lunes, 30 de mayo de 2011

Fotografía: regreso a los rostros.

Regreso a los territorios del rostro
La XIV edición de PHotoEspaña reivindica el género del retrato mediante 70 exposiciones - 370 creadores de 55 países participan en la cita madrileña


Nuevo responsable, nuevas líneas. El desembarco del cubano Gerardo Mosquera, conocido crítico de arte y comisario de exposiciones, como nuevo responsable de PHotoEspaña en su XIV edición -que se celebra desde mañana y hasta el 24 de julio- ha dado un giro radical a su sección oficial, con 70 exposiciones en diversas salas de Madrid, titulada genéricamente Interfaces. Retrato y comunicación. En esos cambios significativos en relación con las ediciones anteriores está fundamentalmente la intención manifestada por Mosquera de abordar la fotografía "menos en sí misma y más como base de la imagen contemporánea".


El Museo Arqueológico Nacional, en Madrid, se ha incorporado este año a PhotoEspaña con la exposición Retratos de Fayum + Adrian Paci: sin futuro visible, que recoge 13 obras excepcionales datadas entre los siglos I y III y nunca expuestas antes en España.

Un punto de partida que ha aplicado con claridad, dando como resultado un programa en el que participan 370 artistas de 55 nacionalidades, muy abierto y ocasionalmente provocador en el que se cruzan y dialogan elementos tan contrastados como la estética paparazi, la fotografía de estudio entre el siglo XIX y la mitad del XX, el documento social, la fotografía amateur, el portal de Internet, el uso de la webcam, pinturas procedentes del Egipto romanizado realizadas en los primeros siglos de nuestra era, autores de referencia como Thomas Ruff o Cindy Sherman, o un conjunto de artistas procedentes de geografías emergentes como China, el sureste asiático y Europa del Este que ofrecen un uso extremadamente fluido del medio fotográfico.

Todo ello para trazar un acercamiento al retrato centrado en las políticas del rostro, en una lectura que apuesta por la vitalidad y por la capacidad de reconfiguración del género y sus facultades expresivas precisamente después de haber asistido durante más de una década a una dinámica generaliza de cuestionamiento y deconstrucción de los elementos más estrechamente asociados al rostro como son la identidad, la interioridad subjetiva y su capacidad de comunicación.

Esta apuesta por devolver al retrato sus facultades, especialmente aquellas que tienen que ver con el diálogo que instaura el rostro y la mirada, es el centro de la exposición colectiva Face contact (teatro Fernán Gómez), comisariada por el propio Mosquera.

Una muestra en la que se dan cita temas y registros tan interesantes como la ironía y la actitud iconoclasta, la mimetización social y el disfraz, la ocultación simbólica de la facialidad, el rostro violentado, la relación entre individuo y grupo o las implicaciones culturales del retrato. La otra gran exposición colectiva de esta edición, en este caso comisariada por Hou Hanru, es la que agrupa al grupo de artistas de áreas emergentes antes mencionado bajo el título El poder de la duda (Museo Colecciones ICO).

La propuesta, que plantea una gama de posibles usos expresivos de la imagen como reacción ante el aplanamiento de la realidad dictado por la sociedad globalizada y la expansión imparable de los "modelos únicos" de desarrollo y certeza, se hace eco también de la radical transformación que supone para nuestro modelo de percepción de lo real el nuevo contexto de circulación de imágenes e información puesto en juego por Internet.

Dentro del capítulo de los provocadores contrastes planteados por Gerardo Mosquera en esta edición se encuentran dos exposiciones. La primera de ellas reúne, en un interesante diálogo entre vida y muerte, futuro y pasado, anonimato e identidad, las pinturas del Egipto romanizado ya mencionadas (los Retratos de Fayum) con el vídeo de Adrian Paci, Centro para la permanencia temporal, donde el autor reflexiona sobre la incierta e invisible condición de la población que vive sin perspectiva de futuro (Museo Arqueológico Nacional).

La segunda, con el título de 1 mil caras / 0 caras / 1 rostro (Alcalá 31), se plantea como una reflexión sobre la representación del sujeto mediante un juego a tres bandas entre los trabajos de Thomas Ruff y Cindy Sherman, en sí mismos bien contrastados, y la obra del desconocido Frank Montero Collado, un mexicano que entre finales del siglo XIX y principios del XX se retrató a sí mismo transformado en diferentes personajes.

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