lunes, 25 de abril de 2011

Madrid y Barsa se embarran.

Josep Guardiola le ha robado el papel a José Mourinho. Derrotado en la Copa, incapaz de vencer al Real Madrid en los dos últimos partidos, el entrenador del Barcelona ha enterrado la elegancia que le definía y ha adquirido el victimismo de su colega con vistas al doble enfrentamiento europeo. Después de dos años sin realizar una sola crítica a los colegiados, el azulgrana ha pasado al ataque con acusaciones sazonadas de ironía. La antigua superioridad del 2-6 de 2009 y del 5-0 de hace medio año ya son reliquias.

El Madrid se encuentra a su mismo nivel. Y Pep ha visto que las tácticas de su adversario, dentro y fuera del campo, dan rendimiento. El probable nombramiento de un árbitro portugués, Pedro Proença, para las semifinales de la Liga de Campeones ha sido la justificación perfecta en este cambio de chip. El preparador no mencionó que Proença es un ogro para Mourinho. Le expulsó dos veces cuando era responsable del Oporto, frente al Os Belenenses y ante el Académica. Guardiola ha entrado en el «todo vale».

Preocupado, aprovechó esa posible designación de un árbitro luso para enlazar su discurso de quejas: «Si es así, estoy convencido de que el entrenador del Madrid estará felicísimo, estará contentísimo. Si al final es así, lo fue mucho el año pasado en la ida y lo será esta vez». Recordó con sarcasmo el arbitraje del juez portugués Olegario Benquerença, culpable para el barcelonismo del 3-1 sufrido frente al Inter en las semifinales de 2010. El Barcelona denunció entonces un gol en fuera de juego de Diego Milito y un penalti cometido sobre Alves que no se sancionó.

Transformado, diferente, el barcelonés sacó también tarjeta roja a Undiano por el arbitraje de la Copa. Sonó extraño. «Nos anularon el gol de Pedro porque el linier tuvo la vista privilegiada de ver fuera de juego. Por dos centímetros no ganamos».

Es la reacción de un hombre que piensa que el ataque constante ejercido por Mourinho contra los árbitros comienza a obtener resultados. Observa que la crítica continua hace efecto sobre los afectados. El portugués no ha parado de exponer que «la clave» de la final de Copa y de las semifinales de la Liga de Campeones era «acabar los partidos con once frente al Barcelona».

La expulsión de Albiol en el duelo liguero reforzó su mensaje. Mourinho ha subrayado durante toda la temporada que «el Barça acaba demasiados partidos contra diez». Una referencia que era una acusación al favoritismo arbitral disfrutado en la Liga. «El penalti no señalado de Valdés a Cristiano» en el 5-0 del Camp Nou fue bandera de enganche para potenciar su acoso. «Nos tratan de forma diferente», ha dicho el luso cada vez que se quedó con diez o sufrió excesivas amonestaciones.

La segunda cartulina amarilla forzada por Iniesta ante el Shakthar para llegar «limpio» a las semifinales fue un hecho que le sirvió en bandeja otra polémica: «A otros les permiten forzar tarjetas, a nosotros nos castigan». La multas sufridas en el Real Madrid por el «show» de Amsterdam, cuando exigió a Xabi Alonso y Ramos que forzaran la segunda amonestación, eran su argumento. Mourinho, Xabi y Sergio Ramos terminaron multados, con amenaza de suspensión. Ahora, la UEFA ha dado un toque de atención a Iniesta. Consecuencia de la presión de Mourinho.

Valdés también ataca
El entrenador del Barcelona ha copiado esa política de actuación. Ayer se mostró irónico hasta con el césped. «Entrenaremos el martes en el Bernabéu. Aprovecharemos para ver si la hierba ha crecido más». Remató su victimismo con el favoritismo que otorga al rival en la Copa de Europa. Lo dijo con sorna. «La opinión pública da favorito al Madrid. Lo tenemos todo en contra. Somos los que somos y hay que hacerlo todos juntos en la dificultad. No vamos al Bernabéu en las mejores condiciones para jugar, pero anímicamente acudiremos con entusiasmo al encuentro».

Esa es la nueva política del club catalán, quejarse. Víctor Valdés, guardameta azulgrana, se sumó al ataque arbitral de su inmediato superior. «Ya sabemos lo que puede pasar ante el Madrid. Debemos aceptar lo que nos encontraremos, y dependerá mucho del árbitro que podamos realizar nuestro juego». El Real Madrid-Barcelona se embarra por la boca.

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