domingo, 28 de febrero de 2010

El hombre controlador.

Aunque todo parece indicar que se está alcanzando mayor igualdad entre hombre y mujer, en la intimidad de la pareja se vive cada vez más situaciones molestas de celos y violencia psicológica.

Ya que la mujer se ha vuelto menos dependendiente, el hombre puede verse tentando a reforzar su vigilancia: se ven aparecer así nuevas formas de dominación, más sutiles y discretas, centradas en actitudes psicológicas, entre ellas el acoso moral. El hombre puede intentar conseguir mediante presión, culpabilización o manipulación lo que no puede obtener espontáneamente de su pareja.

En esta nueva era nadie tiene su propio "jardín secreto", todos somos vulnerables a la intromisión del otro en nuestra intimidad. Gracias a las nuevas tecnologías hoy todo es más fácil para poder espiar a nuestra pareja. El teléfono móvil es una trampa, porque si bien nos permite mantenernos "siempre" comunicados con aquel que nos ama, también permite vigilar a la persona cuya infidelidad se teme. Es el caso reciente del famoso escandalo del golfista más importante del mundo: Tiger Woods.

Muchos hombres confunden amor y posesión. Pero el amor, hay que entenderlo bien, no es posesión, sino intercambio y reparto. Cuando un hombre se atreve a decirle a una mujer "Quiero que seas toda mia", eso quiere decir te deseo mucho, pero también: "Tú me perteneces y no puedes existir sin mi".

Cuando ve el hombre a su mujer como a su mamá, la llegada de un hijo de esa pareja puede desestabilizarla por completo. Si la esposa se fusiona con el hijo, el hombre puede sentirse excluido u frustrado e intentar recuperar el poder por todos los medios a su alcance.

Para los hombres en su relación con las mujeres, todo se reduce a un problema de distancia: la excesiva proximidad inquieta demasiado a los hombres, porque lo experimentan como un riesgo de absorción, pero una distancia demasiado grande reactiva su miedo a abandono. el control que ejercen sobre sus esposas les permiten determinar en cada momento la distancia a la que la mujer debe mantenerse.

Los hombres que quieren mantener el control de la pareja están mostrando su miedo infantil al abandono de mamá, y cualquier situación que sugiera una separación puede arrastrarlos a una crisis de cólera y de celos.

El paso a la violencia es para estos hombres un alivio a la tremenda angustia que les carcome por dentro, aunque también al miedo.

Los hombres actuales están condenados a las demostraciones de hipervirilidad, entre ellas la violencia hacia los más débiles de su entorno: mujeres, hijos y animales.

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