domingo, 29 de mayo de 2011

Guatemala: Los Zetas.

Zetas en Guatemala: expandiendo territorios
La masacre de labriegos guatemaltecos en la zona del Petén muestra la estrategia seguida por Los Zetas desde hace tres años para dominar ese territorio fronterizo, clave en el tráfico de drogas, personas, armas y dinero.


Desde 2008 el gobierno mexicano sabía de la expansión de Los Zetas hacia Guatemala. Sus métodos sangrientos en territorio nacional perfilaban en el corto plazo masacres como de la de la granja Los Cocos, en el Petén, zona de intenso trasiego de drogas y armas provenientes de Colombia.

La ejecución y decapitación de 28 campesinos guatemaltecos no es la primera matanza llevada a cabo por Zetas en ese país. Al menos tres episodios registrados entre 2008 y lo que va de 2011 han ya dejado cerca de 30 víctimas: el Ejército, la Marina, la Procuraduría General de la República (PGR) y la Secretaría de Seguridad Pública Federal (SSP) de México tenían informes sobre estas acciones de Los Zetas, destinadas a amedrentar y acabar con bandas rivales como Los Mendoza, Los Leones y la gente de Otto Herrera, grupos que trabajan para organizaciones colombianas o los cárteles del Golfo y de Sinaloa.

Los Zetas intentan manejar sin competencia el abasto de migrantes, drogas y armas desde Centroamérica hasta la frontera norte de México. De allí sus incursiones para limpiar la zona y controlar por completo los departamentos del norte de Guatemala en su franja fronteriza con México, señalan fuentes militares consultadas por M Semanal.

Para el investigador español Carlos Resa Nestares, economista de la Universidad Autónoma de Madrid y quien en la década pasada investigó a detalle el fenómeno del narcotráfico como una actividad económica, la expansión de Los Zetas hacia Guatemala puede deberse a factores como la necesidad de encontrar sitios alternos más fácilmente redituables dada la persecución de que son objeto en México, situación que habría hecho descender sus ganancias.

Resa señala que esto es parte del “desarrollo natural de Los Zetas si quieren crecer, o si las rentas en su territorio original han disminuido”. En este sentido ve la actividad del secuestro como una de las vías para mantener la entrada de recursos, la presencia en la zona y la posibilidad de un crecimiento en condiciones de poca competencia. No obstante, advierte que “los secuestros no son una industria autosostenible en el largo plazo sin otros ingresos”; y éstos vendrían de la venta de protección y, por supuesto, de la guerra con otras organizaciones para hacerse de territorios abandonados o poco vigilados a través de enfrentamientos sangrientos.

LA GUERRA… OTRA VEZ
Los datos que el gobierno guatemalteco envió a militares y sobre todo a la Policía Federal (PF) en México indicaban que desde 2008 las incursiones de Zetas eran más frecuentes, focalizadas y, sobre todo, más encarnizadas, logrando hacerse de importantes zonas y pasos estratégicos de Guatemala a Chiapas.

Las matanzas de sicarios, operadores y “burreros” de los cárteles guatemaltecos se recrudecieron desde entonces con el asesinato de Juan José León Ardón, Juancho, a manos de un comando de ex kaibiles y Zetas encabezado por Daniel Pérez Rojas, El Cachetes, hombre encargado de abrir paso y arrebatarle territorios a los grupos que trabajan con los cárteles del Golfo y de Sinaloa.

Este enfrentamiento y ejecución, por deudas en el pago de un cargamento de media tonelada de cocaína, hizo que la PF y la PGR enviaran agentes especiales para conocer de cerca lo ocurrido y tener un panorama más completo sobre la entrada de Los Zetas a Guatemala.

El Cachetes era uno de los llamados Zetas históricos. Perteneció al primer grupo de militares desertores y solicitantes de baja con los que se formó lo que fue el brazo armado del cártel del Golfo, integrado por 40 elementos, de los cuales 31 eran militares. Daniel Pérez mantuvo presencia y control en las zonas fronterizas del sureste de México, desde la Laguna del Tigre y Río Escondido, en el Departamento de Petén, al norte de Guatemala y frente a las comunidades chiapanecas de Benito Juárez y El Pedregal, hasta Río Azul (un afluente del Río Hondo que atraviesa parte del territorio mexicano y el norte de Belice), en tierra guatemalteca.

Una vez allí, El Cachetes logró penetrar con éxito las zonas dominadas por los cárteles de Los Leones y Los Mendoza, y retar a los operadores de Otto Herrera para establecer controles plenos en el Departamento del Petén, el más grande de Guatemala y el menos vigilado de todo el territorio chapín.


