Por: Jan Martinez Ahrens
En octubre de 2009, millones de lectores británicos se sonrieron maliciosamente con la noticia de que la rotunda melena de la cantante Amy Winehouse, por aquel entonces en el cénit de la gloria, se había quemado posiblemente en el transcurso de una de sus melopeas. La información, destacada por los tabloides, circuló veloz por la red y alcanzó a las pocas horas una difusión mundial, incluidos los medios más rigurosos.
Nada extraño, dada la notoriedad de la cantante y su afición por los juegos peligrosos, salvo por el detalle de que poco después se supo que todo era un montaje del director de documentales Chris Atkins, cuyo equipo de colaboradores había colado el bulo a los medios, que se lo habían apropiado sin recato. Esa falta de rigor y contraste, esa ansiedad por publicar tal cual viene una información llamativa es lo que da vida al churnalismo. Estrictamente, el sonoro neologismo, que nada tiene que ver con la repostería madrileña, se aplica en su versión inglesa (churnalism, un juego de palabras con churn/machacar y journalism) a los artículos periodísticos de copia y pega, es decir, a los calcos más o menos disimulados de notas de prensa que algunos medios hacen pasar por suyos sin citar la fuente original.
Durante años, el conocimiento de esta práctica copista ha sido un asunto interno de los profesionales. Los periodistas que recibían el mismo comunicado sabían hasta qué punto había copiado el colega, pero rara vez lo hacían público pese a su evidente toxicidad: implica tragarse la versión oficial del político, organismo o empresa de turno y hacerla pasar ante el lector como información contrastada y valorada. Ahora, este fraude informativo generado por los gabinetes de prensa y que mueve gran parte de los hilos de la actualidad ha encontrado un antídoto de la mano de un grupo de activistas del periodismo limpio.
Alarmados por los estudios que indican que solo el 12% de las historias que publica la prensa británica son fruto del trabajo de reporteros, este colectivo, dirigido por Martin Moore, ha creado la web churnalism.com, cuyo objetivo es destapar los artículos que copian sin citar las notas de prensa.
“Nuestra iniciativa ha sido bien acogida por los periodistas, pero no tanto por los gabinetes de prensa, claro”, ironiza Moore, un tipo lleno de energía y con décadas de experiencia en medios. Para Moore, el motivo del ascenso del churnalismo se debe a tres factores: la crisis económica y la precarización profesional que acarrea, el aumento del espacio que implican los soportes digitales, y la mejora constante de los gabinetes de prensa dispuestos a meter su gol.
El sitio parte de una inmensa base de datos que recoge todas las noticias publicadas desde 2007 en versión on line por los periódicos nacionales británicos y los servicios de noticias de la BBC y Sky. Basta con volcar en la página una nota de prensa, apretar el botón de comparar y el algoritmo de churnalism.com se pone a trabajar con resultados sorprendentes. Si el ingenio detecta equivalencias superiores al 20% entonces indica que ha sido copiado. Pero no sólo eso. Muestra qué porcentaje ha sido cortado y pegado, así como el número exacto de caracteres que se solapan.
También permite la visualización inmediata del texto copiado y del no copiado, y hasta ofrece una valoración del grado de churnalismo perpetrado: hasta tres estrellas para los más sinvergüenzas (hay casos flagrantes de calcos al 98%). Y si uno lo que quiere es que se difundan los resultados, aparte de quedar registrados en la web, se pueden compartir sin dilación vía facebook y twitter.
Aunque el sitio se alimenta de las aportaciones de los usuarios, también realiza sus propias comparaciones y ofrece las clásicas secciones de lo último, lo más visto y lo más compartido. Buceando un poco se descubren joyas del plagio, perpetradas con diverso nivel de desenfreno por The Sun, The MailOnline, The Daily Telegraph, The Independent, BBC… El origen son notas de prensa de todo tipo, aunque abundan los comunicados facilones y con un puntillo sensacionalista.
Uno de los más vistos es el de un pretendido informe científico que concluía que el momento más feliz de la semana se registraba a las 19.26 del sábado. La burrada, emitida por una empresa farmacéutica deseosa de ser citada, fue copiada al 93% por el MailOnline, al 38% por el Mirror (sus aportaciones no la mejoraban) y un sobrio 12% por The Daily Express.
En fin, una experiencia. Y por si hubiese alguna duda, la página se financia a través de una fundación sin ánimo de lucro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario