domingo, 29 de mayo de 2011

La xenofobia echa raíces.

La xenofobia echa raíces
Plataforma per Catalunya logra 66.000 votos con el rechazo a la inmigración como reclamo. Siguiendo el modelo del Frente Nacional de Le Pen, la formación liderada por Anglada roba apoyos a la izquierda y se expande por toda Cataluña con el lema 'primero los de casa'


Felicidades por el resultado, Anglada! ¿ya tienes a punto la guillotina?" El político responde a su interlocutor con una carcajada cómplice. "!No me digas estas cosas, que voy con periodistas!". Es una conversación de café pero muy reveladora del ambiente que rodea estos días a Josep Anglada, presidente del partido xenófobo Plataforma per Catalunya (PxC).

La escena se produce en Vic (Barcelona), una acomodada ciudad de 40 mil habitantes. Feudo nacionalista conservador en la Cataluña que fue carlista, la ciudad tiene también el dudoso honor de ser la base de la formación xenófoba más importante que ha tenido España en democracia.

Inmigrantes asentados en Cataluña desde hace décadas temen ahora la competencia de los de origen extranjero

Anglada está financiado por ultras europeos y vende la marca de su partido como si fuera una franquicia
Anglada está que se sale. Este hombre de 51 años, excamisa azul de Fuerza Nueva, pero que ahora se declara "100% demócrata", ha conseguido el 19% de los votos. El rechazo a la inmigración es su único argumento electoral. "Con Anglada como alcalde, los moros se marcharían de Vic; ya no les interesaría vivir aquí", repite.

El lema "primero los de casa" colocó a la Plataforma como segunda fuerza por detrás de Convergència i Unió y hundió a los socialistas. Anglada demostró que se crece en la adversidad. De nada ha servido el cordón sanitario que los partidos de tradición democrática de la ciudad forjaron hace cuatro años cuando la Plataforma irrumpió en el panorama político.

El cordón se les ha indigestado a los partidos de la izquierda que optaron por ignorar las salidas de tono de Anglada y fueron incapaces de generar un discurso integrador de la inmigración que convenciera a los más perjudicados por la crisis. Anglada ha subido. Hasta el punto de lograr que el alcalde nacionalista se plantee la dimisión y de forzar la marcha del líder del PSC de la ciudad, Josep Burgaya, quien admite su fracaso. "Gente bien honorable vota a la PxC. Falta contundencia contra el fascismo".

Pero el gran éxito de Anglada esta vez no ha sido hacerse fuerte en su población natal, sino exportar el modelo de partido xenófobo y populista. En las anteriores elecciones municipales, PxC ya obtuvo buenos resultados en otras localidades del interior de Cataluña como El Vendrell (Tarragona) y Manresa (Barcelona). Ahora lo ha logrado también en la explosiva Salt (Girona) y, en el avance de mayor calado, en varios de los municipios más poblados de la periferia de Barcelona, tradicional granero de votos socialistas.

Con un discurso calcado del Frente Nacional francés, Plataforma ha conseguido lo que nunca lograron Convergència i Unió y el Partido Popular: romper la mayoría absoluta de Ayuntamientos como L'Hospitalet de Llobregat, la segunda ciudad catalana (260.000 habitantes y un 23% de población inmigrante). "Nos hemos comido al PSC, ahora vamos a por CiU", presume Anglada. "Hablamos del problema de la inmigración sin miedo. Es un tema que está en los bares y en las calles. Los otros partidos no lo abordan, de ahí nuestro éxito", dice Daniel Ordóñez, el responsable del PxC en L'Hospitalet.

"La inseguridad y la falta de civismo están relacionadas directamente con la inmigración. Cualquiera que pase por L'Hospitalet lo ve. A las ocho de la tarde hay batallas campales en los bares. Navajas, sillas volando... Y a la mañana siguiente ves charcos de sangre", sostiene. Su discurso cuaja y amenaza con extenderse por toda el área metropolitana. PxC ha conseguido tres concejales en Santa Coloma de Gramanet y Sant Boi, uno en Sant Adrià del Besos y Viladecans...

