La amistad entre Jorge VI de Inglaterra y su excéntrico logopeda australiano no era un secreto, pero tampoco está en los libros de historia. Lo mejor de El discurso del rey, la película que el domingo pasó a la historia de los Oscar, es la escritura de David Seidler (que ganó el premio al mejor guión original) y el trabajo de sus dos actores (Colin Firth, en la piel del monarca y Geoffrey Rush, en la del terapeuta). Seidler es un extartamudo que un día quiso darle voz a todos los tartamudos del mundo. Y qué mejor voz, pensó, que la de un rey que tuvo que superar sus miedos y su orgullo para acabar con un problema que hubiera minado su imagen pública.
La campaña de promoción de la película ganadora fue implacable
El filme sobre Facebook parecía favorito hasta hace solo unas semanas
Cuesta creer que Seidler (rogó a los tartamudos del mundo que salgan del armario) fuera un día alguien incapacitado para hablar en público. Su imponente voz y perfecta dicción no tienen nada que envidiar a la de muchos de los actores que acudieron el domingo a la 83ª ceremonia de los Oscar. No es la profundidad rocosa de Jeff Bridges, ni la garra nerviosa de Christian Bale, pero quizá ellos son un punto y aparte en el tinglado llamado Hollywood.
Colin Firth ganó su Oscar al mejor actor y pronunció el nombre que todo el mundo tenía en la cabeza: Harvey Weinstein. Su campaña de distribución y promoción del filme, como reconocieron los productores de El discurso del rey después de la gala, ha sido tan efectiva como implacable. En un mes la película ha ganado todo lo que podía ganar, batiendo a sus dos principales adversarias, Valor de ley (la película de los hermanos Coen se fue con las manos literalmente vacías) y, sobre todo, La red social, la otra favorita de la noche, que logró tres estatuillas (entre ellas, la de mejor guión adaptado a Aaron Sorkin) y que hasta hace unas semanas parecía segura ganadora.
Hay algo demasiado incómodo en la película de Sorkin y David Fincher. Si El discurso del rey reconcilia las diferencias sociales con un pacto de amistad, La red social las plantea irreconciliables en la era de Facebook. Es una película sobre la lucha de clases, sobre la rabia contra la oligarquía de este país y sobre la ambición tan millonaria como suicida de uno de sus hombres más poderosos. Como dijo Sorkin, la película no trata de Facebook sino de un estudiante de 19 años.
Un estudiante capaz de traicionar su amistad y su amor con tal de alcanzar su meta. Sorkin insistió en que la película no es crítica con Mark Zuckerberg ("a nadie le gustaría que hicieran una película sobre nosotros a esa edad") e inesperadamente salió en defensa del joven millonario: "En muchas cosas me quito el sombrero". David Fincher, su director, y Jesse Einsenberg, su intérprete, mantuvieron la exquisita distancia de los buenos perdedores.
La generación 2.0 fue, qué duda cabe, la gran derrotada. Estaba felizmente representada sobre el escenario por sus dos presentadores, pero el estricto guión de la Academia les ató demasiado en corto. No les permitieron ni una improvisación, ni una broma (pese a que habían circulado por la Red los chistes sexuales sobre las películas de este año entre Judd Apatow y Franco) que no fuera un ñoño pellizco a una audiencia que cayó un 7% frente al año pasado. De ese porcentaje un 2% fue de espectadores entre 18 y 48 años. Mientras Anne Hathaway hacía el juego de pizpireta anfitriona clásica, Franco parecía incómodo.
En The New York Times han comparado la falta de química del dúo con la que hubiera habido entre James Dean y Debbie Reynolds. Mientras ella se cambió siete veces de modelo, él hizo su primera aparición móvil en mano y solo se quitó el esmoquin para travestirse, no se sabe si en Jack Lemmon o en Marilyn. El actor ha grabado durante las últimas semanas cada detalle de los ensayos y colgó dos vídeos caseros durante la gala. Así que habrá que esperar a una de sus creaciones artísticas para saber si le ha sacado punta a todo esto.
En cualquier caso la pareja contribuyó al aburrimiento y la gala, sobre la que se habían puesto tantas expectativas de futuro, pareció más que nunca acartonada en el pasado. La aparición del venerable Kirk Douglas no ayudó demasiado. Los premios tampoco depararon sorpresas y solo se vieron resquicios de genuino esplendor en dos de ellos: el de Christian Bale como mejor actor de reparto por The Fighter y el de Randy Newman (¡20 veces candidato!) por el tema de Toy Story 3. El músico hasta cantó a capela detrás del escenario Over the rainbow, mientras que el siempre esquivo actor británico confesó que aunque sigue dispuesto a entregar su cuerpo a cualquier descarnado personaje ya no se siente tan "invencible" como antes para hacerlo.
Lo que logra Bale en The Fighter le sitúa en las cimas de un oficio que para él poco tiene que ver con los premios. Nada más recoger el suyo y tras hablar con los periodistas se quedó en una barra detrás del escenario con su mujer ("El mástil de mi vida", dijo) y Dicky Eklund (el boxeador exadicto al crack que inspira su personaje) y ya no volvió a ocupar nunca más su asiento.
Los principales triunfadores
- Mejor película: El discurso del rey.
- Actor protagonista: Colin Firth (El discurso del rey).
- Actriz protagonista: Natalie Portman (Cisne negro).
- Actor de reparto: Christian Bale (The fighter).
- Actriz de reparto: Melissa Leo (The fighter).
- Director: Tom Hooper (El discurso del rey).
- Película de habla no inglesa: En un mundo mejor, de Susanne Bier (Dinamarca).
- Guion original: David Seidler (El discurso del rey).
- Guion adaptado: Aaron Sorkin (La red social).
- Película de animación:
Toy story 3.
- Fotografía: Wally Pfister (Origen).
- Banda sonora original: Trent Reznor y Atticus Ross (La red social).
- Canción original: We belong together, de Randy Newman (Toy story 3).
- Cortometraje: God of love.
- Documental: Inside job.
- Dirección artística: R. Stromberg, K. O'Hara (Alicia en el País de las maravillas).
- Vestuario: C. Atwood (Alicia en el País...).
- Maquillaje: R. Baker y D. Elsey (El hombre lobo).
- Montaje: A. Wall y K. Baxter (La red social).
- Efectos visuales: P. Franklin, C. Corbould, A. Lockley y P. Bebb (Origen).
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