Por Jairo Calixto Albarrán
El público nini es lo de hoy, y antes de que sea arrojado a las fauces de la milicia, es indispensable explotar ese nicho de mercado tan poco valorado y vilipendiado, sobre todo en materia de creación literaria, si se busca un público cautivo que consuma cierto tipo de obras moldeadas para satisfacer su espíritu de niños perdidos en la piterpánica Tierra de Nunca Jamás.
Sí, amiguito nini, más allá del Libro vaquero y El sensacional de traileros hay otras formas de moldear tu educación sentimental a domicilio. Es un ejercicio literario que se puede poner de moda, de novedad, sin simulacros de sensualidá nacolina con albursotes para aprendices de macuarros.
Los ninis de hoy, tururú tururú, que circulan por el mundo de las ideologías muertas y las utopías vendidas al peor postor, con su cabecita retacada de rock, cómics, computación y una güeva blindada a prueba de crisis existenciales, herederos de un planeta en donde se confunde información con conocimiento, se cultivan hedonismos robóticos y se abandonan rebeldías, están urgidos de obras artísticas que cubran sus necesidades.
Por lo anterior es que propongo este instructivo para quienes tuvieran, a pesar de esta crisis siniestra, un dinero para editar una novela que, bien llevada, pudiera sacarnos de pobres a costillas de los ninis.
Paso 1. Alejarse de los prototipos de novela juvenil como Juventud en éxtasis, el estilo Paco Ignacio Taibo II y de la literatura de la onda. Eso no conmueve a los ninis, quienes, para despertar de su modorra, requieren ficciones más complejas. Además de mujeres pechugonas en onda vikinga y de carnes hambrientas de tacto estilo strippers de Sólo para mujeres, la historia tiene que incluir una trama donde los protagonistas, en actitud de prófugos de la Estrella de la Muerte o de Hogwarts, escapan del servicio militar mientras encuentran trabajo con los forenses de Tamaulipas, Michoacán, Chihuahua y Morelos, donde los tratarán como el Dr. House a sus pupilos.
Paso 2. Los personajes masculinos deben alcanzar los prototipos del adolescente geek, el adulto contemporáneo kitsch y el abuelito camp, con un toque anarcoemo. Las chicas pueden reproducir el Hermione Jean Granger style, las preocupaciones existenciales de Lady Gaga y las exploraciones comprometidas de las antiheroínas manga. Todos en pos del iPad 2 perdido, a través del juego Angry Birds.
Paso 3. Las escenografías que cubran con su suave o rudo manto el devenir de los personajes tendrían que reproducir espacios idílicos de la imaginería nini, como los aviones de Mexicana, la New’s Divine, el Buddah Bar, el Vive Latino o el set de Lo que callamos las mujeres y The Big Bang Theory, pero en el canal de La Compañía. Y sí, con un final de Scooby Doo en la nueva sede del Senado, debidamente rodeada por una manifestación de electricistas.
Paso 4. La historia debe ser como extraída de un juego del Wii de Nintendo, algo que conjugue las peripecias de Mario Bros. El protagonista descubre Facebook y escapa de Hi5 con la coordinación enajenante de Una familia con suerte, tuiteando a marchas forzadas y con la razón apasionada oculta tras un viaje mágico y misterioso por el Museo del Niño, donde es seguido por fundamentalistas del padre Maciel con deseos de darle estimulación temprana.
Paso 5. La novela en cuestión puede tener estos títulos: No todos los ninis son románticos, Los ninis rodando se encuentran o Te conocí en el Bar-Bar un sábado a la media noche.
Pinchis ninis, no tienen escapatoria.
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