Blanche Petrich /II
Según el gobierno de Estados Unidos, las armas más letales y poderosas compradas ilegalmente por el crimen organizado en México, entre ellas equipo tipo militar de grueso calibre, no entran por la línea divisoria entre ambos países, sino provienen de los arsenales de los ejércitos de Centroamérica y son contrabandeadas por la frontera sur, a través de los cruces mal protegidos y peor vigilados por las autoridades mexicanas locales y federales.
Lo anterior se desprende de los contenidos de los cables enviados por la embajada de México al Departamento de Estado entre marzo de 2009 y enero de 2010, referentes a tres conferencias bilaterales sobre tráfico de armas que se realizaron, sucesivamente, en Cuernavaca, Morelos; Phoenix, Arizona, y Tapachula, Chiapas.
Según la apreciación de los diplomáticos estadunidenses, los dirigentes políticos mexicanos “no se inhiben a la hora de recordarnos que la demanda de drogas en Estados Unidos, el lavado de dinero y el flujo de armas ilegales desde nuestro lado de la frontera sirve de combustible a la guerra del narco en México”, advierte un documento preparatorio de la embajada para la Conferencia Bilateral sobre Tráfico de Armas, que se celebró a puertas cerradas el primero y el 2 de abril de 2009 en Cuernavaca.
Se trata de un cable informativo (09MEXICO880) elaborado como contexto para los funcionarios de la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), dependiente del Departamento de Seguridad Interna, y de la Oficina Alcohol, Tabaco y Armas (ATF), del Departamento de Justicia, en el que se menciona una tendencia que era apenas detectada en ese periodo (2008-2009, cuando se aceleró en forma exponencial la violencia en el país ligada al crimen organizado): las organizaciones de narcotraficantes demandaban cada vez más poder de fuego y compraban ya no el armamento tradicional, sino sobre todo equipo tipo militar, incluidas granadas y armas antitanque ligeras. También rifles de gruesos calibres no convencionales, como el Barrett calibre .50, rifles de asalto AK 47 calibre .62 y sus variantes, y las pistolas que en México se conocen como matapolicías, FN 5.57.
Este despacho asegura que del armamento de este tipo confiscado por las policías mexicanas y rastreado por autoridades estadunidenses, 90 por ciento no proviene, como las armas más tradicionales, de Estados Unidos, sino de los arsenales de los ejércitos de Centroamérica. No agrega más detalles ni precisa de qué países.
En cambio, de las armas convencionales que se habían logrado identificar y rastrear, se podía determinar que 90 por ciento sí habían cruzado en forma de contrabando por la frontera norte de México.
Otro cable posterior (10MEXICO77), que reseña la conferencia bilateral sobre tráfico de armas de octubre de 2009, en Tapachula, responsabiliza al gobierno mexicano “y a sus débiles controles de la frontera sur” por los problemas crecientes con el contrabando de armas y la migración ilegal procedentes de Centroamérica.
En este encuentro, en el que también participaron representantes de la policía nacional de Belice y de la procuraduría de Guatemala, se programaron visitas de observación a tres puntos fronterizos, entre ellos Talismán y Ciudad Hidalgo. Por lo visto y oído en ese acto, el entonces ministro consejero John Feeley, que hoy actúa como representante interino en la embajada, destacó “la dramática evidencia de las carencias” que tiene la frontera sur mexicana. Entre otros detalles, y sin considerar la asimetría existente entre las dos realidades, destaca la siguiente cifra: mientras la Patrulla Fronteriza estadunidense vigila con más de 30 mil elementos los 3 mil 926 kilómetros de la frontera México-Estados Unidos, sólo hay 125funcionarios de Migración monitoreando los 929 kilómetros de la frontera México-Guatemala.
Versiones de tres encuentros
Ese año –2009– México y Estados Unidos celebraron tres reuniones bilaterales sobre tráfico de armas. Fueron encuentros cerrados a la prensa, primero en Cuernavaca, luego en Phoenix y finalmente en Tapachula. Nada trascendió de lo que se trató y acordó. Desde entonces, si acaso hubo reuniones de seguimiento, han sido secretas y no se ha informado públicamente sobre ellas.
Ya desde la reunión de Cuernavaca, en marzo, las autoridades mexicanas habían calificado el sistema digital E-Trace, aplicado por el gobierno estadunidense como único mecanismo de control, de “insuficiente, ya que sólo arroja in- formación sobre la primera compra del arma rastreada, cuando este tipo de armamento es revendido varias veces”.
En esa conferencia se acordó la creación del mecanismo GC Armas (ver cable 09MEXICO3108), grupo de trabajo sobre tráfico de armas que sustituyó las instituciones que existían. Este equipo bilateral debía fijar directrices y mandos para confiscar, rastrear y almacenar armas vinculadas con delitos del crimen organizado.
Dice el despacho que el Centro Nacional de Planeación, Análisis e Información para el Combate a la Delincuencia, de la PGR, era responsable de esa tarea, “pero no comparte su información ni con las demás agencias mexicanas ni con el gobierno de Estados Unidos”.
Agrega: “algunos funcionarios estadunidenses sospechan que los mexicanos dijeron que sí apoyarían la iniciativa de crear una base de datos compartida porque entienden que de este modo no tendrán que implicarse en un nivel de mayor cooperación y así podrán, simplemente, crear la ilusión de que sí comparten”.
Entre otros acuerdos en Cuernavaca, el cable cita la disposición de la ATF de desarrollar una versión en español del programa digital E-Trace y la decisión de crear además un portal informático, llamado Armas cruzadas, para facilitar el intercambio de información entre los dos gobiernos.
El segundo encuentro de Phoenix, del 22 al 26 de septiembre, fue preparado por el embajador Carlos Pascual (quien renunció recientemente al cargo) e incluyó tours para los mexicanos asistentes a las tiendas y exposiciones de armas, con el fin de que conocieran de primera mano dos “candados de seguridad” que tienen esas operaciones de compraventa. Se programaron visitas a los campos de tiro e incluso una demostración de tiro.
“En los salones de clase –dice el despacho redactado en tono paternal, aun cuando se trata de la reseña de un encuentro binacional entre gobiernos– los participantes pudieron aprender cómo los funcionarios estadunidenses detectan a los compradores prestanombres.”
El principal resultado de este encuentro fue, según Pascual, que “abrió los ojos a las dos partes sobre la inmensa cantidad de trabajo que aún queda por delante para abatir el tráfico de armas”.
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