viernes, 20 de mayo de 2011

Madrid, los indignados se movilizan.

Zapatero, arrinconado por quienes ni estudian ni trabajan
Las 60 páginas del libro ¡Indignaos!, un llamamiento contra la indiferencia, está detrás de las protestas que iniciaron los ninis en Madrid


¡Indígnense!”, gritó el diplomático y escritor Stéphane Hessel, en un librito que se extendió como la pólvora. “Es tiempo de acción, de participación, de no resignarse. Es tiempo de democracia genuina. Tiempo de movilizarse, de ser actores y no sólo espectadores impasibles”, siguió escribiendo en el prólogo de Reacciona, la versión española y ampliada de aquel primer llamamiento. Y el 15-M, los indignados reaccionaron.


Seis días después, aquello que comenzó como una concentración espontánea tras la multitudinaria manifestación dominical es ya un camping permanente y organizado. Las protestas se han extendido desde la madrileña Puerta del Sol y han saltado a ciudades como Londres, Ámsterdam, Berlín o Buenos Aires. “Es hora de actuar”, había pedido Hessel a los jóvenes. Y ellos tomaron el relevo.


Las 60 páginas de ¡Indignaos!, un llamamiento a voces contra la indiferencia, se han convertido en un superventas traducido a más de 30 idiomas. Pero la periodista española Rosa María Artal pensó que había que dar un paso más, y congregó a representantes de distintas generaciones y ámbitos profesionales, desde el juez Baltasar Garzón al catedrático en Economía Aplicada Juan Torres López, los miembros del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Carlos Martínez y Javier López Facal o el fundador del diario Público, Ignacio Escolar.


“Era una necesidad”, cuenta Artal. “El libro es bastante informativo y ha hecho mella, pero la indignación era latente, sólo faltaba una espoleta”. Y esa espoleta se condensó en diez razones para “cambiar el rumbo de la nave, aunque sus líderes sigan en el puesto de mando y al timón”, escribe José Luis Sampedro, padrino de Reacciona y prologuista de la edición española de ¡Indignaos!
Coherencia de 93 años


No deja de ser curioso que fueran dos abuelos de 93 años los artífices de este llamamiento pacífico a la insurrección juvenil. Aunque en realidad, “es un ejemplo de coherencia que responde a cómo han sido los dos toda su vida”, afirma Artal.
Hessel fue miembro de la Resistencia francesa, superviviente del campo de concentración alemán de Buchenwald y el único redactor vivo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, mientras que Sampedro es un humanista comprometido, un prolífico escritor y un referente intelectual.


Algunos los llaman los nonas, de nonagenario, en referencia a la generación etiquetada como nini, que supuestamente ni estudia ni trabaja.


Ahora, esos estudiantes y licenciados universitarios en paro que acampan gritan que sí, que son nini, pero “ni PSOE ni PP”, los dos grandes partidos políticos. “¡No nos representan!”, exclaman. Y es que “no trabajan porque no hay trabajo”, añade Artal, lamentando que en España la tasa de desempleo juvenil ronde ya el 45 por ciento.
Sin embargo, “no son sólo jóvenes, hay mucha simplificación”, critica esta periodista. También hay desempleados y trabajadores con sueldos precarios de todas las edades, colectivos afectados por las hipotecas o comerciantes que se han decidido a echar una mano donando comida o lo que se necesite.

Hartazgo social
El problema que se suscita en Madrid, dice la periodista Rosa María Artal, es que “tanto los políticos como los grandes medios viven muy alejados de la realidad, ellos están en su Olimpo y no miran hacia abajo”, explica. “No quisieron enterarse, y ahora ven peligro y atacan”. Indignación, reacción... ¿y ahora qué? Numerosos analistas se preguntan en los medios si todo este revuelo no será flor de un día, o de una semana, y le achacan falta de contenido.

Pero, “¿por qué le exigen a la sociedad lo que no dan los políticos? ¿Qué propuestas dan en sus programas?”, pregunta Artal. El movimiento amaneció con un catálogo de ideas para combatir el desempleo o la crisis de las hipotecas, controlar las entidades bancarias y la petición de modificar la Ley Electoral en pro de un sistema “auténticamente representativo”.

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