Hace unos días discutía con Román Revueltas acerca de las locuras que cometemos por amor. El alegaba que son los hombres quienes cometen esas locuras. Yo alegaba que las locuras no tienen género, edad ni condición social. En algún momento de nuestra vida, todos hemos cometido una locura de amor, o algo que a nuestros ojos, lo es.
Hay que reconocerlo, hay de locuras a locuras. Las irrisorias, que no tienen mayor consecuencia. Algo así como malgastar horas dando vueltas por cierta calle donde vive el susodicho a ver si “de casualidad” te lo topas. Después estarían las que para ojos del mundo entero son locuras, pero para nosotros funcionan de una manera positiva. En un tercer grupo estarían las que cambian, el rumbo de nuestra vida para mal y nos dejan como la canción: “flaco, ojeroso, cansado y sin ilusiones”. Como su nombre lo dice, las locuras de amor se parecen más a la locura, que al amor.
Mi amiga Carolina tiene una sabia teoría para las locuras amorosas de tercer grado. Ella opina que las emociones fuertes de tu vida no deben de venir de tus relaciones sentimentales; sino de tus actividades, metas y logros laborales. Las relaciones son para compartir, darte estabilidad y un sentido de bienestar. Estar en una montaña rusa emocional por lo que hace o deja de hacer otra persona no es sano.
Según Carolina, las personas que no han podido construir una vida que les guste y sea emocionante buscan en las relaciones esa adrenalina que la vida (o más bien ellos mismos) no les ha dado. El que todas tus ambiciones o esperanzas estén puestas en una relación o en la falta de ella, habla de que tu vida está en un serio desequilibrio.
Cuando uno tiene la cabeza felizmente entretenida, en el trabajo, proyectos, amigos o familia, difícilmente tendrás ganas de estar en una relación destructiva. Los adictos a buscar “adrenalina” en las parejas, son personas que caen en relaciones destructivas cada dos por tres, y además, hacen difícil la convivencia con ellos. Su tema de conversación se centra únicamente en su relación y les parece que nada ni nadie vive lo que ellos. Si tratas de interpelar o hacerlos entrar en razón generalmente responden “es que tú no entiendes”.
Como ni Caro, Román o yo somos psicólogos, le pregunté a la psicoanalista Alexis Schreck quien confirmó la teoría de Caro. Existen mujeres y hombres adictos al conflicto que crea una relación. Este tipo de relaciones son de tres: la pareja más el conflicto. Las personas con esta adicción, si no están dentro de una relación conflictiva, sienten que están muertas ante un espejo que no refleja nada.
Para ellos, tampoco funciona que el espejo refleje “normalidad”. Una proposición de matrimonio y luna de miel y la posibilidad de una vida tranquila no sirve. Para sentirse vivos necesitan el conflicto y mucho. Ella lo ejemplifica con la canción de Rhianna y Eminem: Love the way you lie”.
Este tipo de adictos, lejos de ver la culpa en su actitud, culpan al otro de ser el causante de todos sus males. Son incapaces de ponerse a pensar que son ellas o ellos quienes están eligiendo salir con alguien que llena de conflictos su existencia porque no está disponible, que tiene problemas de adicciones, se dedica a negocios ilícitos o tiene trastornos mentales. Puede pasar mucho tiempo antes de se den cuenta que deben de buscar ayuda profesional lo antes posible.
Si lo que está buscando son emociones en su vida, pues habría que tirarse de un paracaídas, hacer alpinismo, ir al gotcha, hacer yoga, aprender algo nuevo, inscribirse a un curso de otro idioma, o lo que quieras. Lo peor que puedes hacer es buscar pasiones desbordantes para encontrar adrenalina. Si estás en una relación que no te deja dormir, te hace estar en estado de perpetua angustia, inseguridad o celos, es un síntoma claro que las cosas no van bien.
Cuando tu vida esta en equilibrio, estás contenta en tu trabajo, tus relaciones familiares y personales son armoniosas, tienes amigos, es más fácil poder sobrellevar los problemas que se presenten. En este supuesto, cuando llega la etapa de enamoramiento, por supuesto que habrá euforia y mariposas en la panza; pero eso no quiere decir que vas a faltar a tus obligaciones y dejar de ir al trabajo para estar con tu pareja. Si la relación no va bien, entonces pondrás tu mejor esfuerzo para hablar de los problemas y reestablecer el equilibrio.
En el supuesto que la relación no funcione y termine, estarás triste, pasarás un periodo de duelo y al finalizar estarás lista para seguir con tu vida. La relación no era la fuente de adrenalina y emociones en tu vida, y a pesar que una ruptura sea dolorosa, tienes muchas otras cosas para seguir adelante. Una relación debe ser para disfrutarla, no para padecerla.
Me gustaría oír tu opinión. Por favor escribe a: fernanda@milenio.com o en Twitter
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