sociales, que son más obvias en países ricos, que empujan a una forma de soledad sumergida en lo virtual se puede entender sin considerar con mayor precisión el marco global que ya hemos mencionado: en de la representación dominante de una sociedad de la abundancia en la que prima el individuo, el consumo y el hipernarcisismo.
jueves, 11 de febrero de 2010
La ciberdependencia.
En esta era de la posmodernidad hay nuevas patologías asociadas al desenfreno en el uso de las tecnologias.
Hay un fenómeno que llama la atención de los educadores, que es el caso de los niños y preadolescentes que se niegan asistir a la escuela. Esta fobia escolar podría estar ligada a una angustia de separación de la madre o, incluso, al temor a las burlas o a las críticas por parte de profesores o compañeros, a unmiedo a la presión o a la violencia escolar.
Pero son sobre todo los padres quienes consolidan estos trastornos, instalando al hijo en su rechazo,al organizarles una vida hecha de Internet, de videojuegos, de mascotas y de cursos por correspondencia.
En Japón, cientos de miles de jovenes adolescentes viven encerrados literalmente a piedra y lodo en sus cuartos, sin contacto siquiera con su propia familia pero si con la computadora viven una existencia virtual, de ilusiones. Por temor a enfrentarse con la realidad, estos jóvenes, que en su mayoría oscilan entre los 20 y los 30 años de edad, se refugian en un mundo infantil, virtual.
Su sexualidad se reduce a fantasear con los videojuegos o las películas porno. si acaso salen de su cuarto y se atreven a salir de casa, lo hacen por la noche para ir de compras para evitar todo contacto humano. Este fenómeno social de los jóvenes japoneses no es privativo de ese país asiático, sino que ya está extendido por todo el mundo.
Es fácil engancharse a los chats y a los encuentros en la Internet. Se trata de una conducta adictiva comparable alos de los jugadores patol+ógicos o los compradores compulsivos, que muestran trastornos como la ansiedad, el insomnio y dificultades para concentrarse en caso de abstiencia de la tecnología. Estos ciberadictos son incapaces de refrenar su imperiosa necesidad de "conectarse" y finalmente son arrastrados a permanecer frente a la computadora hasta 24 horas contínuas, algunos usan pañales desechables para adultos para no ir al baño.
Este es el caso de una paciente enferma de ciberdependencia:
"Tras quedar viuda a los 43 años, se inscribió inmediatamente en varias páginas de encuentros. Durante dos años, tras su trabajo, volvía rápido a su casa para poder chatear. Todas las noches salía con desconocidos y, al regreso, se volvía a conectar. A veces, iba directamente a trabajar después de haber pasado la noche en blanco. Por estar conectada se olvidaba de conectarse con su propio cuerpo y no comía ni dormía.
Hay un fenómeno que llama la atención de los educadores, que es el caso de los niños y preadolescentes que se niegan asistir a la escuela. Esta fobia escolar podría estar ligada a una angustia de separación de la madre o, incluso, al temor a las burlas o a las críticas por parte de profesores o compañeros, a unmiedo a la presión o a la violencia escolar.
Pero son sobre todo los padres quienes consolidan estos trastornos, instalando al hijo en su rechazo,al organizarles una vida hecha de Internet, de videojuegos, de mascotas y de cursos por correspondencia.
En Japón, cientos de miles de jovenes adolescentes viven encerrados literalmente a piedra y lodo en sus cuartos, sin contacto siquiera con su propia familia pero si con la computadora viven una existencia virtual, de ilusiones. Por temor a enfrentarse con la realidad, estos jóvenes, que en su mayoría oscilan entre los 20 y los 30 años de edad, se refugian en un mundo infantil, virtual.
Su sexualidad se reduce a fantasear con los videojuegos o las películas porno. si acaso salen de su cuarto y se atreven a salir de casa, lo hacen por la noche para ir de compras para evitar todo contacto humano. Este fenómeno social de los jóvenes japoneses no es privativo de ese país asiático, sino que ya está extendido por todo el mundo.
Es fácil engancharse a los chats y a los encuentros en la Internet. Se trata de una conducta adictiva comparable alos de los jugadores patol+ógicos o los compradores compulsivos, que muestran trastornos como la ansiedad, el insomnio y dificultades para concentrarse en caso de abstiencia de la tecnología. Estos ciberadictos son incapaces de refrenar su imperiosa necesidad de "conectarse" y finalmente son arrastrados a permanecer frente a la computadora hasta 24 horas contínuas, algunos usan pañales desechables para adultos para no ir al baño.
Este es el caso de una paciente enferma de ciberdependencia:
"Tras quedar viuda a los 43 años, se inscribió inmediatamente en varias páginas de encuentros. Durante dos años, tras su trabajo, volvía rápido a su casa para poder chatear. Todas las noches salía con desconocidos y, al regreso, se volvía a conectar. A veces, iba directamente a trabajar después de haber pasado la noche en blanco. Por estar conectada se olvidaba de conectarse con su propio cuerpo y no comía ni dormía.
miércoles, 10 de febrero de 2010
Lo virtual es un engaño sabido.
En la Internet se pueden vivir toda clase de aventuras, sobre todo eróticas o sexuales, siempre en la clandestinidad, en forma oculta o disfrazada. Es vivir una suerte de carnaval permanente al cual se asiste siempre enmascarado, ocultando la verdadera identidad.
La ausencia del cuerpo hace posible jugar con todas las identidades: los hombres pueden intentar hacerse pasar por mujeres y ligar con otros hombres sin por ello llamarse homosexuales, los viejos pueden buscar jovencitas, etcétera. Uno puede abandonarse a sus fantasías sin demasiados riesgos, siempre y cuando no se pase a la verdadera vida.
Lo virtual tranquiliza porque produce la ilusión de una relación, pero también aisla, porque ya no deja espacio-tiempo para las relaciones de la vida real. Lo virtual es lo que puede consolarnos de los sufrimientos de lo real. pero se trata de una estafa, porque en las páginas de encuentro de parejas, el otro no existe en tanto tal. Es sólo una quimera, un fantasma que uno se inventa de pies a cabeza.
Cuenta una paciente:
"En el mundo virtual mantenía una relación con un ente incorpóreo, inodoro, insípido e incluso incoloro, porque desde un principio me negué a intercambiar fotografías para así mantener viva la ilusión. Sus correos diarios eran graciosos, inspirados e inteligentes, pero locirto es que yo no sabía el tiempo que le podría llevar escribirlos, así que eso no probaba que el remitente fuera en la vida real tan gracioso e inspirado e inteligente como yo lo imaginaba; quizá no se tratara de mensajes espontáneos, quizá eran simplemente las tareas de unaplicado aprendiz de seductor que se esforzaba mucho en su redacción diaria".
La comunicación virtual nos aleja todavía más de la posibilidad real de un encuentro que implicaría artreverse ir hacia el otro. Buscar a otro en la Internet es el narcisismo absoluto, ya que uno permanece frente a sí mismo. Cuando un individuo se siente totalmente insatisfecho con su existencia, puede inventarse una vida ideal totalmente virtual.
El exitoso programa Second Life permite todo esto, da curso a la necesidad de tantos miles de seres insatisfechos con su realidad, y que pueden inventarse una vida hermosa y placentera. Por supuesto, todo es falso pero parece verdadero.
En una pseudo amistad en la Internet, no hay conflicto, porque encaso de desacuerdo, se cambia de amigo y ya está. La amistad se reduciría entonces a un simple contacto, borrable con sólo oprimir una tecla. Ahora bien, una amistad verdadera no virtual se construye conel tiempo, a través de experiencias y pruebas compartidas.
En China se puso a la venta un invento que consiste en una falsa novia, para poder entrenarse antes de tener una de verdad: para pasar unmomento lindo con Vivianne, basta con pagar seis dólares al mes y abrir el teléfono celular. Ella hablará con una voz artificial y ofrece 35,000 mil temas de conversación. Lo virtual es una forma de protegerse de lo real que no marcha bien, que nos hace daño, frente al que uno se siente impotente.
Al facilitar la comunicación, las nuevas tecnologías producen paradójicamente soledad. En los hogares, los miembros de las familia viven cada vez más separados entre sí, cada uno se aisla en su propio espacio, frente a sus prótesis tecnológicas (teléfono, computadora y videojuegos), hay cada vez menos comidas en común.
