Aspecto importante del uso racional de medicamentos, prosigue el doctor Emilio La Rosa, radica en la deficiente formación del médico en materia terapéutica, ya que en la mayoría de las escuelas de medicina el número de horas dedicado a la materia es insuficiente. Asimismo, la formación es incompleta porque los estudios de medicina aún no integran las materias relacionados con las terapias tradicionales y alternativas.
Otro factor que dificulta este uso racional es el tiempo de la consulta médica, a menudo breve, lo que imposibilita establecer una buena relación médico-paciente, la cual suele ser remplazada por una “receta-fetiche”.
Esta duración de la consulta no permite dar una información clara sobre la enfermedad, los medicamentos y sus efectos nocivos, dentro del respeto al principio de autonomía, lo que permitiría al paciente comprender mejor su enfermedad y tratamiento, y obtener una buena observancia o participación responsable del paciente a su propio tratamiento.
El uso racional de medicamentos se ve obstaculizado por la falta de acceso a una información de calidad y por un cuasi monopolio a nivel de la fuente. Muchas veces, la información proporcionada por la industria farmacéutica representa la única fuente disponible, debido a su mayor difusión y acceso más fácil.
Además, este tipo de información raramente es objetiva, como demuestra el estudio realizado por el Observatorio de la Visita Médica en Francia, que señala que el visitador médico exagera en cuanto a las indicaciones y dosis y oculta información sobre efectos secundarios de los medicamentos.
Que el médico no reciba una información independiente y que en ciertos países los laboratorios farmacéuticos financien la formación de dicho profesional crea un problema ético porque la decisión terapéutica está sesgada a causa de una información parcializada y un conflicto de interés.
A esto se agrega la publicidad farmacéutica y la presión que soportan los profesionales de la salud.
Dicha presión a menudo es imperceptible y la publicidad tan atractiva, que la tentación a sucumbir al canto de las sirenas es grande. Muchos caen en la “trampa” prescribiendo un nuevo fármaco, a pesar de que hay otros de igual eficacia y a menor precio, sin confirmar la información recibida de los laboratorios sobre los beneficios de nuevos fármacos con relación a los ya existentes, subraya el doctor La Rosa.
Por Hernán González
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