El Madrid se lo pasa pipa
El equipo blanco, muy solvente y con momentos brillantes, liquida con extraordinaria firmeza (0-5) al Mallorca en un partido ejecutado por Higuaín y Cristiano, socios ante el gol
Congelada la Península, al Madrid le dio por veranear en Palma, donde
se lo pasó pipa desde el principio, cuando liquidó un partido, tantas
veces incómodo, de forma autoritaria, sin demora, en un suspiro inicial.
Lo que tardó Higuaín en dar en la diana tras un error de Anderson, que
quiso despejar con la cadera una sencilla jugada y puso al Pipita, uno
de esos futbolistas que no vacilan, rumbo al gol. Ocho minutos y no hubo
réplica del Mallorca, uno de esos equipos babélicos que se reinventa
cada año y necesita tiempo de rodaje. Frente al Madrid, mal enemigo,
entregó la cuchara a la primera, incapaz en las jugadas más sencillas.
Cualquier simple despeje, un pase de guardería, todo le resultó de una
complejidad extraordinaria. Mal asunto ante un adversario como el
Madrid, que, fútbol al margen, explota como nadie cualquier rendija que
le concedan. Al gol de Higuaín se sucedió el de Cristiano, un tanto con
muchos condimentos meritorios. Primero por la presión visitante sobre
Fontás, al que ahogaron, y luego por la velocidad de ejecución: a toda
pastilla. Özil enganchó con Di María, este enhebró con Higuaín, que en
un parpadeo conectó con Cristiano. Maniobró con clase el portugués y
ejecutó con clase y poderío a Aouate. Fin de partido, merecida
recompensa para el Real Madrid, que se ahorró parte del segundo tiempo,
tramitado en calma, sin angustias. Con lo justo para imitar al Barça y
lanzar un mensaje tan abrumador como el de los azulgrana en Vallecas.
Real Madrid: Casillas; Ramos, Varane, Pepe, Essien; Modric, Xabi Alonso (Albiol, m. 80); Di María (Callejón, m. 73), Özil, Cristiano; e Higuaín (Morata, m. 77). No utilizados: Adán; Albiol, Nacho; Kaká; y Benzema.
Goles: 0-1. M. 7. Higuaín. 0-2. M. 21. Cristiano. 0-3. M. 69. Higuaín. 0-4. M. 72. Cristiano. 0-5. M. 90. Callejón.
Árbitro: González González. Amonestó a Conceiçao y Bigas, del Mallorca, y a Modric y Xabi Alonso por el Madrid.
Unos 12.000 espectadores en el Iberostar Estadi.
No era una visita con alfombra. Con Caparrós, el Mallorca ha solido
mantener su tradición de equipo huesudo. No tiene el abrigo de la
hinchada, que encuentra otros placeres en las Baleares, pero temporada a
temporada el equipo se las ingenia para sobrevivir. El rodillo del
Barça en Vallecas, el doblete espiritual del Atlético y el trompicón de
Dortmund exigían al Madrid, que no titubeó. Sólido y con armadura, el
grupo de Mourinho no dio tregua a su adversario, cada futbolista estuvo a
la altura, sin reproches para nadie. Un equipo gremial y efectivo, en
defensa, en medio y en ataque. Por la cueva sobresalió Varane, cada vez
más asentado. Un defensa de trazo fino que con kilómetros mejorará en lo
grueso en carteles de enjundia. Essien no se destapó por la izquierda,
Ramos cogió pista por la derecha y Modric y Özil tiraron de compás en
muchos momentos, sobre todo el croata, que, corto de gas en lo que va de
curso, esta vez jugó el partido entero, y con buena nota. Puntuales,
Higuaín y Cristiano, a lo suyo, concretos. Más que de sobra. Gente, ya
se sabe, capaz de golear en dos patadas, jugadores que no dependen de la
producción futbolística. Suficiente para el Madrid, superior cuando
puso todo el empeño y cuando tiró de muleta; himalayesco para el
Mallorca, sin intendencia, con tantas bajas en defensa como el Madrid,
pero con más remiendos que soluciones efectivas, donde Giovani, llamado a
tocar la corneta, aún es un cuerpo extraño. Es muy probable que sea
cuestión de tiempo: Joaquín Caparrós sabe vivir en precario.
