Llegó a la emergencia del hospital público inconsciente, bañado en sangre.
Tenía el pantalón empapado de sangre, a la altura de la entrepierna. Ella lo condujo en su auto y lo entregó a los médicos de turno, diciendo: "tuvo un accidente".
Eran apenas las siete de la mañana, y el trayecto entre la casa y el hospital era corto, afortundadamente. El iba desconsolado en el camino al hospital y ella trataba de calmarlo con palabras de amor y cariño. Y al poco tiempo, el se desmayó del dolor, y ella se alarmó demasiado y aceleró el auto de un modo violento.
Cuando llegaron al estacionamiento de las urgencias médicas, salieron unos camilleros a recibirlo, quienes le ingresaron directamente al quirófano.
En la sala de operaciones colocaron el cuerpo inerte del herido, quien seguía manando sangre por la entrepierna. Afuera esperaba ella presa de los nervios y de la verguenza.
Huo un movimiento inusitado de médicos y de practicantes, que acudían presurosos a la sala de operaciones.
El jefe del piso de urgencias y traumatología, el doctor más experimentado, quiso que todos fueran a ver un caso extraño, aunque no imposible de creer.
Los practicantes, prospectos de médicos, chicos y chicas, observaban atónitos el espectáculo del hombre aquel postrado y herido.
Ya que todos estaban rodenado la cama del paciente herido, el doctor en jefe de la sala de urgencias, se dirigió a todos y les dijo: -este caso que tenemos a la vista es raro pero puede ocurrir muy remotamente. El paciente ingresó al hospital con "fractura de pene", así que hay que operarlo para reparar los conductos internos afectados por la violenta rotura.
Ahora, les pediré que salgan a la sala de espera y le pregunten a la mujer que lo trajo, "qué fue lo que hizo para ocasionarle esta fractura al señor". "Porque una fractura de pene no ocurre así porque si".
Cuando salieron los medicos practicantes a entrevistar a la mujer, ésta había desaparecido y no se pudo investigar qué ocasionó tan particular fractura...
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