Beginners
Carlos Bonfil
Fotograma de la cinta de Mike Mills
Desechemos de entrada el título complaciente (Así se siente el amor) que los distribuidores le imponen en México a Beginners (Principiantes), una interesante comedia agridulce sobre el amor filial y la experiencia de duelo, del director estadunidense Mike Mills. La cinta elimina de modo lúdico la narrativa tradicional para sumergirse de lleno en una evocación en parte autobiográfica, la del propio realizador, antiguo diseñador gráfico, quien relata aquí la muerte de su padre, la desaparición cinco años antes de su madre y la sorprendente revelación que a los 75 años hace su padre al asumir públicamente su homosexualidad.
Refiere Mills, también guionista de la cinta: “Todo empezó cuando mi padre salió del clóset. Era interesante verlo de pronto tan accesible para mí. Al fin podíamos tener largas conversaciones sobre la vida y el amor. Eso hizo que en muchos sentidos la película fuera una suerte de documento histórico, ya que sigue de cerca mi propio itinerario en un paisaje de cambio”.
Beginners alude al punto de partida, momento crucial, en el que un hombre, el diseñador gráfico de casi 40 años Oliver Fields (Ewan Mc Gregor), cuestiona profundamente el significado de su propia vida afectiva a partir de una experiencia dramática, la pérdida física de su padre, víctima del cáncer. A la experiencia de duelo se añaden las excepcionales lecciones morales dispensadas por el anciano Hal Fields (Christopher Plummer, formidable en su desparpajo crepuscular), quien al tiempo de asumir tardíamente su preferencia sexual también asume un derecho al goce por largo tiempo postergado, cuando no cancelado, en una relación conyugal que muy pronto se volvió comunión asexual y amistosa. Testigo de la larga incomunicación erótica de sus padres, Oliver aparece en sus años de madurez como un ser emocionalmente disfuncional, incapacitado para la entrega amorosa, recluido en el cariño y comunicación fantástica con su mascota el perro Cosmo, su más íntimo confidente.
Mike Mills, quien anteriormente había explorado las posibilidades del autismo en su novedosa comedia Thumbsucker (2005), donde un adolescente tiene como máxima gratificación erótica chuparse el dedo, aborda ahora otro tipo de aislamiento afectivo voluntario, el de un Oliver asocial y ensimismado que paulatinamente intentará comunicar afectivamente con Anna (Mélanie Laurent), una joven francesa con una disfunción emocional semejante. En este paisaje de desencuentros sentimentales, la experiencia del anciano Hal es sorprendente y ejemplar.
Diagnosticado con un cáncer incurable, y con una perspectiva de sobrevida no mayor a cinco años, el padre de Oliver decide reinventarse la existencia, descubrir de lleno una comunidad gay por largo tiempo ignorada, concentrar sus últimas energías en vivir la plenitud afectiva con su joven pareja Andy, y transmitir a su hijo, sin proponérselo muy claramente, los saldos positivos de su intensa experiencia terminal. Cuando se inicia la película el viejo Hal ha muerto, y es Oliver quien melancólicamente pergeña las últimas enseñanzas. Cabe inferir que éstas habrán de ser provechosas en su propio proceso de madurez sentimental, pero el director se guarda de avanzar conclusiones satisfechas. Beginners no es un puerto de llegada, sino como el título lo indica, un punto de partida.
En la comedia australiana La suma de nosotros (The sum of us, Burton, Dowling, 1994), un joven gay debía soportar, luego de salir del clóset, la infatigable intromisión de su padre comprensivo en su vida sexual y afectiva. Cuando el padre tiene un infarto al miocardio y queda discapacitado, el hijo se cuestiona su propia existencia y descubre una intensa solidaridad afectiva con su progenitor.
Beginners revierte novedosamente ese esquema narrativo e introduce un elemento más, el de una comunidad marginal a la que el anciano Hal tiene un ingreso tardío y festivo. Luego de largas décadas de ocultamiento y silencio, nada pueda acallar en el padre de Oliver el nuevo goce comunitario. Esta euforia crepuscular la expresa Christopher Plummer de modo notable, y es tal vez el aspecto más interesante de este trabajo arriesgado y personal de Mike Mills, un punto algo excéntrico en la cartelera comercial, en nada relacionado con el título inocuo de Así se siente el amor.
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