"No se puede vivir tranquilamente. No estás seguro en ningún sitio", repite Gabriel Olea, vecino de 52 años de L'Hospitalet, que ha votado en blanco. Como él, la mayor parte de las personas consultadas al azar en los tres barrios en los que Plataforma ha tenido más éxito (La Florida, Pubilla Cases y Santa Eulàlia), coinciden en que la inmigración y la inseguridad les preocupan.

Aunque nadie reconoce haber votado a PxC. Su líder en la ciudad llegó al partido después de formar parte de la organización ultraderechista Alianza por la Unidad Nacional, capitaneada por Ricardo Saénz de Ynestrillas, hijo del militar asesinado por ETA en 1986 y condenado a siete años de cárcel por intento de homicidio y tenencia ilícita de armas. "Tenía 18 años. Todo el mundo evoluciona. A esa edad buscas sentir sensaciones fuertes. Me equivoqué al estar ahí", dice. PxC le admitió sin remilgos.

Plataforma no es un partido al uso, pero lleva camino de serlo. Anglada lo fundó en 2002 y, pese a múltiples escisiones y vodeviles internos ha ido arraigando hasta presentar 110 candidaturas en las municipales, que se han traducido en 67 concejales y 66.000 votos, cinco veces más que en 2007. El año pasado se quedó a las puertas del Parlamento de Cataluña.

"Todo llegará", asegura Anglada. Le da la razón el politólogo de la Universidad de Barcelona Xavier Casals: "Plataforma sigue el modelo alemán, donde partidos de este tipo echan raíces en el poder local antes que en el parlamento, pero no hay duda de que se está consolidando". Y seguirá subiendo: "Mientras estos partidos están en la oposición no paran de crecer, más ahora cuando los Ayuntamientos no tienen dinero para hacer políticas sociales". O sea, que la xenofobia ha llegado a los salones de plenos para quedarse.

La alcaldesa de L'Hospitalet, la socialista Núria Marín, asegura que la crisis les ha llevado "a situaciones no deseables", aunque no quiere pronunciarse directamente sobre el ascenso de Plataforma, que asegura que su votante tiene 30 años y vive en barrios obreros. Iolanda Pineda, alcaldesa socialista de Salt, es más concreta y admite que los tres concejales y los votos que ha perdido en estos comicios han ido directamente a PxC.

El mismo argumento defiende Lluís Orriols, politólogo de la Universidad de Girona, que encuadra el ascenso de PxC en la lucha por unos recursos que con la crisis se han hecho más escasos. "La crisis les ha ayudado mucho, creando un colectivo de disgustados dentro de los votantes tradicionales de la izquierda", abunda el investigador. El trasvase de votos en Salt ha beneficiado a CiU, que ha sido la lista más votada. Su candidato, Jaume Torramadé, se prepara para ser alcalde.

El partido xenófobo, que se estrenaba estas elecciones en Salt, ha pasado a ser la tercera fuerza, con el 13% de los votos. "Mal", "fatal", "un desastre". Entre el enfado, el hartazgo o el desánimo se sitúan muchos de sus ciudadanos. En esta ciudad la inmigración ha pasado de representar el 10% a ser el 40%. La competencia por los servicios sociales se ha disparado. "Cuando nosotros llegamos hace 30 años nadie nos dio nada, no como ahora a ellos. Vivimos mucho tiempo sin luz ni agua corriente", opina Carmen López, andaluza de 54 años. "Ha venido tanta gente de fuera que ahora no hay colegios para nosotros. Nos mandan al otro lado del pueblo", se queja López, que ha acudido a recoger a su nieta a la guardería.

El pasado mandato no fue fácil para Pineda. El 27 de febrero de 2010, un grupo de ciudadanos irrumpió en el Consistorio para exigir más seguridad en Salt y forzó la suspensión del pleno. Fue la primera piedra del triunfo del discurso antiinmigra-ción, según Pineda. Ese día, lamenta, marcó un hito: "El pudor para mostrarse abiertamente racista ya había desaparecido. Ya no era algo de lo que avergonzarse". La inseguridad aparecía en los discursos como un subproducto de la inmigración. La muerte de un joven magrebí mientras huía de la poli

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