Moriré en la raya"
Al delantero mexicano Chicharito le ha bastado un año para deslumbrar en el Manchester
El abuelo nunca metió muchos goles, pero peleó por todos. Tomás Balcázar González (Guadalajara, México; 4 de mayo de 1931) se crió en el barrio de Mexicaltzingo y se ganó la vida peleando en el área. Como futbolista, ganó un título con el Guadalajara. Fue a un Mundial, el de Suiza 1954, y metió un gol en cuatro partidos. Su hija se casó con Javier Hernández, otro futbolista, al que llamaban El Chícharo (guisante) porque tenía los ojos verdes. También jugó un Mundial, el de México 1986. Javier Hernández (Guadalajara, 1988), El Chicharito, el hijo del Chícharo, solo promete una cosa: "Moriré en la raya por la camiseta del Manchester United".
Le cantan al pequeño guisante a ritmo de Los Beatles, en los bares de Manchester, aprovechando la tonadilla de Let it be. "Little pea, little pea..., eres Javier Hernández, little pea", le honran los seguidores, rendidos al talento del mexicano tras haber jugado su primera temporada con los Diablos Rojos a ritmo de gol: ha marcado 20 en 43 partidos. "Su primer año es espectacular", le ensalza Rooney. "Es muy profesional. Imagino que su padre y su abuelo le habrán ayudado mucho. Gracias a eso, se ha adaptado tremendamente bien", apostilla el delantero inglés.
Chicharito debutó con el Manchester en Wembley el 8 agosto de 2010 y estrenó su camiseta en la final de la Charity con un gol. Hoy vuelve a Londres y, aunque los hinchas apuestan por su tanto, él dice no estar preocupado por eso. "No me obsesiona el gol. Lo primero y primordial es el trabajo.
A veces tienes la fortuna de marcar, pero si lo hace Edwin [por Van der Sar, el portero] ya me va bien...". El pequeño guisante habla tan rápido como juega -también en inglés porque lo estudió de niño- y sus palabras tienen tanto sentido como sus desmarques. Se le nota que ha sido educado en los mejores colegios de la católica alta sociedad de Guadalajara porque tiene un discurso que llena de humildad.
"Messi es de otro mundo comparado conmigo", tercia cuando alguien osa compararlos. Busca humanizarse, alejarse del estereotipo de futbolista consentido, mientras huye de quien le señala la posibilidad de convertirse esta noche en leyenda a los ojos de los hinchas del Manchester. "Nunca me he sentido estrella ni héroe. Solo soy uno más. No hay dinero que me haga sentir más o menos que nadie. Antes soy Javier Hernandez, El Chicharito", dice.
Sufrió tanto en el Chivas que a punto estuvo de terminar su carrera. Roberto Morales, su compañero de habitación en aquellos días, lo sabe perfectamente. Por eso le ha invitado al partido de esta noche en Wembley: "Había perdido la confianza. No me veía capaz de llegar a lo más alto. Sin su ayuda y la de Dios, no estaría aquí". "¡Frijoles!", exclama cuando se le pregunta si en el campo le alcanza para pensar o se mueve por instinto. "No lo sé, nunca me preguntaron. Simplemente, trato de trabajar. Y soy positivo", apunta el ariete.
Vive con sus padres y su hermana y dice que, si no hubiera llegado a futbolista, "habría seguido estudiando". Conduce un Q7 que para a la puerta de Carrington para firmar autógrafos a los japoneses y los niños que esperan a los futbolistas. Es la cara más cándida de un equipo tenso como la mandíbula de Rooney, que aprieta la bocina de su 4x4 para que se aparte el mexicano cuando se cansa de esperar a que termine de atender a los aficionados.
No parece que compartan inquietudes fuera del campo, pero dentro se mueven como si fueran uno. "Chicharito es un jugador que al espacio es un crack. Se aleja y entra en la jugada en un sitio que no encuentra casi nadie y en cuestión de segundos, con movimientos increíbles. Nos alargará la línea defensiva. Eso permite a Rooney jugar a su espalda, llegar y hacer mucho daño", explica Pep Guardiola.
Incluso Messi reconoce la calidad de Little Pea, El Pequeño Guisante: "Ya demostró lo desequilibrante que es en el Mundial. Es un jugador muy bueno con las dos piernas. Además, cabe destacar el trabajo que ha hecho en el Manchester en tan poco tiempo". Jonathan dos Santos, compañero suyo en la selección mexicana, admite que no deja de sorprenderle: "No sé cómo lo hace, pero siempre está dentro del área allá adonde irá la pelota.
Está extraordinariamente implicado en su equipo y con sus compañeros. Es muy disciplinado como jugador tanto en el aspecto táctico como fuera del campo y del vestuario. A pesar de que no es muy alto [1,73m], va muy bien de cabeza. Aprovecha cualquier ocasión, por pequeña que sea, para lograr un gol. En eso, El Chicharito es incansable".
No hay comentarios:
Publicar un comentario