martes, 26 de abril de 2011

La Brenda, ese amor imposible/cuento corto.

Como siempre sucede, cuando me pasan cosas que desequilibran mi estabilidad emocional, suelo hablar de inmediato con mi ex-mujer La Brenda; le pido que acuda a mi y me rescate. Y eso lo hace con enorme gusto.

La Brenda y yo fuimos marido y mujer un par de años en México. Nuestra relación de pareja fue lo más extravagante que haya podido existir sobre la faz de la tierra. Hicimos varias locuras juntos, y nos divertimos horrores, siempre arriesgando de más.

La Brenda es una de las mujeres más bellas que he conocido y ha sido el amor de mi vida, aunque no podemos vivir juntos.

Cuando decidí abandonarla, mi salud estaba menguada y le pedí que buscara un hombre que la amara y la cuidara como yo lo hacía con ella. Me comprendió y nos dejamos con todo el dolor de nuestros corazones. Nos hicimos varias promesas, que no puede revelar ahora, pero que nos permitirían estar juntos en caso de necesidad extrema, como es el caso presente.

Incluso La Brenda se casó con un rico empresario español, contando con mi aprobación, porque así me lo pidió ella, de lo contrario no lo hubiera hecho. Su matrimonio duró escasos dos meses, y lo abandonó para volver a mis brazos.

El exmarido de La Brenda aceptó el divorcio, pero no entendió lo qué pasó con ella y sus arrebatos incomprensibles. Luego me buscó para pedirme que intercediera por él y que La Brenda volviera a España. El sabía toda la historia de nosotros y conocía lo que yo representaba para ella. No la pude convencer, y tampoco deseaba convencerla, ya que en el fondo quería que siguiera siendo libre y que se quedara cerca de mi. José Ignacio me suplicó que hiciera un ultimo intento de persuadir a La Brenda para que retornara con él. Imposible, ella es firme, y dijo, no.

Mis más recientes rupturas amorosas han sido devastadoras para mi. Y siempre acudo a La Brenda para refugiarme en ella y que me dé consuelo y alegría. Presurosa ha venido a Guatemala varias veces en mi auxilio.

La Brenda representa en América Latina a una famosa casa francesa de cosméticos y eso le significa muchos ingresos económicos y la movilidad de ir a dónde quiera en cualquier momento que ella lo decida.

La terapia de recuperación que ella me brinda consiste en viajar en un automóvil rentado en el aeropuerto, y a toda velocidad irnos lo más lejos posible de la capital. Casi siempre arrancamos rumbo al occidente, a las zonas indígenas. Nos encantan aquellos parajes fríos.

Ahora nos fuimos al Petén, a Tikal, pero en avión, ya que no estaba en condiciones de manejar tantas horas, estoy agotado emocionalmente.

La Brenda siempre tiene la intención de hablar, o discutir con mis amantes, el porqué de sus acciones que tanto daño me hacen. No puedo decir que soy una mansa palomita, no. También tengo mis historias de abandonos. Los que yo he provocado. Pero mis dos últimas amantes me han abandonado sin más. Una de ellas tenía pavor de que me muriera en sus brazos por un cáncer agresivo, como son casi todos ellos, y prefirió irse de mi lado. Me dolió; y llegó al rescate mi Brenda, ahí si la recuperación fue larga, y de plano me fui a vivir con La Brenda varios meses a México. Fui el rey consentido por ella.

Ahora la cuestión fue diferente, tenía una relación de escasos dos meses de duración, apenas era el inicio de un romance prometedor, pero abortó de golpe y las ilusiones se estrellaron con la cruda realidad.

Por eso estamos, La Brenda y yo en plena selva petenera, sudando como locos y espantando los mosquitos que en grupo nos atacan sin cesar. Estamos en el mejor hotel de la zona arqueológica, un sitio muy caro, pero La Brenda no repara en nimiedades de ese tipo.

La Brenda y yo nos comportamos como marido y mujer, pese a que nuestra relación formal se acabó hace algunos años, divorcio incluido, pero lo nuestro es muy fuerte e indestructible.

Han sido tres días maravillosos. Ella ha querido que yo me trepe a la pirámide mayor, sin importarle que sigo apoyándome en las muletas, acepté y subí con enormes dificultades físicas, y ella atrás de mi cuidándome las espaldas, no fuera yo a caer de esas alturas, porque son muy inclinadas las escalinatas. Ahí se significó el apoyo incondicional de ella a mi persona.