Sin premuras, el Madrid liquidó el partido y se tomó el segundo acto a modo de inventario, sin otro alarde que el no dejar que su oponente se metiera en el encuentro. No tuvo ocasión. Primero ante un Madrid ambicioso; tampoco ante un Madrid más bien burocrático. Un Madrid más contenido, que terminó por condenar al Mallorca en dos sociedades más entre Cristiano e Higuaín. Fantásticos ambos, para asistir y definir. Primero, el portugués citó al argentino con el gol con pase filtrado al espacio al que el Pipita llegó como un ángel; de inmediato, Higuaín dio carrete al luso con un servicio a un toque para dar continuidad al desmarque de Ronaldo, que entró por el pasillo central como un cuchillo. Un Madrid más medido, igual de fiero. Es lo que tiene este equipo, de mazo demoledor.
Con todo a favor, Mourinho tiró de Morata, un guiño, leve, pero guiño al fin y al cabo, a la cantera, tras el debate de los últimos días, y echó mano de Albiol, que en el fondo de armario solo tiene por detrás a Carvalho. En Son Moix, Albiol se probó los últimos minutos como medio centro, tras los calambres de Xabi Alonso. Un laboratorio para Mourinho, que quiere examinar la versatilidad de su magnífica plantilla. Una noche idónea para cualquier probeta. Se lo ganó el Madrid, que se dio un banquete sin necesidad de apretar al máximo. Una cualidad de equipo grande, esos que pasan páginas del estresante calendario sin mayor desgaste. Vuelan el Barça y el Atlético, pero al Madrid se le ve por el retrovisor.
Soplaba una tramontana cortante. El Mediterráneo estaba revuelto y las banderitas de Son Moix se sacudían en lo alto de la tribuna este. El Madrid jugaba a rachas y el Mallorca daba síntomas de cambio de régimen, tocando en corto desde atrás, contra las indicaciones habituales de Joaquín Caparrós. Estaba en esos empeños el equipo local cuando Conceiçao erró en la salida del balón, Di María interceptó el pase y metió la asistencia vertical para Higuaín. Ni fue la primera vez que los dos argentinos conectaban en el campo, ni fue la primera vez que Higuaín recibía entre los centrales, controlaba, se giraba y remataba. Los centrales, Geromel y el desdichado Conceiçao, se comportaron con blandura. El tiro fue imposible para Aouate.
Fue el quinto gol de Higuaín en esta Liga y tuvo el valor de los tantos que revientan los partidos. El Mallorca más debilitado de la última década no pudo sobreponerse al golpe. Obligado a buscar un empate, se abrió sin remedio exponiéndose a una paliza. Caparrós había dicho que su equipo sólo podría sacar puntos contra el Madrid si lograba blindar su portería y adelantarse en el marcador. El primer gol de Higuaín le desmontó el plan.
MALLORCA, 0 - REAL MADRID, 5
Mallorca: Aouate; Ximo Navarro, Geromel, Conceiçao, Bigas; Nsue, Fontás (Pina, m. 46), Martí, Giovani (Arizmendi, m. 59); Víctor (Marc Fernández, m. 77) y Hemed. No utilizados: Calatayud; Kevin; Pereira y Alfaro.Real Madrid: Casillas; Ramos, Varane, Pepe, Essien; Modric, Xabi Alonso (Albiol, m. 80); Di María (Callejón, m. 73), Özil, Cristiano; e Higuaín (Morata, m. 77). No utilizados: Adán; Albiol, Nacho; Kaká; y Benzema.
