Por Consuelo Montoya.
Un lector se hace
Las cifras del último estudio publicado por la Fundación La Fuente-Adimark, en noviembre de 2010, reconfirman que en Chile existen escasos hábitos de lectura: según esta encuesta, el 52,8 por ciento de los chilenos se declara "no lector", y "la lectura sigue siendo una actividad que no motiva y para la cual no se encuentra tiempo".
Para revertir en parte esta tendencia, el Gobierno cuenta desde 2007 con un Plan de Fomento a la Lectura, radicado en el Consejo Nacional del Libro y la Lectura, que se apoya en una serie de políticas, proyectos educacionales y acciones desarrolladas por la empresa privada y la sociedad civil. Su objetivo principal es "construir un país de lectores, asegurando la democratización en el acceso a todo tipo de formatos de lectura, valorando y fortaleciendo al libro como factor relevante de competencia para el mundo laboral, como signo de identidad, como un factor de felicidad y calidad de vida, y como factor de inclusión social y democratización".
¿Qué responsabilidad les cabe a los padres en formar hábitos que promuevan la lectura en sus hijos? Con pequeñas acciones desarrolladas desde muy temprana edad se puede hacer que los niños descubran el maravilloso mundo de los libros y aprendan a amarlos.
Según los expertos, en primer lugar, no es necesario esperar que un niño lea para que tenga contacto con los libros. Los hay para todas las edades: sólo con imágenes, interactivos, con sonidos, con texturas y los famosos "busca y encuentra" que comienzan a interiorizarlos en este universo. Es fundamental demostrarles que los libros son entretenidos y que pueden ayudarlos a saciar su necesidad de conocer y explorar. Así aumentan su imaginación y creatividad y encuentran herramientas para desarrollar sus habilidades.
Luego, tratar de que, al igual que juguetes, los libros estén presentes en el día a día de los niños y permitirles que los manipulen como tales. Asimismo, seguir sus intereses es fundamental para que disfruten de la lectura. No se deben limitar sus gustos: que lean lo que les interesa, sea lo que sea.
Otra manera de estrechar la relación con la lectura es contarles historias y, sobre todo, predicar con el ejemplo. Si los niños ven a sus padres leer, tenderán a imitarlos.
Éstos son algunos de los caminos que llevan a que los niños adquieran un hábito que les permitirá ser buenos lectores y, de paso, adquirir valores y desarrollar su inteligencia. Si conseguimos despertar el interés por los libros desde los primeros meses, aseguramos que este hábito se desarrolle y permanezca en la vida, logrando enriquecernos culturalmente como país. Como dijo Vargas Llosa: "Seríamos peores de lo que somos sin los buenos libros que leímos; más conformistas, menos inquietos, y el espíritu crítico, motor del progreso, ni siquiera existiría".
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