jueves, 26 de mayo de 2011

Rosa la fetichista/cuento corto.

Por Juan José Lara.

Rosa se vuelve fetichista

Rosa Chávez era una empleada doméstica; atesoraba toda la gracia que la patrona no tenía. Ojos miel, pelo bermejo largo, tez morena clara, la mirada taciturna, le daban un ángel por demás misterioso.
C

uando Radamel se había marchado a la oficina, la esposa terminaba de acicalar al niño de siete años; lo llevaba al colegio, y se iba a la universidad.
La muchacha se quedaba organizando la casa, siguiendo mentalmente un esquema que concretaba meticulosamente. Recogía las cosas con minuciosidad, fregaba los pisos, sacudía enseres. Se bañaba y después ordenaba la ropa.


En el dormitorio principal se detenía en la exquisita lencería de la señora, extraía del cajón las piezas de encaje fino, pensando en Radamel y, venciendo sus más íntimos pudores, se las ponía completamente transportada a otra realidad.
El ritual ardiente de Rosa se repetía todos los días. Durante la cena al ver a Radamel serio, la señora distraída con el niño; ella se sonrojaba experimentando un escozor en la zona que acariciaba a diario la incitante lencería.


Una mañana en el juego crucial en la alcoba de la pareja, Rosa no se percató que Radamel regresó, sorprendiéndola. Atónita, medio desnuda, solo atinó a bajar el rostro entornando los ojos. Radamel la tomó con dulzura y, transformado, la condujo al lecho.

El escarceo de todos los días siguió, pero con un ingrediente nuevo: Radamel era parte de él; la lencería de su esposa los unió irremisiblemente.

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