Abogados de las víctimas del experimento médico con que, entre 1946 y 1948, se infectó con sífilis y gonorrea a personas en Guatemala iniciaron una serie de acciones legales en Estados Unidos y ese país centroamericano, a fin de llegar a un acuerdo que permita compensar a las personas afectadas.
La medida llega después de cinco meses de que se diera a conocer que entre 1946 y 1948 científicos estadunidenses que estudiaban el efecto de la penicilina en pacientes, infectaron con gonorrea y sífilis a 700 personas, entre prisioneros, pacientes de hospitales psiquiátricos, soldados e incluso huérfanos.
Ninguna de las víctimas dio su consentimiento y/ o fue informada del experimento al que la estaban sometiendo.
La acción legal fue presentada la semana pasada en una corte federal en Washington, dijo a Proceso el abogado Henry S. Dahl, que representa a los bufetes Conrad & Scherer LLP y Parquer Waichman Alonso LLP, mismos que llevarán el caso.
Inicialmente se trata de una acción colectiva en la que participan entre 10 y 15 víctimas de inoculación, pero que, de acuerdo con cálculos de Dahl, podría haber hasta 2,000 personas afectadas de manera directa e indirecta.
Entre los objetivos que se buscan con esta acción, dijo Dahl, está lograr que un juez ordene a Estados Unidos que abra los archivos para copiar documentos relevantes que ayuden a tener más pruebas para utilizarlas en el proceso o para ubicar a otros infectados y confirmar los casos que ya encontraron.
El abogado norteamericano indicó que la acción legal está sustentada en una Ley de Piratería con más de 200 años de existencia, llamada Alien Tort Statute y que trata sobre casos de violación de derechos humanos en cualquier país del mundo.
Los abogados han trazado un plan de acción. En Estados Unidos solicitan la indemnización de los afectados y una orden permanente para que no se vuelvan a repetir experimentos con guatemaltecos. En Guatemala, un grupo de abogados de ese país, encabezados por Hiram Sosa, solicitarán que quienes fueron infectados sean resarcidos, incluidos sus familiares.
La acción legal describe los casos de al menos tres de las víctimas. Celso Reyes fue infectado en 1946. Su hija perdió la vista desde los 7 años, y tiene una nieta con problemas de salud, al parecer derivados de la enfermedad inoculada.
Manuel Gudie tiene ahora 85 años y fue infectado cuando tenía entre 22 y 24, mientras formaba parte de la Guardia de Honor. Actualmente, Gudiel afronta problemas de la vejiga y de la vista. Además, necesita ayuda para caminar. El primero de sus hijos falleció presuntamente por problemas relacionados con la sífilis.
Federico Ramos, de 86 años, también estuvo en la Guardia de Honor entre 1948 y 1950, periodo en que fue inoculado, lo que le produjo problemas físicos que le fueron trasmitidos a su hijo mayor, Benjamín Ramos. Ambos sufren de constantes dolores de cabeza y cuerpo. Benjamín también tuvo una hija con problemas de salud relacionados con la sífilis.
Dahl informó que demandarán a funcionarios del Departamento de Salud de Estados Unidos, a menos de que la administración del presidente Barack Obama cree un sistema que permita un arreglo fuera de las cortes para resolver los casos de las víctimas y sus descendientes.
Los científicos americanos convencieron a directivos de orfanatorios y prisiones de la capital guatemalteca para que cooperaran en el experimento a cambio de refrigeradores y medicamentos para la malaria y la epilepsia. Algunas veces los sujetos recibieron cigarros como pago. En el caso de los prisioneros, se les permitió tener relaciones sexuales con prostitutas infectadas para exponerlos a la enfermedad, según revelan los expedientes dados a conocer en octubre del 2010 por Susan Bervery, historiadora médica que trabaja para el Weslley Institute, en Massachussetts.
Las dos firmas de abogados indicaron en una carta dirigida al Procurador General, Eric Holder, fechada el 6 de marzo, que la acción legal, que podría convertirse en una demanda colectiva, sería entablada en una corte federal de Washington, salvo que la administración del presidente Obama respondiera de manera positiva para llegar a un arreglo.
"Hemos decidido darles la oportunidad para ver si pueden llegar a un acuerdo en los casos presentados en esta trágica situación sin tener que involucrar un proceso judicial", dicen en la carta los abogados Andrés Alonso y Terrence Collingsworth.
En octubre pasado, la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, y la secretaria del Departamento de Servicios de Salud Humana, Kathleen Sebelius, calificaron los experimentos como "repugnantes" y dieron a conocer una disculpa pública. El presidente Obama también se disculpó directamente con el presidente guatemalteco Álvaro Colom, mediante una llamada telefónica, y como resultado de ello creó un panel especial de bio-ética para que analizara estudios médicos a nivel internacional.
El tono de la disculpa de la administración llevó a los abogados guatemaltecos a buscar un inusual acuerdo antes de iniciar la demanda legal. Ellos quieren que Estados Unidos elimine cualquier impunidad que pudiera bloquear los reclamos guatemaltecos; además, buscan que se establezca un proceso de reclamos similar a aquellos utilizados durante el derrame petrolero en el Golfo de México y durante los ataques terroristas del 11 de septiembre.
"Esto es para motivar a que la administración Obama dé el próximo paso", dijo a Proceso Piper Hendricks, abogado de la firma Conrad & Scherer LLP, con base en Fort Lauderdale, quien trabaja en el caso.
Los experimentos en Guatemala se hicieron entre 1946 y 1948 y fueron financiados por el National Institute of Health y la Oficina Sanitaria Panamericana, que años después se convertiría en lo que hoy se conoce como Organización Panamericana de la Salud.