Antes en cualquier lugar público se podía entablar una conversación con el otro, había conversaciones espontáneas con desconocidos, sin riesgos de nada. Ahora todo el mundo lleva sus auriculares puestos. Los jóvenes escuchan tan fuerte su música que todo el mundo puede escuchar los ruidos que salen por los audífonos. El resultado es toda una algarabía sin una sola conversación.
De ahora en adelante, el lujo del individuo es el vacío: vacío de sonidos, de informaciones, de imágenes. Uno sueña con retirarse de todas la interferencias que produce la tecnología moderna, con un poder desconectarse de los aparatos. En cambio otros, al contrario, caen en la trampa de la "ciberdependencia".
La ausencia del cuerpo hace posible jugar con todas las identidades: los hombres pueden intentar hacerse pasar por mujeres y ligar con otros hombres sin por ello llamarse homosexuales, los viejos pueden buscar jovencitas, etcétera. Uno puede abandonarse a sus fantasías sin demasiados riesgos, siempre y cuando no se pase a la verdadera vida.
Lo virtual tranquiliza porque produce la ilusión de una relación, pero también aisla, porque ya no deja espacio-tiempo para las relaciones de la vida real. Lo virtual es lo que puede consolarnos de los sufrimientos de lo real. pero se trata de una estafa, porque en las páginas de encuentro de parejas, el otro no existe en tanto tal. Es sólo una quimera, un fantasma que uno se inventa de pies a cabeza.
Cuenta una paciente:
"En el mundo virtual mantenía una relación con un ente incorpóreo, inodoro, insípido e incluso incoloro, porque desde un principio me negué a intercambiar fotografías para así mantener viva la ilusión. Sus correos diarios eran graciosos, inspirados e inteligentes, pero locirto es que yo no sabía el tiempo que le podría llevar escribirlos, así que eso no probaba que el remitente fuera en la vida real tan gracioso e inspirado e inteligente como yo lo imaginaba; quizá no se tratara de mensajes espontáneos, quizá eran simplemente las tareas de unaplicado aprendiz de seductor que se esforzaba mucho en su redacción diaria".
La comunicación virtual nos aleja todavía más de la posibilidad real de un encuentro que implicaría artreverse ir hacia el otro. Buscar a otro en la Internet es el narcisismo absoluto, ya que uno permanece frente a sí mismo. Cuando un individuo se siente totalmente insatisfecho con su existencia, puede inventarse una vida ideal totalmente virtual.
El exitoso programa Second Life permite todo esto, da curso a la necesidad de tantos miles de seres insatisfechos con su realidad, y que pueden inventarse una vida hermosa y placentera. Por supuesto, todo es falso pero parece verdadero.
En una pseudo amistad en la Internet, no hay conflicto, porque encaso de desacuerdo, se cambia de amigo y ya está. La amistad se reduciría entonces a un simple contacto, borrable con sólo oprimir una tecla. Ahora bien, una amistad verdadera no virtual se construye conel tiempo, a través de experiencias y pruebas compartidas.
En China se puso a la venta un invento que consiste en una falsa novia, para poder entrenarse antes de tener una de verdad: para pasar unmomento lindo con Vivianne, basta con pagar seis dólares al mes y abrir el teléfono celular. Ella hablará con una voz artificial y ofrece 35,000 mil temas de conversación. Lo virtual es una forma de protegerse de lo real que no marcha bien, que nos hace daño, frente al que uno se siente impotente.
Al facilitar la comunicación, las nuevas tecnologías producen paradójicamente soledad. En los hogares, los miembros de las familia viven cada vez más separados entre sí, cada uno se aisla en su propio espacio, frente a sus prótesis tecnológicas (teléfono, computadora y videojuegos), hay cada vez menos comidas en común.
Antes en cualquier lugar público se podía entablar una conversación con el otro, había conversaciones espontáneas con desconocidos, sin riesgos de nada. Ahora todo el mundo lleva sus auriculares puestos. Los jóvenes escuchan tan fuerte su música que todo el mundo puede escuchar los ruidos que salen por los audífonos. El resultado es toda una algarabía sin una sola conversación.
De ahora en adelante, el lujo del individuo es el vacío: vacío de sonidos, de informaciones, de imágenes. Uno sueña con retirarse de todas la interferencias que produce la tecnología moderna, con un poder desconectarse de los aparatos. En cambio otros, al contrario, caen en la trampa de la "ciberdependencia".
martes, 9 de febrero de 2010
La ilusión de que no se está solo.
En una sociedad posmoderna basada en la comunicación virtual, parece algo normal buscar relaciones en la Internet. En efecto en la vida real, existen cada vez menos lugares físicos de intercambio social, y, por tanto, de encuentros casuales.
En las grandes ciudades, la gente vive y trabaja muy próximas a otras personas, pero no se tocan, ni conversan, ni se encuentran nunca. Por eso si se desea salir de la red familiar o amistosa que posee cada quien, no queda más alternativa que la Internet.
La soledad no siempre se percibe como tal, porque puede quedar enmascarada por los encuentros, la agitación y las ocupaciones profesionales. Algunas personas , al no soportar el silencio,lo llenan con la radio o la televisión, porque necesitan ese "murmullo" para sentirse acompañados con el ruido.
Son los mismos individuos que, a continuación, telefonearán a alguien o encenderán su computadora para "chatear" toda la noche. Hay un exceso de información que circulan por el aire, para ello existen miles de personas que necesitan recibir noticias en tiempo real en su teléfono móvil. Para ellos , un día sin noticias es algo inconcebible. las informaciones son cada vez más abundantes pero más fraccionadas.
Hay que concentrarlo todo, sobre todo el pensamiento. Por ejemplo, en los debates televisivos, los invitados son instruidos antes para que den respuestas cortas, nunca pueden desarrollar una idea completa, siempre son fracciones de ideas nada más.
En una encuesta reciente se pudo comprobar que los adolescentes pasan un promedio de cuatro horas y media frente a la pantalla , ya fuera la televisión, una computadora o una consola de videojuegos. Se encierran largas horas en su habitación, pero no se sienten solos, porque están !conectados¡. Tienen la sensaciónde estar conectados con el mundo entero: a través de los chats, pueden dar su punto de vista, mostrar sus fotos, difundir sus sonidos, su música...
La sociedad se empeña en hacernos creer que nuestro sentimiento de soledad proviene de un déficit de comunicación y que podríamos engañar a la soledad llenándonos de información, de música, de consumo compulsivo, etc. Nuestra mente se diluye en la sobreinformación, y perdemos todo espíritu crítico y cualquier tipo de sensibilidad hacia el otro. Creemos que nos comunicamos mucho, pero la mayoría de las veces sólo lo hacemos de un modo rápido y superficial. Ahora bien, un intercambio profundo requiere su tiempo.
La mayoría de las veces, no se trata de verdaderas conversaciones entre las personas que viven en el mundo virtual de la comunicación, sino de un simple comentario sobre lo que están haciendo: no están en comunicación con el otro, sino consigo mismos. Cuando no hablan por teléfono móvil, escuchan música, sobre todo los jovencitos.
Las conversaciones o sus simulacros de ellas, a través del teléfono móvil, son regularmente puras superficialidades, cosas vanas e intrascendencias. Los fóbicos sociales, por ejemplo, que temen la relación cara a cara con el otro, pueden, por medio de los chats, hacerse la ilusión de comunicarse sin sentirse amenazados.
Las quimeras de lo virtual nos ponen frente a frente a la Internet con gran entusiasmo. En teoría todo el mundo se puede comunicar con todo el mundo, y esta comunicación funciona cada vez más sobre una base emocional, una pseudointimidad, lo que nos coloca en una posición de transparencia angustiosa y nos vuelve extremadamente sensibles a los comentarios del exterior.
A causa del alejamiento de las relaciones, se ha desarrollado una falsa intimidad, bajo la forma de un exhibicionismo afectivo y confesiones compulsivas para sugerir una proximidad: hay que decirse todo y muy rápido; cuanto menos se conoce al otro, más confidencias se hacen.
