Verónica Andrés y Florencia Andrés son madre e hija, y más allá de su relación personal, han unido fuerzas para invitarnos a observar de qué modo nos movemos por el mundo, a ser más conscientes de las motivaciones y efectos de nuestros actos, o a tomar las riendas de nuestro presente.
Las autoras argentinas aportan en el libro 'Confianza total' información sobre coaching, inteligencia emocional, liderazgo, motivación y neurociencias. Nos revelan también el poder que tienen nuestros pensamientos, palabras y emociones, y nos brindan ejemplos y estrategias para aprovechar nuestro tiempo de otra manera e intentar vivir mejor. La fórmula parece fácil de asimilar, eso sí, el paso decisivo será saberla aplicar a nuestra vida diaria.
-Vamos primero al concepto global del libro. ¿Qué entienden ustedes por confianza total?
-Florencia Andrés: Es un conjunto de habilidades que se pueden sintetizar en la habilidad para creer en uno mismo, para superar miedos, para usar el poder de los pensamientos y de las emociones a nuestro favor y para transformar sueños en metas alcanzables. Lo interesante es ver, que este concepto de confianza total, es algo con lo que todos hemos nacido, es innato, y eso quiere decir que si lo hemos perdido, lo podemos recuperar.
-Está claro que la pregunta es, ¿cómo recuperarla? En su libro, dejan claro que hay una gran parte de trabajo interior. ¿Es esa la llave de todo?
-Verónica Andrés: Lo que nosotros le queremos devolver al lector es el poder que le ha otorgado al exterior, a la opinión de los demás y a sus comentarios negativos. Le queremos devolver el poder que tienen sus propios pensamientos, mucho más allá de lo que sucede en el mundo externo.
Los hechos, los acontecimientos, no dependen de nosotros, pero sí que depende de nosotros la interpretación que le demos a esos acontecimientos. Y eso es lo que cambia el resultado. Fíjate que esto no es nada nuevo, alguien podría decir, ahora está moda con estos del coaching como dicen ustedes. Quien dijo “no podemos cambiar nuestras circunstancias, pero sí que podemos elegir cómo responder frente a ellas” fue Epíteto, que era un esclavo romano que vivió en el silgo I, y que llegó a ser luego un consejero del mismísimo Marco Aurelio.
Siempre hubo a lo largo de la historia de la humanidad personas que supieron utilizar las circunstancias a su favor. Hay un espacio que es la libertad de elegir cómo responder frente a lo que me sucede. Y eso es lo que nosotros proponemos a las personas a lo largo del libro, libertad para elegir lo que pienso, libertad para elegir lo que digo, libertad para elegir mis acciones y para modificar el curso de la vida que vas llevando por los acontecimientos externos.
-Quedémonos con la palabra “elegir”. Exponen en el libro que hay dos paradigmas en el mundo que lo mueven todo y que son el amor y el miedo. ¿Por qué somos tan autodestructivos y siempre solemos quedarnos con los segundo?
-Verónica: En piloto automático, cuando las cosas salen mal y el peligro te acecha, lo que responde en nuestro cerebro, es una parte muy antigua de la que estamos dotados desde que el hombre estaba en la selva.
Es el cerebro reptiliano, el centro de las funciones autónomas. Esa parte del cerebro que tenemos en común con los reptiles, prepara todas las reacciones automáticas de huir o luchar frente a un peligro. Es la parte de nuestro cerebro que no siente, reacciona.
-¿Cuándo se activa?
-Verónica: El mundo moderno nos presenta diferentes situaciones que pueden ser vividas como peligrosas, que a veces son peligros reales, pero que otras veces son peligros imaginarios. Eso nos coloca en una situación defensiva o violenta. Puede servirnos en caso de que haya un peligro muy real, pero normalmente no necesitamos de esa reacción tan automática que podemos necesitar si viene un ladrón y nos persigue.
Nosotros necesitamos conectar más el cerebro emocional con el cerebro pensante, que cuando trabajan en armonía nos llevan a tomar las mejores decisiones.
-Florencia: Uno de los frutos del paradigma del miedo, y que tiene mucho que ver con ser autodestructivo, es el perfeccionismo. El perfeccionismo es un camino de infelicidad garantizada, porque nadie es perfecto. Es mejor buscar la excelencia.
-¿Cuál es la diferencia entre alguien que busca el perfeccionismo y el que busca la excelencia?
-Florencia: Su actitud frente al error. El perfeccionista cada vez que se equivoca sufre y se siente mal consigo mismo, y si trabaja con otros hace sentir mal a los demás. Quien busca la excelencia frente al error, siempre se hace la pregunta de, ¿qué aprendí de él? Y capitaliza sus errores, y allí es cuando el error se convierte en oportunidad de aprendizaje y dejamos de ser tan duros con nosotros mismos.
-¿También en épocas de crisis?
-Verónica: Frente a las crisis es importante conocer este doble significado de ver que la crisis es la oportunidad de despertar talentos que estaban dormidos.
