Para encontrar una pareja en la internet, basta con inscribirse a una página especializada en eso. Luego todo es demasiado sencillo y fácil. Se llena un formato simple para describirse brevemente y, si uno quiere, agrega su foto. Como no existe manera de verificar la información otorgada por el cliente, es muy grande la tentación de efectuar un pequeño "lifting" para aumentar las posibilidades.
Los hombres mienten sobre su edad, su profesión, su dirección particular, y su nivel cultural (todos asisten regularmente a conciertos de música clásica y han visitado todas las exposiciones de arte en la ciudad), e incluso mienten deliberadamente sobre su situación matrimonial.
Las mujeres también mienten sobre su edad, su origen social y su nivel cultural. Estas mentiras suscitan la desconfianza y un riesgo de gran cinismo: "ya que todos mienten, yo voy a hacer lo mismo".
Al describirse los individuos de ambos sexos, se tiende a proyectar un ideal de uno mismo más que una realidad, lo que resulta un verdadero obstáculo para una relación sincera. Casi todos intentan poner por delante los valores de apariencia y no sus cualidades morales. Es interesante observar como algunos individuos intentan disimular una particularidad que les averguenza o bien que creen que les supondrán una desventaja. Todas esas mentiras al final provocan un gran desencanto.
Una vez que se pone en marcha el juego de las apariencias entre personas virtuales, teóricamente se puede contactar con decenas, e incluso con centenas, de candidatos. Pero eso supondría una alta inversión de horas para responder a todo(a)s.
Cuando se pone la fotografía del candidato(a), lo que permite soñar conque el cuerpo está ausente. El cuerpo viene después de muchos correos o de una entrevista real, cara a cara. Muchos opinan que se decepcionaron en el momento en que se encontraron personalmente con el (la) candidato (a) al que habían idealizado demasiado.
Tengo varios amigos que se citan en un restaurante de la ciudad con la candidata, ella se describe como va a ir vestida, al llegar al sitio del encuentro mis amigos evalúan rápidamente a la mujer, y generalmente salen corriendo despavoridos, sin dar la cara.
Cuantos más encuentros se tiene, más aprisa se va a la cama: no hay tiempo que perder. Entre los hombres hay verdaderos cazadores, y entre las mujeres verdaderas amazonas, que multiplican los encuentros de una sola noche, y que, tras haber consumado el acto sexual, pasan a otra presa.
Muchos quieren amor sin dar nada a cambio, todo gratis, y con toda evidencia acaban decepcionados, porque no obtienen lo que habían soñado. Podrán así saltar de cama en cama, en una persecusión infinita.
Los solteros tienen el síndrome de la perfección, son demasiados exigentes con lo que necesitan como pareja, por eso no encuentran a nadie a su altura. En particular, muchas mujeres no abandonan su idea de encontrar al "Principe Azul".
Una paciente describe su drama:
"Me inscribí en una página de encuentros, pero ya me desanimé, ya que solo los gordos, los chaparros, los feos, o bien muchachitos, se interesan por mi. Quieren chatear,pero yo no tengo ganas de perder mi tiempo en eso, en conversaciones superficiales que no llevan a nada. Cuand envío mensajes a los hombres que podrían gustarme nadie muerde el anzuelo. Tendría que ser más agresiva para tener más contactos efectivos, pero no se ligar, no sé seducir. No tengo tanta necesidad como para querer a alguien a cualquier precio".
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