Urgen liderazgos femeninos
Sara Lovera
Un fantasma recorre el mundo. Ese mundo desbarrancado de la lógica y el buen vivir. Un mundo dirigido políticamente por una mayoría masculina que, al menos en México, nos ha dejado sin aliento, sin finanzas y sin política.
Ungidos los hombres que podrían llegar al poder, todo se confunde, desvaloriza, y las palabras caen como hojas secas, sin vida y sin futuro.
No es que se trate de algo fatal, pero ha llegado la hora. Los hombres del poder deberán rendir cuentas a la sociedad de lo que han acumulado y lo que han hecho con nuestra historia reciente y pasada, con las guerras y los desastres, porque se han quedado con todo el poder o con casi todo, desde tiempos inmemorables.
De ahí la trascendencia de cuatro líneas sustentadas en la fracción V del artículo 78 del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe), que señala que para la capacitación, promoción y el desarrollo del liderazgo político de las mujeres, cada partido político deberá destinar anualmente 2% del financiamiento público ordinario.
Para el año que corre, eso significa, aproximadamente, 62 millones 400 mil pesos, sumando el 2% de siete partidos políticos. Un dinero inapreciable para que las futuras mujeres de acción política estén informadas y capacitadas sobre cuál es su derecho y su responsabilidad en la tarea pública.
Los partidos políticos, según un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo e Idea Internacional, son el principal cuello de botella para que las mujeres ocupen puestos públicos y de representación en los gobiernos y en los congresos, donde se decide el futuro de los pueblos, el dinero para la sociedad y los marcos jurídicos que las conducen.
Lo extraño es que la antidemocracia mexicana, machista, haya obligado por ley a algo que los partidos políticos debían hacer con un poco de lógica, algo de democracia e incluso un ingrediente de interés y pragmatismo. Hoy las mujeres constituimos, según el mismo estudio y los datos a mano, poco más de 50% de la militancia de esos siete partidos políticos y poco más de 50% de los votos posibles en las elecciones por venir.
Es decir que el asunto de las mujeres y su promoción política no tendrían que ser regateados. Ahora, con la ley, el único partido político sancionado por no cumplir ha sido el de la Revolución Democrática (PRD), pero otros más podrían estar en la misma situación. Tan son omisos que un grupo de mujeres políticas ha pedido que el tal artículo del Cofipe sea reglamentado para garantizar su cumplimiento.
Hasta ahora, y siempre con la fuente del Banco Interamericano de Desarrollo, sólo el partido Convergencia tiene en sus estatutos esta obligación, que siendo de ley se reitera en sus documentos como, pensemos, un compromiso.
Hace unos días, la dirigente del Movimiento de Mujeres de ese partido, Carmen Ojesto, informó que Convergencia ha dado luz verde para que se haga una capacitación cívica, genérica y política a sus militantes en todo el país.
Esto significa, explicó, que no es una declaración, sino que a la misma le pondrán el dinero que obliga la ley, algo así como tres millones de pesos, la tercera parte de lo que para ese fin ha destinado el Instituto Nacional de las Mujeres, a través de varias organizaciones civiles.
Y es apenas 0.5% de lo que en volumen tienen los otros seis partidos políticos.
En el PRD lo que sucede ahora es que tiene nueva dirigencia de mujeres, a cargo de Mónica Soto, quien recientemente construyó un programa ambicioso de actividades y propuestas para que las mujeres adquieran las herramientas para engrandecer las actividades de ese instituto político.
El PRD deberá destinar ocho millones 400 mil pesos para capacitar a sus militantes femeninas. Veremos si lo hace y si Mónica Soto puede desarrollar lo que se ha propuesto.
¡Vaya!, la sorpresa es la decisión de Convergencia, un partido pequeño, que tuvo su principal arraigo en Veracruz y Oaxaca y que forma parte de la coalición de izquierda que primero se probará en el Estado de México y, al parecer, en las elecciones abultadas de 2012, donde cambiará la presidencia de la República.
Lo interesante será observar si son capaces los partidos de no manipular los recursos que por ley se obligan desde 2008. En 2009 tuvimos la tremenda sorpresa de las "juanitas", mujeres que completaron la cuota de género, pero que tenían el compromiso de entregar la curul a sus suplentes masculinos, cuestión que fue muy grave, porque hizo evidente la resistencia del machismo partidario.
En la izquierda el enigma es el Partido del Trabajo (PT), ese que promueve a Andrés Manuel López Obrador. Un partido campeón en obstaculizar la participación femenina. Sus dirigentes y allegados, como el senador Ricardo Monrreal, han dicho: "no nos interesa" y han incumplido con la cuota, que podría exigirse, pero es tan pequeño el partido que sus representaciones populares las reparten entre parientes, familia e incondicionales.
En fin, el reto será crecer el número de mujeres en posiciones de poder, reales y capacitadas, interesadas, concientes del valor de su participación política. Y, ojalá, mujeres con conciencia de mujeres.
Patricia Mercado, coordinadora de un proyecto gigante para fortalecer a las mujeres políticas, llamado SUMA, me contó en una entrevista que es posible que mujeres de distintas ideologías y partidos políticos puedan llegar al poder y hacer algo por las otras mujeres.
Ellas, las de SUMA, encontraron que quizá el tema de las políticas económicas (quiero pensar contra la pobreza y la falta de oportunidades económicas) sea transversal a todas y no se enfrente a las diferencias ideológicas entre la derecha y la izquierda.
Salomónica la postura, pero interesante. Sin querer, esto fue lo que planteó Carlos Marx y Federico Engels: la cuestión económica, el tema de la plusvalía, el de la explotación y la necesidad de ser libres económicamente para serlo políticamente.
Probablemente este sea un camino de tránsito a la libertad sexual y reproductiva de las mujeres y a la libertad sustantiva que pare la violencia genérica.
Posible y probable, pero alguien también me contó que a este paso, lento, obstaculizado por las dirigencias masculinas, necesitamos 78 años para conseguir la paridad en representación política. O sea, demasiado para una nueva generación y muy lento para quienes hace 40 años militan en el feminismo.
Lo deseable es que los partidos, como Convergencia en este momento, cumplan con la ley y hagan su tarea.
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