El mundo de las soledades es diverso, y las fronteras entre sus diferentes modalidades son elásticas. Bajo el término de soledad se esconden realidades muy variadas: las de los solitarios, jóvenes solteros, separados, divorciados o viudos; pero también los que viven en el seno de una familia, en el trabajo o en una muchedumbre.
También viviendo en pareja se puede estar solo y esto es peor que vivir realmente solo. Cuando se habla de soledad, no se percibe más que la viviencia dolorosa de quien lo padece. También se píensa en los lamentos de quienes, a causa de un carácter patológico, construyen su propio aislamiento, ya sea por falta de confianza en sí mismos o el sentimiento de no ser reconocidos o amados, o bien por una actitud de orgullo, de superioridad que produce un distanciamiento con los demás.
O incluso la inhibición o el repliegue sobre sí mismo del que uno se lamenta, pero al que finalmente se acomoda. Estos llorones dicen: "nadie me quiere", mientras que tendrían que decir: "no quiero a nadie".
Efectivamente, al lado de la soledad como sufrimiento, existe la soledad rica y serena, y además creativa. En la visión ordinaria, esta soledad rica y serena sería cosa de los marginales, seres atípicos, personalidades excepcionales, eremitas, navegantes solitarios o artistas creativos.
Cuando se elije la soledad como forma de vida, cuando se trata de personas aparentemente integradas a la sociedad, se tiende a pensar en que padecen de una patología del carácter.
Un paciente relata:
"A la gente le cuesta comprender mi elección de la soledad, pero eso forma parte de mi itinerario de vida. Hay quienes no lo aceptan y me aconsejan entrar a la Internet para encontrar mi alma gemela. Y como yo me niego, se me cataloga como alguien difícil y exigente".
En esta sociedad posmoderna se nos quiere inculcar el valor social de estar todos juntos, como algo altamente gratificante; pero cuando alguien dice que disfruta su soledad se equipara a una suerte de extrañeza de los otros. No se puede comprender esto.
Las reacciones ante los solitarios son poco amistosas o afectuosas. Puede ser que se les compadezca: El/la pobre no tuvo suerte. Puede que se desconfíe de ellas: Qué es lo que marcha mal en él/ella para que no haya podido casarse aun. Se compadece a una persona solitaria, se lamenta profundamente que no haya encontrado a nadie que le acompañase en su recorrido vital, y se habla entonces de MISERIA SEXUAL Y AFECTIVA.
Efectivamente, la vida en pareja ,para lo mejor y lo peor, ha consituido históricamente la norma; y la vida del solitario, si no estaba motivada por un compromiso religioso, era sospechosa de perversidad. El celibato era algo específico para ciertos individuos y bajo causas justificables.
Todavía en la actualidad, se sigue considerando al solitario como un misántropo o un corazón insensible, incapaz de dar o recibir amor, incapaz de adaptarse a la sociedad.
De un hombre solo se dicen muchas cosas,inclusive que es un homosexual encubierto, y de una mujer también, además de otras cosas. Su libertad se entiende como egoísmo , como si vivir para uno mismo y no en función de los demás constituyera un peligro para la sociedad.
Al ver únicamente el lado negativo de la soledad, se olvida que un buen número de grandes pensadores y creadores eligieron con frecuencia la soledad a fin de crear las condiciones propicias para su desarrollo es´piritual, intelectual o artístico.
Ahora bien, la sociedad confunde soledad con aislamiento, por ello se empecina en combatir la soledad por cualquier medio y pretende hacerla pasar como una especie de maldición. La soledad es diferente al aislamiento, porque no dependen del exterior, sino de un estado de ánimo interior.
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