Lo que necesita el PSOE
Los socialistas deben huir de personalismos para resolver sus muy graves problemas
Un año después de su mayor derrota electoral, pasados ocho meses de
un congreso en el que Alfredo Pérez Rubalcaba se impuso por la mínima a
su contrincante Carme Chacón —apoyada por el presidente andaluz, José
Antonio Griñán— y habiendo perdido las elecciones en Galicia y el País
Vasco, el Partido Socialista se encuentra en estado de estupor, sin
saber qué hacer. De momento, lo que transmite es una señal de división:
sobre qué políticas económicas y sociales propugnar, sobre cómo
organizar España, y sobre qué decisiones tomar para resolver los
problemas de organización y de liderazgo que arrastra desde hace tiempo.
Los electores castigan a los partidos divididos; cuando esta división versa sobre tres elementos tan importantes, no es de extrañar que el PSOE baje aún más que el PP en intención de voto y valoración. Y sin embargo, la situación requeriría que en la oposición al Gobierno de Rajoy hubiera un partido socialista unido en términos de programa, de idea de España y sin fisuras internas derivadas de choques de personalismos que poco importan a la gente. El PSOE ha sido un elemento central en la vertebración de la España democrática. Su paso a la irrelevancia lo pagarían no ya sus dirigentes y militantes, sino sus votantes y todos los españoles. El momento actual va a requerir grandes consensos, incluida una —demasiado tiempo pendiente— reforma de la Constitución que necesitará un PSOE fuerte, capaz de pactar.
No parece por tanto que este sea, a pocas semanas de otra cita electoral, esta vez en Cataluña, el momento adecuado para cuestionar el liderazgo de Pérez Rubalcaba como secretario general. Y menos aún por parte de los socialistas andaluces, muy activos en estos menesteres en los últimos días. Griñán debe entender que él perdió las elecciones andaluzas con los peores resultados en esa comunidad (lo que no sucedió en Galicia), aunque retenga el Gobierno por el avance de IU. La consejera de Presidencia de la Junta, Susana Díaz, exigía autocrítica en una entrevista publicada el domingo en este periódico. Debería empezar por ella misma y por su jefe político, Griñán; alguna responsabilidad tendrán en el paro desbocado en Andalucía o en los escándalos de los ERE.
Pero la decisión sobre quién ha de encabezar el cartel en las próximas elecciones no debería retrasarse excesivamente. Lo que necesita urgentemente el PSOE es capacidad de integración. No anda sobrado de fuerzas como para seguir con unas luchas intestinas cuyo único efecto es alienar a sus posibles electores e impedir un debate a fondo de cómo ha llegado a su situación actual y sobre cómo salir de ella, lo que implica ayudar a salir al conjunto de España.
Los electores castigan a los partidos divididos; cuando esta división versa sobre tres elementos tan importantes, no es de extrañar que el PSOE baje aún más que el PP en intención de voto y valoración. Y sin embargo, la situación requeriría que en la oposición al Gobierno de Rajoy hubiera un partido socialista unido en términos de programa, de idea de España y sin fisuras internas derivadas de choques de personalismos que poco importan a la gente. El PSOE ha sido un elemento central en la vertebración de la España democrática. Su paso a la irrelevancia lo pagarían no ya sus dirigentes y militantes, sino sus votantes y todos los españoles. El momento actual va a requerir grandes consensos, incluida una —demasiado tiempo pendiente— reforma de la Constitución que necesitará un PSOE fuerte, capaz de pactar.
No parece por tanto que este sea, a pocas semanas de otra cita electoral, esta vez en Cataluña, el momento adecuado para cuestionar el liderazgo de Pérez Rubalcaba como secretario general. Y menos aún por parte de los socialistas andaluces, muy activos en estos menesteres en los últimos días. Griñán debe entender que él perdió las elecciones andaluzas con los peores resultados en esa comunidad (lo que no sucedió en Galicia), aunque retenga el Gobierno por el avance de IU. La consejera de Presidencia de la Junta, Susana Díaz, exigía autocrítica en una entrevista publicada el domingo en este periódico. Debería empezar por ella misma y por su jefe político, Griñán; alguna responsabilidad tendrán en el paro desbocado en Andalucía o en los escándalos de los ERE.
Pero la decisión sobre quién ha de encabezar el cartel en las próximas elecciones no debería retrasarse excesivamente. Lo que necesita urgentemente el PSOE es capacidad de integración. No anda sobrado de fuerzas como para seguir con unas luchas intestinas cuyo único efecto es alienar a sus posibles electores e impedir un debate a fondo de cómo ha llegado a su situación actual y sobre cómo salir de ella, lo que implica ayudar a salir al conjunto de España.
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