La puesta en práctica del experimento se mantuvo oculta por décadas, hasta que la historiadora médica Susan Reverby reveló, en octubre del año pasado, que había encontrado los expedientes en los archivos de la Universidad de Pittsburg, mientras realizaba una investigación del caso Tuskeege, Alabama, donde autoridades de salud, encabezadas por el doctor John Cutler, habían realizado un estudio similar, pero con afroamericanos. Este estudio se prolongó por 40 años, con consecuencias devastadoras para las víctimas, ya que en este caso se les hizo creer que estaban recibiendo atención médica, cuando el objetivo era ver el desarrollo de la enfermedad sin medicamento.
El abogado Dahl indicó que Guatemala fue escogida debido a que sería más fácil de escapar a cualquier tipo de escrutinio ético. "La decisión de llevar el estudio a Guatemala fue parte de un plan deliberado para continuar el estudio de Tuskegee en el ámbito internacional, donde no habría el mismo tipo de supervisión que en Estados Unidos", dice el borrador de la demanda.
"No está claro todavía cuantas personas podrían unirse a esta acción legal colectiva, la cual incluiría no sólo a los directamente involucrados en la investigación, sino también a sus familias y sobrevivientes", dice Dahl. "La demanda, si es entablada, busca el pago, aún no determinado, por los daños por la violación de los derechos humanos, incluyendo crueldad, tratamiento inhumano y degradante y por experimentación médica sin consentimiento".
En Guatemala, Pablo Werner, jefe de defensorías de la Procuraduría de Derechos Humanos, afirmó a Proceso que esa dependencia ha localizado a 15 de las víctimas y explicó que se sabe de al menos tres grupos de personas que participaron en el experimento. "A uno de los grupos se le dio tratamiento, a otro se le negó cualquier tipo de medicamento, pero hay un tercer grupo del que no sabemos nada".
Explicó que en las estadísticas históricas que ha analizado la PDH ha encontrado un fuerte repunte de la sífilis y la gonorrea en Guatemala a partir de 1948, cuando terminó el experimento, en especial en áreas donde había concentraciones de soldados y prostitutas.
A pesar de que el vicepresidente Rafael Espada aseguró en octubre de 2010 que el gobierno de Guatemala ya había recibido de Estados Unidos el 90 por ciento de la información para analizar el caso, de acuerdo con Werner ha habido muy poca disponibilidad del gobierno de la República de Guatemala para colaborar en el caso. Esto a pesar de que las autoridades crearon una comisión investigadora.
"Hay un problema de acceso a la información. La vicepresidencia no ha dado acceso a los archivos, por eso uno de los objetivos de la acción legal en Estados Unidos es lograr que se abran los archivos y poder tener un listado completo de las personas afectadas", dice Werner.
De acuerdo con el funcionario de la defensoría de la PDH, el gobierno de Colom ha sido poco diligente. "No han hecho declaración alguna ni se han contactado con las víctimas ni han solicitado entrevistarse con los abogados. Dan la sensación de que no les interesa el caso".
Cuando se dio a conocer la existencia del experimento, el pasado primero de octubre, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se comunicó con su colega Álvaro Colom para manifestar su profundo pesar por esas acciones.
El mandatario guatemalteco calificó de ``espeluznantes'' y como delitos de lesa humanidad los experimentos que fueron dirigidos por el médico estadunidense John Cutler, y de los cuales tuvo conocimiento la Organización Panamericana de la Salud.
Por su lado, la doctora Susan M. Reverby manifestó a Proceso que las disculpas de los gobiernos en este tipo de casos no son suficientes.
Frecuentemente lo que sigue es una acción legal en las cortes y la creación de comisiones de investigación. Por eso es de esperarse que las personas --y sus familias-- que han sido afectadas por los experimentos en Guatemala acudan a las cortes, porque hay muy pocas opciones para resarcirles los daños", comentó.
Las etapas de la sífilis
La sífilis es causada por una bacteria llamada Treponema Pallidum. Se presenta en tres etapas: sífilis primaria, secundaria y terciaria. Los síntomas aparecen desde 10 días hasta 3 meses después de un contacto sexual con una persona infectada y puede afectar todo el cuerpo.
Manifestaciones en hombres y mujeres
Sífilis primaria
Después de una relación sexual con una persona infectada se presenta una lesión, úlcera o chancro en los genitales (normalmente en el pene y en los labios mayores de la vagina) que no duele.
La lesión puede presentarse en otros partes del cuerpo como el ano, la boca y los dedos. También puede aparecer en el recto y el útero, donde no se notan. Esta lesión puede aparecer hasta 90 días después del contacto sexual con una persona infectada.
La lesión primaria desaparece después de 4 o 6 semanas, pero la infección progresa en la sangre si no es tratada oportunamente.
Sífilis secundaria
Varias semanas o meses después, la persona presenta un malestar general: dolores de cabeza, calentura, crecimiento de ganglios y cansancio. También, erupciones o manchas en la piel, en el tronco, palmas de las manos y plantas de los pies, de color rosado y escamoso. Las erupciones y manchas desaparecen sin ningún tratamiento, ya que la enfermedad entra en una nueva etapa (sífilis terciaria).
Sífilis terciaria
Esta fase no tiene signos clínicos, pero la enfermedad sigue atacando al cuerpo hasta por 40 años, afectando el sistema nervioso y causando lesiones en la aorta.
La sífilis terciaria puede causar enfermedades del corazón, ceguera, daños a los nervios y cerebro, parálisis, úlceras, deformaciones de los huesos e incluso la muerte.
Las mujeres embarazadas pueden contagiar a sus bebés, tener abortos, partos antes de tiempo o bebés nacidos muertos o con deformaciones Consecuencias que sobrevienen cuando no se recibe tratamiento.
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