-Filosofía oriental total…
-Verónica: Sí, filosofía oriental pero fíjate que la teoría del desafío como concepto la acuñó un inglés, Arnold J.Toynbee, describiendo lo que hacían los egipcios con los desbordes del Nilo, “o sucumbían o se agrandaban”. Descubrieron como encauzarlo y transformaron el desierto en la base fértil del Nilo que permitió florecer su civilización. En realidad las crisis vienen a nosotros, y lo hacen de todos los tamaños y colores para que nosotros nos superemos, siempre y cuando nos demos cuenta de que en la crisis está la oportunidad. De lo contrario, sucumbimos.
-¿Tener miedo puede ser positivo?
-Florencia: Decimos que todas las emociones vienen con un mensaje concreto a nuestra vida. Cuando aprendemos a escuchar qué mensaje traen, es cuando las emociones nos empiezan a jugar a favor y se puedan convertir en una brújula para saber qué acción tomar. Muchas veces el miedo sano nos puede estar indicando que hay algo real que proteger, que nos tenemos que preparar más, que nos faltan recursos para que ese miedo baje. Si lo escuchamos y lo atendemos, estamos haciendo que bajen las posibilidades de que suceda aquello que tememos. Si no atendemos a ese miedo es cuando podemos caer en estados de ansiedad, o de desmotivación. Al prepararnos, ese miedo pierde su fuerza.
-¿Estamos faltos de una educación emocional que nos enseñe a acompañar el miedo en lugar de intentar combatirlo?
-Verónica: No solamente no nos enseñan, sino que en realidad lo que nos enseñan es el camino contrario. Me quedé pensando en tu pregunta anterior y en porqué somos tan autodestructivos. La investigación ha demostrado que a un niño se le dan un promedio de 45 comentarios positivos por día, contra más de 400 negativos. Está documentado. Imagínate, si de temprana edad lo que empezamos a recibir son comentarios negativos hacia nosotros mismos, qué vamos a interiorizar con respecto a nosotros mismos. ¿Por qué somos tan duros con nosotros?
De todos los juicios que recibimos los seres humanos a lo largo de nuestra vida, el más duro es el que hacemos nosotros con nosotros mismos. Esa es la mala noticia, la buena es que es algo que podemos modificar. Nosotras decimos en el libro que nos han enseñado todo al revés, que la letra con sangre entra, que no le digas a alguien que lo ha hecho bien porque se agrandará, y es todo lo contrario. Los seres humanos estamos preparados para funcionar bien con emociones positivas.
Nuestro cerebro es como un paracaídas, no funciona si está cerrado. ¿Qué lo cierra? Las emociones negativas. ¿Qué lo abre? Las emociones positivas. El reconocimiento, la alegría, la celebración. También darle la bienvenida a la tristeza, al enojo. Pero hemos descartado lo positivo por temor a crear seres arrogantes. Todo lo contrario, la celebración y el reconocimiento en justa medida nos devuelven de nosotros mismos una buena imagen, que es lo que necesitamos para ponernos metas y atravesar desafíos.
-¿Qué diferencia hay entre la confianza y la autoestima?
-Verónica: La autoestima es un juicio de valoración que hacemos acerca de nosotros mismos. Todos tenemos una imagen de nosotros mismos cuando miramos hacia dentro, cómo nos sentimos con respecto a esa imagen es la medida de la autoestima. La confianza es la fuerza interior con la que nacemos y que nos permite atravesar retos y desafíos. Están relacionadas, decimos que la autoestima es la confianza que no se puede fingir.
Podemos tener mucha confianza, pero si de verdad no tengo autoestima, es decir, una sana valoración de la persona, no habrá meta que me alcanza. La autoestima no debe depender, ni de mis aciertos ni de mis desaciertos. Tengo un valor intrínseco. ¿Por qué? Porque soy ser humano.
-¿Pueden describirme algunas acciones que nos sirvan para cultivar nuestra autoestima de manera diaria?
-Florencia: La autoestima se reconstruye reconociendo lo que hacemos bien, nuestros talentos, nuestros logros. Es algo que también recomendamos en nuestros cursos, hacer una lista con los cien logros que hayas tenido en tu vida. Un logro no tiene porque ser grandes cosas, puede ser aprender a cocinar tal cosa, o ir de viaje a tal sitio. Es importante hacer una lista con cien logros para subir tu autoestima.
-Verónica: Sí, reconocer cuáles son mis talentos, hacer una lista simultánea de cuáles son los talentos que tenemos. Estamos más acostumbrados a pensar en lo que no sabemos hacer que en lo que sabemos hacer. Eso hace que demos por sentados los talentos que tenemos.
-Florencia: Y luego tres cosas muy cortitas. Dejar de compararnos, no sirve para nada y siempre nos comparamos con alguien que está en mejor posición. Dejar de quejarnos, la queja parece aliviadora pero no soluciona nada. Y dejar de escondernos, que tiene que ver con reconocer cuáles son nuestros talentos.
-Verónica: Y tiene que ver también en proponernos tener un sueño. En el momento en que yo empiezo a pensar cuál es mi sueño, salgo al mundo, corro las cortinas y digo “aquí estoy”. Atravesando el miedo que va a venir con la meta nueva, pero sabiendo que voy a crecer dentro de este sueño, y eso hace que aumente tu autoestima.
