sábado, 26 de noviembre de 2011

Obama y la izquierda.

Obama y la izquierda: ¿desencuentro o malentendido?
Por: Graciela Mochkofsky



.En el optimista invierno boreal de 2009, poco después de la asunción de Barack Obama, asistí a una charla con Marshall Ganz, un activista social devenido académico que tuvo un rol central en la organización del amplio movimiento popular que llevó a Obama a la Casa Blanca.

Ganz nos contó la historia de su vida como una parábola de la izquierda norteamericana.

En 1964, un año antes de graduarse, abandonó sus estudios universitarios en Harvard para enrolarse como organizador voluntario del movimiento de derechos civiles en Mississippi. Un año más tarde se unió en California al legendario César Chávez, líder del movimiento de derechos civiles de los inmigrantes latinos.

En 1968, Ganz festejaba en California la victoria de Bobby Kennedy en las elecciones primarias demócratas cuando éste fue asesinado. Todos los que estaban allí esa noche fatídica supieron que marcaba un final para la izquierda norteamericana.

El período revolucionario que había llevado a la debacle a la derecha norteamericana –con los triunfos de los movimientos de los derechos civiles, feminista, contra la guerra de Vietnam, luego el Watergate y la caída de Nixon—llegó a su fin. En las décadas que siguieron, la derecha protagonizó la contrarevolución: en los '80, las bases sociales de la Coalición Cristiana fueron esenciales para las victorias electorales de Bush; más recientemente, el fundamentalista Tea Party terminó de barrer a una dirigencia que aún no se recupera de la catástrofe del período de Bush.

A comienzos de los años ‘90, convencido de que no volvería a ver en su vida un proceso de cambio por izquierda en los Estados Unidos, Ganz decidió regresar a Harvard, completar sus estudios y abocarse a la vida académica.

Pero apareció Obama y Ganz recuperó la esperanza. Se lanzó de cabeza a organizar el activo movimiento de base, con una fuerte presencia juvenil, que se entusiasmó como él no veía desde hacía más de 40 años.

Uno de los periodistas que lo escuchábamos le preguntó si no temía desilusionarse de Obama. Ganz replicó que así como en los '60 el cambio había sido posible porque un gran movimiento social había aprovechado la ventana que J.F. Kennedy había dejado abierta, serían las fuerzas sociales las que traerían el cambio. En los Estados Unidos, aseguró, el cambio siempre ocurre “de abajo hacia arriba”.

Recién ahora,casi tres años después de aquella charla y del comienzo de Obama, la izquierda ha reaccionado. El movimiento Occupy Wall Street, nacido como la idea de un viejo estonio y un joven anarquista místico, es la reacción natural a lo que expresa su contracara de la derecha: el descontento social con una potencia sumergida en una crisis social y económica en la que aumentan las brechas sociales y el desempleo y se palpa la decadencia que antecede al fin de un imperio.

En su origen, Occupy Wall Street fue bienvenido por Obama: "Estamos de su lado", proclamó. En cambio,el alcalde de Nueva York Michael Bloomberg ordenó reprimirlo, y a partir de esa primera razzia policial la protesta por izquierda se extendió como una epidemia por los Estados Unidos.

Pero la represión generalizada a los manifestantes de la última semana en una ciudad norteamericana tras otra ha sido denunciada como una decisión coordinada del gobierno federal, más que como la reacción de intendentes locales que intentan restaurar el orden o cuidar la limpieza de los parques (nunca fueron reprimidas, en cambio, las manifestaciones del Tea Party).

Si esto es cierto, la parábola de Ganz aún aguarda su moraleja:

¿Obama cedió hasta ahora ante la derecha por no contar con un contrapeso de la izquierda, y por eso dio la bienvenida a Occupy Wall Street? ¿O en verdad no desea este contrapeso?

¿Decidió Obama cerrar la ventana? ¿O nunca estuvo abierta?
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