martes, 26 de abril de 2011

El Macho/ cuento corto

Por María Eugenia Mijangos.


Los vi hace algunas tardes, juntos, saliendo del supermercado y se veían tranquilos y contentos. Al verlos no tuve más que recordar su historia.

Fernanda nació en una finca de Izabal, sus padres no tuvieron más hijos, de tal forma que ella era la niña mimada del lugar, no había capricho que no le concedieran y todas las fiestas de cumpleaños eran verdaderas festines con derroche de lujos desconocidos en aquel lugar.

La enviaron a estudiar al extranjero y ella regresó embarazada de tres meses, por supuesto que el galán se hizo humo y la niña nació sin padre, los abuelos la inscribieron como hija suya y la niña creció con la creencia de que Fernanda era su hermana mayor, era la única que no sabía que ella era su madre, pues el resto de la casa y los familiares, si lo sabían aunque fingían que lo ignoraban.

A los dos años de su regreso, un finquero de la zona, empezó a visitar la casa con frecuencia, atraído do por los ojos azules y la blancura de Fernanda, era muchos años mayor que ella, pero sus padres alentaron el romance y a los dos años hubo boda en lugar.

Al irse a vivir con su esposo a la finca de él, la vida de Fernanda dio un rumbo radical, pues pasados los primeros meses, el empezó a demostrar su verdadero carácter y acendrado machismo. La tenía prácticamente prisionera, hasta ir a visitar a sus padres era motivo de enojo y disgustos. Era tacaño y exigente en todo lo concerniente a la casa, y dicho sea de paso, Fernanda de los oficios del hogar no sabía nada, pues sus padres le habían procurado siempre todo y quién se lo hiciera.

A causa del carácter del marido, su madre la visitaba poco, pero frecuentemente acostumbraba enviarle víveres, ropa y otras cosas, para lo cual llegaba Santiago, el hijo del caporal de la finca, quién se había criado muy cerca de la niña Fernanda.

Estando Fernanda tan solitaria y privada de afecto y comunicación, aprovechaba las visitas para preguntar por sus padres y por la hacienda, y Santiago con lujo de detalles la contaba todo. Poco a poco se fue creando entre los dos un lazo afectivo, que después de algunos meses, pasó a concretarse y culminó con la huída de la finca.

Naturalmente que el caso se comento por todo la zona, para vergüenza del marido, quién enfurecido se auxilió del ejército y de la policía para buscarlos, pero parecía que se los había tragado la tierra. Ellos mientras tanto estuvieron refugiados en la selva, sobreviviendo gracias la astucia y conocimiento de la zona de Santiago y a la ayuda de sus familiares.

El finquero empezó a beber ahogado por la rabia y el despecho y murió al poco tiempo.

Supongo que Fernanda no rompió el nexo con sus padres, que naturalmente tampoco reaccionaron muy bien al principio con lo ocurrido. Sin embargo al a ser Fernanda viuda legalmente, pudieron volver a la finca, en donde estuvieron hasta la muerte de ambos. Ahora viven allí tranquilos en compañía de la hermana menor y su familia.

No cabe duda, que de todas formas son una pareja que llama la atención, cuando van uno al lado del otro, ella blanca y delgada, menuda como de porcelana y a su lado Santiago, negro como el carbón, ancho y altísimo.

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