Una puñalada a la unidad de América Latina
Ángel Guerra Cabrera
El golpe de Estado en
Paraguay obedece a varias causas. Enumeraré por su pertinencia algunas
que se han estado señalando y añadiré una observación indispensable. Una
causa importante es que los intereses nativos y trasnacionales ligados a
la producción de soya transgénica no toleran nada que intente detener
su afán de ganancia. De allí que se opusieran con todo al débil intento
de reforma agraria y al impuesto de 12 por ciento sobre la ganancia que
intentaba establecer el depuesto presidente Fernando Lugo (en Argentina
es de 35 por ciento). La alta cotización internacional de la oleaginosa
impulsa el designio de un puñado de terratenientes y trasnacionales por
arrebatar al pueblo guaraní sus tierras y recursos hídricos. De la mano
con financiamiento del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional
estos pulpos llevan a cabo una guerra de exterminio contra las
agriculturas campesinas y el modo de vida que las ha sostenido a lo
largo de décadas y siglos, así como los fundamentos biológicos mismos de
la nación paraguaya.
Desde los años 80 los terratenientes soyeros aliados a Monsanto,
Cargill, Syngenta y otros gigantes del agronegocio gringo, han expulsado
de sus tierras a 100 mil campesinos y forzado la reubicación de muchas
comunidades indígenas para extender sus gigantescas siembras del frijol.
Cerca de 2 por ciento de los terratenientes poseen 80 por ciento del
área cultivable mientras existen 87 mil familias campesinas sin tierras.
El cultivo de la soya hace que cada año se rieguen en Paraguay 20
millones de litros de agrotóxicos que contaminan y enferman a las
personas, la tierra, el agua y el ganado. Son elocuentes a unas semanas
del golpe los despidos masivos en el anteriormente respetado y
competente ente estatal de sanidad vegetal, el remplazo de su director
por un gerente del agronegocio y la súbita aprobación del cultivo de
algodón transgénico violando las normas legales. Los despidos se
extienden a numerosas dependencias gubernamentales en las que
ilegalmente se echa por luguistasa los trabajadores de la misma manera que se priva a familias de programas sociales con ese argumento. Un factor impulsor del golpe podría ser el afán del vicepresidente golpista Federico Franco, aspirante a la presidencia en 2013, de apoderarse de los fondos de los programas sociales para la compra ilimitada de votos en las elecciones de ese año.
En resumen, Paraguay, pese a ser uno de los países con mayor desigualdad social y población en pobreza en América Latina y la economía más débil del Cono Sur ocupa a la vez un lugar importante en el mercado capitalista mundial por su condición de cuarto exportador mundial de soya, potencia hidroeléctrica, las ubérrimas aguas del acuífero guaraní, su biodiversidad y ricos yacimientos minerales. Sin embargo, el extraordinario apetito de control y dominio que estas condiciones despiertan en Estados Unidos y el capital internacional se potencian exponencialmente debido a su situación geográfica, fronterizo con Brasil, Argentina, Bolivia y Uruguay, países estratégicos en el esquema integracionista latinoamericano Unasur/Mercosur/Celac, todos con gobiernos que en distintas medidas se distancian del Consenso de Washington. Dicho esquema constituye el escudo que laboriosamente intentan construir América Latina y el Caribe para defender su independencia frente a Estados Unidos. De allí que derrocar a Lugo, por pálida que fuera su gestión, era fundamental para el imperio y es incompleto cualquier análisis de las causas del golpe que no lo tome en cuenta.
El objetivo principal del golpe es clavar un puñal a la unidad de América Latina y el Caribe empuñado por un gobierno servil hasta el tuétano a Estados Unidos. Hay que evitar que se consolide el gobierno de Franco y la farsa electoral que se pretende montar para perpetuarlo. Mantener bien lejos a la OEA.
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