De nuevo el eje París-Berlín-Moscú
Immanuel Wallerstein
Siempre me sorprende que los políticos y los medios de comunicación del mundo gasten casi toda su energía en debatir perspectivas geopolíticas que no van a ocurrir, mientras ignoran los procesos importantes que están ocurriendo.
Aquí hay una lista de los más importantes no-eventos venideros que hemos estado debatiendo y analizando: Israel no va a bombardear Irán; el euro no va a desaparecer; las potencias extranjeras no se van a involucrar en acciones militares dentro de Siria; el repunte de disturbios populares por todo el mundo no se va a desvanecer.
Entretanto, con una mínima cobertura en los medios y en Internet, se inauguró el gasoducto Nord Stream en Lubmin, en la costa del Báltico alemán, el 8 de noviembre, con la presencia del presidente Medvediev de Rusia y los primeros ministros de Alemania, Francia y Holanda, además del director de Gazprom (la exportadora de gas rusa) y el comisionado de Energía de la Unión Europea. Esto si es algo que cambia el juego geopolítico, a diferencia de los no-eventos ampliamente discutidos que no van a ocurrir.
¿Qué es el gasoducto Nord Stream? De manera muy simple, es un gasoducto que fue instalado en el mar Báltico, de Vyborg, cerca de San Petersburgo, en Rusia, a Lubmin, cerca de la frontera polaca en Alemania, sin pasar por ningún otro país. De Alemania puede seguir a Francia, Holanda, Dinamarca, Gran Bretaña y a otros ansiosos compradores de gas ruso.
Nord Stream es un arreglo entre empresas privadas con la bendición de los gobiernos respectivos. Gazprom de Rusia es propietaria de 51 por ciento, y dos empresas alemanas tienen 31 por ciento. Una compañía francesa y una holandesa tienen cada una 9 por ciento. Las inversiones proporcionales (y las ganancias potenciales) son todas privadas.
El elemento clave en este arreglo es que el gasoducto no pasa por Polonia ni por ningún Estado del Báltico ni por Bielorrusia o Ucrania. Así todos estos países no sólo pierden cualesquiera que fueran las cuotas de tránsito que pudieran cobrar, sino que tampoco pueden utilizar su localización intermedia para retenerle el abastecimiento de gas a Europa occidental mientras negocian tratos con Rusia.
La agencia de prensa alemana Deutsche Welle encabezó su reportaje “Nord Stream: un proyecto comercial con visión política”. Le Monde le puso por título “Gazprom se afirma como un actor global de la energía”. Joseph Auer, experto en energía del Deutsche Bank Research, en Frankfurt am Main, opinó: “Es un proyecto político y también un proyecto comercial, y hace sentido tanto a nivel económico como político”.
Mientras tanto, los rusos le dijeron a los chinos que no le venderán gas a 30 por ciento menos que los precios europeos, que no ven la necesidad de que Rusia subsidie la economía china. Y le han dejado claro a Turkmenistán, que cuenta con enormes recursos de gas natural, que no les gustará que exporten gas por otra vía que no sea la de Rusia. El lanzamiento de Nord Stream llega a pocos días de que el nuevo presidente de Kirguistán anuncie que espera cerrar la base militar aérea estadunidense en Manas cuando finalice el periodo de arrendamiento, en 2014. Esta base ha sido crucial en los vínculos de abasto estadunidense con Afganistán. Es claro que Rusia fortalece su posición en las antiguas repúblicas de la Unión Soviética de Asia central.
Tanto la Europa centroriental como Estados Unidos están descubriendo que no es viable la maniobra de evitar la creación de un eje París-Berlín-Moscú. Los mecanismos centrales de la Unión Europea se inclinan ante esta realidad, como lo hacen muchos de los países de la Europa centro-oriental. Lo más difícil es para Ucrania, que se desgarra por estos desarrollos. ¿Y Estados Unidos? ¿Qué puede, de hecho, hacer al respecto?
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