Estados Unidos y Reino Unido están valorando la posibilidad de suministrar armas a las milicias rebeldes que luchan para derrocar a Muamar el Gadafi si los ataques aéreos llevados a cabo por la coalición aliada no fuerzan al dictador a abandonar el poder.
El primer ministro británico, David Cameron, ha recordado esta mañana que la resolución 1973 aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU hace dos semanas autoriza "todas las medidas necesarias para proteger a los civiles". Y entre esas medidas se podría contemplar el envío de armamento al Consejo Nacional libio que aglutina a la oposición al régimen, ha dicho Cameron. "Nuestra visión es que [la resolución] no descarta necesariamente el suministro de asistencia a aquellos que protegen a los civiles en algunas circunstancias", ha añadido el primer ministro. "Así que (...) no lo descartamos pero todavía no hemos tomado la decisión de hacerlo", ha aclarado.
Al término de la conferencia internacional celebrada ayer en Londres, la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, abrió la puerta al envío de armas a los rebeldes libios, una decisión que, al igual que Cameron, considera que cuenta con el amparo de Naciones Unidas. Según la jefa de la diplomacia estadounidense, la resolución "podría dar lugar a una transferencia legítima si alguien decide hacerla". "Interpretamos que la 1973 enmendó o anuló el embargo absoluto de armas a Libia", añadió Clinton. El Consejo Nacional libio reclamó ayer la medida para colocarse en pie de igualdad con las fuerzas de Gadafi.
El ministro de Exteriores británico, William Hague, coincidió con su colega estadounidense en que la resolución da cobertura para "ofrecer a la gente ayuda con el objetivo de defenderse en circunstancias particulares". Eso, traducido en hechos, autorizaría el suministro de armamento, según Hague.
El diario The New York Times asegura que el principal temor que despierta tal posibilidad es la creencia, apoyada en los últimos informes de los servicios de inteligencia, de que en las filas rebeldes se han infiltrado miembros de grupos extremistas como Al Qaeda o la milicía proiraní Hezbolá. A ese miedo se suma otro: armar a los rebeldes implica para Estados Unidos involucrarse en una guerra civil y en un escenario con demasiadas similitudes con Irak.
Pero la realidad es que la alternativa de armar a los enemigos de Gadafi sigue sobrevolando los despachos en Washington. Esta pasada madrugada, el presidente Barack Obama, en una entrevista con la cadena NBC, no descartó dar más mordiente a los sublevados en Libia. Preguntado por tal posibilidad, el presidente declaró: "No lo descarto, pero tampoco lo incluyo".
Lo que sí confirmó es que su país les prestará ayuda humanitaria, equipamiento médico y de comunicaciones. En la misma entrevista, el presidente demócrata aseguró que Gadafi está muy debilitado y que en última instancia abandonaría el poder, abriendo la puerta a su exilio, una salida que también se valoró durante la conferencia de Londres en la que Obama participó junto al resto de líderes de los países que conforman la coalición.
Catar, principal aliado árabe de las potencias occidentales, también se ha posicionado a favor de armar a la insurgencia libia si los ataques de los aviones de la coalición no logran desmontar al régimen. El primer ministro, Sheikh Hamad bin Jaber al-Thani, ha dicho que los efectos de los ataques aéreos tendrán que ser evaluados en los próximos días. Pero ha añadido: "No podemos permitir que el pueblo libio sufra tanto tiempo".
Exilio de Gadafi
Los dirigentes de más de 40 países y organizaciones internacionales encabezadas por Naciones Unidas consideraron ayer que el exilio del coronel podría ser la vía rápida para encontrar una salida a la crisis libia. Mientras llega o no ese momento, los reunidos en Londres acordaron crear un grupo de contacto que seguirá cercando al régimen hasta que deje sitio a una Libia democrática. La operación militar, a la que ayer se sumó Suecia, continuará sin descanso por tiempo indeterminado bajo la dirección ejecutiva de la OTAN, supervisada políticamente por aliados y países que participan en ella conforme al modelo de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) en Afganistán.
Italia lleva días promoviendo la idea de que hay que explorar la vía que conduce al exilio de Gadafi como la solución más eficaz para la crisis de Libia, y la conferencia de ayer en Londres se convirtió en un hervidero de contactos para averiguar qué sabía cada cual sobre qué podría estar pensando el coronel al respecto.
"Una solución política podría incluir su salida del país", declaró Clinton. "No la proponemos nosotros, lo que no excluye a otros", señaló el secretario del Foreign Office británico y anfitrión de la cita, Hague. "Instamos a Gadafi y a su gente a dejarlo y que no se vierta más sangre. Esta oferta puede no estar sobre la mesa dentro de unos días", abundó el primer ministro de Catar, Hamad Bin Jisim.
La caída de Gadafi como único final posible
La declaración final de la reunión pasa sin tocar esta posibilidad. El denso documento de dos páginas reitera lo dicho y hecho hasta ahora en la escena internacional y confirma la voluntad de los presentes de ir hasta el final: la única alternativa a Gadafi es la desaparición del coronel de la escena política y la llegada de la democracia al país en los términos en que los libios decidan. En Londres quedó claro que todos quieren y defenderán "la soberanía, independencia, integridad territorial y unidad nacional de Libia".
Recuerdan los signatarios las condiciones que debe cumplir Gadafi, recogidas en la resolución 1973 del Consejo de Seguridad, "incluido un inmediato alto el fuego, el fin de todos los ataques sobre civiles y pleno acceso de la ayuda humanitaria a quienes la necesiten", y comunican que "han decidido continuar sus esfuerzos hasta que se cumplan todas las condiciones".
Los ataques militares van a seguir bajo la dirección incuestionable de la OTAN, que para Libia adoptará una estructura similar a la vigente en Afganistán. Según ello, los ministros de Exteriores y de Defensa de los países participantes en la Operación Protector Unificado podrán reunirse para seguir y dar dirección a la campaña, pero la palabra última sobre qué se hace sobre el terreno corresponderá a la propia Alianza. La misión queda descrita como una para imponer un embargo naval y una zona de exclusión aérea "y otras acciones necesarias para proteger a civiles" en Libia.
Los reunidos en Londres acordaron crear un Grupo de Contacto, no detallado en la declaración final, para ofrecer directrices y genérica dirección política al esfuerzo internacional en estrecha coordinación con Naciones Unidas, la Unión Africana, la Liga Árabe, la Organización de la Conferencia Islámica y la UE. Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, se ofreció a encabezarlo. El grupo quiere ser un foro para coordinar la respuesta internacional a la crisis libia y ser el punto de contacto de la comunidad internacional con las partes libias. En fecha por determinar, el grupo mantendrá una primera reunión en Doha (Catar).
Preocupación por el mundo árabe
En Londres también se analizó la situación en la región, con la población alzada o a punto de hacerlo en numerosos países "por cómo la hemos estado tratando", según confesión del propio primer ministro de Catar. "Al Qaeda se ha producido por nuestros errores. Debemos dejar que los pueblos decidan qué quieren hacer con sus países". El jeque catarí expresó su deseo de que en el futuro sea la propia Liga Árabe la que encarrile los procesos de cambio.
Clinton tuvo palabras duras para lo que está ocurriendo en Siria, aunque dejó caer que tiene aún esperanzas en Bachar el Asad: "Esperamos que se hagan realidad las promesas de reforma que ha venido haciendo".
Todos estuvieron de acuerdo en que Gadafi sigue violando las resoluciones del Consejo de Seguridad y que por ello se sigue haciendo acreedor al fuego que recibe, pero la secretaria de Estado reconoció que "la situación es muy volátil y está en evolución".
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