En las grandes ciudades, la gente vive y trabaja muy próximas a otras personas, pero no se tocan, ni conversan, ni se encuentran nunca. Por eso si se desea salir de la red familiar o amistosa que posee cada quien, no queda más alternativa que la Internet.
La soledad no siempre se percibe como tal, porque puede quedar enmascarada por los encuentros, la agitación y las ocupaciones profesionales. Algunas personas , al no soportar el silencio,lo llenan con la radio o la televisión, porque necesitan ese "murmullo" para sentirse acompañados con el ruido.
Son los mismos individuos que, a continuación, telefonearán a alguien o encenderán su computadora para "chatear" toda la noche. Hay un exceso de información que circulan por el aire, para ello existen miles de personas que necesitan recibir noticias en tiempo real en su teléfono móvil. Para ellos , un día sin noticias es algo inconcebible. las informaciones son cada vez más abundantes pero más fraccionadas.
Hay que concentrarlo todo, sobre todo el pensamiento. Por ejemplo, en los debates televisivos, los invitados son instruidos antes para que den respuestas cortas, nunca pueden desarrollar una idea completa, siempre son fracciones de ideas nada más.
En una encuesta reciente se pudo comprobar que los adolescentes pasan un promedio de cuatro horas y media frente a la pantalla , ya fuera la televisión, una computadora o una consola de videojuegos. Se encierran largas horas en su habitación, pero no se sienten solos, porque están !conectados¡. Tienen la sensaciónde estar conectados con el mundo entero: a través de los chats, pueden dar su punto de vista, mostrar sus fotos, difundir sus sonidos, su música...
La sociedad se empeña en hacernos creer que nuestro sentimiento de soledad proviene de un déficit de comunicación y que podríamos engañar a la soledad llenándonos de información, de música, de consumo compulsivo, etc. Nuestra mente se diluye en la sobreinformación, y perdemos todo espíritu crítico y cualquier tipo de sensibilidad hacia el otro. Creemos que nos comunicamos mucho, pero la mayoría de las veces sólo lo hacemos de un modo rápido y superficial. Ahora bien, un intercambio profundo requiere su tiempo.
La mayoría de las veces, no se trata de verdaderas conversaciones entre las personas que viven en el mundo virtual de la comunicación, sino de un simple comentario sobre lo que están haciendo: no están en comunicación con el otro, sino consigo mismos. Cuando no hablan por teléfono móvil, escuchan música, sobre todo los jovencitos.
Las conversaciones o sus simulacros de ellas, a través del teléfono móvil, son regularmente puras superficialidades, cosas vanas e intrascendencias. Los fóbicos sociales, por ejemplo, que temen la relación cara a cara con el otro, pueden, por medio de los chats, hacerse la ilusión de comunicarse sin sentirse amenazados.
Las quimeras de lo virtual nos ponen frente a frente a la Internet con gran entusiasmo. En teoría todo el mundo se puede comunicar con todo el mundo, y esta comunicación funciona cada vez más sobre una base emocional, una pseudointimidad, lo que nos coloca en una posición de transparencia angustiosa y nos vuelve extremadamente sensibles a los comentarios del exterior.
A causa del alejamiento de las relaciones, se ha desarrollado una falsa intimidad, bajo la forma de un exhibicionismo afectivo y confesiones compulsivas para sugerir una proximidad: hay que decirse todo y muy rápido; cuanto menos se conoce al otro, más confidencias se hacen.
Último día de San Valentín.
El año 2010, fue el último día en que se celebró el tradicional festejo de San Valentín, en todo el mundo. Ese dichoso rito dedicada al amor y a la amistad sucumbió estrepitosamente por los suelos.
Así lo consignarían los historiadores mexicanos del año 2090:
"Una ojeada a los libros de historia nos muestra que en el año 2010 se celebró por última vez el así llamado Día de San Valentín. La idea de dedicar un día de fiesta nacional al amor cayó en después en descrédito. Se volvió anacrónica, remitió a tiempos en los que la vida cotidiana de la gente estaba dominada por la sexualidad, las drogas y el rock.
Algunos diputados del PRD habían protestado con anterioridad contra esa celebración. A finales del 2009, algunos diputados del PAN propusieron cortar los subsidios federales a todos los museos que expusieran públicamente , bajo el seudónimo de CUPIDOS, imágenes de niños desnudos. Cuando el conflicto social se agravó, algunas asociaciones de padres católicos demandaron a los Samborn´s para que solamente vendieran tarjetas de San Valentín a gente casada.
Lo que decidió el asunto de suspender la fiesta de San Valentín, fue un informe del gobierno federal, en el que se afirma lo siguiente: El amor causó lo que los expertos llaman una decadencia de la conciencia. En aquellos años que marcaban el inicio del siglo XXI, el término de decadencia de la conciencia, tenía un significado muy claro: el amor era una droga, y la gente abusaba de él.
Los síntomas eran evidentes, omnipresentes y alarmantes. Según el mentado informe gubernamental, los amantes no tenían únicamente dificultades para concentrarse. Estaban realmente locos, soñaban durante el día, andaban por ahí cegados de amor; todo eso eran comportamientos extraños que llamaron la atención de la ciencia. Muchos perdían el apetito, su pulso se aceleraba, tenían la mirada perdida y una sonrisa sin causa aparente.
Las consecuencias de este abuso del amor para la salud pública eran inquietantes, además tenía impacto en la economía nacional. Las pérdidas de productividad por este caos normal del amor superaba con mucho el presupuesto asignado a la educación.
Según los informes de los historiadores de la lengua, antes del año 2000, el amor tenía el significado de un sustantivo o de un verbo. Después aparecía cada vez más como atributo y en combinaciones como sujeto al amor o enfermo de amor. Los enamorados empezaron a describir su estado como una dependencia. Efectivamente el amor produce dependencia, peor aún, codependencia.
A principios del siglo XXI se hizo cada vez más normal contestar a la pregunta de ¿Quién es usted? con el nombre, género y el tipo de terapia de amor que se seguía: Hola, soy Patricia, y casi estoy desenamorada. Ya entrado el siglo XXI, se habían reunido millones de personas en grupos de autoayuda, subvencionados por el gobierno federal.
La consigna de todos esos grupos de autoayuda fue ABSTINENCIA como meta individual y de pareja.
Se pidió a todas las empresas públicas y privadas que aplicaran a los solicitantes de empleo un TEST DEL AMOR. Algunas fundaciones importantes, como TELMEX, financiaron programas para enseñar a la gente a cómo poder vivir sin el otro. A los profesores de secundaria se les pedía hablar a sus estudiantes de los peligros y riesgos del amor. Romero y Julieta desapareció de las librerías. En esa atmósfera ya no se podía tolerar más un día de San Valentín.
Hoy que estamos a punto de finalizar el siglo XXI, hay personas que se abrazan y juntan sus cabezas, pero eso ocurre en el marco de una sesión de ejercicios de gimnasia, solamente. Aunque no se puede estar seguro que no habrá recaídas, se puede afirmar que en la era posvalentiniana casi hemos conseguido el gran objetivo de vivir de un modo racional. Debemos a la valentía y a la resolución de nuestros antepasados de principios del siglo XXI que hoy podamos vivir en una sociedad cada vez más libre del amor."
Así lo consignarían los historiadores mexicanos del año 2090:
"Una ojeada a los libros de historia nos muestra que en el año 2010 se celebró por última vez el así llamado Día de San Valentín. La idea de dedicar un día de fiesta nacional al amor cayó en después en descrédito. Se volvió anacrónica, remitió a tiempos en los que la vida cotidiana de la gente estaba dominada por la sexualidad, las drogas y el rock.
Algunos diputados del PRD habían protestado con anterioridad contra esa celebración. A finales del 2009, algunos diputados del PAN propusieron cortar los subsidios federales a todos los museos que expusieran públicamente , bajo el seudónimo de CUPIDOS, imágenes de niños desnudos. Cuando el conflicto social se agravó, algunas asociaciones de padres católicos demandaron a los Samborn´s para que solamente vendieran tarjetas de San Valentín a gente casada.
Lo que decidió el asunto de suspender la fiesta de San Valentín, fue un informe del gobierno federal, en el que se afirma lo siguiente: El amor causó lo que los expertos llaman una decadencia de la conciencia. En aquellos años que marcaban el inicio del siglo XXI, el término de decadencia de la conciencia, tenía un significado muy claro: el amor era una droga, y la gente abusaba de él.
