Luis Eugenio Todd presentó recientemente su libro Adicciones, enfermedades del siglo XXI
Uso compulsivo de Internet activa la misma zona cerebral que la droga
Esa actividad en el sistema límbico también la genera el empleo excesivo de los celulares y los videojuegos
Existen individuos más propensos genéticamente a ser adictos, expresa
El uso compulsivo de Internet, de teléfonos móviles y de videojuegos activa el sistema límbico del cerebro, mismo que se altera cuando se consume alguna droga (mariguana, cocaína, alcohol o tabaco). De ahí que el empleo de esas tecnologías llegue, en ocasiones, a generar adicción, expuso Luis Eugenio Todd, coordinador de Ciencia y Tecnología del gobierno de Nuevo León.
El científico, quien acaba de publicar el libro Adicciones, enfermedades del siglo XXI, que se presentó la semana pasada en Monterrey, indicó que esa región cerebral está ligada a los satisfactores, por lo que también el sexo, la comida, hacer las compras y los juegos de apuestas influyen en ella.
Aseguró que el problema de la adicción no está relacionado con las sustancias o las herramientas tecnológicas, sino que existen individuos más propensos genéticamente a ser adictos, a lo que se debe sumar la depresión y ansiedad en las que “sistema globalizado ha sumergido a la humanidad”.
El cerebro, señaló, está dividido en dos partes: el sistema límbico, ligado a la supervivencia, a los instintos animales, donde se generan el miedo, el hambre, el deseo sexual y la sed, y el área cortical, “que nos diferencia de los animales”, donde están los pensamientos, la razón y el conocimiento.
Todd, ex rector de la Universidad Autónoma de Nuevo León y ex subsecretario de Educación Superior de la Secretaría de Educación Pública, indicó que el cerebro humano siempre debe tener un equilibrio entre la razón y la emoción; sin embargo, cuando existe una adicción predomina la segunda.
Subrayó que la ludopatía, el uso de tecnologías de la información y la comunicación como la Internet, los teléfonos móviles, las redes sociales, las compras, el sexo e incluso comer pueden volverse adicciones si los humanos realizan estas actividades de manera compulsiva y como forma de encontrar satisfacciones que no tienen en su vida cotidiana.
“Hay personas adictas a las compras, que en muchos casos son la manera que tienen de sacar su angustia y depresión. Se trata de una adicción compulsiva favorecida por el consumismo, generado por la mercantilización.”
Otra de las llamadas nuevas adicciones es el uso constante de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). “Muchas personas han desarrollado una dependencia a estas herramientas: la Internet, el celular; ahora los muchachos son la generación Twitter. En ocasiones se les quita la computadora o el teléfono móvil y su cara muestra una angustia semejante a la que hace un alcohólico o un adicto a la cocaína cuando se le retiran esas sustancias. Sicológica y biológicamente la reacción es la misma.”
Para el especialista las adicciones están relacionadas con agentes genéticos, fisiológicos y por los patrones culturales, y no necesariamente son las sustancias, las TIC o los juegos de azar los que provocan esa enfermedad. “Hay personas más propensas a caer en ello, aunque aún se estudian los porqués.
“La dependencia a una droga o a las nuevas adicciones se puede acelerar cuando se presenta ansiedad o angustia, cuando el ser humano no encuentra respuestas en sus motivaciones sicológicas, espirituales, sociales y físicas. Hoy el mundo se encuentra sumergido en un capitalismo salvaje que nos ha arrancado los valores. Hay una tendencia entre las personas a buscar los satisfactores fuera de ellos; estamos en una sociedad plástica, hoy importa más lo que tienes que lo que eres. Ya no estamos dispuestos a dar por los demás, sólo queremos recibir.”
Esto, dijo, ha generado que la humanidad se encuentre en una especie de depresión y ansiedad. “Hoy, los medicamentos que más prescriben los médicos tan sólo en Estados Unidos son los antidepresivos, seguidos de los ansiolíticos.”
En el asunto de las drogas ilegales, Todd se pronunció por que el país se abra a un debate para evaluar los resultados de la actual política anticrimen y antidroga, pues la actual estrategia no ha funcionado.
Planteó como una medida de solución la legalización del consumo de drogas y que el Estado regule su distribución: “No podemos seguir la política de doble moral estadunidense; científicamente se ha demostrado que es más dañino el consumo de alcohol y el cigarrillo. Hay que abrirle la puerta al conocimiento y no a la sin razón de la política del poder”.
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