Feliz en la 'BBC'
Los colegas fotoperiodistas ya bromeaban en la facultad con que acabarían de fotógrafos en la 'BBC' (Bodas, Bautizos y Comuniones). Y sin embargo, Buissink es uno de los profesionales más sincera y devotamente enamorados de su arte documentar las emociones que he conocido. Me describe con detalle el mejor momento para inmortalizar lo inefable de cada rito nupcial: en el judío, el 'redekin', cuando el novio levanta el velo de la novia ("para asegurarse de que no le han dado el cambiazo", bromea): la sutileza con que lo haga revela cómo será la vida de esa pareja; o la delicada ceremonia del té en las bodas chinas; o la primera mirada ante el altar cristiano de los novios... ¡Click!
¿Por qué se hizo fotógrafo de bodas?
Yo estudiaba Psicología cuando le hice una foto a mi mujer amamantando a mi primer hijo y, al revelar aquella foto, sentí tantas cosas...
Eso le pasa a mucha gente y no todos se hacen fotógrafos de bodas.
Yo me obsesioné por fotografiar los momentos emocionantes de las vidas de los demás: nacimientos, bodas, bautizos, funerales...
¿Por qué?
Nací en Singapur y crecí en la colonia holandesa de Indonesia. Cuando llegó Sukarno nos echó y en Holanda no nos querían, así que emigramos a Los Ángeles. Mi familia se desintegró en el camino y después mis padres abusaron de mí en muchos sentidos.
Lo lamento.
No lo sienta. Eso me hizo más fuerte y me hizo diferente. Y esas vivencias y esa fortaleza se notan cada día en mi trabajo. Y hoy esas fotos de bodas no las tomo yo, sino el niño falto de cariño que todavía hay en mí.
¿Y cómo las consigue?
Llego a las bodas hambriento por captar emociones. Y si no las obtengo sin tener que intervenir, las cocino...
¿A qué se refiere?
Uno de mis trucos es poner al novio con toda la familia a esperar en el porche mirando hacia fuera y hacer que la novia recién llegada entre sigilosamente por detrás.
¿Cómo logra que no se den la vuelta?
Bajo pena de no salir en la foto. Yo me coloco ante ellos y les prohíbo girarse –sobre todo al novio– hasta que ven a la novia de repente: hay nervios, emoción, la sorpresa... Está todo y sólo hay que saber disparar.
¿Eso no está demasiado preparado?
Lo preparado es hacer que la gente pose en la foto de grupo. Yo me niego a hacer esas fotos posadas.
También hay quien las quiere así.
Sí, pero que las haga otro. Cuando me las piden, les doy el teléfono de otro fotógrafo.
Las fotos de boda no son a veces... ¿un poco cursis?
Porque reflejan emociones fingidas y, además, por malos actores: la mayoría de los mortales no sabemos actuar ante una cámara. Y se nos nota. Pero cuando la emoción es auténtica, la foto también.
¿Y cuando son actores los que posan?
Los actores que yo fotografío no posan.
¿Ah, no?
¡Se niegan, por supuesto! Piense que su vida consiste precisamente en pasarse horas ante las cámaras. Y no van a trabajar también el día de su boda. Posar ante una cámara en una boda es una vulgaridad y ellos lo saben.
Entonces, ¿cómo los organiza?
No organizo nada. Yo me muevo entre los invitados y hago mis fotos. Punto. Y le aseguro que Jennifer López en su boda...
¿Cuál de ellas?
Yo fotografié la segunda, con Cris Judd, y le aseguro que Jennifer, sin dejar de divertirse y atender a sus invitados, sabía en cada momento dónde estaba yo y qué ángulo debía ofrecerme. Usted ve una cámara y se paraliza; los actores las tienen integradas en su existencia. Y se nota en los resultados.
¿Cómo son sus resultados?
Una cosa que me distingue es la artesanía del filme. Yo no trabajo en digital. Eso me lanzó en Hollywood. Spielberg vio una foto mía de una boda y reconoció al primer vistazo que era filme. Después pidió mi teléfono y he fotografiado las bodas de toda su familia. Y la voz corrió.
¿Las bodas en filme emocionan más?
Lo que emociona no es el filme ni la cámara, sino la persona que hay detrás de la cámara. Si tú no eres capaz de ver las emociones, tu cámara no las verá por ti.
Chíveme algún truquito para el lector.
Cuando haga sus fotos familiares, hablen.
¿Qué digo?
Hábleles, pregúnteles, pero no deje que le contesten con palabras, sino con gestos.
¿Y si no se me ocurre nada?
Diga cualquier cosa. Lo que marca la pauta emocional no es la palabra, sino el tono de voz: “¿Estás contenta, Jennifer?”. Y hágale un gesto de que no responda... Click, click, click. Y siga motivándoles: “Jack, tu hija es preciosa”. Click, click, click. ¡Hecho!
Tomo nota.
Cocine las emociones hasta que adquieran el punto exacto para la foto eterna.
¿La peor boda de su vida?
Lo peor de trabajar con Spielberg, Hillary Swank, Jennifer López y otras estrellas de Hollywood es que, además de con ellas, tratas con su abogado, su mánager, su peluquero, su agente de prensa... Y todos quieren influir en las fotos y tenerlas controladas.
¿Por qué?
Acuerdos de confidencialidad, ángulos prohibidos, mil detalles increíbles.
Le habrán tentado con ofertas por la exclusiva de una boda...
Ofertas millonarias. Pero aceptarlas sería el fin de mi carrera en Hollywood: y le aseguro que además de realizado, estoy muy bien pagado. Por eso, me enfadé el día que el jefe de seguridad de Jennifer me exigió todos mis carretes. Sólo me daba uno nuevo, firmado con sus iniciales, después de que le entregara el filmado. Así controlaba que yo no vendiera por mi cuenta ni una sola foto.
Un poco paranoico.
Del todo. El problema fue que ese señor se... digamos... indispuso y me quedé sin rollo para fotografiar el primer baile. “¡Jennifer!”, le dije: “¡Ya te advertí que yo debía tener control sobre todo mi trabajo!”.
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