Los síntomas eran evidentes, omnipresentes y alarmantes. Según el mentado informe gubernamental, los amantes no tenían únicamente dificultades para concentrarse. Estaban realmente locos, soñaban durante el día, andaban por ahí cegados de amor; todo eso eran comportamientos extraños que llamaron la atención de la ciencia. Muchos perdían el apetito, su pulso se aceleraba, tenían la mirada perdida y una sonrisa sin causa aparente.
Las consecuencias de este abuso del amor para la salud pública eran inquietantes, además tenía impacto en la economía nacional. Las pérdidas de productividad por este caos normal del amor superaba con mucho el presupuesto asignado a la educación.
Según los informes de los historiadores de la lengua, antes del año 2000, el amor tenía el significado de un sustantivo o de un verbo. Después aparecía cada vez más como atributo y en combinaciones como sujeto al amor o enfermo de amor. Los enamorados empezaron a describir su estado como una dependencia. Efectivamente el amor produce dependencia, peor aún, codependencia.
A principios del siglo XXI se hizo cada vez más normal contestar a la pregunta de ¿Quién es usted? con el nombre, género y el tipo de terapia de amor que se seguía: Hola, soy Patricia, y casi estoy desenamorada. Ya entrado el siglo XXI, se habían reunido millones de personas en grupos de autoayuda, subvencionados por el gobierno federal.
La consigna de todos esos grupos de autoayuda fue ABSTINENCIA como meta individual y de pareja.
Se pidió a todas las empresas públicas y privadas que aplicaran a los solicitantes de empleo un TEST DEL AMOR. Algunas fundaciones importantes, como TELMEX, financiaron programas para enseñar a la gente a cómo poder vivir sin el otro. A los profesores de secundaria se les pedía hablar a sus estudiantes de los peligros y riesgos del amor. Romero y Julieta desapareció de las librerías. En esa atmósfera ya no se podía tolerar más un día de San Valentín.
Hoy que estamos a punto de finalizar el siglo XXI, hay personas que se abrazan y juntan sus cabezas, pero eso ocurre en el marco de una sesión de ejercicios de gimnasia, solamente. Aunque no se puede estar seguro que no habrá recaídas, se puede afirmar que en la era posvalentiniana casi hemos conseguido el gran objetivo de vivir de un modo racional. Debemos a la valentía y a la resolución de nuestros antepasados de principios del siglo XXI que hoy podamos vivir en una sociedad cada vez más libre del amor."
lunes, 8 de febrero de 2010
Fábrica de soledades.
Las empresas publicas y privadas, privilegian la individualización a la hora de evaluar, por lo que se han destruidos la solidaridad y la convivencia. Si uno se hunde, nadie hace nada por salvarlo. El entorno laboral prefiere a menudo ponerse al lado del más fuerte y tomar partido por la autoridad, sabiendo que en el fondo hay injusticia.
El empleado vive acosado y pierde la confianza en sí mismo y acaba desconfiando de todo el mundo. El individuo desestabilizado acaba por dudar de sus competencias personales y de sus habilidades,a veces hasta de su salud mental. (¿Me estaré volviendo loco?)
Un testimonio al respecto:
"Me siento cansado y desengañado. Para disimular su vacío se ha entregado a actividades sociales y caritativas, pero es consciente de que solo son remiendos a su vida, simples parches. Lo que le falta es un reconocimiento profesional. Dice tener miedo del vacío, de la carencia afectiva e intelectual. A veces tiene ganas de dejarlo todo, de renunciar y buscar otra cosa qué hacer, e, incluso, dejar de ver a sus amigos y conocidos".
Por si fuera poco lo que significan las nuevas estructuras laborale, el trabajo está repartido de manera desigual: están los excluidos del trabajo que tienen mucho tiempo libre, y los que trabajan demasiado y ya no tienen tiempo para la vida privada.
Una paciente dice al respecto:
"Mi papel laboral me aisla. Siempre se me pide más y cada vez doy más. como soy un soldadito disciplinado, aumento día a día mi capacidad de trabajo y mis competencias, en ese sentido soy irreprochable ante los ojos de mis jefes. Al trabajar demasiado, mitigo mi falta de confianza en mí misma en todos los demás ámbitos, porque en la relación con el otro, ya sea de amistad o amorosa, nunca tuve ganas de ir más lejos, me conforme con poquito".
El sentimiento de soledad de los asalariados, en particular de los "cincuentones", proviene de una pérdida de confianza en el porvenir y de un sentimiento de vacío interior. En efecto, un individuo, para realizarse, tiene necesidad de vínculos afectivos, pero también de una suficiente consideración social.
Una paciente se queja:
"Tengo el sentimiento de no existir en tanto que persona con sus debilidades y fortalezas. En el trabajo se me utiliza como peón destinada a producir cada vez más, en casa se me considera una máquina de hacer billetes para mis hijos y un objeto sexual para mi esposo".
Algunas empresas tomaron conciencia de la falta de cohesión entre sus empleadosy, para ponerle remedio a esa situación, inventarn cierto tipo de reuniones sociales y festivas para unir a todos. Pero los empleados desconfían de este tipo de agasajos y festejos rituales, y a veces se niegan a participar en ellos.
El empleado vive acosado y pierde la confianza en sí mismo y acaba desconfiando de todo el mundo. El individuo desestabilizado acaba por dudar de sus competencias personales y de sus habilidades,a veces hasta de su salud mental. (¿Me estaré volviendo loco?)
Un testimonio al respecto:
"Me siento cansado y desengañado. Para disimular su vacío se ha entregado a actividades sociales y caritativas, pero es consciente de que solo son remiendos a su vida, simples parches. Lo que le falta es un reconocimiento profesional. Dice tener miedo del vacío, de la carencia afectiva e intelectual. A veces tiene ganas de dejarlo todo, de renunciar y buscar otra cosa qué hacer, e, incluso, dejar de ver a sus amigos y conocidos".
Por si fuera poco lo que significan las nuevas estructuras laborale, el trabajo está repartido de manera desigual: están los excluidos del trabajo que tienen mucho tiempo libre, y los que trabajan demasiado y ya no tienen tiempo para la vida privada.
Una paciente dice al respecto:
"Mi papel laboral me aisla. Siempre se me pide más y cada vez doy más. como soy un soldadito disciplinado, aumento día a día mi capacidad de trabajo y mis competencias, en ese sentido soy irreprochable ante los ojos de mis jefes. Al trabajar demasiado, mitigo mi falta de confianza en mí misma en todos los demás ámbitos, porque en la relación con el otro, ya sea de amistad o amorosa, nunca tuve ganas de ir más lejos, me conforme con poquito".
El sentimiento de soledad de los asalariados, en particular de los "cincuentones", proviene de una pérdida de confianza en el porvenir y de un sentimiento de vacío interior. En efecto, un individuo, para realizarse, tiene necesidad de vínculos afectivos, pero también de una suficiente consideración social.
Una paciente se queja:
"Tengo el sentimiento de no existir en tanto que persona con sus debilidades y fortalezas. En el trabajo se me utiliza como peón destinada a producir cada vez más, en casa se me considera una máquina de hacer billetes para mis hijos y un objeto sexual para mi esposo".
Algunas empresas tomaron conciencia de la falta de cohesión entre sus empleadosy, para ponerle remedio a esa situación, inventarn cierto tipo de reuniones sociales y festivas para unir a todos. Pero los empleados desconfían de este tipo de agasajos y festejos rituales, y a veces se niegan a participar en ellos.
domingo, 7 de febrero de 2010
El trabajo produce soledad.
Desafortunadamente, la nueva organización del trabajo produce todavía más soledad. Aun cuando no se pueda generalizar el hecho, la tendencia general va hacia la fragmentación de los colectivos de trabajo, y los espacios libres que existían antes (pausas para tomar café durante la jornada laboral) se restringen al máximo o simplemente se abolieron.
En las organizaciones laborales no existe el concepto de "tiempos muertos", considerados como tiempo perdido, fueron suprimidos en aras de la productividad empresarial. Todo está concentrado, se llena cualquier vacío. En el siglo pasado, los contactos entre diversas oficinas de la empresa daba espacio a la conversación entre los empleados, actualmente nose permite la comunicación personal entre ellos, basta enviar un e-mail para solicitar información a las diversas áreas de la empresa.
