miércoles, 8 de febrero de 2012

El viejo que atrapa las nubes/ cuento corto.

Por Bolivar Hernández.


Cuento corto. Anoche viendo la televisión española, la mejor del mundo, me encuentro con la historia de Horacio 'el aguilucho', un sacerdote jesuita chileno, que dedica su vida entera a atrapar la neblina en el desierto de Atacama, Chile. Atacama es el desierto más seco del mundo. La neblina que invade la alta montaña es producto de los vientos del este que provienen del Oceáno Pacífico, pero que ahí se detiene, y es preciso atraparla con redes especiales para poder obtener agua, el bien más preciado en esas latitudes. Esta historia parece fantástica por la idea quijotesca de tener agua en el desierto mediante el método de construir 'cortinas atrapa neblinas'.
Horacio Larraín es un hombre de 82 años, jesuita, culto, emprendedor de grandes proyectos, vive solo en el desierto chileno. Como su apellido lo indica proviene de una de las familias más rancias y aristocráticas de su país.
Horacio Larraín llegó a México en el año de 1964 a estudiar antropología, y se integró a una generación de estudiantes jóvenes veinteañeros, cuando él ya rebasaba los treinta años. Su aspecto delgado y calvo prematuro, me dio motivo para apodarlo 'el aguilucho'. Tenía poco sentido del humor y se dedicaba cien por ciento a estudiar y como era sacerdote jesuita no invertía energía alguna en divertirse como nosotros. Nos graduamos como antropólogos en el año de 1968, fecha histórica para la sociedad mexicana (La matanza de estudiantes en Tlatelolco).
Hace más de 40 años que no sabía absolutamente nada de Horacio 'el aguilucho'y anoche lo encuentro fascinado atrapando nubes y neblina en el gran desierto de Atacama. Me dio cierta alegría saber de su existencia, ya que lo tenía absolutamente borrado en la memoria. Lo que nos une a Horacio y a mi es lo siguiente: El es un viejo que atrapa las nubes del desierto y yo un viejo que escribe historias de amor, es casi lo mismo.

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