domingo, 1 de julio de 2012

El buen gusto por el fútbol.

El buen gusto por el fútbol

El juego de equipo y centrocampistas como Iniesta, Özil y Pirlo ha tenido más incidencia que delanteros como Van Persie, Huntelaar, Arshavin y Cristiano pese a su papel relevante

Özil intenta zafarse del marcaje de De Jong y Mathijsen. / Joern Pollex (getty)

El juego de equipo se ha impuesto de nuevo sobre las individualidades en una Eurocopa exenta, por otra parte, de mayores polémicas. Ha habido partidos interesantes, momentos muy especiales, alguno de máximo suspense, y goles para el recuerdo. La idea futbolística que defiende la selección española desde 2008 ha cuajado en el fútbol europeo por encima del juego coyuntural que podrían representar equipos como el Chelsea. Mandan los centrocampistas en España desde hace ya mucho tiempo y ahora también en Italia y Alemania. Jugadores como Iniesta, Pirlo y Özil han tenido más continuidad que figuras como el portugués Cristiano Ronaldo.
MUCHA DEPORTIVIDAD
Devic, Carballo y Nasri
A excepción del gol no concedido a Devic, después de que su remate fuera sacado desde dentro de la portería por Terry, en el partido Ucrania-Inglaterra (0-1), apenas ha habido contenciosos arbitrales. La jugada, en cualquier caso, mantiene abierto el debate. El presidente de la FIFA, Joseph Blatter, aboga por introducir la tecnología en el fútbol, especialmente en la línea de gol, mientras el de la UEFA, Michel Platini, entiende que alcanza con la incorporación del quinto árbitro, o colegiado asistente, como solución ya contrastada en el campeonato de Polonia y Ucrania. Además del error del húngaro Víctor Kassai, hay que contabilizar la mala actuación del español Velasco Carballo en el encuentro inaugural: Polonia-Grecia. Solo se han contabilizado cuatro penaltis y tres expulsiones —dos tarjetas rojas y una pena máxima se dieron en el partido ya referido del inicio del torneo— y el comportamiento de los jugadores ha sido muy correcto, excepción hecha de la trifulca de Nasri con algunos medios de comunicación franceses.
Algunos medios italianos denunciaron su temor a que se produjera un biscotto, un amaño, en el partido España-Croacia, expresado en un empate a dos, que habría dejado a La Azzurra fuera de la ronda de los cuartos. Aunque los italianos estuvieron a un gol de ser eliminados, igual que ocurrió con otras selecciones como la alemana, finalmente solo penalizaron los rusos, abatidos por los griegos. La tercera jornada, la última de grupo, se manifestó como la más peligrosa del torneo porque penaliza el riesgo de especular con el marcador.
UN BUEN CAUDAL DE GOLES
Juve, Madrid, Barça...
La media de goles ha sido significativa: 2,45 por partido. Únicamente dos encuentros acabaron con empate a cero, el Italia-Inglaterra y el Portugal-España, y en ambos se produjeron los momentos de mayor suspense y emotividad del campeonato, cuando en las tandas de penalti Pirlo y Sergio Ramos transformaron sus lanzamientos al estilo Panenka.
El juego de equipo ha tenido más incidencia que los goleadores: los mejores artilleros se quedaron en tres tantos. El cuadro final certifica, por lo demás, el ascendente del juego de ataque por encima del más defensivo. El protagonismo de equipos como el Madrid, el Barcelona y el Bayern Múnich, semifinalistas de la Champions, ha estado muy por encima del mostrado por el campeón, el Chelsea, cuyo éxito se estima coyuntural, sin influencia en los demás equipos. La crítica ha prestado más atención al Juventus, campeón del calcio, vivero de Italia y próximo participante en la Copa de Europa.
LAS GRANDES DECEPCIONES
Holanda pierde identidad
A la cabeza está, sin duda alguna, Holanda, subcampeona mundial y derrotada en los tres partidos jugados, circunstancia que ha provocado la dimisión del seleccionador, Van Marwijk, a pesar de que tenía contrato hasta 2016. Al técnico oranje de nada le sirvió tener a los máximos goleadores de la Liga inglesa (Van Persie) y alemana (Huntelaar) y a jugadores del calibre de Robben. Holanda necesita reinventarse después de perder su identidad. Es un equipo irreconocible desde que se entregó al doble pivote para proteger su calamitosa defensa y precisa también de un nuevo orden para controlar los egos y los clanes, de nuevo visibles. También resultó sorprendente la salida de Rusia, tan irregular como en el anterior torneo, capaz de deslumbrar ante la República Checa (4-1) y quedarse a cero ante Grecia. No funcionó el plan de Advocaat, entregado al Zenit. No solo no superó la primera fase pese a contar con jugadores como Dzagoev y Arshavin, sino que la UEFA le ha amenazado con descontarle seis puntos de la próxima fase de clasificación si sus seguidores reinciden en actos de violencia y racismo. También fracasó Francia, señalada como una de las aspirantes al título por su poder ofensivo, liderado por Benzema, y al final lastrada por su excesivo músculo y su poco cerebro en la divisoria y sus concesiones en la zaga. La no renovación de Blanc como seleccionador, criticado por su conservadurismo ante España, invita a pensar que la transición después de la salida por aclamación de Domènech está en punto muerto y la federación podría optar por un nuevo exfutbolista como timonel: Deschamps.
LOS INTRASCENDENTES
Adiós de los anfitriones
