Los organizadores ya no conciben las protestas sin cámaras, móviles o redes sociales. Las convocatorias por internet desbordan a la Policía.
Un día después, al término de una nueva segunda protesta contra la violencia policial, Público fue testigo de cómo otro chico, Alejandro López, de 21 años, recibió una descarga de porrazos de cuatro agentes durante la carga con que disolvió la manifestación. En un hospital de campaña en la Gran Vía, los sanitarios le cerraron, con seis grapas metálicas, la brecha abierta en su cabeza con una porra y dieron parte de los hematomas que tenía en la espalda, brazos y piernas.
El escáner para pinchar la emisora de la Policía fue el artefacto pionero
Su agresión no fue grabada en vídeo y la Jefatura Superior de Policía de Madrid, a diferencia del caso de la chica, no abrió una investigación interna. Alejandro reconoce que la falta de pruebas juega en su contra. "Tengo menos derechos que ella porque no tengo un vídeo de la paliza", lamentaba el martes mientras presentaba su denuncia en los juzgados de Plaza de Castilla.
Con el objetivo de fichar a protestantes violentos o denunciar a policías que se extralimitan en sus funciones, la presencia de cámaras y móviles de última generación es cada vez más frecuente. Pero no son los únicos recursos tecnológicos con los que manifestantes y policías se han armado para desarrollar su particular combate urbano.
El escáner de frecuencias con el que se pinchaban las emisoras de la Policía fue uno de los pioneros hace décadas. Manifestantes y periodistas lo utilizaban para espiar a los agentes y anticiparse a sus movimientos. Entonces, las protestas eran minoritarias: "Se tomaba el centro de Madrid con 30 ó 40 pequeños focos y los policías no sabían cómo atajarlos", recuerda el catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, Fermín Bouza.
Las redes sociales han jugado un papel clave en las revueltas de los países árabes
Se pinchaba la emisora y el manifestante siempre iba por delante: "Cuando llegaban los agentes, no quedaba nadie porque el grupo se había trasladado ya a otro lado", explica Bouza, que considera que los manifestantes actuales "no son tan estrategas porque no tienen la necesidad: están más protegidos por la ley y, en teoría, por la Policía".
Del Magreb a Londres
Tras los pinchazos y las cámaras de vídeo, el tira y afloja de policías y manifestantes ha dado un nuevo salto en 2011 con el boom de la telefonía móvil y las redes sociales.
En enero, los tunecinos se unieron en Facebook, se movilizaron en Twitter y difundieron las imágenes de su revolución a través de YouTube esquivando el bloqueo informativo que trató de imponer el régimen de Ben Ali, que sucumbió ante la revuelta popular y terminó huyendo del país el 14 de enero.
Dos semanas después del derrocamiento de Ben Ali, el Gobierno egipcio de Mubarak vetó el acceso a internet en todo el país para tratar de reavivar su régimen agónico, que apenas aguantó 14 días más.
Para burlar la censura en Egipto, los jóvenes opositores utilizaron el sistema SayNow
Para burlar la censura en Egipto, los jóvenes opositores utilizaron el sistema SayNow, que puso a disposición de los tuiteros varios números de teléfono a los que podían llamar y dejar 140 caracteres en un buzón de voz que convertía el mensaje en texto y publicaba en Twitter con el hashtag #egypt.
En Siria y en la primera fase de la guerra de Libia, el veto a la entrada de medios de comunicación internacionales también se salvó con los vídeos que mandaban los rebeldes a través de YouTube.
Otro ejemplo son las revueltas de Londres de principios de agosto, que no se pueden analizar sin hacer alusión al sistema de mensajes BlackBerry Messenger (BBM). El 37% de los adolescentes británicos utiliza este smartphone, según un estudio reciente de la Oficina de Comunicaciones (Ofcom) de Londres. A diferencia de las redes sociales de acceso público, los mensajes gratuitos, instantáneos y masivos de BBM dejaron a la Policía fuera de juego e incapaz de prever la localización de las convocatorias.
La información cotiza al alza
En España, a las unidades especializadas de la Policía en delitos informáticos se une la vigilancia de las convocatorias en las redes sociales y las alertas que llegan de los confidentes. En la era de la comunicación, la cotización de la información se ha disparado. "Saber qué piensan en cada momento, por ejemplo, los chicos del 15-M es una información muy valiosa", añade Bouza.
"Los chicos del 15-M es una información muy valiosa"
En ocasiones, la falta de información o la velocidad de las convocatorias desbordan las previsiones de la Policía. Según la Delegación del Gobierno en Madrid, esto es lo que ocurrió la víspera de la llegada del papa, en la manifestación contra la financiación de la Jornada Mundial de la Juventud con dinero público, que superó los 15.000 asistentes, pese a las previsiones de organizadores y Gobierno, de menos de 5.000.
La falta de efectivos propició, según los convocantes, que peregrinos y laicos se enfrentasen acaloradamente en la Puerta del Sol. Para su desalojo, la Policía actuó con tácticas "prehistóricas", en opinión de Bouza, del mismo modo que las dos noches siguientes: "Esperan una provocación o cargan cuando se lo indica un jefe o un miembro del Ministerio del Interior". La semana pasada, la Delegada del Gobierno en Madrid, María Dolores Carrión, explicó a este diario que la intervención policial siempre va "relacionada con la violencia recibida".
A juicio del catedrático, la Policía debería aplicar un "ritmo más lento en las disoluciones, con pequeñas cargas no violentas, sin necesidad de apalear". Ahora, los agentes son "más brutos"; antes, eran "más ágiles e inteligentes", opina Bouza.
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