“Llorar es inútil”. La situación en la planta de Fukushima es caótica; las consecuencias de la crisis nuclear abierta en sus distintos reactores se desconocen, aunque se sabe que será dramática. Mientras tanto, un grupo de trabajadores –un grupo de héroes- de Tepco, la empresa que gestiona la planta nuclear, luchan contra la radiación y el desastre con el objetivo imposible de minimizar los daños.
De ellos apenas se sabía nada hasta que ayer The Wall Street Journal desveló una conversación por correo electrónico entre dos trabajadores de Tepco. Uno de ellos lleva desde el 11 de marzo enclaustrado en la planta de Fukushima luchando por controlar los efectos del accidente. “Si esto es el infierno –dice- todo lo que podemos hacer es tratar de trepar hacia el cielo”.
El trabajador de Fukushima –el WSJ ha preferido mantener su anonimato- relata a su compañero, que está en la sede de la empresa en Tokio, cómo viven los empleados que trabajan en la planta. Sin perder el secular respeto que conlleva el trato social en Japón, el técnico de Fukushima pide a su interlocutor que le ayude “en la esperanza de que mucha gente pueda entender la situación aquí”. “Quiero –prosigue el correo- que la gente entienda que hay mucha gente luchando bajo difíciles circunstancias en la planta nuclear”. Al final del texto del primer correo, el trabjador de Fukushima pide a su interlocutor en Tokio que tenga "cuidado con la fuerza oculta de la energía nuclear”.
En su respuesta, el empleado de Tepco en Tokio dice sentir “el frustrante enfado de la nación hacia Tepco” y promete al empleado de Fukushima que “cuando llegue el momento” la empresa asumirá la responsabilidad de “protegeros”.
En el siguiente correo, el trabajador de Fukushima relata las sienestras condiciones de trabajo suyas y de sus compañeros: “Llevamos trabajando en los trabajos de reparación desde que ocurrió el terremoto (…) La ciudad en la que vivo, Namie-machi, fue arrasada por el tsunami. Mis padres fueron arrastrados por el tsunami y aún no sé dónde están (…) Estoy encadenado en un trabajo extremadamente duro bajo estas condiciones mentales. ¡No puedo más!”.
El empleado de Fukushima, a continuación, considera que “Tepco debería ser culpada por la contaminación causada por los residuos nucleares que han salido de la planta. Me parece que (…) la sensación no mencionada aquí [en Fukushima] es que el terremoto ocurrió a causa de Tepco”.
“No estoy diciendo que los trabajadores de la planta nuclear sean malos. ¡No estoy diciendo que nadie sea malo!”, prosigue el empleado de Fukushima, que concluye: “Muchos de los trabajadores de la planta viven cerca de aquí. Todos, incluido yo mismo, somos víctimas del desastre”.
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