Tampoco ha sido un buen torneo para los anfitriones, incapaces de pasar a la fase decisiva. Aunque el empate contra Rusia, su eterno rival, mitigó la decepción, sobre todo por el golazo de su capitán, Blaszczykowski, Polonia continúa sin seleccionador y sin ganar un partido en la Eurocopa mientras que el interés por Ucrania quedó reducido al buen papel del veterano Shevchenko y a las críticas de Blokhin por el gol anulado a Devic. Tampoco trascendieron Irlanda, admirada por la fe y el comportamiento soberbio de sus seguidores, ni Dinamarca ni Suecia, de la que se espera quizá una mayor notoriedad después de recuperar a Ibrahimovic, quien dejó un golazo a Francia.
LOS CUMPLIDORES
Croacia, Grecia...
Ha habido selecciones cuyo comportamiento ha sido relevante con independencia del marcador. Una de las más elogiadas ha sido Croacia, enmarcada en el mismo grupo que los dos finalistas y especialmente combativa en cuantos partidos afrontó. La renuncia a continuar de su seleccionador, Bilic, no parece ser la mejor noticia para un equipo muy peligroso y versátil. La trayectoria de la República Checa es igualmente estimable por su regularidad: acostumbra a caer en los partidos de eliminación directa después de pasar en silencio la fase de clasificación. Y Grecia, un equipo discreto y solidario, solo cedió ante Alemania en un partido con muchas connotaciones políticas. Queda el caso de Inglaterra, un conjunto improvisado y que viajaba de incógnito al mando del veterano Hodgson. Hubo momentos de buen fútbol, se creció con el paso de los partidos y únicamente claudicó en la tanda de penaltis contra Italia. El sereno tiro de Pirlo acabó con las payasadas de Hart.
UNOS BUENOS SEMIFINALISTAS
De Özil a CR
No se coló ninguna sorpresa en las semifinales, y las cuatro selecciones clasificadas merecieron disputar el título. Acaso decepcionó Alemania en su cruce con Italia. Löw pecó seguramente de conservador en la alineación y su equipo perdió el oremus en el campo, víctima de su juventud. Acostumbrado a jugar siempre con el marcador a favor, no supo remontar ni enfrentarse a un rival más experto y que siempre le ha ganado en las fases finales de los grandes torneos. No le sirvió de nada el buen papel de Özil, excelente como trescuartista, ni la entrada tardía de Reus. Mejor fue el comportamiento de Portugal, que llevó a España hasta una situación límite, solo resuelta en los penaltis. El equipo de Paulo Bento dominó el encuentro de la misma manera que el de Vicente del Bosque fue superior en la prórroga y en la suerte suprema desde los 11 metros. Cristiano Ronaldo, quinto lanzador, ni siquiera pudo tirar porque, cuando le tocaba, España ya había puesto un 4-2 en el marcador electrónico por el acierto de Casillas en la portería y de Iniesta, Piqué, Ramos y Cesc en el marco de Patricio. Físicamente fuerte y muy bien dispuesta tácticamente, Portugal parece haber encontrado una línea de juego con Bento. A partir de un 4-3-3, es un equipo poderoso en las áreas con una dinámica estupenda en el medio del campo. El relevante papel de Cristiano no debe ocultar el buen hacer de futbolistas como Pepe, Moutinho o Nani. Y nadie duda tampoco de la progresión de los jóvenes valores alemanes. Tienen equipo para dar el salto de calidad definitivo que le han negado los españoles por dos veces y los italianos. El fútbol moderno de España y Alemania ha contagiado incluso a La Azzurra: el catenaccio ha perdido peso respecto a la delantera y especialmente a los medios dirigidos por Pirlo, referente de la selección y del Juventus a sus 33 años.
SE IMPONEN LOS MEDIOS
Pirlo, como símbolo
El juego coral de los centrocampistas ha tenido mayoritariamente más trascendencia que los goles de los mejores delanteros. El taconazo de Welbeck ante Ucrania, la volea de Ibrahimovic contra Francia o los dos tantos de Balotelli frente a Alemania dan fe de la calidad de los arietes. No es tiempo, sin embargo, para solistas. Ni Cristiano ha podido hacer campeona a Portugal ni Lewandowski ha sido decisivo en Polonia; Van Persie y Huntelaar fracasaron con Holanda; Mario Gómez y Klose tampoco ayudaron a Alemania a repetir la final de 2008; Benzema funcionó mejor como centrocampista que como goleador, y tanto Ibrahimovic como especialmente Rooney sumaron poco para Suecia e Inglaterra. La tendencia de los últimos torneos se mantiene. La huella de Xavi (2008), Zagorakis (2004) Zidane (2000), Platini (1984) y Luis Suárez (1964) tiene más seguidores que la de delanteros como Van Basten (1988), Hrubesch (1980) o Müller (1972), o de zagueros del estilo de Sammer (1996) y hasta de porteros como Schmeichel (1992) o Zoff (1968). Panenka (1976) merece capítulo aparte porque su ejemplo en el tiro de penalti perdurará para siempre con lanzadores como Pirlo, símbolo de la técnica y la inteligencia, hoy valores máximos de la Eurocopa.
El fútbol fue de nuevo generoso con un torneo que empezó con preocupación, por el retraso en las infraestructuras y el incumplimiento de alguna de las promesas formuladas cuando fue designada la sede, y acabó en Kiev con la sensación del deber cumplido. El reto de organizar por vez primera una gran competición en el Este, después de la caída del muro de Berlín, era mayúsculo. La respuesta de los participantes reconforta: evoluciona el juego de ataque para que se mantenga el espectáculo y el buen gusto.
Ningún debate resume mejor la situación que el afrontado por la propia España. ¿Qué es mejor? ¿Jugar con un nueve o con un falso nueve o, lo que es lo mismo, prescindir del delantero centro a cambio de ganar un centrocampista?

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