jueves, 7 de abril de 2011

María Consuelo/cuento corto.

Por María Eugenia Mijangos.


Año de 1903.

Está acodada en la cubierta, es la hora en que los dejan tomar un poco de aire, a su lado, Luis su hijo, la acompaña, como será sin saberlo ella, hasta el fin de sus días.

Se encuentra embarcada para América, sin que su voluntad tuviera mucho que ver, la madre del papá de Luis, la visitó y casi le ordenó que debía viajar para reunirse con Lizardo, ella pago todos los gastos del viaje. Doña Tiburcia del Canto, era cosa seria, no podía oponérsele pues era una señora respetada y de muchos medios. Corrían muchos rumores sobre ella, pues para la época no respetaba convencionalismos, había tenido cuatro esposos, fue pintora y acostumbraba hacer su voluntad y expresarla sin ningún cuidado.

No tiene muy claras las circunstancias que habían hecho que Lizardo se fuera a América, únicamente la versión que corría, sobre que una noche al ir a visitar muchachas de otra aldea, al salir de esta, los estaban esperando un grupo de muchachos del lugar, ofendidos por que habían ido a enamorar a las jóvenes de la aldea, “ir de mozas” se decía; del pleito resulto un muerto y el acusado fue Lizardo.

Ahora está por llegar, la travesía ha sido larga, está cansada, no tiene ni idea del lugar adonde llegarán, pero está dispuesta a trabajar y apoyar a Lizardo. Es cierto que el es de carácter muy difícil, mandón, arrogante y belicoso, pero ella es su mujer y tiene que estar a su lado, además a su hijo le hace falta un padre.

No se imagina, que tendrá cuatro hijos más en Guatemala, que se separará de su esposo, para volver de nuevo con él y que el morirá muchos años antes que ella, que casi alcanza el centenario.

Recuerda su pueblo, lo que fue su vida antes de este viaje, de niña acompañando a su madre, que con un burro, recorriendo las aldeas, vendiendo y comprando ropa, después, estando casi a punto de contraer tuberculosis, el médico bondadosamente pagó para que la alimentarán durante algunos meses en una fonda, la dueña de esta la protege un tiempo.

Después, tomando en cuenta su habilidad para bordar, se desempeña como dama de compañía de la Marquesa de Quiróz. En ese lugar conoció a Lizardo quién visitaba con su madre a la marquesa, el se fijo inmediatamente en ella, en lo que bella que era, decían todos; poco le costó al joven seducirla y tener un hijo con ella, aunque después no se hiciera cargo del él.

Tampoco imagina que le tocará vivir en varias fincas, ver a sus hijos crecer, a la orilla de un lago hermoso y ¡ hacerse tan diferentes ! Luis fuerte y trabajador, un poco arrogante, pero muy humano y responsable; los otros, uno enamorado del teatro desde pequeño, que dedicará su vida a este, presentando el Juan Tenorio como una tradición, y muriendo casi en la pobreza.

Isidoro, el más alto de todos, moriría jóven, habiendo procreado familia, un gigantón bondadoso y delgado. Valentín el más apuesto y Victor el más parecido a ella en lo físico y en el carácter.

Tampoco puede imaginarse, que al separarse Luis de su primera compañera, ella quedará a cargo junto con él de Consuelo su nieta, la única sobreviviente de la gripe española, de los tres hijos de Luis. La niña creció a su lado, su cariño y cuidados la acompañaron siempre, la modeló tanto de carácter como de espíritu, su influencia llegó a ser fundamental en ella.

Por fin el barco se detiene, van saliendo los pasajeros, sus ojos buscan a Lizardo y puede verlo parado en el muelle, con su pelo negro y ondulado, las mangas de la camisa arremangadas, dejando ver su brazos fuertes y quemados por el sol, apuesto.

Rápidamente se persigna, da gracias a Dios por haber llegado a su destino mientras piensa: Fueron tres meses de viaje y “¿Que me espera ahora Dios mío, con este hombre? ¿que me espera ? “ y continúa rezando mientras se dirige a saludarlo

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