En Guatemala es muy raro que los jóvenes se entusiasmen por la literatura, y mucho menos por la literatura rusa, Por eso es de llamar la atención del caso de Jonás Rivera, quien desde niño quiso leer literatura rusa, porque escuchó a un amigo de su padre, que había estudiado en la Universidad Patricio Lumumba, que lo más selecto de la literatura universal lo representaban los escritores rusos, con esa manera minuciosa de describir la vida cotidiana y las pasiones de los hombres.
Jonás encontró la forma de hacerse de las obras de los autores rusos, con enormes dificultades porque en Guatemala durante mucho tiempo todo lo que oliera a ruso era sinónimo de comunista, así que esa literatura estaba proscrita y por lo tanto tampoco era fácil de conseguir en las (escasas) librerías de la capital.
El escritor que verdaderamente admiró más, fue León Tolstoi, por la lectura apasionante de "La guerra y la paz". Jonás se metió a fondo a leer y recopilar cuanta obra rusa cayera en sus manos, y de ahí derivo en una pasión que lo hizo ahorrar mucho tiempo hasta completar para su pasaje a Moscú, él quería conocer en carne propia las condiciones y circunstancias que rodearon la vida de León Tolstoi.
La meta era, pues, conocer el Museo dedicado a León Tolstoi, que por decisión de Poder Soviético, posterior al triunfo de la Revolución Socialista de Octubre de 1917, optó por conservar el legado material de ese gran escritor.
Incluso, Lenin decía: "La casa debe mantenerse en su aspecto original. Las masas querrán saber como vívía León Tolstoi".
Con el boleto de avión en la mano y algunos dólares en el bolsillo, Jonás Rivera pretendía volar de Guatemala a México, y después de México a Moscú con escala en Estocolmo. El día señalado llegó, 14 de julio del 2010, Jonás se fue directo a al aeropuerto La Aurora, Guatemala, Y ahí se enteró que la terminal aérea había suspendido indefinidamente los vuelos a causa del huracán Agatha y de la erupción del Volcán Pacaya, no había condiciones de seguridad para los vuelos.
Jonás se lanzó por carretera para alcanzar la frontera con México, pero no contaba con la desaparición de los puentes que arrastró la corriente de los ríos por efectos del huracán, las carreteras estaban truncadas, el paso era riesgoso para hombres y automotores. En la carretera del Pacífico, hay al menos una veintena de ríos que surcan los caminos, cuyos puentes habían sido removidos de sus bases por la fuerza del agua torrencial.
Jonás logro vadear algunos ríos, trepado en carreta de bueyes o a caballo; una travesía normal entre ciudad de Guatemala y la frontera con México, toma unas cuatro hora, ahora a Jonás le llevó tres días recorrer esa distancia. En Tapachula tomó el primer vuelo a México, Distrito Federal, llegando pudo gestionar su vuelo directo a Estocolmo, caso especial porque ya había perdido la conexión tres días antes.
Con mucha emoción por el viaje, Jonás no pudo dormir las siguientes dieciseis horas que duró el vuelo, ya quería llegar a Moscú.
Al fin llegó a Moscú, le pidió al taxista que lo llevara directamente al callejón Dolgojamóvnicheski (actualmente Calle León Tolstoi), una vez en el sitio soñado por él, penetró a la casa encantada que fue construída en el año de 1808 y que logró salvarse de un incendio en 1812, cuando las tropas de Napoléon invadieron Moscú.
Jonás recorrió la casa con suma avidez, observando hasta el más mínimo detalle, notó el que el escritor había elegido un cuarto pequeño en la planta baja, para estar y escribir.
Después supo que Tolstoi se encargaba de todos los quehaceres de la casa: cortaba la leña para la estufa y las chimeneas, traía el agua de un pozo cercano, cuidaba el jardín.
Tolstoi vivió en esa casa veinte años, con sus respectivos y crudos inviernos. La casa tiene 15 habitaciones y se mantiene tal como la dejó su dueño, intacta en lo exterior e igualmente en su interior.
Jonás pudo percibir con su olfato el aroma a madera de sus pisos de parquet y el característico olor de las alfombras húmedas por el clima de Moscú. Jonás quiso sentarse y tocar algo en elpiano de cola que está en la sala y los guardias del lugar no se lo permitieron; Jonás, aparte de ser un gran lector de la literatura soviética, toca el piano desde niño, y por cierto le encantan los compositores rusos, también.
Sin un dólar en el bolsillo para el regreso, Jonás cumplió su sueño dorado, estar en Moscú en casa de L. Tolstoi. Sólo para que su padre no lo regañara al volver, Jonás fue a la Plaza Roja y se introdujo en la cripta que tiene a la momia llamada Lenin.
Su padre se llama Lenin Rivera...
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