Lo anterior anula por completo el elemento humano y la comunicación, aunque el trabajo se realiza en espacios abiertos (open space), una especie de compartimientos individuales, como "caballerizas" o peor aun como "chiqueros", da la sensación que todos trabajan colectivamente pero en ellos uno se puede sentir completamente solo.
Los ritmos de trabajo se han intensificado, se pasa de una actividad a otra, con una sensación de URGENCIA permanente. Por temor a ser despedido, todo el mundo se agota para intentar ajustarse a lo que sus jefes esperan de él.
la intensificación del trabajo, marcadopor el reforzamient de las exigencias de ritmo y el aumento de la carga mental, ha creado un sentimiento de fatiga generalizado, y el individuo debilitado pierde sus ilusiones, se desmotiva y se vuelve cada vez más solitario. Además los bajos salarios devengados por extensas y extenuantes jornadas diarias, mutila la creatividad de los empleados. Cada vez se exige que se haga más por menos.
Demos paso a dos testimonios de pacientes que hablan al respecto del trabajo:
"Al ser soltera, invertí todo en mi trabajo. Cuando se carece de marido, de hijos, de familia, el trabajo e proporciona una pertenencia social. A veces tengo la idea un poco loca de que si me sucediera algo, siempre habría al menos un jefe que se preocuparía por mi. A través de mi trabajo, existo verdaderamente. para mi, la prioridad es la seguridad económica ligada al trabajo, porque ningún hombre da seguridad".
"Como en la oficina se me reconocen grandes capacidades, soy muy competente en términos de productividad, debo dar cada vez más de mi tiempo y esfuerzo. Desde luego, eso hace que uno se valore, que uno se crea indispensable, pero si bajo el ritmo se me reprende severamente. Es una trampa la que vivimos los empleados; si no seguimos ese ritmo desenfrenado , se nos descalifica por "flojos". Trabajar menos sin poner en peligro mi trabajo es algo imposible de pensar".
Aun más que las condiciones de trabajo mismas, las relaciones entre las personas son con frecuencia fuente de aislamiento y de sentimiento de soledad. Las nuevas prácticas empresariales producen una pérdida de referentes colectivos que producen frustración y sufrimiento, y sobre todo, sea cual sea el nivel jerárquico, una inquietud con respecto a la estabilidad del propio puesto: la soledad se incrementa en tanto que, ahora, cada uno tiene que velar por sí mismo; los compañeros de trabajo son menos camaradas que rivales, porque todos saben que, en caso de una reducción de personal , sólo se mantendrán aquellos que "parezcan" más productivos.
El miedo natural al desempleo y la exclusión es tal que muchos están dispuestos a eliminar al compañero de trabajo que se convierte en un rival peligroso y se acaba por desconfiar de todo el mundo. Ante actitudes de rechazo o persecusión, no existe ninguna solidaridad entre los compañeros de trabajo y, por temor a perder el empleo, cada cual se protege lo mejor que puede.
En las organizaciones laborales no existe el concepto de "tiempos muertos", considerados como tiempo perdido, fueron suprimidos en aras de la productividad empresarial. Todo está concentrado, se llena cualquier vacío. En el siglo pasado, los contactos entre diversas oficinas de la empresa daba espacio a la conversación entre los empleados, actualmente nose permite la comunicación personal entre ellos, basta enviar un e-mail para solicitar información a las diversas áreas de la empresa.
Lo anterior anula por completo el elemento humano y la comunicación, aunque el trabajo se realiza en espacios abiertos (open space), una especie de compartimientos individuales, como "caballerizas" o peor aun como "chiqueros", da la sensación que todos trabajan colectivamente pero en ellos uno se puede sentir completamente solo.
Los ritmos de trabajo se han intensificado, se pasa de una actividad a otra, con una sensación de URGENCIA permanente. Por temor a ser despedido, todo el mundo se agota para intentar ajustarse a lo que sus jefes esperan de él.
la intensificación del trabajo, marcadopor el reforzamient de las exigencias de ritmo y el aumento de la carga mental, ha creado un sentimiento de fatiga generalizado, y el individuo debilitado pierde sus ilusiones, se desmotiva y se vuelve cada vez más solitario. Además los bajos salarios devengados por extensas y extenuantes jornadas diarias, mutila la creatividad de los empleados. Cada vez se exige que se haga más por menos.
Demos paso a dos testimonios de pacientes que hablan al respecto del trabajo:
"Al ser soltera, invertí todo en mi trabajo. Cuando se carece de marido, de hijos, de familia, el trabajo e proporciona una pertenencia social. A veces tengo la idea un poco loca de que si me sucediera algo, siempre habría al menos un jefe que se preocuparía por mi. A través de mi trabajo, existo verdaderamente. para mi, la prioridad es la seguridad económica ligada al trabajo, porque ningún hombre da seguridad".
"Como en la oficina se me reconocen grandes capacidades, soy muy competente en términos de productividad, debo dar cada vez más de mi tiempo y esfuerzo. Desde luego, eso hace que uno se valore, que uno se crea indispensable, pero si bajo el ritmo se me reprende severamente. Es una trampa la que vivimos los empleados; si no seguimos ese ritmo desenfrenado , se nos descalifica por "flojos". Trabajar menos sin poner en peligro mi trabajo es algo imposible de pensar".
Aun más que las condiciones de trabajo mismas, las relaciones entre las personas son con frecuencia fuente de aislamiento y de sentimiento de soledad. Las nuevas prácticas empresariales producen una pérdida de referentes colectivos que producen frustración y sufrimiento, y sobre todo, sea cual sea el nivel jerárquico, una inquietud con respecto a la estabilidad del propio puesto: la soledad se incrementa en tanto que, ahora, cada uno tiene que velar por sí mismo; los compañeros de trabajo son menos camaradas que rivales, porque todos saben que, en caso de una reducción de personal , sólo se mantendrán aquellos que "parezcan" más productivos.
El miedo natural al desempleo y la exclusión es tal que muchos están dispuestos a eliminar al compañero de trabajo que se convierte en un rival peligroso y se acaba por desconfiar de todo el mundo. Ante actitudes de rechazo o persecusión, no existe ninguna solidaridad entre los compañeros de trabajo y, por temor a perder el empleo, cada cual se protege lo mejor que puede.
sábado, 6 de febrero de 2010
México: la otra tragedia.
Fueron suficientes dos días contínuas de fuertes lluvias para comprobar la ineficiencia del sistema hidráulico mexicano. La catástrofe es incalculable, miles de hectáreas de cultivo anegadas, miles y miles de personas han perdido sus viviendas, la infraestructura urbana de distintas ciudades de Michoacán, Estado de México y del Distrito Federal, ha quedado seriamente afectada.
Ahora toca quitar la mirada sobre Haití y posarla sobre la república mexicana y volcar la ayuda humanitaria hacia los compatriotas danmificados por la inundación.
La naturaleza se vuelve a ensañar sobre los más pobres e indefensos como siempre, lo paradójico de esta nueva tragedia, es que lo que ahoga a las víctimas son las aguas negras de los enormes desagues citadinos, a todos los cubre la mierda de todos.
Las pérdidas son totales, nadie salvó sus pertenencias escasas, no hubo tiempo para recuperar papeles importantes o bienes materiales, solo quedaba salvar la vida.
Hay muertos, pocos comparado con Haití, pero son millones de personas afectadas por la inundación, y hay que hacer algo urgentemente por parte de los gobiernos estatales y federal, porque las obras hidráulicas que tuvieron que construirse hace varias decenas de años, no se hicieron y ahí están las consecuencias de esa inoperancia gubernamental.
El diluvio se vino sobre pueblos y ciudades que no pudieron soportar la presión del agua, hasta terminar con ella en el cuello.
Ayudar al prójimo es lo que corresponde hacer ahora, y el prójimo es aquel hermano que nos queda más cerca, basta por ahora de ir ayudar a otros hermanos lejanos.
Ahora toca quitar la mirada sobre Haití y posarla sobre la república mexicana y volcar la ayuda humanitaria hacia los compatriotas danmificados por la inundación.
