Mi mundo tirado por los pies
Román está sentado con la cabeza entre las manos, y piensa como le cambio la vida hace apenas seis meses, recuerda ese día. Se sentía cansado de entrevistar. De diez personas solo dos cumplían lo que él buscaba. Estaba a punto de desistir, cuando le informaron que afuera estaba Rossana Domínguez, y, de mala gana la hizo pasar. Miraba por la ventana cuando escuchó su voz, era un timbre agradable, volteó a verla, y la observó de pies a cabeza; sintió como se le aceleraba el pulso, sus ojos se clavaron en los pies, eran magníficos, se miraban como de seda, no lo podía creer, eran perfectos.
Se quedó varios minutos sin moverse ni decir nada, hasta que ella carraspeó y, lo hizo volver a la realidad, platicaron de cualquier cosa, y enseguida la confirmo en el trabajo. Desde ese día, él se imaginaba besándole los pies, y con sólo eso se excitaba y más de alguna vez frente a ella se sintió “caliente”.
En las reuniones él buscaba estar cerca de Rossana, y le rozaba los pies con los suyos, a ella le daba gracia, pues se sentía halagada.
Ese día, Rossana llevaba unas sandalias negras, sus pies delicados, esmalte rojo en las uñas que hacia que sus pies se miraran mas atractivos y apetecibles que de costumbre, Román se imaginaba con sus pies en la boca, hasta que no lo pudo resistir y se le tiro encima, pidiéndole que lo dejara besarlos, los acariciaba, y los saboreaba, y en menos de lo que canta un gallo el estaba excitado, gritaba y gemía, era tanto el alboroto, que Julián, su jefe entró de golpe, los observó asqueado y salió cerrando de golpe la puerta.
Al día siguiente todo se derrumbó, se quedó sin empleo, sin Rossana y hasta sin esposa, y todo por una metida de pies…
Olivia López.
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