-¿Por muy mal que esté la situación? Se lo digo porque puede haber lectores que estén atravesando por momentos personales duros y no vean la luz del túnel desde hace tiempo…
-Florencia: Dos cosas, primero recordar que no podemos elegir nuestras circunstancias externas, es cierto, si se enferma un familiar, me echan del empleo, o me deja mi pareja, son cosas que no podemos elegir. Pero siempre podemos elegir cómo responder a eso, cómo interpretarlo.
Y si lo interpreto como una desgracia, o como el fin del mundo, lo será. Si decido preguntarme, ¿cuál será la oportunidad que hay en esta crisis? Quizás la encuentre, o por lo menos sospechar. ¿Habrá una oportunidad en esto que estamos atravesando? Eso hace que mi cerebro busque. Hay que recordar que los momentos de incertidumbre pueden despertar talentos en nosotros que no sabíamos que teníamos y que nunca se despertarían si todo estuviera bien.
-¿Sabemos perdonar y quitarnos piedras de encima?
-Verónica: No sabemos, porque no nos damos cuenta del peso que nosotros mismos estamos acarreando. Muchas veces no perdonamos porque creemos que perdonar es ser condescendiente con lo que el otro ha hecho, y hay cosas que no puedo perdonar, claro que sí.
Tenemos que ser conscientes de que perdonar es liberarme a mi mismo del peso que voy acarreando, y de un resentimiento que me estanca y no me permite fluir. Eso genera un estado de ánimo negativo. En el momento en el que yo decido perdonar, me alivio y entro en paz, y esa paz me da energía para seguir viviendo alegre y feliz, con nuevas metas. Todos necesitamos de perdón, porque no hay ningún ser humano que no se haya equivocado, así que cuando perdono al otro, en el algún punto estoy perdonando algo de mí.
-Aseguran en su libro que los pensamientos tienen mucho poder. ¿Cómo podemos cambiar los pensamientos negativos por positivos?
-Verónica: Convirtiéndonos en observadores de nuestros pensamientos, nosotras decimos que tenemos que silenciar al crítico interno. El crítico que está todo el día diciéndome que esto no me va a salir, o no lo podré hacer. Hay que dar lugar a que salga el observador, ¿cómo observo lo que estoy pensando?
Escuchándote a ti mismo, y haciéndote estas preguntas, ¿este pensamiento me sirve? ¿Me abre los caminos o me los cierra? ¿Me hace sentir bien o mal? Porque si no me abre los caminos, me hace sentir mal y no me da ninguna posibilidad, ¿qué hago? Sabiendo que los pensamientos no son verdades absolutas, los pensamientos son pensamientos, y por lo tanto hay que elegir uno que me haga sentir bien, que me abra los caminos y que me de posibilidades.
-Ya no es un secreto que socialmente no está muy bien visto expresar las emociones, especialmente las negativas, como la tristeza o el dolor. ¿Estamos logrando cambiar esta tendencia y darle la importancia que merecen las emociones?
-Florencia: Sí, a partir de la neurociencia y de las escuelas de negocios que han demostrado que el 75% del éxito laboral depende de factores ligados a la inteligencia emocional, y sólo el 25% tiene que ver con el coeficiente intelectual.
A partir de este tipo de descubrimientos, hay mucha más conciencia de la importancia de saber manejar las emociones con inteligencia. Para ello, hay que conocerlas, a veces no sabemos ni lo que sentimos. Tenemos que saber a qué me invita esta emoción. La neurociencia ha demostrado que nuestros cerebros están diseñados para contagiar emociones, quiera yo o no. Las emociones han dejado de ser parte de tu vida privada, si voy a una reunión enojada, acabaré contagiando a los demás. La buena noticia es que las emociones se propagan como un virus, pero las que más rápido lo hacen son la alegría y la cordialidad.
-Un tabú establecido desde hace tiempo es el de que la gente no cambia. Ustedes parecen no estar de acuerdo en su libro…
-Verónica: Sí, hay una frase muy famosa en un tango argentino que dice, “si soy así, qué voy a hacer”. Como diciendo, yo soy así, no puedo cambiar, es muy pesimista. El nuevo paradigma, que tiene que ver con la investigación, afirma que el lenguaje no solamente describe al mundo, crea al mundo. De manera que los seres humanos sí que podemos cambiar si nos damos permiso, y si empezamos a ser conscientes de que lo que decimos crea una realidad, la pregunta es, ¿qué realidad quiero crear?
-Se han convertido durante todos estos años en observadoras de la actitud del ser humano ante la vida, ¿cuál dirían que es la más común?
-Verónica: Hay ciertos temas que son universales, y lo que más ha fallado es el amor por nosotros mismos, es el sentimiento más mal entendido, el más difícil de todos, el más olvidado. Creo que ese es el gran tema y la gran necesidad de los seres humanos. A partir de aquí, todo lo demás es posible. Como decimos nosotras: ¿Imposible? Yo, soy posible, y a partir de aquí, todo es posible.
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