La naturaleza se vuelve a ensañar sobre los más pobres e indefensos como siempre, lo paradójico de esta nueva tragedia, es que lo que ahoga a las víctimas son las aguas negras de los enormes desagues citadinos, a todos los cubre la mierda de todos.
Las pérdidas son totales, nadie salvó sus pertenencias escasas, no hubo tiempo para recuperar papeles importantes o bienes materiales, solo quedaba salvar la vida.
Hay muertos, pocos comparado con Haití, pero son millones de personas afectadas por la inundación, y hay que hacer algo urgentemente por parte de los gobiernos estatales y federal, porque las obras hidráulicas que tuvieron que construirse hace varias decenas de años, no se hicieron y ahí están las consecuencias de esa inoperancia gubernamental.
El diluvio se vino sobre pueblos y ciudades que no pudieron soportar la presión del agua, hasta terminar con ella en el cuello.
Ayudar al prójimo es lo que corresponde hacer ahora, y el prójimo es aquel hermano que nos queda más cerca, basta por ahora de ir ayudar a otros hermanos lejanos.
Sociedad centrada en lo material.
Existe un aislamiento producido por la sociedad moderna, este es un hecho innegable.
El individualismo que pregona la sociedad como un valor supremo, lleva aparejado una inseguridad en todos los terrenos de la vida misma. La degradación de las condiciones de trabajo y el empobrecimiento de la vida social conducen a desconfiar de uno mismo y de los demás, a dudar antes de comprometerse con cualquier cosa.
Nuestra sociedad centra a las personas en los éxitos materiales, la importancia del tener y del consumo, yo PUNTUALIZARÍA que estamos viviendo la era del HIPERCONSUMO Y DEL HIPERNARCISISMO.
Pero la enorme gama de pequeñas y grandes elecciones que tiene que hacer un individuo día a día, la abundancia de información, mucha de ella es pura basura, y la obligación de ser feliz no logra llenar a los individuos que más bien se muestran decepcionados, frustrados y desencantados con su sociedad.
Algunos pensarán que la INTERNET y las miles de páginas para encontrar pareja vendrían a resolver el problema de la falta de vínculos, y resulta que tampoco ahí se encuentra la respuesta soñada.
La soledad es a veces, desde luego, penosa y desesperada, pero igual puede aportar momentos ricos de los que podemos extraer energía, vitalidad e inspiración.
Es importante aprender a vivir en comunidad, somos gregarios por naturaleza, pero es también indispensable aprender a vivir solo, que cada uno pueda encontrar en la soledad un espacio de reposo y de regeneración: aceptar una soledad relativa es también procurarse los medios para escapar a la futilidad y la superficialidad de un mundo HIPERNARCISISTA.
Inevitablemente, las nuevas generaciones estarán cada vez más solas. sin embargo, los vínculos sociales no desaparecen, sino únicamente se transforman.
ya la pareja no es el único sitio para invertir en lo afectivo, porque se puede estar igualmente unido a los otros de diferentes maneras: pequeños grupos asociativos no tradicionales (grupos para bailar, cocinar o viajar), intensas camaraderías, amistades calurosas y solidaridad de proximidad.
En toda esta historia de las NUEVAS SOLEDADES, las mujeres y los hombres batallan por acoplarse a la nueva era, siendo las mujeres quienes salen mejor libradas en este tratar de adaptarse a lo nuevo, los hombres se han pasmado y miran incrédulos a su alrededor como se desmorona el mundo tradicional y patriarcal de miles de años.
El individualismo que pregona la sociedad como un valor supremo, lleva aparejado una inseguridad en todos los terrenos de la vida misma. La degradación de las condiciones de trabajo y el empobrecimiento de la vida social conducen a desconfiar de uno mismo y de los demás, a dudar antes de comprometerse con cualquier cosa.
Nuestra sociedad centra a las personas en los éxitos materiales, la importancia del tener y del consumo, yo PUNTUALIZARÍA que estamos viviendo la era del HIPERCONSUMO Y DEL HIPERNARCISISMO.
Pero la enorme gama de pequeñas y grandes elecciones que tiene que hacer un individuo día a día, la abundancia de información, mucha de ella es pura basura, y la obligación de ser feliz no logra llenar a los individuos que más bien se muestran decepcionados, frustrados y desencantados con su sociedad.
Algunos pensarán que la INTERNET y las miles de páginas para encontrar pareja vendrían a resolver el problema de la falta de vínculos, y resulta que tampoco ahí se encuentra la respuesta soñada.
La soledad es a veces, desde luego, penosa y desesperada, pero igual puede aportar momentos ricos de los que podemos extraer energía, vitalidad e inspiración.
Es importante aprender a vivir en comunidad, somos gregarios por naturaleza, pero es también indispensable aprender a vivir solo, que cada uno pueda encontrar en la soledad un espacio de reposo y de regeneración: aceptar una soledad relativa es también procurarse los medios para escapar a la futilidad y la superficialidad de un mundo HIPERNARCISISTA.
Inevitablemente, las nuevas generaciones estarán cada vez más solas. sin embargo, los vínculos sociales no desaparecen, sino únicamente se transforman.
ya la pareja no es el único sitio para invertir en lo afectivo, porque se puede estar igualmente unido a los otros de diferentes maneras: pequeños grupos asociativos no tradicionales (grupos para bailar, cocinar o viajar), intensas camaraderías, amistades calurosas y solidaridad de proximidad.
En toda esta historia de las NUEVAS SOLEDADES, las mujeres y los hombres batallan por acoplarse a la nueva era, siendo las mujeres quienes salen mejor libradas en este tratar de adaptarse a lo nuevo, los hombres se han pasmado y miran incrédulos a su alrededor como se desmorona el mundo tradicional y patriarcal de miles de años.
viernes, 5 de febrero de 2010
La proyección de la soledad.
Cuando estamos en presencia de una persona sola, cualquiera de nosotros proyecta su propia percepción de la soledad y se imagina toda clase de cosas alrededor de ese término, y finalmente se termina haciendo un juicio de valor sobre esa persona.
Las personas que nunca han vivido solas son las que tienen una mala imagen de la soledad. Relacionan la soledad y el aislamiento en personas mayores o los excluidos, o con los enamorados rechazados o cortados.
La peor amenaza la profiere un marido enojado, al decirle a su esposa: "Si me dejas, te quedarás sola el resto de tu vida". !Nadie querrá saber de ti¡.
Aun cuando el celibato se ha puesto de "moda", la pareja, oficial o no, sigue siendo la norma. Los medios de comunicación nos han querido mostrar "las nuevas parejas", el amor y las vías fáciles a la felicidad. !Puras patrañas, engañabobos¡ Nunca exhiben las frustraciones a granel que padecen las personas en pareja, porque los vínculos amorosos se han vuelto más complejos, y el número de separaciones y divorcios no deja de crecer exponencialmente.
La autonomía de las mujeres ha implicado un cambio importante en las relaciones hombre/mujer y una precarización de los lazos afectivos.
Actualmente, hombres y mujeres zigzaguean entre su necesidad de amor y su deseo de independencia. Muchas mujeres al momento en que obtuvieron una autonomía financiera y sexual, rechazan sacrificar su independencia a cambio de la comodidad de la vida en pareja.
El efecto de lo anterior se traduce en quer la pareja tradicional desaparece y las nuevas parejas que ocupan su lugar son cada vez menos simbióticas y cada vez más efímeras.
Con el aumento de la esperanza de vida en las sociedades diversas del planeta, el aumento de los divorcios y las separaciones, y las elecciones de vida que se toman cada vez más en forma individual, todo el mundo está, ha estado o estará solo.
En una misma existencia individual, tendremos períodos de encuentros centrados fundamentalmente en la sexualidad, períodos en pareja de convivencia, que se alternarán con períodos de soledad, y luego relaciones amorosas a distancia, y sin duda otra vez la soledad.
Las personas que nunca han vivido solas son las que tienen una mala imagen de la soledad. Relacionan la soledad y el aislamiento en personas mayores o los excluidos, o con los enamorados rechazados o cortados.
La peor amenaza la profiere un marido enojado, al decirle a su esposa: "Si me dejas, te quedarás sola el resto de tu vida". !Nadie querrá saber de ti¡.