Goles: 0-1. M. 7. Higuaín. 0-2. M. 21. Cristiano. 0-3. M. 69. Higuaín. 0-4. M. 72. Cristiano. 0-5. M. 90. Callejón.
Árbitro: González González. Amonestó a Conceiçao y Bigas, del Mallorca, y a Modric y Xabi Alonso por el Madrid.
Unos 12.000 espectadores en el Iberostar Estadi.
Sin premuras, el Madrid liquidó el partido y se tomó el segundo acto a modo de inventario, sin otro alarde que el no dejar que su oponente se metiera en el encuentro. No tuvo ocasión. Primero ante un Madrid ambicioso; tampoco ante un Madrid más bien burocrático. Un Madrid más contenido, que terminó por condenar al Mallorca en dos sociedades más entre Cristiano e Higuaín. Fantásticos ambos, para asistir y definir. Primero, el portugués citó al argentino con el gol con pase filtrado al espacio al que el Pipita llegó como un ángel; de inmediato, Higuaín dio carrete al luso con un servicio a un toque para dar continuidad al desmarque de Ronaldo, que entró por el pasillo central como un cuchillo. Un Madrid más medido, igual de fiero. Es lo que tiene este equipo, de mazo demoledor.
Con todo a favor, Mourinho tiró de Morata, un guiño, leve, pero guiño al fin y al cabo, a la cantera, tras el debate de los últimos días, y echó mano de Albiol, que en el fondo de armario solo tiene por detrás a Carvalho. En Son Moix, Albiol se probó los últimos minutos como medio centro, tras los calambres de Xabi Alonso. Un laboratorio para Mourinho, que quiere examinar la versatilidad de su magnífica plantilla. Una noche idónea para cualquier probeta. Se lo ganó el Madrid, que se dio un banquete sin necesidad de apretar al máximo. Una cualidad de equipo grande, esos que pasan páginas del estresante calendario sin mayor desgaste. Vuelan el Barça y el Atlético, pero al Madrid se le ve por el retrovisor.
Higuaín desmonta el plan de Caparrós
DIEGO TORRES
El concurso de acreedores ha obligado al Mallorca a rebuscar en los
rincones más recónditos del fútbol brasileño para fichar un central a
bajo coste. Este verano dieron con Anderson Conceiçao Benedito, un
mulato elegante que pisaba fuerte en el Figueirense, de la Serie B de
Brasil. Los administradores lo trajeron a la isla y le pusieron un
sueldo modesto para la Primera, de unos 300.000 euros anuales. El
muchacho, de 23 años, lo había hecho bastante bien en lo que va de
campeonato. Hasta que se cruzó con Higuaín.Soplaba una tramontana cortante. El Mediterráneo estaba revuelto y las banderitas de Son Moix se sacudían en lo alto de la tribuna este. El Madrid jugaba a rachas y el Mallorca daba síntomas de cambio de régimen, tocando en corto desde atrás, contra las indicaciones habituales de Joaquín Caparrós. Estaba en esos empeños el equipo local cuando Conceiçao erró en la salida del balón, Di María interceptó el pase y metió la asistencia vertical para Higuaín. Ni fue la primera vez que los dos argentinos conectaban en el campo, ni fue la primera vez que Higuaín recibía entre los centrales, controlaba, se giraba y remataba. Los centrales, Geromel y el desdichado Conceiçao, se comportaron con blandura. El tiro fue imposible para Aouate.
Fue el quinto gol de Higuaín en esta Liga y tuvo el valor de los tantos que revientan los partidos. El Mallorca más debilitado de la última década no pudo sobreponerse al golpe. Obligado a buscar un empate, se abrió sin remedio exponiéndose a una paliza. Caparrós había dicho que su equipo sólo podría sacar puntos contra el Madrid si lograba blindar su portería y adelantarse en el marcador. El primer gol de Higuaín le desmontó el plan.
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