De los 21 departamentos que forman el territorio guatemalteco, el de Petén es el más grande e importante por ser frontera con México y Belice. La vastedad de su territorio y la porosidad de esa franja fronteriza, cubierta de jungla, convirtieron a Guatemala en un blanco idóneo para los cárteles mexicanos.

El Atlas Comparativo de la Defensa en América Latina 2008, elaborado por la Red de Seguridad y Defensa de América Latina (Resdal), señala que Guatemala cuenta con 14 mil 913 efectivos militares en las tres armas: Ejército, Marina y Fuerza Aérea. El Ejército de Guatemala cuenta con una fuerza de 12 mil 425 efectivos (mil 482 oficiales, tres mil 480 suboficiales y siete mil 463 de tropa); la Fuerza Aérea tiene 871 elementos (186 oficiales, 303 suboficiales y 382 de tropa) y la Marina cuenta con 897 elementos (180 oficiales, 266 suboficiales y 451 de tropa). En promedio, existen una decena de militares por cada 10 mil habitantes en el país centroamericano, indica el informe de la Resdal.

Datos actualizados hasta la semana del 16 al 22 de mayo por el Ministerio de Defensa, sobre la capacidad operativa del gobierno guatemalteco para vigilar sus fronteras, revelan que tan sólo en el Petén existe un despliegue de dos mil 500 militares para resguardar la línea divisoria entre México y Belice, la cual corre desde La Libertad, en la costa guatemalteca del Pacífico, hasta los poblados de Modesto Méndez y Sarstún, en el Atlántico guatemalteco, que corresponde al sur beliceño.

Ruy Urízar, vocero del Ministerio de Defensa de Guatemala, señala que hay un militar por cada 14.3 kilómetros cuadrados en Petén. También existe un despliegue de 605 agentes policiales, de acuerdo con el Grupo de Apoyo Mutuo (GAM) de ese país; esto significa que le corresponde a un solo agente policiaco vigilar el orden y el mantenimiento de la paz en un área de 59.2 kilómetros cuadrados.

A estas fuerzas se sumó, desde marzo de 2009, la Fuerza de Élite Antidrogas, integrada por 49 elementos capacitados principalmente en Estados Unidos en operaciones antinarcóticos. De los integrantes de esta Fuerza de Élite, 25 son agentes civiles pertenecientes al Servicio de Análisis e Información Antinarcóticos (SAIA), y los 24 restantes son militares de la Fuerza Naval. Esta fuerza comenzó a actuar en la zona del Río Dulce, en el Departamento de Izabal (el río nace en el lago Izabal y desemboca en Livingston, en el Atlántico guatemalteco, en una franja ubicada entre Honduras y Belice, zona de gran trasiego de drogas desde Colombia), en Escuintla y en el Puerto San José, también en el Atlántico.

En otro punto de Guatemala, en la zona del Pacífico que corresponde al Departamento de San Marcos y a una franja del de Quetzaltenango, está en el poblado de Tecún Uman, más conocido como uno de los pasos de grupos de narcotraficantes y, sobre todo, ubicado como centro de acopio no sólo de migrantes, sino como punto de venta de armamento militar como lanzacohetes RPG, fusiles AK-47, M-16 y granadas ofensivas y defensivas. Tecún Uman se encuentra en el corazón de estos comercios ilegales; por eso la zona del Castillo es un sitio controlado por grupos guatemaltecos apoyados por sicarios mexicanos.

En el Departamento de Petén, autoridades de Guatemala han ubicado al menos seis vías de paso usadas por Los Zetas para ir y venir de México hacia Centroamérica a través de comunidades localizadas en Las Flores, Santa Rosita, Los Laureles y La Libertad. Del lado mexicano se han marcado al menos 60 puntos ciegos o vías de paso sin controles de ninguna especie utilizadas por Los Zetas.


En septiembre de 2009 el doctor Max Manwaring, investigador y analista de la poderosa firma estadunidense Rand Corporation, publicó su análisis “Una nueva dinámica en el Hemisferio Oeste: Los Zetas mexicanos y otros ejércitos privados”, en el que advertía sobre la rápida evolución de esta organización paramilitar y sus intenciones de crear “zonas de impunidad” para actuar libremente dentro y fuera del país, pero ahora con fines de control social y político. Los vecinos de México sufrirán las consecuencias en los años por venir si no se toman medidas necesarias para enfrentar y revertir esta situación, señalaba el consultor y especialista en asuntos de seguridad.

En marzo de ese año, meses antes de la publicación del informe de Manwaring, Los Zetas amenazaron de muerte al presidente de Guatemala, Álvaro Colom, luego de que decretara el Estado de Excepción en el departamento de Zacapa tras la masacre en la que murió Juancho León en un ataque de Zetas coordinado por Daniel Pérez Rojas. El Cachetes fue detenido meses después de la primera masacre cometida por Zetas en Guatemala, una que dejó fuera de la competencia a la gente de Juancho León, conocido narco que trabajaba para grupos colombianos y para los cárteles del Pacífico y del Golfo.

