El Barça y el Madrid ante la sociedad
Artículos de Alfredo Relaño
Alfredo Relaño | 03/10/2012
Ayer lo hablé con alguien muy próximo al Madrid: Messi tuvo una
escena con Villa hace una semana y el lunes era portada en EL PAÍS por
una entrevista en la que daba una estupenda imagen de sí mismo, de
Villa, del Barça, del tiqui-taca, de La Roja y del fútbol en general. El
Barça, que ganó bajo sospecha en Pamplona y Sevilla, y que se vio
expuesto al descrédito por la discusión entre Villa y Messi, ha superado
largamente el asunto. Por su parte, el Madrid, que el domingo ganó 5-1
al Depor, se ha visto en solfa en las portadas de ayer de As y Marca por
la mala relación entre Sergio Ramos y Mourinho.
Sergio Ramos templó gaitas ayer en su twitter, pero Mourinho se mostró fachendoso con esa simpleza de que tiene mejor relación con su mujer que con Sergio Ramos. A la vista de todo eso mi amigo se mostró dolido por la diferencia entre la política de comunicación de uno y otro club. Este Barça que se mueve en el alambre de una tensión independentista, de los afortunados errores arbitrales y de la hostilidad entre Messi y Villa, y sale bien parado porque sabe cómo hacerlo y lo hace. Mientras, toda la señal que emite el Madrid es el pique entre dos machos alfa que se tiran puyas ante la opinión pública.
El fútbol es un hecho social, y por lo mismo le viene bien explicarse en las ocasiones buenas, en las regulares y en las malas. Eso lo sabe hacer estupendamente el Barça, pero no el Madrid, que se enreda en las cosas menores. Peleas del tipo Ramos-Mourinho siempre las hubo. Pero el Madrid le ha otorgado a su entrenador-manager un poder excesivo: el de decidir cómo se presenta el club ante la sociedad. Y darle esa responsabilidad a alguien que odia su propia vida social, como acaba de confesar, es un dislate. Y así pasa, que el Madrid tiende a quedar mal por muy poco, mientras el Barça tiende a quedar bien por nada.
Sergio Ramos templó gaitas ayer en su twitter, pero Mourinho se mostró fachendoso con esa simpleza de que tiene mejor relación con su mujer que con Sergio Ramos. A la vista de todo eso mi amigo se mostró dolido por la diferencia entre la política de comunicación de uno y otro club. Este Barça que se mueve en el alambre de una tensión independentista, de los afortunados errores arbitrales y de la hostilidad entre Messi y Villa, y sale bien parado porque sabe cómo hacerlo y lo hace. Mientras, toda la señal que emite el Madrid es el pique entre dos machos alfa que se tiran puyas ante la opinión pública.
El fútbol es un hecho social, y por lo mismo le viene bien explicarse en las ocasiones buenas, en las regulares y en las malas. Eso lo sabe hacer estupendamente el Barça, pero no el Madrid, que se enreda en las cosas menores. Peleas del tipo Ramos-Mourinho siempre las hubo. Pero el Madrid le ha otorgado a su entrenador-manager un poder excesivo: el de decidir cómo se presenta el club ante la sociedad. Y darle esa responsabilidad a alguien que odia su propia vida social, como acaba de confesar, es un dislate. Y así pasa, que el Madrid tiende a quedar mal por muy poco, mientras el Barça tiende a quedar bien por nada.
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