Fútbol ejemplar
El triunfo de España en la Eurocopa consagra
a la mejor generación de jugadores de Europa
Pero hay algo más que argumentos futbolísticos. Los éxitos del fútbol español constituyen un alivio indirecto, aunque efímero, a las destructivas consecuencias de la recesión y el paro que está sufriendo la sociedad española. El fútbol no es el sustituto de la buena gestión política ni de la prosperidad económica, ni debe ser un motivo para exigirlas, pero puede inyectar dosis de autoestima en momentos difíciles.
Sobran razones para reclamar esa autoestima. El equipo español ha hilvanado el fútbol más brillante del mundo con un comportamiento muy correcto dentro y fuera del campo, con juego limpio y un respeto exquisito hacia sus contrarios. No es solo talento profesional; los futbolistas españoles han sido ejemplo de deportividad. Es significativo que la rivalidad, agria en ocasiones, entre los dos grandes equipos que dominan la Liga española se haya diluido en colaboración plena dentro del equipo nacional. Y lo mismo ha sucedido con las tensiones nacionalistas, evidentes en el ámbito político, pero inexistentes en la selección.
El triunfo de España exige un reconocimiento público para los jugadores (emocionante el pasillo deportivo que hizo ayer a la derrotada Italia), para el entrenador (Vicente del Bosque) y para el equipo técnico que ha gestionado los talentos, los egos y las habilidades excepcionales de sus futbolistas. También para todos los niveles profesionales del fútbol español; sin canteras dirigidas con paciencia y talento, sin entrenadores preparados, no se hubiera conseguido el éxito en la cúspide. Pero no se olvide tampoco que el fútbol español tiene cuentas pendientes que resolver. El principal es una burbuja que empuja los costes muy por encima de los ingresos potenciales.
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