Aun cuando el celibato se ha puesto de "moda", la pareja, oficial o no, sigue siendo la norma. Los medios de comunicación nos han querido mostrar "las nuevas parejas", el amor y las vías fáciles a la felicidad. !Puras patrañas, engañabobos¡ Nunca exhiben las frustraciones a granel que padecen las personas en pareja, porque los vínculos amorosos se han vuelto más complejos, y el número de separaciones y divorcios no deja de crecer exponencialmente.
La autonomía de las mujeres ha implicado un cambio importante en las relaciones hombre/mujer y una precarización de los lazos afectivos.
Actualmente, hombres y mujeres zigzaguean entre su necesidad de amor y su deseo de independencia. Muchas mujeres al momento en que obtuvieron una autonomía financiera y sexual, rechazan sacrificar su independencia a cambio de la comodidad de la vida en pareja.
El efecto de lo anterior se traduce en quer la pareja tradicional desaparece y las nuevas parejas que ocupan su lugar son cada vez menos simbióticas y cada vez más efímeras.
Con el aumento de la esperanza de vida en las sociedades diversas del planeta, el aumento de los divorcios y las separaciones, y las elecciones de vida que se toman cada vez más en forma individual, todo el mundo está, ha estado o estará solo.
En una misma existencia individual, tendremos períodos de encuentros centrados fundamentalmente en la sexualidad, períodos en pareja de convivencia, que se alternarán con períodos de soledad, y luego relaciones amorosas a distancia, y sin duda otra vez la soledad.
jueves, 4 de febrero de 2010
Todos somos solitarios.
En esta era caracterizada por las "comunicaciones" es cuando menos se comunican las personas, todos viven una especie de aislamiento fingiendo en que están conectados con el otro.
Observen como en los lugares públicos casi todos están hablando por el celular, ya sea en los aeropuertos, restaurantes, en las escuelas, hasta en las marchas políticas, ¿qué significa todo ello?
En lugar de privilegiar el diálogo cara a cara, o el arte de la conversación, los individuos modernos siempre están conectados en un mundo virtual de la comunicación, hablan con el otro pero a distancia, inclusive el e-mail cumple las mismas funciones de impedir la verdadera comunicación.
Todos quieren matar el tiempo, antes que el tiempo los mate a ellos. No quieren reconocer que se encuentran sólos en el mundo, es demasiado angustiante pensar en ello.
Las nuevas soledades surgen en las grandes ciudades, esos grandes conglomerados humanos que viven en el más profundo anonimato, la anomia a que se refería Max Weber, para distinguirla de la comunidad en la cual todos se conocen.
Los lazos sociales de cercanía se han ido perdiendo poco a poco a lo largo del siglo XX, el siglo XXI será diferente a todo lo conocido en la antiguedad; se mantendrá el anonimato de los seres humanos urbanos, habrá más medios de comunicación que no comunican nada, la movilidad geográfica será abrumadora, millones de individuos nacerán en un sitio y vivirán en otro muy lejano de sus raíces; eso se llama la globalización, la abolición de las fronteras culturales.
No cabe duda que el aumento de la soledad es un fenómeno social, típicamente urbano.
Si bien la soledad forma párte de la historia de la humanidad, con el paso del tiempo ha experimentado una profunda transformación. Por exceso o por defecto, la relación con el otro se ha convertido en el tema de preocupación fundamental de nuestra época posmoderna.
Millones de seres humanos tienen un sentimiento doloroso de soledad. Y simultáneamente otras, cada vez más numerosas, optan por vivir solas.
Nos encontramos con un tremenda paradoja: un mismo término remite al mismo tiempo al sufrimiento y a una aspiraciónde paz y libertad. Por un lado, se nos dice que la soledad es uno de los peores males de nuestra sociedad yque hay que crear a cualquier precio vínculos y comunicación; y por el otro, se nos predica la autonomía.
No obstante, a pesar del enorme individualismo de nuestros contemporáneos, la soledad sigue arrastrando una imagen negativa, que ignora la importancia d ela interioridad. Se considera que permanecer solo es una especie de consecuencia de un fracaso social. Pero si alguien opta voluntariamente por vivir solo, se le percibe como un desdichado, pobrecito(a)...
Observen como en los lugares públicos casi todos están hablando por el celular, ya sea en los aeropuertos, restaurantes, en las escuelas, hasta en las marchas políticas, ¿qué significa todo ello?
En lugar de privilegiar el diálogo cara a cara, o el arte de la conversación, los individuos modernos siempre están conectados en un mundo virtual de la comunicación, hablan con el otro pero a distancia, inclusive el e-mail cumple las mismas funciones de impedir la verdadera comunicación.
Todos quieren matar el tiempo, antes que el tiempo los mate a ellos. No quieren reconocer que se encuentran sólos en el mundo, es demasiado angustiante pensar en ello.
Las nuevas soledades surgen en las grandes ciudades, esos grandes conglomerados humanos que viven en el más profundo anonimato, la anomia a que se refería Max Weber, para distinguirla de la comunidad en la cual todos se conocen.
Los lazos sociales de cercanía se han ido perdiendo poco a poco a lo largo del siglo XX, el siglo XXI será diferente a todo lo conocido en la antiguedad; se mantendrá el anonimato de los seres humanos urbanos, habrá más medios de comunicación que no comunican nada, la movilidad geográfica será abrumadora, millones de individuos nacerán en un sitio y vivirán en otro muy lejano de sus raíces; eso se llama la globalización, la abolición de las fronteras culturales.
No cabe duda que el aumento de la soledad es un fenómeno social, típicamente urbano.
Si bien la soledad forma párte de la historia de la humanidad, con el paso del tiempo ha experimentado una profunda transformación. Por exceso o por defecto, la relación con el otro se ha convertido en el tema de preocupación fundamental de nuestra época posmoderna.
Millones de seres humanos tienen un sentimiento doloroso de soledad. Y simultáneamente otras, cada vez más numerosas, optan por vivir solas.
Nos encontramos con un tremenda paradoja: un mismo término remite al mismo tiempo al sufrimiento y a una aspiraciónde paz y libertad. Por un lado, se nos dice que la soledad es uno de los peores males de nuestra sociedad yque hay que crear a cualquier precio vínculos y comunicación; y por el otro, se nos predica la autonomía.
No obstante, a pesar del enorme individualismo de nuestros contemporáneos, la soledad sigue arrastrando una imagen negativa, que ignora la importancia d ela interioridad. Se considera que permanecer solo es una especie de consecuencia de un fracaso social. Pero si alguien opta voluntariamente por vivir solo, se le percibe como un desdichado, pobrecito(a)...
miércoles, 3 de febrero de 2010
en Terapia
Afirmo que la televisión comercial embrutece la mente, y eso lo he podido comprobar en casi todos los países en donde he rolado por el mundo; la televisión es nefasta.
Sin embargo, ahora que estuve en el Distrito Federal, capital mexicana, pudo ver con regocijo una serie estadunidense en el Canal 22, que es una emisora pública al igual que el Canal 11, donde se tratan asuntos propios de la posmodernidad: la renuncia a la maternidad, el descrédito del matrimonio, la infidelidad, las relaciones homosexuales, el enamoramiento de una joven con un hombre mayor; y finalmente, los conflictos existenciales del psicoanalista disparados por sus pacientes.
La serie se llama: en Terapia. Se trasmite de lunes a viernes de nueve a diez de la noche.
Varias cosas me llamaron la atención en esta serie de televisión, de magnifica factura, la actuación soberbia de los actores y los diálogos entre ellos, y la sobriedad de los espacios donde transcurre la acción psicoanalítica, ya sea donde el protagonista de la serie recibe a sus pacientes, como el lugar donde el terapeuta consulta a una psicoanalista que es su supervisora.
Lo importante de esta era posmoderna es, sin lugar a dudas, la psicologización de la vida diaria. Todo pasa por el tamiz de la psicología y el psicoanálisis. Toda familia clase media que se respete, tiene un psicoanalista de cabecera, como antes se disponia de un médico familiar.
