No hay término medio: o bien William Melchert-Dinkel, un enfermero del Estado de Minesota, es un sádico que disfrutaba empujando a sus víctimas a la muerte, o bien fue una persona que ejerció su derecho a la libertad de expresión en Internet, aconsejando al menos a dos jóvenes sobre cómo ejecutar la amarga decisión de acabar con sus vidas. El juicio contra él ha tenido lugar esta semana en Faribault, Minesota. El juez debe ahora decidir si le condena por asistencia al suicidio, una pena por la que puede pasar hasta 30 años en prisión.
"Estas personas eran gente en estado frágil. Fue el acusado quien les sugirió una solución a largo plazo, muy largo plazo, para un problema de corta duración", dijo el fiscal del condado de Rice, Paul Beaumaster, el jueves ante el juez. "El acusado sabía exactamente lo que hacía. Iba tras gente vulnerable... No se puede calificar de libertad de expresión el tratar de convencer a alguien, de forma fraudulenta, de que suicidarse es lo mejor que se puede hacer".
El enfermero Melchert-Dinkel no ha negado los hechos. Es más: le entregó a la policía un ordenador personal en el que hay registros detallados de conversaciones y correos en los que habla del suicidio, da consejos sobre cómo matarse mejor y deja traslucir su fascinación por la autoaniquilación.
El jueves Melchert-Dinkel compareció en el juzgado, un hombre de 48 años, de pelo cano, frente ancha, figura rotunda, cara compungida. Caminaba con la cabeza gacha al llegar a la corte mientras las cámaras de televisión le perseguían. Se declaró inocente y ha solicitado que el caso lo dirima un juez y no un jurado popular. Su abogado, Terry Watkins, dijo en la corte que los mensajes de su cliente no influyeron en nada en la decisión de suicidarse de las dos personas con las que habló a través de Internet. Ellos, dijo, ya tenían intención de matarse.
"Ni siquiera cumplieron totalmente los consejos que mi cliente les ofreció", dijo. Lo cierto, sin embargo, es que Melchert-Dinkel se encubrió en la Red tras identidades falsas: siempre una servicial enfermera, joven, con los nombres exóticos de Li Dao, Cami D y Falcon Girl, que visitaba foros en los que se incita al suicidio y daba consejos con la precisión de una experta.
En su camino se cruzó Mark Drybrough, un joven informático de 32 años de Reino Unido, con problemas psiquiátricos. Mantuvo con Li Dao muchas conversaciones a lo largo de dos meses. Finalmente, el uno de julio de 2005, desde la dirección li_dao05@yahoo.com, Melchert-Dinkel le hizo un detallado resumen de cómo ahorcarse de forma rápida e indolora: "Depende de lo alto que seas, preferiblemente más alto de 1'82 metros, puedes colgarte fácilmente de una puerta usando el pomo, atando a este la otra parte de la cuerda". Dio estos consejos usando el pseudónimo de Li Dao, avatar agradable y servicial que daba todo tipo de detalles para que Mark se provocara la asfixia total. Pasados 26 días, Dyrbrough se ahorcó en su casa, no como Li Dao le dijo, sino usando una escalera.
Su hermana, Carol, que encontró el cadáver, registró el ordenador de Mark a la búsqueda de pistas que le hicieran comprender por qué había dado un paso semejante. Allí descubrió decenas y decenas de conversaciones con la enfermera. En principio pensó que esta se había suicidado el mismo día que Mark, como había prometido en un macabro y fatídico pacto. Después de comentarle esa posibilidad a Elaine, su madre, ambas acabaron pensando que tal vez Li Dao no hubiera sido otra víctima, sino una despiadada inductora que disfrutó sádicamente al empujar a la muerte a Mark. Elaine avisó inmediatamente de sus pesquisas a la policía de West Midlands, el condado inglés en el que vivía.
Visto que en sus mensajes Li Dao se identificaba como una mujer de Minesota, Elaine escribió también una carta al departamento de policía de la capital del Estado americano, Saint Paul. "Estimado señor, no sé si me podrá ayudar en esto. Mi hijo Mark se suicidó ahorcándose", comenzaba. "Mark había contraído un pacto en Internet. La persona con la que lo hizo, que dijo que estaba en Minesota, dio el nombre de Li y le aseguró que había sido enfermera y que la habían tratado durante 10 años por un trastorno bipolar. Esa persona dijo que suicidaría a la vez que mi hijo. Me preocupa el hecho de que pudiera haberle mentido". La carta le fue devuelta, sin abrir, pasadas unas semanas.
Li Dao, mientras, seguía activa en la Red. A finales de 2006 habló con una joven de 17 años en Sudamérica que, por casualidad, trabó a su vez contacto con una profesora británica jubilada que ahora tiene 65 años. Se trataba de Celia Blay, quien un día abrió su correo electrónico y encontró un mensaje de esa joven: "Me voy a matar, el viernes. Tengo un pacto con otra chica".
La chica era, por supuesto, Li Dao. Celia, que ha hablado con EL PAÍS pero ha decidido no ofrecer declaraciones públicas hasta que haya un veredicto en el caso, convenció a su amiga en Sudamérica para que no se suicidara. Luego entró en foros y más foros, siguiendo inagotablemente el rastro de la misteriosa Li Dao. Llegó a identificar a una docena de personas con las que la enfermera había quedado para matarse, desapareciendo siempre tras incitar a la otra persona a la muerte y reapareciendo en un foro distinto poco después. Su patrón era muy similar al de otra enfermera, también veinteañera y estadounidense: Falcon Girl.
Bajo los dos nombres se escondía en ambos casos Melchert-Dinkel. El enfermero seguía buscando personas con impulsos suicidas y les daba el empujón que necesitaban para acabar matándose. Mientras, en su vida real, continuaba con su cómoda cotidianidad, trabajando en una pequeña localidad norteamericana, cuidando, junto a su mujer, Joyce, de sus hijas adolescentes Mari y Molly. Una de sus próximas víctimas tenía entonces una edad cercana a la de su prole: 17 años. Nadia Kajouji se disponía a entrar en la universidad de Carleton, en Canadá. Nada sabía aún de Cami D, una misteriosa enfermera que le iba a incitar a ahorcarse.
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