Antes de la llegada del cártel mexicano, este personaje controlaba el tráfico de drogas, de armas y de personas en el Departamento del Petén, y aún antes de hacerse cargo del cártel del norte de Guatemala, Juancho había sido uno de los más activos escoltas del capo Byron Berganza, quien trabajaba en sus inicios para el alcalde de la ciudad de Zacapa, Arnoldo Vargas, detenido en 1992 y extraditado a Estados Unidos.

Berganza estuvo al frente de la organización de Los Leones hasta que fue capturado por la Policía Nacional Civil de Guatemala en 1996, tras incautársele casi media tonelada de cocaína en una avioneta que había aterrizado en la finca El Guacamayo, de su propiedad. Juancho León, lugarteniente de Byron Berganza, ocupó su lugar al caer el capo en manos estadunidenses. Los Zetas no pararon: su siguiente objetivo fue la organización de Otto Herrera García, buscado por la Administración de Drogas y Narcóticos de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés) en cinco países y quien desde el 2002 trabajaba para el cártel del Golfo y entregaba también algunos cargamentos a operadores del cártel de Sinaloa.

Los Zetas cercaron a Herrera y entregaron información a las autoridades para su captura. El capo cayó en abril de 2004, al ser identificado en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Días antes, su casa había sido cateada en Guatemala, y se le encontraron 14 millones de dólares en efectivo, varios autos y tres lanzacohetes abastecidos. Herrera fue ingresado al Reclusorio Sur en el Distrito Federal, de donde se fugó el 14 de mayo de 2005. Fue recapturado en 2007 en Bogotá y extraditado a Estados Unidos.

Para entonces, el corredor de las drogas que atraviesa los departamentos de Petén, Izabal, Zacapa y Chiquimula, cortando la cintura de Guatemala, había pasado ya a manos de Los Zetas, ante la imposibilidad de los desperdigados sucesores de Otto Herrera de mantener el control de la zona norte y centro del país.

Tras la muerte de Juancho León en 2008, las autoridades guatemaltecas, apoyadas por la DEA, capturaron a Daniel Pérez Rojas, a quien mantuvieron en una prisión del país hasta que fue extraditado a Estados Unidos en 2010. En ese lapso, Los Zetas llevaron a cabo dos masacres más en Zacapa y Huehuetenango, donde fueron ejecutadas 15 y nueve personas, respectivamente. La masacre de Huehuetenango fue videograbada y subida a YouTube minutos después de haber sido perpetrada.

Pero la decapitación de los 28 jornaleros de la finca Los Cocos, propiedad de Otto Salguero, ligado en Guatemala a los cárteles de Sinaloa y del Golfo, es la primera que sucede en ese país como un hecho de violencia extrema contra civiles tras la guerra civil que duró más de 30 años en Guatemala.

En este contexto, el doctor Resa Nestares critica que el presidente Álvaro Colom haya instaurado el Estado de Excepción como respuesta al ataque del cártel mexicano: “Declarar el Estado de Excepción forma parte de la actividad habitual de los políticos: aparentar que hacen algo”. La efectividad de la medida es cero, a cambio de un costo muy alto en términos económicos y de derechos civiles, añade. “¿Acaso piensan que Los Zetas iban a volver a hacer un secuestro en los próximos 30 días?”, pregunta el investigador.

Detenido Zeta responsable de matanza en Petén
Un jefe del cártel de Los Zetas en Guatemala y presunto responsable de la matanza de 28 labriegos el pasado 15 de mayo en una granja del Petén, en la frontera con México, fue detenido por las fuerzas de seguridad de ese país. El guatemalteco Elder Estuardo Morales Pineda, El Pelón, al parecer fue responsable de dirigir al grupo que asesinó a los campesinos, según aseguró el presidente Álvaro Colom, luego de la aprehensión realizada por la Policía Nacional Civil el martes 24 de mayo.

En las últimas dos semanas las fuerzas de seguridad de Guatemala han capturado a una veintena de supuestos miembros de Los Zetas en diversos operativos realizados en varias ciudades del país. Entre ellos destaca la detención de tres mexicanos: Mario Díaz, Luis Ortiz y Víctor González, quienes trabajaban al servicio del ex militar Hugo Betata, presunto líder del cártel en Guatemala. Las capturas se realizaron durante varios allanamientos en la ciudad de Huehuetenango, 280 kilómetros al norte de la capital, informó el ministro del Interior, Carlos Menocal.

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