El año 2010, fue el último día en que se celebró el tradicional festejo de San Valentín, en todo el mundo. Ese dichoso rito dedicada al amor y a la amistad sucumbió estrepitosamente por los suelos.
Así lo consignarían los historiadores mexicanos del año 2090:
"Una ojeada a los libros de historia nos muestra que en el año 2010 se celebró por última vez el así llamado Día de San Valentín. La idea de dedicar un día de fiesta nacional al amor cayó en después en descrédito. Se volvió anacrónica, remitió a tiempos en los que la vida cotidiana de la gente estaba dominada por la sexualidad, las drogas y el rock.
Algunos diputados del PRD habían protestado con anterioridad contra esa celebración. A finales del 2009, algunos diputados del PAN propusieron cortar los subsidios federales a todos los museos que expusieran públicamente , bajo el seudónimo de CUPIDOS, imágenes de niños desnudos. Cuando el conflicto social se agravó, algunas asociaciones de padres católicos demandaron a los Samborn´s para que solamente vendieran tarjetas de San Valentín a gente casada.
Lo que decidió el asunto de suspender la fiesta de San Valentín, fue un informe del gobierno federal, en el que se afirma lo siguiente: El amor causó lo que los expertos llaman una decadencia de la conciencia. En aquellos años que marcaban el inicio del siglo XXI, el término de decadencia de la conciencia, tenía un significado muy claro: el amor era una droga, y la gente abusaba de él.
Los síntomas eran evidentes, omnipresentes y alarmantes. Según el mentado informe gubernamental, los amantes no tenían únicamente dificultades para concentrarse. Estaban realmente locos, soñaban durante el día, andaban por ahí cegados de amor; todo eso eran comportamientos extraños que llamaron la atención de la ciencia. Muchos perdían el apetito, su pulso se aceleraba, tenían la mirada perdida y una sonrisa sin causa aparente.
Las consecuencias de este abuso del amor para la salud pública eran inquietantes, además tenía impacto en la economía nacional. Las pérdidas de productividad por este caos normal del amor superaba con mucho el presupuesto asignado a la educación.
Según los informes de los historiadores de la lengua, antes del año 2000, el amor tenía el significado de un sustantivo o de un verbo. Después aparecía cada vez más como atributo y en combinaciones como sujeto al amor o enfermo de amor. Los enamorados empezaron a describir su estado como una dependencia. Efectivamente el amor produce dependencia, peor aún, codependencia.
A principios del siglo XXI se hizo cada vez más normal contestar a la pregunta de ¿Quién es usted? con el nombre, género y el tipo de terapia de amor que se seguía: Hola, soy Patricia, y casi estoy desenamorada. Ya entrado el siglo XXI, se habían reunido millones de personas en grupos de autoayuda, subvencionados por el gobierno federal.
La consigna de todos esos grupos de autoayuda fue ABSTINENCIA como meta individual y de pareja.
Se pidió a todas las empresas públicas y privadas que aplicaran a los solicitantes de empleo un TEST DEL AMOR. Algunas fundaciones importantes, como TELMEX, financiaron programas para enseñar a la gente a cómo poder vivir sin el otro. A los profesores de secundaria se les pedía hablar a sus estudiantes de los peligros y riesgos del amor. Romero y Julieta desapareció de las librerías. En esa atmósfera ya no se podía tolerar más un día de San Valentín.
Hoy que estamos a punto de finalizar el siglo XXI, hay personas que se abrazan y juntan sus cabezas, pero eso ocurre en el marco de una sesión de ejercicios de gimnasia, solamente. Aunque no se puede estar seguro que no habrá recaídas, se puede afirmar que en la era posvalentiniana casi hemos conseguido el gran objetivo de vivir de un modo racional. Debemos a la valentía y a la resolución de nuestros antepasados de principios del siglo XXI que hoy podamos vivir en una sociedad cada vez más libre del amor."
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