Nos pedían novela romántica, lésbica y con final feliz”
Por Patricia Kolesnicov
Los libreros son una banda de homófobos” —dice la editora Mili Hernández en un barcito de Palermo, ahí nomás de la Feria del Libro. Sus razones se miden en hechos: hace casi 18 años que abrió la primera editorial de temática gay en castellano y todavía trajina para que las librerías acepten sus libros, aunque sea en consignación.
Y ni hablar de vidrieras: “No hay lugar en las vidrieras”, dice, “para el amor gay”. Aunque el banderín de las ventas en su editorial siempre lo levanten las novelas románticas lésbicas.
“Bueno, aclara que estoy hablando de España”, lo piensa Hernández. “Porque aquí hay muchos libreros que han aceptado nuestros libros muy bien y están haciendo un esfuerzo para que se vean”. Así es. Editorial Egales se distribuye en la Argentina desde hace dos años y sus libros se encuentran en los locales de El Ateneo, en Prometeo o en Fedro y, claro, en la especializada Otras Letras, en Palermo.
Egales nació como fruto de una necesidad: Hernández había vuelto a Madrid después de doce años en Estados Unidos e Inglaterra, había abierto una librería como las que frecuentaba por esos lares y oh, se había dado cuenta de que no tenía nada que vender. Los libros de temática homosexual en español casi no existían. “Tuvimos que importar libros en inglés y ponerlos todos así, de frente, para que pareciera que aquello era mucho, porque no había.”
Así que Hernández y su socia tenían una librería en Madrid –Berkana—y otra en Barcelona –Cómplices— y poco para poner en los estantes. “Entonces, dijimos ‘Bueno, ¿qué hacemos?’ ‘Pues publicar lo que nos gusta y lo que creemos que puede necesitar nuestro público’. Entonces, empezamos por la novela romántica lésbica, que era lo que nos pedían: las chicas estaban hartas de leer dramones. Llegaban a la librería y decían: ‘¿No tenéis uno que acabe bien?’”.
El primer título fue eso, una novela romántica: En otras palabras , de Claire McNab. Y uno para varones: Es difícil encontrar héroes , de Sebastian Beaumont. Hoy llevan editados casi trescientos libros.
No fue cualquier cosa tener la librería a la calle los primeros años. En Madrid, la librería estaba en Chueca, que todavía no era el barrio gay cool de hoy. “A la gente le daba miedo entrar. De hecho, yo tengo una amiga que lo intentó doce veces. Entrar a Berkana era como asumir la homosexualidad”.
¿Egales sólo publica literatura homosexual? Al principio, sólo narrativa: la novela romántica lésbica es lo que más vendimos siempre y ahora también, aunque ahora incursionamos en el policial lésbico. Después sacamos ensayo: ya tenemos unos cuarenta títulos. Se nos cuestiona la especialización pero estos libros que estamos publicando nadie los había querido escribir. Mira, ahora, en España se han escrito miles de libros sobre la memoria histórica.
Y nunca había un capitulillo sobre cómo vivieron los homosexuales durante el franquismo. Y nosotros lo hicimos. A Eduardo Mendicutti siempre le dicen ‘oye, ¿otra novela con personajes homosexuales?”. A Almudena Grandes no le preguntan por qué todos sus personajes son heterosexuales… ¿Qué cambió en 18 años? Uf. Desde el punto de vista editorial, no tanto.
Nos sigue costando lo mismo meter los libros en las librerías que antes. Hay librerías que me contestan que es que ellos no tienen clientes gays y lesbianas. ¿Cómo creen que reconocen a los gays? Mucha gente todavía tiene la imagen de un gay con mucha pluma y una lesbiana horrible, con un camión detrás.
¿La literatura gay la leen solamente los gays? Sí, en especial la literatura gay publicada en un sello gay. En España hemos llegado a una visibilidad gay-lésbica muy grande en poco tiempo y la sociedad no lo ha asimilado. Aprobaron la ley para que pudiéramos casarnos, pero de ahí a “ponga un gay en su vida” o “tenga usted un hijo gay”, va mucho. Eso nos está pasando con la cultura gay-lésbica. Una cosa es que exista, otra cosa es que yo la quiera vender.
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