Hacer el amor con La Brenda es todo un rito mágico, lleno de aromas florales y de inciensos, masajes con aceites naturales, música adecuada, risas, llantos y palabras cariñosas.

No podía faltar el estreno de sus prendas de lencería europea, previo desfile por la pasarela imaginaria que ella construye para mi. Yo le aplaudo cada vez que hace cambios de ropa interior, es un agasajo para mi que yo agradezco infinitamente.

Ahora la tengo encima de mi, atrás, viendo con sus enorme ojos verdes todas las cosas que escribo en su computadora portátil. Se ríe de mis ocurrencias, y me deja concluir mis escritos para después dedicarme exclusivamente a ella, y amarla con locura, como ha sido siempre,

Nos hemos tomado cientos de fotografías, más bien yo le he tomado a ella cientos de fotografías, es muy vanidosa. Trae un guardarropa apropiado para la selva, y se cambia a la menor provocación. Hace unos cuatro cambios por día, no le gusta sentirse sudada, ni despeinada.

Siempre bien maquillada, con discresión, usa los productos franceses que ella distribuye por el mundo. A mi me encanta maquillada y de cara lavada también, es muy hermosa y monumental, los hombres y las mujeres no pueden evitar verla y admirarse de su belleza descomunal.

Hoy volamos en helicóptero hasta una zona arqueológica recién descubierta "El Mirador", cercana a la frontera con México. Ella rentó el vuelo, eso no me lo consulta, es su dinero.

Me encantó volar por encima de la tupida selva del Petén. Mucho ha cambiado por los años, porque me recuerdo que era más selvática esa región y ahora ya no tanto. Hace 40 años anduvimos por ahí explorando posibilidades de radicar en la zona.

Mañana miércoles volvemos a ciudad de Guartemala, porque yo coordino un taller de mini-ficción y no puedo fallarle a mis alumnos. La Brenda lo sabe, me respeta mis ocupaciones, aunque no las entienda, Ella es analfabeta y no le importa serlo mientras yo la ame así como es, espontánea y auténtica.

Cuando supo de mis estudios soltó la carcajada, no le impresionó el doctorado ni nada de mis puestos importantes en el gobierno mexicano. Solo alcanzó a decirme:" amor mio, lo que tu ganas en un año, yo lo gano en un mes. Y eso que yo no tengo ni el bachillerato concluido."

De literatura nunca le interesó saber nada, "es algo inútil no sirve para nada, solía decirme." Pero sobre vinos y y música tropical, quería saber todo. También le enseñé a comer cosas sofisticadas, carnes y vegetales poco usuales en la comida mexicana.

Ya me siento mucho mejor después de una semana tirado en la depresión más absurda del mundo, por eso le pedí que viniera. Y vino presurosa a mi lado. Y llegó despampanante como siempre, con la vana ilusión de que volvamos al sendero del amor, esa es su lucha eterna conmigo.

Con La Brenda: siempre buena cama, excelentes comidas, maravillosos vinos franceses, música regular porque tiene un gusto poco refinado aun en el género tropical.

Ya le prometi que iré a México a verla y a estar con ella un tiempo largo, a mediados de este año. Tengo cosas que hacer allá, aparte de verla y viajar por todas las playas del Pacífico. me encontraré con mis hijas y nietas españolas.

Volvería a vivir con La Brenda, casarme de nuevo, lo pensaría dos veces antes, pero su bipolaridad no me lo permite, es demasiada locura para un hombre de mi edad. Tiene sus dos fases bien definidas: la manía, esa euforia por vivir a toda prisa, y esa depresión profunda que le ensombrece el panorama en forma terrible.

Tiene que medicarse constantemente y no respeta las indicaciones médicas; tiene prohibido consumir alcohol y no puede evitarlo, eso le dispara sus procesos internos de mania y depresión.

La he internado en varias ocasiones en clínicas especializadas en tratamientos de psicosis y bipolaridad. Ya no quiero pasar por eso, me angustia verla desbocada e incontrolable.

Pero la amo con locura y siempre estaré junto a ella, ese fue nuestro pacto de amor.

La prueba es que vino en mi auxilio y me sacó de la depresión que me ocasionó una damita chapina.

Me dan deseos de irme con La Brenda este fin de semana próximo, y pasarme en México una buena temporada atendiendo mis asuntos personales: médicos, jubilatorios, familiares, amistosos, etcétera.

Debo decirlo de inmediato: amo a La Brenda, aunque nuestra relación es tóxica, pero eso que importa cuando existe una pasión loca por estar juntos pese a todo.

La historia continuará...

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