sábado, 6 de octubre de 2012

México y los grandes remedios.

A grandes males, grandes remedios
Jorge Carrillo Olea
¿Ante el desastre actual venceremos la vieja tendencia a los parches? Ante tantos decenios de abandono y frente a la grave crisis que enfrentamos, ¿flaquearemos otra vez? Por décadas, como herencia de una ideología trastocada de los gobiernos de la revolución, metimos al Ejército y a las policías debajo de la cama. La fórmula para la relación con ellos era el elogio constante, prerrogativas, tolerancias, permitir la autocomplacencia, indiferencia, ninguna crítica y, en el fondo, temor y desprecio. Fórmula bastante perversa y que a la larga resultó tóxica para el país.
Es una urgencia nacional encontrar solución a la inseguridad. Ya han fallado una policía integrada por miembros de Marina, Defensa y en su momento Policía de Caminos creada por Zedillo. En Gobernación y como se demostró en su momento, el fallo fue explosivo: graves corrupciones, conflictos internos, rebeliones, desobediencias, inmovilidad y consecuente ineficacia. Falló el mando en sus varios niveles porque falló la imposible solución automática.
Así fallaron las fantasías de Fox y Calderón de crear y sostener una secretaría, la de Seguridad Pública, recurso que ya fue muerto por la falta de proyecto y el protagonismo e impudicia del secretario. Un hiperpresupuesto sexenal que con mucho fue desperdiciado en un exhibicionismo hasta delictivo. Sólo una pantalla montada para impresionar a los muchos visitantes. Algo se podrá rescatar si lo hace un hombre serio y conocedor, pero no en ese patrón de secretaría.
Las policías estatales son sólo una fantasía de Calderón. Ante la ineficacia del proyecto nacional hoy son indispensables, pero inviables si lo único que existe es una idea pobre, ausencia de diseño y una ley anticonstitucional. No hay un proyecto ejecutivo, sólo sueños. Los gobernadores sencillamente no saben qué hacer, menos los presidentes municipales, y ni unos ni otros sienten ninguna simpatía por la idea. Los presidentes justamente no quieren deshacerse de un mínimo instrumento de orden y gobierno. Los gobernadores no quieren acoger la responsabilidad total y única de la seguridad y el simple orden público.
Han desaparecido como opciones las comentadas. Se angostó el campo de las alternativas hasta llegar a: 1. Otra vez una fantasía onírica. 2. Una simulación preconcebida, o, 3. Una solución trascendente. A estas alturas del desastre policial, sólo las fuerzas armadas pueden ser garantes de una absorción de lo rescatable y de una generación de un ente nuevo y confiable y, otra vez, porque decirlo es esencial, operado bajo el mando de la autoridad civil correspondiente. Es cosa de consultar, de investigar, de pensar mucho y trabajar más. ¿Será?
Colombia, Chile, Italia, España, Francia, por destacar casos, encontraron en su tiempo, con sus propias conciliaciones, la forma de organización garante de los altos intereses sociales que nosotros no hemos encontrado. Idearon que el nido natural y más confiable para una policía, guardia, carabineros, gendarmería o como se le quisieran llamar, son las fuerzas armadas, y así decidieron crear una cuarta fuerza después del ejército, marina y aviación, pero con una peculiaridad que es fundamental y trascendente: dependientes del poder civil por medio de los ministerios o secretarías del interior y reconociendo el carácter federal o central de esos países.
Un empeño de esa magnitud es muy viable, pero como todo lo que trasciende, demanda talento, entrega, liderazgo. Ninguna solución es fácil. La menos difícil es la de simular, la de no querer estudiar alternativas, la de opinar con insuficiente conocimiento y lo que sería peor, decidir sin un cálculo de resultados. En el caso nacional eso es el reto de hoy. Es una solución ineludible, más que mayor por su envergadura, más que mayor como salida a la gravedad del momento, pero más que mayor por trascender a los intereses legítimos de una nación asfixiada. Una solución es parte inevitable de la ruta hacia la transformación de la patria.
Quienes reflexionen con seriedad sobre esto, ojalá lo hagan sin criterios anticipados, que se informen, conozcan, piensen y propongan otras ideas mejores, que sean más fáciles, si es que las hay. Sería garantía una policía militar anidada en las fuerzas armadas, pero como se dijo, dependiente del poder civil.

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