jueves, 4 de febrero de 2010

Todos somos solitarios.

En esta era caracterizada por las "comunicaciones" es cuando menos se comunican las personas, todos viven una especie de aislamiento fingiendo en que están conectados con el otro.

Observen como en los lugares públicos casi todos están hablando por el celular, ya sea en los aeropuertos, restaurantes, en las escuelas, hasta en las marchas políticas, ¿qué significa todo ello?

En lugar de privilegiar el diálogo cara a cara, o el arte de la conversación, los individuos modernos siempre están conectados en un mundo virtual de la comunicación, hablan con el otro pero a distancia, inclusive el e-mail cumple las mismas funciones de impedir la verdadera comunicación.

Todos quieren matar el tiempo, antes que el tiempo los mate a ellos. No quieren reconocer que se encuentran sólos en el mundo, es demasiado angustiante pensar en ello.

Las nuevas soledades surgen en las grandes ciudades, esos grandes conglomerados humanos que viven en el más profundo anonimato, la anomia a que se refería Max Weber, para distinguirla de la comunidad en la cual todos se conocen.

Los lazos sociales de cercanía se han ido perdiendo poco a poco a lo largo del siglo XX, el siglo XXI será diferente a todo lo conocido en la antiguedad; se mantendrá el anonimato de los seres humanos urbanos, habrá más medios de comunicación que no comunican nada, la movilidad geográfica será abrumadora, millones de individuos nacerán en un sitio y vivirán en otro muy lejano de sus raíces; eso se llama la globalización, la abolición de las fronteras culturales.

No cabe duda que el aumento de la soledad es un fenómeno social, típicamente urbano.
Si bien la soledad forma párte de la historia de la humanidad, con el paso del tiempo ha experimentado una profunda transformación. Por exceso o por defecto, la relación con el otro se ha convertido en el tema de preocupación fundamental de nuestra época posmoderna.

Millones de seres humanos tienen un sentimiento doloroso de soledad. Y simultáneamente otras, cada vez más numerosas, optan por vivir solas.

Nos encontramos con un tremenda paradoja: un mismo término remite al mismo tiempo al sufrimiento y a una aspiraciónde paz y libertad. Por un lado, se nos dice que la soledad es uno de los peores males de nuestra sociedad yque hay que crear a cualquier precio vínculos y comunicación; y por el otro, se nos predica la autonomía.

No obstante, a pesar del enorme individualismo de nuestros contemporáneos, la soledad sigue arrastrando una imagen negativa, que ignora la importancia d ela interioridad. Se considera que permanecer solo es una especie de consecuencia de un fracaso social. Pero si alguien opta voluntariamente por vivir solo, se le percibe como un desdichado, pobrecito(a)...

No hay comentarios:

Publicar un comentario