Compromiso socialista
PSC y PSOE comparten la responsabilidad de elaborar una propuesta federal para España
Con cierto alivio para el PSOE, el PSC ha elegido a su primer
secretario, Pere Navarro, candidato a la presidencia de la Generalitat.
El sector más catalanista, representado por la exconsejera Montserrat
Tura —que no irá en las listas— obtuvo el 23,3% de los votos. Sin tiempo
para celebrar unas primarias que sirvieran, como pretendía, para
movilizar a militantes y simpatizantes, el PSC afronta estas elecciones
en las peores condiciones. La convocatoria le ha sorprendido con una
crisis de proyecto y de liderazgo, con un candidato poco conocido y
cuando el desgaste por la gestión anterior no ha tocado aún fondo.
En estas condiciones, el PSC tiene el reto de hacer visible una alternativa al órdago que representa la apuesta independentista de Artur Mas. CiU quiere convertir estos comicios en un plebiscito, un pulso entre independentistas y españolistas, con la colaboración de la candidata del PP, Alicia Sánchez Camacho, que aspira a ganar votos entre quienes no quieren una ruptura con España. Navarro ha de tratar de romper esa dinámica, y por mucho que CiU y PP alimenten la polarización en torno a la cuestión nacional, debe hacer ver que esa no es la única cuestión que preocupa a los catalanes. La gestión de Mas en los dos años de gobierno y las alternativas ante la crisis deben figurar también en el centro del debate electoral.
La dinámica soberanista ha hecho mella en el interior del PSC, pero sus dirigentes tienen la responsabilidad de mantener y adaptar a los nuevos tiempos una tradición política basada en la integración y el diálogo, no solo con el resto de España, sino en el interior de la sociedad catalana. Esta tradición integradora es la que ha permitido a Cataluña superar con éxito el riesgo de fractura por razones de origen y alcanzar altas cotas de cohesión social y de progreso. El PSC necesita representar a los catalanistas progresistas que aspiran a mayores cotas de autogobierno y a quienes se sienten tan catalanes como españoles y no quieren entrar en aventuras temerarias.
El PSOE debe apoyar al PSC en este envite. Ambos tienen la responsabilidad compartida de elaborar una propuesta que permita un encaje de Cataluña en España duradero y satisfactorio para ambas partes. El PSOE tiene que concretar mejor su propuesta de España federal, para hacerla creíble a los ojos de los catalanes. A su vez el PSC debe superar esta fase de confusión y entender que la nueva situación creada en España por el ascenso del independentismo catalán no es algo que incumba solo a los catalanes. El PSC necesita al PSOE para tener un referente con el que compartir un proyecto de España plurinacional, y el PSOE no puede aspirar a Gobernar de nuevo en España sin una fuerte implantación en Cataluña. La situación es difícil para ambos, pero es también una buena ocasión para repensar el modelo territorial que la transición dejó inacabado. Entre la ruptura independentista que plantea Mas y la tentación de recentralización que anida en el PP hay un espacio de diálogo y compromiso que PSOE y PSC pueden liderar.
En estas condiciones, el PSC tiene el reto de hacer visible una alternativa al órdago que representa la apuesta independentista de Artur Mas. CiU quiere convertir estos comicios en un plebiscito, un pulso entre independentistas y españolistas, con la colaboración de la candidata del PP, Alicia Sánchez Camacho, que aspira a ganar votos entre quienes no quieren una ruptura con España. Navarro ha de tratar de romper esa dinámica, y por mucho que CiU y PP alimenten la polarización en torno a la cuestión nacional, debe hacer ver que esa no es la única cuestión que preocupa a los catalanes. La gestión de Mas en los dos años de gobierno y las alternativas ante la crisis deben figurar también en el centro del debate electoral.
La dinámica soberanista ha hecho mella en el interior del PSC, pero sus dirigentes tienen la responsabilidad de mantener y adaptar a los nuevos tiempos una tradición política basada en la integración y el diálogo, no solo con el resto de España, sino en el interior de la sociedad catalana. Esta tradición integradora es la que ha permitido a Cataluña superar con éxito el riesgo de fractura por razones de origen y alcanzar altas cotas de cohesión social y de progreso. El PSC necesita representar a los catalanistas progresistas que aspiran a mayores cotas de autogobierno y a quienes se sienten tan catalanes como españoles y no quieren entrar en aventuras temerarias.
El PSOE debe apoyar al PSC en este envite. Ambos tienen la responsabilidad compartida de elaborar una propuesta que permita un encaje de Cataluña en España duradero y satisfactorio para ambas partes. El PSOE tiene que concretar mejor su propuesta de España federal, para hacerla creíble a los ojos de los catalanes. A su vez el PSC debe superar esta fase de confusión y entender que la nueva situación creada en España por el ascenso del independentismo catalán no es algo que incumba solo a los catalanes. El PSC necesita al PSOE para tener un referente con el que compartir un proyecto de España plurinacional, y el PSOE no puede aspirar a Gobernar de nuevo en España sin una fuerte implantación en Cataluña. La situación es difícil para ambos, pero es también una buena ocasión para repensar el modelo territorial que la transición dejó inacabado. Entre la ruptura independentista que plantea Mas y la tentación de recentralización que anida en el PP hay un espacio de diálogo y compromiso que PSOE y PSC pueden liderar.
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