José Mourinho irrumpió en Valdebebas como un ciclón. Cara relajada, distendida, sonriente. No el rostro irónico y enfadado de otras ocasiones. Bromeó con un periodista sentado en la segunda fila que no paraba de hacerle gestos y guiñarle el ojo hasta que intervino el jefe de prensa para pedir orden y dar comienzo a la conferencia de prensa. Es el segundo año seguido que Mourinho se enfrenta al Barcelona en una semifinal de Champions.
El año pasado lo hizo sentado en la Pinetina, ciudad deportiva del Inter, con Wesley Sneijder al lado. Hoy lo ha hecho en Valdebebas, con Marcelo a su derecha. El Inter llevaba 45 años esperando la Copa de Europa. No se había hecho todavía con la Liga y tampoco con la Copa. El Madrid ha conseguido superar la barrera de octavos y se ha liberado psicológicamente -palabras de Jorge Valdano- tras ganar la Copa. Contra el Barça, cómo no.
Mourinho dice ser el mismo entrenador que perdió el primer clásico de la temporada, allá por el mes de noviembre. Dice también que Pep Guardiola ahora puede fundar un nuevo grupo, el de los entrenadores que critican los aciertos del árbitro. Dice también que su Madrid es el mismo de siempre, que nada cambia por haber ganado una Copa. Y, por primera vez en muchos meses, sí utilizó la palabra "Barça" para hablar del rival. Hasta ayer siempre hablar de "ellos". "¿Pep dice que lo tienen todo en contra y que somos los favoritos? Yo no sé cómo están ellos, sé como estamos nosotros.
Nosotros estamos igual que estaríamos si no hubiésemos ganado la final de copa. Las competiciones son independientes, cada partido tiene su historia. Siempre digo lo mismo, no íbamos a estar arriba por ganar un partido y no íbamos a estar abajo por perderlo. Estamos igual de tranquilos que antes del clásico de Liga en el Bernabéu", explicó el técnico portugués.
Mourinho confesó que acababa de ser entrevistado por una de las teles que mañana retransmitirá el partido de ida. "Les he dicho que soy el mismo entrenador que perdió en Barcelona hace cinco meses. ¡No tengo una poción mágica para ganarle al Barça! Simplemente trabajo de forma honesta y durante muchas horas para ayudar a mis jugadores. No acepto que me vean como alguien que tiene una poción mágica", comentó. El madridismo, sin embargo, sí está convencido de ello. Por dos motivos: primero, ya lo consiguió el año pasado con el Inter. Segundo, lo volvió a conseguir el pasado miércoles en Mestalla.
"No tiene una poción mágica, ¿pero entonces qué le ha dicho a sus jugadores para motivarles?, le preguntaron. "Primero de todo me tengo que motivar a mí mismo, cuando lo estoy me es más fácil motivar a mi gente. Soy el mismo motivador que perdió 5-0 en noviembre. Las palabras que le digo a mis jugadores no son mías, sino de un tío que se llama Alberto, un tal Albert Einstein", dijo ante la mirada atónita de los periodistas. "Decía que la única fuerza motriz más potente que el vapor, la energía atómica y la electricidad es la voluntad. Pues el Alberto este no era un estúpido, con la voluntad se puede ganar".
El Mourinho más filósofo tardó menos de cinco minutos en convertirse en el Mourinho más provocador. Lo hizo cuando le preguntaron si estaba contento con que el árbitro fuera el alemán Stark. Entonces, soltó el discurso que tenía guardado. Y volvió el Mourinho irónico. "Más importante que la designación de un árbitro y de la presión que han hecho para que el elegido no fuera Provença [algunos medios especularon con que fuera el colegiado portugués el encargado de pitar la final], pues más importante que eso es que iniciamos un nuevo ciclo", espetó antes de explayarse en su explicación.
"Hasta ahora teníamos dos grupos de entrenadores, uno muy pequeñito, que no habla de los árbitros; y otro más grande en el que estoy yo y que critica a los árbitros cuando comenten los errores importantes. Es un grupo de gente como yo que no controla sus frustraciones pero que también es feliz de alabar el trabajo de un árbitro si lo ha hecho bien... Ahora empieza la nueva era, con un tercer grupo, solo lo forma Guardiola: el grupo de criticar el acierto del árbitro, algo que no había visto en el mundo del fútbol en mi vida", prosiguió.
Habló durante varios minutos. Sin pestañear, acompañando su discurso con una sonrisa pícara. "Tiene muchos seguidores... a ver si le siguen en este grupo también porque su discurso tiene una profundidad muy grande. Para mí es la consecuencia de una cosa: en su primera temporada como entrenador vivió el escándalo de Stamford Bridge [el gol de Iniesta y unos posibles penaltis para el Chelsea] y a partir de ese momento no está contento con el acierto del árbitro. El año pasado jugó contra diez [Motta fue expulsado en el Camp Nou nada más empezar el partido] y este: contra el Arsenal que ya estaba casi fuera y lo del otro día en Mestalla [Pep habló de que por dos centímetros el Barça no ganó la Copa refiriéndose al fuera de juego pitado a Pedro]. Es eso, el grupo de criticar las decisiones acertadas", concluyó Mourinho.
El tercer clásico ha empezado. No sin antes desearle suerte a Stark. "Le deseo que tenga la calidad y la suerte, que también hay que tenerla, para estar acertados. No deseo al árbitro que ayude a mi equipo sino que los equipos estén contentos con su labor... Para Pep parece imposible estar contento, para estarlo, el árbitro se tiene que equivocar".
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