Mitos masculinos.

Hay cosas, situaciones, que la sociedad llama "masculinas" o "femeninas", pero ¿a estas alturas de la vida, cabría la posibilidad de seguir designando así a ciertas conductas? Tal vez no. La revista askmen.com realiza una selección de los diez mitos en torno a la masculinidad. ¿Qué es lo que verdaderamente hace a un hombre? ¿Qué no lo hace? Aquí algunas respuestas:

1. Un hombre real, miente a las mujeres. Mentir a una mujer, especialmente a la que amas nunca debería ser fácil. Pero muchos hombres, lo sabemos, pueden mentir con absoluta facilidad. Aunque la realidad es que los hombres verdaderos son aquellos que superan sus errores, toman responsabilidad de sus propias acciones y dicen a sus mujeres la verdad.

2. Los hombres reales se ponen borrachos. La mayoría de los varones creen que conforme beban más cervezas más machos serán. Pero, ¿qué suena más varonil?: ¿un hombre que tiene un vaso de scotch fino frente a una chimenea con la mujer que ama al lado o un hombre cayendo por las calles de un bar oscuro al que deben ayudar a caminar sus amigos?

3. Los hombres reales miran sólo fútbol. Ellos son competitivos por naturaleza; desde los días en que eran gladiadores, tenían orgullo y placer de combatir con otros hombres. Combatir y la competencia o el deporte en sí mismo no es algo que a todos los varones guste. De hecho, no a todos les gusta el fútbol y, aunque no lo creas, en estos días no todos lo entienden. Pero, que alguien no sepa cuáles son los equipos de moda actuales no le quita en absoluto masculinidad.

4. Los hombres saben que las ensaladas son para "sissies". Cada vez hay más hombres que cuidan su aspecto, su línea, su peso. Preferir una ensalada en lugar de un steak grasoso y sangriento, en estos días, no tiene por qué ser un mal signo. Al contrario, te estás involucrando con alguien sano que prefiere comer vegetales que un animal muerto. ¿A quién preferirías?

5. Ellos sólo viajan con maletas pequeñas. Falsedad total. Hay hombres, verdaderos hombres, que pueden viajar con maletas más grandes que su propia mujer y ello no significa absolutamente nada. Si algo en tu interior te dice que un hombre lo es solamente porque viaja con una mochila al hombro, ¡cuidado!, tal vez estás dejando ir a un hombre que viaja heavy porque quiere usar mucha ropa linda en vacaciones para verse guapo para ti...

6. Los verdaderos chicos tienen un estilo personal. El esquema del metrosexual quedó ya muy atrás. Que un chico no tenga un estilo en particular no lo hace más ni menos que otro. Si son metrosexuales o no, poco importa. Lo importante es que él se sienta bien usando lo que usa. ¿Qué si peca al querer verse guapo sólo para ti?, ¿por qué no?

7. Ellos sólo piensan en dinero alrededor. Los chicos saben que una de sus funciones es, sin duda, la de ser proveedores. Eso está verdaderamente asociado con la masculinidad. La verdad es que ellos se sienten seguros siguiendo sus pasiones, no importa a veces la cantidad remunerada. Si te toca un artista como pareja, que sólo vive al día no quiere decir que su hombría está por los suelos, sino que busca ser feliz y lo consigue.

8. Los verdaderos sólo tienen grandes músculos. No a todos los chicos les gusta ir al gimnasio a moldear sus músculos; a muchos les entusiasman otras maneras de pasar el tiempo. No todos están totalmente preocupados por sus abdominales, pero ¿y qué?

9. Ellos pelean siempre. A varios debe interesarles las peleas y competir; pero, te lo aseguramos, no a todos. Hay quienes hacen algo más productivo con sus vidas. ¿Por qué hacer la guerra con otros hombres si mientras tanto pueden hacer el amor con sus mujeres? La malignidad mostrada en las peleas no hace a un hombre más hombre ni es para nada excitante para las mujeres, como muchos de ellos creen.

10. Los hombres verdaderos no son vegetarianos. ¿Quién dice semejante cosa?, ¿acaso comer un cerdo entero hace más varonil y atractivo a alguien? Para nada. Ellas los prefieren cada vez más conscientes de su entorno y de su ambiente. Si ellos son vegetarianos por razones éticas, con seguridad tendrán a más chicas a sus pies que aquel que piensa atraerlas cada vez que come un pedazo de carne.