No hay problema social, cultural y familiar que no merezca ser tratado y dirigido por un psicólogo o psicoanalista. Estos personajes son los expertos en hallar soluciones a los problemas individuales y colectivos de estas sociedades modernas. Ni los niños se salvan de pasar por un consultorio de psicología o psicoanálisis, básicamente por que la escuela determina que esa criaturita tiene "problemas" de algún tipo que hace necesaria la intervención del especialista; gracias a los maestros los consultorios están repletos de padres de familia angustiados por no ser "competentes" en la crianza de sus hijos. "Hijo problema, igual a padres problema". dice el refrán moderno de los maestros que diagnostican a los niños con la mano en la cintura.
Me parece que esta serie retrata perfectamente bien, esta necesidad de caer en los divanes de los especialistas a la menor insinuación de que algo falla en la conducta del individuo.
La psicología atraviesa a la sociedad de arriba a abajo y horizontalmente también. Nadie se escapa de ello, quien no consulta sus temores y fobias con un experto está fuera de lugar ante su círculo de amistades.
Finalmente, me identifiqué con el psicoanalista protagonista de la serie, porque exhibe nuestras debilidades y angustias ante pacientes que nos provocan desesperación y rechazo. Siempre queremos demostrar al paciente que somos "ecuánimes" y que nada nos altera la paciencia, cuando en el fondo es todo lo contrario.
Cuando me formé como psicoanalista allá en las postrimerías del siglo pasado, leí un ensayo maravilloso acerca del aburrimiento del psicoanalista ante el discurso repetitivo del paciente, que hace que uno se trague todos los bostezos del mundo, con mucho disimulo.
Aplaudo el que aparezca una serie insólita como es "en Terapia", porque permite asomarse al campo vedado de las sesiones en una especie de voyerismo, del cual todos somos fanáticos; siempre queremos hurgar en los entretelones de la vida de nuestros semejantes.
Si desean ustedes saciar su curiosidad sobre lo que ocurre dentro de un marco terapéutico, está es una oportunidad de oro. Las historias son verídicas en cuanto a que exponen problemas reales de individuos como tú y yo.
Sin embargo, ahora que estuve en el Distrito Federal, capital mexicana, pudo ver con regocijo una serie estadunidense en el Canal 22, que es una emisora pública al igual que el Canal 11, donde se tratan asuntos propios de la posmodernidad: la renuncia a la maternidad, el descrédito del matrimonio, la infidelidad, las relaciones homosexuales, el enamoramiento de una joven con un hombre mayor; y finalmente, los conflictos existenciales del psicoanalista disparados por sus pacientes.
La serie se llama: en Terapia. Se trasmite de lunes a viernes de nueve a diez de la noche.
Varias cosas me llamaron la atención en esta serie de televisión, de magnifica factura, la actuación soberbia de los actores y los diálogos entre ellos, y la sobriedad de los espacios donde transcurre la acción psicoanalítica, ya sea donde el protagonista de la serie recibe a sus pacientes, como el lugar donde el terapeuta consulta a una psicoanalista que es su supervisora.
Lo importante de esta era posmoderna es, sin lugar a dudas, la psicologización de la vida diaria. Todo pasa por el tamiz de la psicología y el psicoanálisis. Toda familia clase media que se respete, tiene un psicoanalista de cabecera, como antes se disponia de un médico familiar.
No hay problema social, cultural y familiar que no merezca ser tratado y dirigido por un psicólogo o psicoanalista. Estos personajes son los expertos en hallar soluciones a los problemas individuales y colectivos de estas sociedades modernas. Ni los niños se salvan de pasar por un consultorio de psicología o psicoanálisis, básicamente por que la escuela determina que esa criaturita tiene "problemas" de algún tipo que hace necesaria la intervención del especialista; gracias a los maestros los consultorios están repletos de padres de familia angustiados por no ser "competentes" en la crianza de sus hijos. "Hijo problema, igual a padres problema". dice el refrán moderno de los maestros que diagnostican a los niños con la mano en la cintura.
Me parece que esta serie retrata perfectamente bien, esta necesidad de caer en los divanes de los especialistas a la menor insinuación de que algo falla en la conducta del individuo.
La psicología atraviesa a la sociedad de arriba a abajo y horizontalmente también. Nadie se escapa de ello, quien no consulta sus temores y fobias con un experto está fuera de lugar ante su círculo de amistades.
Finalmente, me identifiqué con el psicoanalista protagonista de la serie, porque exhibe nuestras debilidades y angustias ante pacientes que nos provocan desesperación y rechazo. Siempre queremos demostrar al paciente que somos "ecuánimes" y que nada nos altera la paciencia, cuando en el fondo es todo lo contrario.
Cuando me formé como psicoanalista allá en las postrimerías del siglo pasado, leí un ensayo maravilloso acerca del aburrimiento del psicoanalista ante el discurso repetitivo del paciente, que hace que uno se trague todos los bostezos del mundo, con mucho disimulo.
Aplaudo el que aparezca una serie insólita como es "en Terapia", porque permite asomarse al campo vedado de las sesiones en una especie de voyerismo, del cual todos somos fanáticos; siempre queremos hurgar en los entretelones de la vida de nuestros semejantes.
Si desean ustedes saciar su curiosidad sobre lo que ocurre dentro de un marco terapéutico, está es una oportunidad de oro. Las historias son verídicas en cuanto a que exponen problemas reales de individuos como tú y yo.
martes, 2 de febrero de 2010
La amistad es la base del amor
Mi estancia en la ciudad de México y en la bella y colonial ciudad de Querétaro, durante la segunda quincena de enero del 2010, me confirmó la importancia de contar con muchos amigos. Mi mayor fortuna es haber logrado crear un grupo numeroso de gente querida, que durante mi larga enfermedad siempre estuvieron al pendiente de mi estado de salud.
Hoy, en Guatemala tengo la posibilidad de construir una red de amigos nuevos, es un reto enorme el tener que partir prácticamente de cero, pero siendo yo un hombre de retos eso me parece sumamente atractivo.
Voy a impartir el taller de AMORES LIQUIDOS, que versa sobre el amor y la pareja en el siglo XXI, dándole un tratamiento sociológico, antropológico y psicoanalítico, para exspliucar la fugacidad de los amores en la era de la posmodernidad.
Este será un punto de encuentro de personas con intereses comunes, las que habrán de discutir y polemizar acerca de este tema de esencia universal.
En este taller expondré la tesis de la amistad como base del amor, ya que cuando eso que llamamos amor desaparece como por arte de magía, el sedimento de esa relación tendría que ser necesariamente la amistad de los dos.
La amistad como el amor se construye todos los días e implica grandes esfuerzos de tiempo, dedicación y paciencia, cosas que nadie quiere pensar en invertir ni un minuto en ellas.
Empezaré a escribir una serie de artículos que servirán de base al taller, esos escritos versarán sobre LAS NUEVAS SOLEDADES.
Lo de hoy consiste en poder manejar la soledad sin caer en la depresión total.
Inicaremos, pués, esta nueva serie de cuestionamientos alrededor de la soledad como algo gratificante y no como un castigo de dios.
Hoy, en Guatemala tengo la posibilidad de construir una red de amigos nuevos, es un reto enorme el tener que partir prácticamente de cero, pero siendo yo un hombre de retos eso me parece sumamente atractivo.
Voy a impartir el taller de AMORES LIQUIDOS, que versa sobre el amor y la pareja en el siglo XXI, dándole un tratamiento sociológico, antropológico y psicoanalítico, para exspliucar la fugacidad de los amores en la era de la posmodernidad.
Este será un punto de encuentro de personas con intereses comunes, las que habrán de discutir y polemizar acerca de este tema de esencia universal.
En este taller expondré la tesis de la amistad como base del amor, ya que cuando eso que llamamos amor desaparece como por arte de magía, el sedimento de esa relación tendría que ser necesariamente la amistad de los dos.
La amistad como el amor se construye todos los días e implica grandes esfuerzos de tiempo, dedicación y paciencia, cosas que nadie quiere pensar en invertir ni un minuto en ellas.
Empezaré a escribir una serie de artículos que servirán de base al taller, esos escritos versarán sobre LAS NUEVAS SOLEDADES.
Lo de hoy consiste en poder manejar la soledad sin caer en la depresión total.
Inicaremos, pués, esta nueva serie de cuestionamientos alrededor de la soledad como algo gratificante y no como un castigo de dios.
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